Sigue aumentando el número de víctimas mortales del descarrilamiento de Amagasaki y parece que va a superar el centenar. Ahora queremos saber qué hay de cierto en las informaciones que apuntan a la presión de la empresa JR para que los maquinistas eviten los retrasos. Sería inaceptable. E increible en el país del "anzen dai ichi", o sea, la seguridad primero.
miércoles, abril 27, 2005
Tragedia ferroviaria en Japón
Jordi Juste. Kioto
Al menos 71 personas murieron y más de 300 resultaron heridas ayer al descarrilar un tren en una curva de la línea Fukuchiyama, de la compañía JR West, y empotrarse en un edificio de la ciudad de Amasagaki, entre Kobe y Osaka, suroeste de Japón.
Todos los indicios apuntan al exceso de velocidad como causa más probable del accidente, la peor tragedia ferroviaria del país en cuatro décadas. El descarrilamiento se produjo a las 9 y 18 de la mañana, por lo que el número de víctimas posiblemente fue menor al que se hubiera producido poco antes, con el tren atestado de estudiantes universitarios.
“El tren debía ir a más de de 50 kilómetros de la velocidad permitida”, explicó a la televisión pública NHK Kazuhiro Nagase, experto en trenes del Instituto de Tecnología de Kanazawa. La velocidad máxima permitida es de 70 kilómetros por hora en la curva donde se produjo el siniestro, un tramo que no está equipado con el sistema de seguridad más moderno, que avisa al maquinista y pueden frenar automáticamente en caso de exceso de velocidad.
Cinco de los siete vagones, en los que viajaban 580 personas, volcaron y chocaron con violencia entre sí. Los dos de cabeza se empotraron de lado contra la planta baja de un edificio de viviendas. Doce horas después los equipos de rescate pudieron sacar de su interior a cuatro personas con vida.
“El tren circulaba a más velocidad de la habitual”, declaró a los investigadores el jefe de tren, que asimismo explicó que dos minutos antes del descarrilamiento había intentado comunicarse con el maquinista por la radio sin obtener respuesta. En el momento del descarrilamiento, el jefe estaba informando por teléfono al centro de control.
Cinco minutos antes de salirse de la vía, el convoy había rebasado en 8 metros su lugar de freno en la estación de Itami, hecho extraordinario en un país donde los trenes se detienen con precisión milímetrica. El fallo obligó al maquinista, de 23 años y con sólo 11 meses de experiencia, a dar marcha atrás, por lo que la salida se retrasó un minuto y medio. “El tren retrocedió a la estación a gran velocidad”, declaró una testigo a NHK. En junio del año pasado el mismo maquinista ya había sido reprendido por pasarse 100 metros el lugar de frenada en una estación.
Al menos 71 personas murieron y más de 300 resultaron heridas ayer al descarrilar un tren en una curva de la línea Fukuchiyama, de la compañía JR West, y empotrarse en un edificio de la ciudad de Amasagaki, entre Kobe y Osaka, suroeste de Japón.
Todos los indicios apuntan al exceso de velocidad como causa más probable del accidente, la peor tragedia ferroviaria del país en cuatro décadas. El descarrilamiento se produjo a las 9 y 18 de la mañana, por lo que el número de víctimas posiblemente fue menor al que se hubiera producido poco antes, con el tren atestado de estudiantes universitarios.
“El tren debía ir a más de de 50 kilómetros de la velocidad permitida”, explicó a la televisión pública NHK Kazuhiro Nagase, experto en trenes del Instituto de Tecnología de Kanazawa. La velocidad máxima permitida es de 70 kilómetros por hora en la curva donde se produjo el siniestro, un tramo que no está equipado con el sistema de seguridad más moderno, que avisa al maquinista y pueden frenar automáticamente en caso de exceso de velocidad.
Cinco de los siete vagones, en los que viajaban 580 personas, volcaron y chocaron con violencia entre sí. Los dos de cabeza se empotraron de lado contra la planta baja de un edificio de viviendas. Doce horas después los equipos de rescate pudieron sacar de su interior a cuatro personas con vida.
“El tren circulaba a más velocidad de la habitual”, declaró a los investigadores el jefe de tren, que asimismo explicó que dos minutos antes del descarrilamiento había intentado comunicarse con el maquinista por la radio sin obtener respuesta. En el momento del descarrilamiento, el jefe estaba informando por teléfono al centro de control.
