martes, marzo 06, 2007

Japón no volverá a pedir perdón por las esclavas sexuales


Jordi Juste. Kioto
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, dijo ayer en el Senado que su gobierno no piensa pedir disculpas de nuevo por las mujeres que fueron forzadas a servir en los burdeles establecidos para la satisfacción sexual de los soldados nipones en gran parte de Asia, durante la segunda guerra mundial. “Aunque la resolución se apruebe, eso no significa que vayamos a pedir disculpas”, dijo Abe en referencia a la moción no vinculante que el congresista californiano de origen japonés, Mike Honda, ha presentado en el Congreso para exigir a Japón que se disculpe de foma inequívoca por las llamadas “esclavas sexuales”.
Abe, sin embargo, dijo que mantiene la declaración de 1993 (conocida como “declaración Kono”, por el nombre del entonces portavoz del gobierno, Yohei Kono), por la que Japón se disculpaba y reconocía que el Ejército Imperial había participado en el establecimiento y gestión de los burdeles y admitía que se había usado la coherción.
Preciamente, sobre sus palabras del jueves pasado, en las que dijo que no había pruebas de que hubiera existido tal coherción en el establecimiento de los burdeles, ayer Abe admitió que sí hubo casos en que se produjo, pero que fueron llevados a cabo por intermediarios civiles y no por militares. “No es que los militares entraran en domicilios particulares y se llevaran a la gente secuestrada”, dijo Abe.
Algunos historiadores sitúan en 200.000 el número de mujeres asiáticas que sirvieron en los burdeles para militares japoneses. Es prácticamente imposible probar el número exacto de casos en los que las mujeres fueron obligadas a servir como solaz de los soldados, pero sí existen númerosos testimonios directos de víctimas, sobre todo coreanas, e incluso de militares nipones, que no ofrecen lugar a dudas sobre la generalización de los abusos.
En 1995, bajo el gobierno de coalición entre el Partido Liberal Democrático (PLD) y el Partido Socialista (PS), presidido por Tomiichi Murayama, Japón estableció un fondo privado, que caduca a finales de este mes, para compensar a las mujeres obligadas a servir en los burdeles, pero las asociaciones de víctimas siempre han exigido indemnizaciones oficiales, como forma inequívoca de asunción de responsabilidad por parte del Estado japonés.
Abe, que llegó al poder en septiembre con fama de ser más nacionalista que su predecesor, Junichiro Koizumi, sorprendió desde el principio por sus esfuerzos para mejorar las relaciones diplomáticas con China y Corea del Sur, especialmente dañadas por las visitas anuales de Koizumi al santuario de Yasukuni, donde se rinde homenaje a millones de combatientes japoneses y a 14 criminales de guerra, responsables de atrocidades cometidas por el Ejército Imperial.
En sus primeros cinco meses en el cargo, Abe ha visto como sus índices de popularidad bajaban constantemente, en buena medida por su debilidad ante los barones del PLD y su reversión de diversas de las medidas reformistas que habían hecho popular a Koizumi. Si Koizumi parecía ceder a la extrema derecha en lo simbólico para poder imponer sus políticas reformistas, hasta el jueves de la semana pasada todo apuntaba a que Abe estaba moderando sus posturas nacionalistas para poder introducir sus políticas conservadoras.
El primer ministro, que quiere reformar la Constitución pacifista y ya ha logrado introducir el patriotismo en la enseñanza, está condenado a seguir haciendo equilibrios si quiere satisfacer a la vez a su base de seguidores nacionalistas y a la comunidad internacional.

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