miércoles, agosto 29, 2007

La llamada del vendedor de nieve




CRÓNICA DESDE KIOTO
Jordi Juste. Kioto
Desde que empiezan a subir las temperaturas en primavera hasta la llegada del otoño, en muchos pueblos y barrios de Japón se oye de vez en cuando una voz que, por sus notas alargadas y su repetición, puede recordar, a oídos de un ignorante, la llamada del almuédano a los musulmanes. En realidad se trata de algo menos trascendente pero casi tan antiguo como la llamada a la pregaria desde la mezquita. La voz dice warabiii mochiii, kakigooooriii y proviene de los altavoces de pequeñas furgonetas que recorren a menos de diez kilómetros por hora el laberinto de callejuelas que es gran parte de Japón pregonando la bondad de las bolas de pasta de arroz (warabi mochi) y las birutas de hielo con jarabe (kakigori) para soportar los rigores del caluroso y húmedo verano.
Las bolas de arroz son el complemento alimenticio ideal, la excusa que necesitan muchos padres para bajar a la calle con sus hijos, parar al vendedor y hacerle un pedido refrescante. El kakigori comparte la materia prima básica con nuestros granizados, pero no es exactamente lo mismo. El hielo no está troceado, sino más bien raspado, de forma que su aspecto es parecido a la nieve. Por su frágil consistencia, no se puede tener preparado de antemano, así que la operación de convertir en birutas las masas de agua helada hay que llevarla a cabo justo antes de servir. Los vendedores ambulantes llevan grandes bloques de hielo en cajas aislantes y usan para cortarlos unos molinillos manuales. Una vez tienen la montañita de nieve le añaden el jarabe que le da sabor y color. La operación es sencilla, la materia prima es barata y el resultado suele costar unos trescientos yenes (casi dos euros).
Hay kakigori con sabor de todas las frutas e incluso de leche condensada. A parte de las furgonetas ambulantes, también se vende mucho en los puestos que se instalan en las calles durante las fiestas de verano, y en un gran número de restaurantes como postre. Además se venden modelos de molinillos domesticos, muchas veces decorados con dibujos de los personajes más populares de los dibujos animados infantiles, ya que el kakigori es una comida eminentemente para niños. “Este año todavía no había comido, pero siempre como cuando voy con mis padres al matsuri”, dice Isaki, alumno de tercero de primaria en una escuela de Kioto, en referencia a las celebraciones de verano que equivalen a nuestras fiestas patronales.
El vendedor confirma que julio y agosto son los meses fuertes del kakigori. En los meses de invierno, muchos heladeros ambulantes canvian la nieve coloreada por las patatas asadas. Entonces la voz canta ishiyaaakimooo, acompañada de un pitido de vapor que sugiere el poder del calor de los tubérculos para vencer el frío. La furgoneta del vendedor de frío y calor está pintada de blanco y no lleva en ninguna parte escrito su nombre. Las ventas no parecen ser como para hacerse rico, pero los márgenes son suficientemente amplios como para querer intentar zafarse de los recaudadores de impuestos.