Cinco minutos antes de salirse de la vía, el convoy había rebasado en 8 metros su lugar de freno en la estación de Itami, hecho extraordinario en un país donde los trenes se detienen con precisión milímetrica. El fallo obligó al maquinista, de 23 años y con sólo 11 meses de experiencia, a dar marcha atrás, por lo que la salida se retrasó un minuto y medio. “El tren retrocedió a la estación a gran velocidad”, declaró una testigo a NHK. En junio del año pasado el mismo maquinista ya había sido reprendido por pasarse 100 metros el lugar de frenada en una estación.
sábado, abril 23, 2005
Koizumi pide perdón a los asiáticos
Mientras miembros de su partido acuden a Yasukuni
Jordi Juste. Kioto
El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, aprovechó ayer su discurso en la cumbre Asia-África, que se celebra en Yakarta, para pedir perdón a sus vecinos asiáticos por las acciones de Japón antes y durante la Segunda Guerra mundial. "Japón afronta directamente estos hechos históricos con espíritu de humildad. Con sentimientos de profundo remordimiento y disculpa sincera simpre grabada en la mente, Japón ha mantenido de forma resuelta y consistente desde el fin de la Segunda Guerra mundial, la voluntad de no convertirse nunca en una potencia militar sino en una potencia económia, dijo Koizumi.
La alocución, inspirada en la que hizo en 1995 el entonces primer ministro, el socialista Tomiichi Murayama, se refirió de forma general a los asiáticos, sin citar ningún país en particular: “En el pasado, Japón, a través de su dominio colonial y su agresión, causó enormes daños y sufrimiento a la gente de muchos países, especialmente a la de las naciones de Asia”, afirmó el primer ministro nipón.
Esta no es la primera ocasión en que Koizumi se disculpa ante sus vecinos: en 2001 ya lo hizo en el transcurso de una visita a Pequín. Sin embargo, esta vez la declaración del primer ministro tiene una importancia política superior, ya que se produce en el peor momento de las relaciones entre China y Japón desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 1972, puesto de manifiesto la semana pasada por las manifestaciones anti-japonesas en las principales ciudades chinas.
En repetidas ocasiones Koizumi ha provocado las iras de chinos y coreanos por acudir a rezar al santuario de Yasukuni, dedicado a más de dos millones de combatientes japoneses muertos desde 1853, entre ellos el general Hideki Tojo y otros criminales de guerra. Precisamente, ayer, poco antes de la alocución de Koizumi en la capital de Indonesia, un grupo de 80 parlamentarios japoneses fue a Yasukuni con motivo de las festividad de primavera del santuario tokiota. El ministerio de Asuntos Exteriores chino reaccionó inmediatamente a la visita. “Expresamos nuestro gran descontento por las acciones de algunos políticos japoneses”, dijo un portavoz.
Sin embargo, en los últimos días los gobiernos de Tokio y Pequín han dado pasos para rebajar la tensión. Durante toda la semana las autoridades chinas han estado advirtiendo a la población sobre el daño que causan a la imagen del país las manifestaciones violentas contra personas e intereses extranjeros. Por su parte, ayer mismo el primer ministro Koizumi expresó a los periodistas su voluntad de reunirse hoy sábado con el presidente chino Hu Jintao. Sin embargo, la diplomacia japonesa da por hecho que el gobierno de Pequín necesita mostrar cierta resistencia a la reunión Hu-Koizumi para mantener una imagen de firmeza ante su población.
Las relaciones chino-japonesas han sufrido un grave deterioro en las últimas semanas. La razón declarada por el gobierno chino ha sido la no aceptación por parte de Japón de su responsabilidad por los daños causados en la primera mitad del siglo XX. Concretamente, China reaccionó duramente ante la aprobación para su uso en las escuelas japonesas de un manual de historia que suaviza la gravedad de las atrocidades cometidas por los japoneses.
Sin embargo, detrás de la polémica por la interpretación de la historia se encuentra el resurgimiento de la rivalidad entre los dos grandes gigantes de Asia, paradógicamente en el momento en que sus economías son más dependientes mútuamente. Japón y China compiten en Asia y en otras zonas del mundo por el control de los mercados de materias primas. En el sur del mar de China, ambos países se diputan un yacimiento de gas que consideran dentro de su zona económica exclusiva.
Además, Japón aspira a ocupar un puesto de miembro permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU al tiempo que solivianta a China al apoyar el mantenimiento del status quo en Taiwán (independencia de facto), recibir al Dalai Lama y oponerse al levantamiento del embargo europeo a la venta de armas a China.
