Jordi Juste. Kioto
Al menos 71 personas murieron y más de 300 resultaron heridas ayer al descarrilar un tren en una curva de la línea Fukuchiyama, de la compañía JR West, y empotrarse en un edificio de la ciudad de Amasagaki, entre Kobe y Osaka, suroeste de Japón.
Todos los indicios apuntan al exceso de velocidad como causa más probable del accidente, la peor tragedia ferroviaria del país en cuatro décadas. El descarrilamiento se produjo a las 9 y 18 de la mañana, por lo que el número de víctimas posiblemente fue menor al que se hubiera producido poco antes, con el tren atestado de estudiantes universitarios.
“El tren debía ir a más de de 50 kilómetros de la velocidad permitida”, explicó a la televisión pública NHK Kazuhiro Nagase, experto en trenes del Instituto de Tecnología de Kanazawa. La velocidad máxima permitida es de 70 kilómetros por hora en la curva donde se produjo el siniestro, un tramo que no está equipado con el sistema de seguridad más moderno, que avisa al maquinista y pueden frenar automáticamente en caso de exceso de velocidad.
Cinco de los siete vagones, en los que viajaban 580 personas, volcaron y chocaron con violencia entre sí. Los dos de cabeza se empotraron de lado contra la planta baja de un edificio de viviendas. Doce horas después los equipos de rescate pudieron sacar de su interior a cuatro personas con vida.
“El tren circulaba a más velocidad de la habitual”, declaró a los investigadores el jefe de tren, que asimismo explicó que dos minutos antes del descarrilamiento había intentado comunicarse con el maquinista por la radio sin obtener respuesta. En el momento del descarrilamiento, el jefe estaba informando por teléfono al centro de control.
Cinco minutos antes de salirse de la vía, el convoy había rebasado en 8 metros su lugar de freno en la estación de Itami, hecho extraordinario en un país donde los trenes se detienen con precisión milímetrica. El fallo obligó al maquinista, de 23 años y con sólo 11 meses de experiencia, a dar marcha atrás, por lo que la salida se retrasó un minuto y medio. “El tren retrocedió a la estación a gran velocidad”, declaró una testigo a NHK. En junio del año pasado el mismo maquinista ya había sido reprendido por pasarse 100 metros el lugar de frenada en una estación.
Al menos 71 personas murieron y más de 300 resultaron heridas ayer al descarrilar un tren en una curva de la línea Fukuchiyama, de la compañía JR West, y empotrarse en un edificio de la ciudad de Amasagaki, entre Kobe y Osaka, suroeste de Japón.
Todos los indicios apuntan al exceso de velocidad como causa más probable del accidente, la peor tragedia ferroviaria del país en cuatro décadas. El descarrilamiento se produjo a las 9 y 18 de la mañana, por lo que el número de víctimas posiblemente fue menor al que se hubiera producido poco antes, con el tren atestado de estudiantes universitarios.
“El tren debía ir a más de de 50 kilómetros de la velocidad permitida”, explicó a la televisión pública NHK Kazuhiro Nagase, experto en trenes del Instituto de Tecnología de Kanazawa. La velocidad máxima permitida es de 70 kilómetros por hora en la curva donde se produjo el siniestro, un tramo que no está equipado con el sistema de seguridad más moderno, que avisa al maquinista y pueden frenar automáticamente en caso de exceso de velocidad.
Cinco de los siete vagones, en los que viajaban 580 personas, volcaron y chocaron con violencia entre sí. Los dos de cabeza se empotraron de lado contra la planta baja de un edificio de viviendas. Doce horas después los equipos de rescate pudieron sacar de su interior a cuatro personas con vida.
“El tren circulaba a más velocidad de la habitual”, declaró a los investigadores el jefe de tren, que asimismo explicó que dos minutos antes del descarrilamiento había intentado comunicarse con el maquinista por la radio sin obtener respuesta. En el momento del descarrilamiento, el jefe estaba informando por teléfono al centro de control.
Cinco minutos antes de salirse de la vía, el convoy había rebasado en 8 metros su lugar de freno en la estación de Itami, hecho extraordinario en un país donde los trenes se detienen con precisión milímetrica. El fallo obligó al maquinista, de 23 años y con sólo 11 meses de experiencia, a dar marcha atrás, por lo que la salida se retrasó un minuto y medio. “El tren retrocedió a la estación a gran velocidad”, declaró una testigo a NHK. En junio del año pasado el mismo maquinista ya había sido reprendido por pasarse 100 metros el lugar de frenada en una estación.
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