1.000 semanas revelando misterios


Teletodo. La televisión en el mundo. 11 de agosto de 2007

Uno de los hitos de esta temporada televisiva en Japón ha sido la marca de las 1.000 emisiones alcanzada por el concurso Sekai fushigi hakken (Descubrimiento de misterios del mundo). El programa se emite todos los sábados en TBS de 9 a 10 de la noche y ha mantenido en sus 21 años de existencia una media de audiencia del 14%, superando a veces el 20%.
Se trata de un concurso patrocinado en exclusiva por la empresa de electrónica Hitachi y orientado a toda la familia. El año pasado quedó en cuarto lugar en una encuesta en que se preguntaba a los padres qué programas de televisión querían mostrarles a sus hijos. Lo presenta el veterano Kusano Hitoshi (63 años), que de lunes a viernes conduce cada día el magazine The Wide, acompañado de la joven Maya Kobayashi (28 años).
Cada semana, una actriz joven hace de cazadora de misterios (mistery hunter) en un país del mundo e introduce a través del vídeo aspectos de su cultura entre los que se intercalan tres preguntas a las que los seis concursantes presentes en el estudio deben responder. Entre estos hay tres famosos que varían cada semana y tres fijos desde los inicios: la presentadora y escritora Tetsuko Kuroyanagi (74 años), conocida por su colaboración con Unicef, el cómico y ex jugador de béisbol Eiji Bando (67 años) y el actor Makoto Nonomura (44 años). Los dos primeros compiten por dar las respuestas más cabales y en no pocas ocasiones consiguen descubrir los tres misterios, mientras que Nonomura juega el papel de tonto con respuestas que a menudo rozan la extravagancia, y hasta el año 2005 no había conseguido el pleno ni una sola vez.
El país que más veces ha sido visitado por las cazadoras de misterios es Estados Unidos, con 109, seguido de China con 89 y Francia con 70. Entre los 10 primeros no está España, pero sí Perú, que cierra la lista con 21 apariciones. A veces los programas coinciden con efemérides históricas o con campañas de promoción en Japón de grandes exposiciones artísitcas o de películas, como la reciente Marie Antoinette, que sirvió para visitar Versalles, o Harry Potter, que llevó a los espectadores a la estación londinense de King’s Cross.

Guerra de hamburguesas en el país del sushi




Burger King regresa a un mercado dominado por McDonalds
MOS Burger, una cadena local, compite ofreciendo mayor calidad
Jordi Juste
La cadena estadounidense de hamburgueserías Burger King acaba de abrir sus primeros restaurantes en Tokio, seis años después de que se viera obligada a abandonar Japón tras perder una guerra de precios con el gran gigante del sector, la también estadounidense McDonald’s, que tiene en Japón 3.500 establecimientos, el número más alto del mundo fuera de Estados Unidos. No hay estación de tren o centro comercial mediano o grande que no tenga uno o varios McDonald’s en su interior o en los alrededores.
Gran demanda de comida rápida
Una gran cantidad de japoneses come a diario fuera de casa, especialmente el almuerzo, para el que en muchos trabajos se cuenta con menos de una hora de descanso. Por eso el país cuenta con una oferta variada y grande de establecimientos de comida rápida, como los restaurantes de sushi económico, los de arroz con curry, los de carne guisada sobre un bol de arroz blanco o los especializados en los distintos tipos de fideos chinos y japoneses. A pesar de las amplias posibilidades de comer rápido y relativamente bien, muchos japoneses han sucumbido en las últimas décadas a los bistecs americanos de carne picada de baja calidad.
“McDonalds es rápido y barato, por eso es fácil ir después de las clases”, explica Naomi Takenaka, una estudiante de segundo curso de Derecho que confiesa ser una fan de la cadena estadounidense. “A los japoneses de hoy en día nos gusta más el sabor fuerte de la comida occidental que el suave de la japonesa. Queremos comer pan, carne, verduras, tomar zumos... McDonald’s satisface todos esos deseos. Con sólo una moneda te llenas la barriga. La comida japonesa es cara y la cantidad escasa”, añade Takenaka, que reconoce un ligero exceso de peso debido a sus hábitos alimentarios.
Toque japonés
El menú ofrecido por McDonald’s en Japón es básicamente el mismo que en otras partes del mundo, pero aquí se han creado productos originales, destinados a darle un toque local, como el Terayaki Burger. Además, el nombre de la compañía aparece en muchos rótulos escrito en silabario japonés, que transcribe la forma local de pronunciarlo, Makudonarudo, acortada a Makudo en su versión de la región de Kansai. Las estrategias comerciales de McDonald’s Japan pasan siempre por ofrecer precios muy bajos pero intentando no poner la calidad del producto por debajo de lo tolerable para el exigente público japonés, lo que muchas veces se traduce en aumentos de ventas que llevan a la compañía a los números rojos, como cuando introdujo un menú básico de 100 yenes (60 céntimos de euro).
El gran competidor de McDonald’s en Japón es la cadena local MOS Burger, que cuenta con 1.400 restaurantes y tiene una ganada reputación de ofrecer productos y servicio de mayor calidad, aunque a un precio superior. Por ejemplo, la carne usada en sus hamburguesas proviene de Tasmania (Australia), una denominación de origen bien vista por los japoneses, lo que le permite atraer a un público de más poder adquisitivo y normalmente de mayor edad. Además, sus hamburguesas suelen ser más originales, como la de pollo con curry, y también ofrece otros productos de creación propia, como el nam (pan indio) con tacos. “Yo prefiero MOS Burger a McDonald’s. Pagas un poco más, pero el sabor es mucho mejor y además la comida te sienta bien”, afima Naoka Mori, profesora de español en una Universidad de Kioto.
Un menú estándar en MOS puede rondar cerca de los 700 yenes (unos 4 euros), mientras en McDonald’s el equivalente sale por sólo 500 (3 euros). En cuanto a Burger King, parece que ha aprendido la lección del pasado y esta vez no va a competir con su cadena compatriota en el segmento bajo del mercado, ya que sus precios parecen más bien alineados con los de MOS Burger.