Jordi Juste. Kioto
El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, aprovechó ayer su discurso en la cumbre Asia-África, que se celebra en Yakarta, para pedir perdón a sus vecinos asiáticos por las acciones de Japón antes y durante la Segunda Guerra mundial. "Japón afronta directamente estos hechos históricos con espíritu de humildad. Con sentimientos de profundo remordimiento y disculpa sincera simpre grabada en la mente, Japón ha mantenido de forma resuelta y consistente desde el fin de la Segunda Guerra mundial, la voluntad de no convertirse nunca en una potencia militar sino en una potencia económia, dijo Koizumi.
La alocución, inspirada en la que hizo en 1995 el entonces primer ministro, el socialista Tomiichi Murayama, se refirió de forma general a los asiáticos, sin citar ningún país en particular: “En el pasado, Japón, a través de su dominio colonial y su agresión, causó enormes daños y sufrimiento a la gente de muchos países, especialmente a la de las naciones de Asia”, afirmó el primer ministro nipón.
Esta no es la primera ocasión en que Koizumi se disculpa ante sus vecinos: en 2001 ya lo hizo en el transcurso de una visita a Pequín. Sin embargo, esta vez la declaración del primer ministro tiene una importancia política superior, ya que se produce en el peor momento de las relaciones entre China y Japón desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 1972, puesto de manifiesto la semana pasada por las manifestaciones anti-japonesas en las principales ciudades chinas.
En repetidas ocasiones Koizumi ha provocado las iras de chinos y coreanos por acudir a rezar al santuario de Yasukuni, dedicado a más de dos millones de combatientes japoneses muertos desde 1853, entre ellos el general Hideki Tojo y otros criminales de guerra. Precisamente, ayer, poco antes de la alocución de Koizumi en la capital de Indonesia, un grupo de 80 parlamentarios japoneses fue a Yasukuni con motivo de las festividad de primavera del santuario tokiota. El ministerio de Asuntos Exteriores chino reaccionó inmediatamente a la visita. “Expresamos nuestro gran descontento por las acciones de algunos políticos japoneses”, dijo un portavoz.
Sin embargo, en los últimos días los gobiernos de Tokio y Pequín han dado pasos para rebajar la tensión. Durante toda la semana las autoridades chinas han estado advirtiendo a la población sobre el daño que causan a la imagen del país las manifestaciones violentas contra personas e intereses extranjeros. Por su parte, ayer mismo el primer ministro Koizumi expresó a los periodistas su voluntad de reunirse hoy sábado con el presidente chino Hu Jintao. Sin embargo, la diplomacia japonesa da por hecho que el gobierno de Pequín necesita mostrar cierta resistencia a la reunión Hu-Koizumi para mantener una imagen de firmeza ante su población.
Las relaciones chino-japonesas han sufrido un grave deterioro en las últimas semanas. La razón declarada por el gobierno chino ha sido la no aceptación por parte de Japón de su responsabilidad por los daños causados en la primera mitad del siglo XX. Concretamente, China reaccionó duramente ante la aprobación para su uso en las escuelas japonesas de un manual de historia que suaviza la gravedad de las atrocidades cometidas por los japoneses.
Sin embargo, detrás de la polémica por la interpretación de la historia se encuentra el resurgimiento de la rivalidad entre los dos grandes gigantes de Asia, paradógicamente en el momento en que sus economías son más dependientes mútuamente. Japón y China compiten en Asia y en otras zonas del mundo por el control de los mercados de materias primas. En el sur del mar de China, ambos países se diputan un yacimiento de gas que consideran dentro de su zona económica exclusiva.
Además, Japón aspira a ocupar un puesto de miembro permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU al tiempo que solivianta a China al apoyar el mantenimiento del status quo en Taiwán (independencia de facto), recibir al Dalai Lama y oponerse al levantamiento del embargo europeo a la venta de armas a China.
miércoles, abril 20, 2005
La prensa y Yasukuni
La prensa española ha publicado con motivo de las manifestaciones anti-japonesas en China en los últimos días algunas informaciones errónes:
Primero: en el santuario sintoista de Yasukuni no está enterrado nadie. Se trata de un recinto dedicado a los millones de japoneses muertos en la guerra desde 1853. Desgraciadamente, en 1978 se hizo una ceremonia para incluir las almas de 13 criminales de guerra, incluido Hideki Tojo.
