Casi 1.000 empleados de Osaka sancionados por esconder sus títulos universitarios
Se cree que puede haber casos similares por todo el país
Jordi Juste
El Ayuntamiento de Osaka anunció recientemente que castigará a más de 900 empleados por mentir sobre sus datos académicos en las solicitudes que presentaron para acceder al puesto. Que alguien infle su curriculum colgándose medallas que no le corresponden es algo relativamente habitual también en Japón. En 2006, por ejemplo, el diputado Junichiro Koga, una estrella ascendente en el Partido Democrático, tuvo que renunciar a su escaño al conocerse que su licenciatura por la universidad californiana de Pepperdine era falsa.
Basureros licenciados
Lo sorprendente del caso actual es que los empleados no adornaron su currículum sino que lo despojaron de guirnaldas que legítimamente les correspondían. Muchos de ellos escondieron que contaban con títulos universitarios para poder acceder a empleos como conductores de autobús, basureros o en las cloacas de la ciudad. El problema no es que ser licenciado sea un inconveniente para desempeñar esos trabajos, sino que el Ayuntamiento los había reservado para personas que no tuvieran formación universitaria, por considerar que estas no tienen la posibilidad de optar a otro tipo de empleos a los que sí pueden acceder los formados en la enseñanza superior.
“No pensábamos que el problema afectara a tantos empleados. Pido disculpas a los ciudadanos”, declaró el alcalde de Osaka, Junichi Seki, a la prensa. El Ayuntamiento ha ofrecido a los que admitan voluntariamente su culpa un castigo a elegir de un menú que incluye la limpieza de parques, la recogida de bicicletas abandonadas o servir como voluntario en el Campeonato del Mundo de Atletismo, que se celebra en la ciudad a finales de agosto. Osaka sigue a los municipios de Kobe y Amagasaki en el descubrimiento de falseamientos a la baja de datos, una práctica que se cree extendida por todo el país.
Consecuencia de la crisis
Al parecer, la mayoría de casos se produjo entre 1998 y 2002, unos años en los que la crisis económica, que se arrastraba desde principios de los años 90, afectó especialmente a los licenciados universitarios, ya que bancos, compañías de seguros y grandes industrias llevaron a cabo severas reducciones de plantilla entre su personal de oficina.
Lo habitual en Japón es que los estudiantes universitarios pasen su cuarto y último año de carrera buscando trabajo. Algunos llegan a asistir a más de 100 eventos relacionados con su futura colocación, incluyendo entrevistas o seminarios en los que las grandes empresas tratan de atraer al máximo número de candidatos posibles para tener dónde escoger. La mayoría llegan a su graduación en marzo sabiendo dónde trabajaran desde abril. En comparación con Europa, el empleo es bastante estable, aunque la última crisis económica sirvió para destruir el mito del puesto de trabajo de por vida y generó el fraude para hacerse con un empleo público y una gran bolsa de licenciados que no pudieron colocarse y que en muchos casos quedaron fuera del mercado laboral de los puestos considerados “buenos”.
Falta de personal
A estas personas se las conoce como “freeter” y viven encadenando trabajos temporales o a tiempo parcial con los que apenas si alcanzan a pagar sus necesidades básicas. El primer ministro, Shinzo Abe, ha expresado en diversas ocasiones su intención de promover políticas que faciliten una “segunda oportunidad” para los freeter. “Nos estamos aproximando, sin duda, a una sociedad de oportunidades que garantiza a la gente la posibilidad de intentarlo una y otra vez”, afirmó recientemente Abe al anunciar que en el último año 350.000 personas con empleo precario encontraron uno estable. Lo cierto es que el crecimiento económico y la baja natalidad están disparando las alarmas sobre la escasez de mano de obra, por lo que no parece probable que se estén generando nuevos casos de licenciados que esconden su condición para trabajar en las cloacas.
Se cree que puede haber casos similares por todo el país
Jordi Juste
El Ayuntamiento de Osaka anunció recientemente que castigará a más de 900 empleados por mentir sobre sus datos académicos en las solicitudes que presentaron para acceder al puesto. Que alguien infle su curriculum colgándose medallas que no le corresponden es algo relativamente habitual también en Japón. En 2006, por ejemplo, el diputado Junichiro Koga, una estrella ascendente en el Partido Democrático, tuvo que renunciar a su escaño al conocerse que su licenciatura por la universidad californiana de Pepperdine era falsa.
Basureros licenciados
Lo sorprendente del caso actual es que los empleados no adornaron su currículum sino que lo despojaron de guirnaldas que legítimamente les correspondían. Muchos de ellos escondieron que contaban con títulos universitarios para poder acceder a empleos como conductores de autobús, basureros o en las cloacas de la ciudad. El problema no es que ser licenciado sea un inconveniente para desempeñar esos trabajos, sino que el Ayuntamiento los había reservado para personas que no tuvieran formación universitaria, por considerar que estas no tienen la posibilidad de optar a otro tipo de empleos a los que sí pueden acceder los formados en la enseñanza superior.
“No pensábamos que el problema afectara a tantos empleados. Pido disculpas a los ciudadanos”, declaró el alcalde de Osaka, Junichi Seki, a la prensa. El Ayuntamiento ha ofrecido a los que admitan voluntariamente su culpa un castigo a elegir de un menú que incluye la limpieza de parques, la recogida de bicicletas abandonadas o servir como voluntario en el Campeonato del Mundo de Atletismo, que se celebra en la ciudad a finales de agosto. Osaka sigue a los municipios de Kobe y Amagasaki en el descubrimiento de falseamientos a la baja de datos, una práctica que se cree extendida por todo el país.
Consecuencia de la crisis
Al parecer, la mayoría de casos se produjo entre 1998 y 2002, unos años en los que la crisis económica, que se arrastraba desde principios de los años 90, afectó especialmente a los licenciados universitarios, ya que bancos, compañías de seguros y grandes industrias llevaron a cabo severas reducciones de plantilla entre su personal de oficina.
Lo habitual en Japón es que los estudiantes universitarios pasen su cuarto y último año de carrera buscando trabajo. Algunos llegan a asistir a más de 100 eventos relacionados con su futura colocación, incluyendo entrevistas o seminarios en los que las grandes empresas tratan de atraer al máximo número de candidatos posibles para tener dónde escoger. La mayoría llegan a su graduación en marzo sabiendo dónde trabajaran desde abril. En comparación con Europa, el empleo es bastante estable, aunque la última crisis económica sirvió para destruir el mito del puesto de trabajo de por vida y generó el fraude para hacerse con un empleo público y una gran bolsa de licenciados que no pudieron colocarse y que en muchos casos quedaron fuera del mercado laboral de los puestos considerados “buenos”.
Falta de personal
A estas personas se las conoce como “freeter” y viven encadenando trabajos temporales o a tiempo parcial con los que apenas si alcanzan a pagar sus necesidades básicas. El primer ministro, Shinzo Abe, ha expresado en diversas ocasiones su intención de promover políticas que faciliten una “segunda oportunidad” para los freeter. “Nos estamos aproximando, sin duda, a una sociedad de oportunidades que garantiza a la gente la posibilidad de intentarlo una y otra vez”, afirmó recientemente Abe al anunciar que en el último año 350.000 personas con empleo precario encontraron uno estable. Lo cierto es que el crecimiento económico y la baja natalidad están disparando las alarmas sobre la escasez de mano de obra, por lo que no parece probable que se estén generando nuevos casos de licenciados que esconden su condición para trabajar en las cloacas.
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