Funcionarios demasiado sabios


Casi 1.000 empleados de Osaka sancionados por esconder sus títulos universitarios
Se cree que puede haber casos similares por todo el país
Jordi Juste
El Ayuntamiento de Osaka anunció recientemente que castigará a más de 900 empleados por mentir sobre sus datos académicos en las solicitudes que presentaron para acceder al puesto. Que alguien infle su curriculum colgándose medallas que no le corresponden es algo relativamente habitual también en Japón. En 2006, por ejemplo, el diputado Junichiro Koga, una estrella ascendente en el Partido Democrático, tuvo que renunciar a su escaño al conocerse que su licenciatura por la universidad californiana de Pepperdine era falsa.
Basureros licenciados
Lo sorprendente del caso actual es que los empleados no adornaron su currículum sino que lo despojaron de guirnaldas que legítimamente les correspondían. Muchos de ellos escondieron que contaban con títulos universitarios para poder acceder a empleos como conductores de autobús, basureros o en las cloacas de la ciudad. El problema no es que ser licenciado sea un inconveniente para desempeñar esos trabajos, sino que el Ayuntamiento los había reservado para personas que no tuvieran formación universitaria, por considerar que estas no tienen la posibilidad de optar a otro tipo de empleos a los que sí pueden acceder los formados en la enseñanza superior.
“No pensábamos que el problema afectara a tantos empleados. Pido disculpas a los ciudadanos”, declaró el alcalde de Osaka, Junichi Seki, a la prensa. El Ayuntamiento ha ofrecido a los que admitan voluntariamente su culpa un castigo a elegir de un menú que incluye la limpieza de parques, la recogida de bicicletas abandonadas o servir como voluntario en el Campeonato del Mundo de Atletismo, que se celebra en la ciudad a finales de agosto. Osaka sigue a los municipios de Kobe y Amagasaki en el descubrimiento de falseamientos a la baja de datos, una práctica que se cree extendida por todo el país.
Consecuencia de la crisis
Al parecer, la mayoría de casos se produjo entre 1998 y 2002, unos años en los que la crisis económica, que se arrastraba desde principios de los años 90, afectó especialmente a los licenciados universitarios, ya que bancos, compañías de seguros y grandes industrias llevaron a cabo severas reducciones de plantilla entre su personal de oficina.
Lo habitual en Japón es que los estudiantes universitarios pasen su cuarto y último año de carrera buscando trabajo. Algunos llegan a asistir a más de 100 eventos relacionados con su futura colocación, incluyendo entrevistas o seminarios en los que las grandes empresas tratan de atraer al máximo número de candidatos posibles para tener dónde escoger. La mayoría llegan a su graduación en marzo sabiendo dónde trabajaran desde abril. En comparación con Europa, el empleo es bastante estable, aunque la última crisis económica sirvió para destruir el mito del puesto de trabajo de por vida y generó el fraude para hacerse con un empleo público y una gran bolsa de licenciados que no pudieron colocarse y que en muchos casos quedaron fuera del mercado laboral de los puestos considerados “buenos”.
Falta de personal
A estas personas se las conoce como “freeter” y viven encadenando trabajos temporales o a tiempo parcial con los que apenas si alcanzan a pagar sus necesidades básicas. El primer ministro, Shinzo Abe, ha expresado en diversas ocasiones su intención de promover políticas que faciliten una “segunda oportunidad” para los freeter. “Nos estamos aproximando, sin duda, a una sociedad de oportunidades que garantiza a la gente la posibilidad de intentarlo una y otra vez”, afirmó recientemente Abe al anunciar que en el último año 350.000 personas con empleo precario encontraron uno estable. Lo cierto es que el crecimiento económico y la baja natalidad están disparando las alarmas sobre la escasez de mano de obra, por lo que no parece probable que se estén generando nuevos casos de licenciados que esconden su condición para trabajar en las cloacas.