Segundo: la guerra con China se conoce en Japón como "Nichu senso", o sea, guerra nipo-china, y no como "incidente chino", expresión que sólo usa gente mayor y muy nacionalista. Tal vez se confunde con el "incidente de Manchuria", orquestado por el ejército nipón para justificar su intervención.
Tercero: está documentado que los japoneses cometieron atrocidades y causaron muchísimos muertos en China, pero la cifra de 23 millones que se nos da como aceptada (y por supuesto la de 35 oficial en Pequín) es simplemente disparatada.
Hay muchos motivos para criticar el excesivo poder que tienen los nacionalistas en la política del tan poco democrático y liberal partido de Koizumi; no es necesario faltar a la verdad de los hechos.
Segundo: la guerra con China se conoce en Japón como "Nichu senso", o sea, guerra nipo-china, y no como "incidente chino", expresión que sólo usa gente mayor y muy nacionalista. Tal vez se confunde con el "incidente de Manchuria", orquestado por el ejército nipón para justificar su intervención.
Tercero: está documentado que los japoneses cometieron atrocidades y causaron muchísimos muertos en China, pero la cifra de 23 millones que se nos da como aceptada (y por supuesto la de 35 oficial en Pequín) es simplemente disparatada.
Hay muchos motivos para criticar el excesivo poder que tienen los nacionalistas en la política del tan poco democrático y liberal partido de Koizumi; no es necesario faltar a la verdad de los hechos.
sábado, abril 16, 2005
Panorama Japonés
Aquí tenéis un diálogo en MP3 en que Arturo Escandón, colaborador de El Mundo, y yo comentamos la actualidad japonesa.
lunes, abril 11, 2005
Manifestaciones anti-japonesas en China
Durante todo el fin de semana pasado se han producido en China manifestaciones de protesta contra la aprobación en Japón de un libro de texto que pasa por alto o minimiza algunas de las atrocidades que cometieron los japoneses en el resto de países de Asia antes y durante la segunda guerra mundial. Algunas de estas protestas han incluido acciones violentas, como rotura de escaparates de comercios japoneses, volcaje de coches de marcas niponas e incluso lanzamiento de objetos contra la embajada en Pekín, ante la obvia pasividad de la policía china (las imágenes televisivas no dan lugar a duda).
¿Quién es responsable?
Ante la protesta de Tokio, el gobierno chino ha declarado que la responsabilidad por estos actos no es suya, sino de Japón. Según las autoridades chinas se trataría de manifestaciones espontáneas convocadas por internet, pero las imágenes de televisión dan motivos para sospechar que se trata de una campaña orquestada (las pancartas están demasiado bien hechas, hay gente repartiendo botellas para lanzar...).
Ante la protesta de Tokio, el gobierno chino ha declarado que la responsabilidad por estos actos no es suya, sino de Japón. Según las autoridades chinas se trataría de manifestaciones espontáneas convocadas por internet, pero las imágenes de televisión dan motivos para sospechar que se trata de una campaña orquestada (las pancartas están demasiado bien hechas, hay gente repartiendo botellas para lanzar...).
Mucho ruido y pocas nueces
El libro en qüestión es muy poca cosa para tanto alboroto. No se debe olvidar que en Japón el gobierno no elige los libros de texto, simplemente hay un comité de expertos que los aprueba y luego son los distritos los que los eligen. El libro que ahora ha provocado la polémica por su nueva edición fue elegido en 2001 sólo por un puñado de escuelas y hubiera pasado desapercibido de no ser por las protestas de sus detractores.
El libro en qüestión es muy poca cosa para tanto alboroto. No se debe olvidar que en Japón el gobierno no elige los libros de texto, simplemente hay un comité de expertos que los aprueba y luego son los distritos los que los eligen. El libro que ahora ha provocado la polémica por su nueva edición fue elegido en 2001 sólo por un puñado de escuelas y hubiera pasado desapercibido de no ser por las protestas de sus detractores.
Las razones de fondo
El trasfondo de esta polémica puede estar en la disputa entre China y Japón por un yacimiento de gas en el océano, por el anunciado fin de la ayuda nipona al desarrollo chino y por la pretensión de Tokio de obtener un sitio de miembro permanente en el Consejo de Seguridada de la ONU.
El trasfondo de esta polémica puede estar en la disputa entre China y Japón por un yacimiento de gas en el océano, por el anunciado fin de la ayuda nipona al desarrollo chino y por la pretensión de Tokio de obtener un sitio de miembro permanente en el Consejo de Seguridada de la ONU.
El dragón sale de la cueva
China es el dragón que ahora ya se siente fuerte para salir de la cueva e imponer su ley en la región. Una ley difícil de admitir por Japón, que lleva años contribuyendo al crecimiento chino con inversiones directas y con la mencionada ayuda al desarrollo. China ahora tensa la cuerda, pero difícilmente puede permitirse que se le rompa. Su crecimiento depende demasiado del comercio con su único vecino grande y rico.
China es el dragón que ahora ya se siente fuerte para salir de la cueva e imponer su ley en la región. Una ley difícil de admitir por Japón, que lleva años contribuyendo al crecimiento chino con inversiones directas y con la mencionada ayuda al desarrollo. China ahora tensa la cuerda, pero difícilmente puede permitirse que se le rompa. Su crecimiento depende demasiado del comercio con su único vecino grande y rico.
Algunas preguntas
Algunas preguntas: tal como está el patio, ¿cuantos japoneses estarán dispuestos a hacer turismo en China? ¿Cuantos se gastarán sus yenes en la expo de Shangai o en los Juegos Olímpicos de Pekín? ¿Qué dicen los libros de texto chinos sobre los millones de muertos provocados por la Revolución Cultural de Mao, sobre las guerras contra Vietnam o sobre el apoyo al carnicero Pol Pot?
Algunas preguntas: tal como está el patio, ¿cuantos japoneses estarán dispuestos a hacer turismo en China? ¿Cuantos se gastarán sus yenes en la expo de Shangai o en los Juegos Olímpicos de Pekín? ¿Qué dicen los libros de texto chinos sobre los millones de muertos provocados por la Revolución Cultural de Mao, sobre las guerras contra Vietnam o sobre el apoyo al carnicero Pol Pot?
Japón y la Historia
También es cierto que si bien Japón ha pedido perdón por su pasado lo ha hecho casi siempre con la boca pequeña. Y que si ha pagado compensaciones no lo ha hecho de forma suficiente ni con la dignidad necesaria. Algún día este país tendrá que saldar todas sus deudas, si no siempre será objeto del chantaje que sus vecinos le hacen a base de echarle en cara sus cuentas con la Historia.
También es cierto que si bien Japón ha pedido perdón por su pasado lo ha hecho casi siempre con la boca pequeña. Y que si ha pagado compensaciones no lo ha hecho de forma suficiente ni con la dignidad necesaria. Algún día este país tendrá que saldar todas sus deudas, si no siempre será objeto del chantaje que sus vecinos le hacen a base de echarle en cara sus cuentas con la Historia.
domingo, abril 10, 2005
Tensión en Asia
La historia vuelve a tensar las relaciones en Asia
Jordi Juste. Kioto.
Boicot a los productos japoneses en tiendas chinas, violentas protestas frente a las legaciones en China y Corea del Sur y una protesta oficial al embajador en Pekín. Estas son, por el momento, las consecuencias más visibles de la aprobación por parte de Japón de la nueva edición de un libro de texto que ya enfureció a sus vecinos con su primera versión en 2001.
El libro en cuestión, que pasa de puntillas sobre las atrocidades japonesas en China y Corea durante la primera mitad del siglo XX, es la obra de un grupo de intelectuales ultra-nacionalistas que manifiestan su voluntad de poner fin a lo que entienden como una lectura “masoquista” de su historia.
En Japón un comité de expertos aprueba la validez de los libros para su uso en las aulas. Sin embargo, es cada distrito educativo el que decide los que se va a usar. En 2002, el controvertido libro fue adoptado por menos del 0,1 por ciento de las escuelas, aunque se convirtió en un súper-ventas en las librerías, gracias en buena medida a la publicidad gratuita ofrecida por los manifestantes anti-japoneses.
“Estamos muy preocupados por la posibilidad de que las generaciones futuras puedan cooperar e intenten convivir con una educación en que se distorsiona la historia”, declaró el martes el portavoz del ministerio surcoreano de Exteriores, Lee Kyu-hyung.
El hecho es que el libro, que ya experimentó en su día más de veinte modificaciones por indicación del Ministerio de Educación, no niega que Japón fuera responsable de algunas atrocidades, pero suaviza su gravedad y las justifica tácitamente al dar a entender que no fueron peores que las de otros países.