La fiesta de las estrellas enamoradas


CRÓNICA DESDE KIOTO
Jordi Juste. Kioto
Una de las fiestas más señaladas del calendario japonés es Tanabata, o lo que es lo mismo, la celebración del encuentro de las estrellas Vega y Altair, separadas por la Vía Láctea durante el resto del año. Como tantas otras cosas en este país, es una tradición de origen chino que proviene de la leyenda amorosa de la princesa hilandera Vega (Orihime, en japonés), hija del rey del cielo, y el pastor Altair (Hikoboshi), condenados a guardar su amor para los escasos momentos de la noche del séptimo día del séptimo mes del calendario lunar, cuando se les permite cruzar la vía láctea (Amanogawa, o río del cielo) para reunirse. Durante la era de Edo (1600-1868) el gobierno feudal decretó la celebración de Tanabata como una de las cinco festividades principales de Japón y así se popularizó una fiesta que ya celebraba la corte imperial en Kioto.
El problema es que desde hace más de un siglo Japón utiliza el calendario gregoriano (occidental), por lo que muchas de las fiestas tradicionales, basadas en el calendario lunar han dejado de caer en el día que marcaba la tradición. Es el caso de Tanabata, que en la actualidad se celebra en algunas partes del país el 7 de agosto, en otras el día en que cae el séptimo día del séptimo mes lunar, y en la mayoría de lugares el 7 de julio. Si cualquier español sabe que ese día es San Fermín y en Pamplona se corre el primer encierro, cualquier japonés asocia la fecha con la fiesta de las estrellas enamoradas.
José A. Sorolla informaba hace semanas desde París sobre la fiebre que se vivía en Francia ante la inminente llegada del día 7 del 7 del 2007. Algo parecido sucedió en Japón hace 12 años, cuando se acercaba el día 7 del mes 7 (en japonés los meses no tiene nombre) del año 7 de la era Heisei, la actual. El sistema nacional de contar los años según el reinado del emperador convive con el calendario cristiano, así que este año también se ha intentado sacar partido comercial a la coincidencia de sietes en la fecha, pero nada que ver con lo visto entonces, cuando, además, Japón necesitaba apelar a la buena suerte, porque se encontraba en plena crisis económica y estaba en estado de shock por el terremoto de Kobe y el ataque con gas sarín en el metro de Tokio.
En Japón, al igual que en China, se le da gran importancia a los números. Por ejemplo, antes de escoger fecha para una boda, una inauguración o un entierro se tiene en cuenta que el número del día sea propicio. De igual modo, a la ahora de decidir la grafía del nombre de un recién nacido se vigila que el número de trazos sea de buen augurio. Además, se evita el número 4 porque su lectura en japonés (shi) también significa “muerte”.
En la actualidad, incluso en los años en que cae en un día laborable, Tanabata sigue siendo una fiesta muy visible para gran parte de la población. En muchos lugares públicos, como estaciones de tren y centros comerciales, o ante la entrada de las pequeñas comisarías de policía se colocan ramas de bambú de las que se cuelgan amuletos o tiras de papeles de color con mensajes en que se formulan peticiones de todo tipo. Abundan las amorosas, las referidas a la salud o a la familia y las dedicadas a los estudios, ya que a finales de julio termina el primer semestre escolar. No importa que ni Vega ni Altair sean dioses. En este país se reza a menudo sin importar demasiado a quién o a qué.