En cuanto a la colonización de Corea entre 1910 y 1945, se afirma que las potencias occidentales no se opusieron (la versión inicial decía que la aprobaron a cambio de la aceptación del colonialismo europeo y americano).
Asimismo, el libr se refiere a la Masacre de Nanking, en que algunos historiadores afirman que perecieron 300.000 chinos, como un “incidente”, y se obvia el problema de las mujeres que fueron obligadas a prostituirse para el ejército japonés.
El problema de fondo sigue siendo que los vecinos de Japón consideran que todavía no ha purgado su pasado agresor y sigue sin disculparse sinceramente. Por su parte, la postura del gobierno nipón es que los tratados de paz ya establecieron las compensaciones económicas, que Tokio pagó religiosamente, y que el primer ministro Murayama ya pidió perdón explícitamente en 1995.
El argumento es técnicamente válido, aunque no se puede olvidar que los tratados se firmaron por parte de regímenes dictatoriales, integrados por antiguos colaboracionistas, cuya prioridad era poner fin a las hostilidades y concentrarse en el crecimiento económico y en la lucha contra el enemigo comunista.
Este es el caso de Corea del Sur, donde por décadas han ostentado el poder los mismos grupos políticos y empresariales que se beneficiaron en la época colonial. En estos momentos, los surcoreanos se encuentran en proceso de revisión de su pasado, para saber quien colaboró con los japoneses y quien resistió o simplemente cumplió órdenes.
Jordi Juste. Kioto.
Boicot a los productos japoneses en tiendas chinas, violentas protestas frente a las legaciones en China y Corea del Sur y una protesta oficial al embajador en Pekín. Estas son, por el momento, las consecuencias más visibles de la aprobación por parte de Japón de la nueva edición de un libro de texto que ya enfureció a sus vecinos con su primera versión en 2001.
El libro en cuestión, que pasa de puntillas sobre las atrocidades japonesas en China y Corea durante la primera mitad del siglo XX, es la obra de un grupo de intelectuales ultra-nacionalistas que manifiestan su voluntad de poner fin a lo que entienden como una lectura “masoquista” de su historia.
En Japón un comité de expertos aprueba la validez de los libros para su uso en las aulas. Sin embargo, es cada distrito educativo el que decide los que se va a usar. En 2002, el controvertido libro fue adoptado por menos del 0,1 por ciento de las escuelas, aunque se convirtió en un súper-ventas en las librerías, gracias en buena medida a la publicidad gratuita ofrecida por los manifestantes anti-japoneses.
“Estamos muy preocupados por la posibilidad de que las generaciones futuras puedan cooperar e intenten convivir con una educación en que se distorsiona la historia”, declaró el martes el portavoz del ministerio surcoreano de Exteriores, Lee Kyu-hyung.
El hecho es que el libro, que ya experimentó en su día más de veinte modificaciones por indicación del Ministerio de Educación, no niega que Japón fuera responsable de algunas atrocidades, pero suaviza su gravedad y las justifica tácitamente al dar a entender que no fueron peores que las de otros países.
En cuanto a la colonización de Corea entre 1910 y 1945, se afirma que las potencias occidentales no se opusieron (la versión inicial decía que la aprobaron a cambio de la aceptación del colonialismo europeo y americano).
Asimismo, el libr se refiere a la Masacre de Nanking, en que algunos historiadores afirman que perecieron 300.000 chinos, como un “incidente”, y se obvia el problema de las mujeres que fueron obligadas a prostituirse para el ejército japonés.
El problema de fondo sigue siendo que los vecinos de Japón consideran que todavía no ha purgado su pasado agresor y sigue sin disculparse sinceramente. Por su parte, la postura del gobierno nipón es que los tratados de paz ya establecieron las compensaciones económicas, que Tokio pagó religiosamente, y que el primer ministro Murayama ya pidió perdón explícitamente en 1995.
El argumento es técnicamente válido, aunque no se puede olvidar que los tratados se firmaron por parte de regímenes dictatoriales, integrados por antiguos colaboracionistas, cuya prioridad era poner fin a las hostilidades y concentrarse en el crecimiento económico y en la lucha contra el enemigo comunista.
Este es el caso de Corea del Sur, donde por décadas han ostentado el poder los mismos grupos políticos y empresariales que se beneficiaron en la época colonial. En estos momentos, los surcoreanos se encuentran en proceso de revisión de su pasado, para saber quien colaboró con los japoneses y quien resistió o simplemente cumplió órdenes.