CRÓNICA DESDE KIOTO
Jordi Juste. Kioto
Cada año, a mediados de diciembre, el abad del templo budista de Kyomizu, en Kioto, escribe en público, en tinta negra y con un grueso pincel sobre un lienzo blanco, el caracter chino elegido como representativo del año que termina. El acontecimiento se convierte, invariablemente, en tema de informativos televisivos y portada de periódicos. Este año, el caracter escogido se lee “nise”, que significa falso. En la elección han participado unas 100.000 personas. Casi un 20% optaron por “nise”, mientras que el segundo clasificado fue “shoku” (comida), con un 2%.
Y es que este año en Japón se han producido numerosos escándalos relacionados con engaños en la industria de la alimentación, como hacer pasar por carne de una denominación de origen de prestigio otra de menor calidad o cambiar la fecha de productos caducados para volverlos a poner en el mercado. De especial transcendencia, por su simbolismo, fue el caso de los dulces Akafuku, el souvenir más famoso de Ise, donde se encuentra el santuario que acoge a la diosa Amaterasu, cúspide del panteón del sintoísmo, la religión ancestral de Japón. La empresa Akafuku, que en 2007 ha cumplido 300 años produciendo dulces para los peregrinos y turistas que acuden a Ise, fue denunciada por colocar etiquetas nuevas a productos que habían quedado sin vender. El escándalo provocó la suspensión de las actividades de Akafuku y un aumento espectacular de ventas para su competidor, Ofukumochi-Honke, hasta que se descubrió que esta empresa compartía la práctica fraudulenta de su rival.
Pero el “nise” para el 2007 podría referirse también al mundo de la política, donde Japón ha vivido la vergonzosa salida de escena del primer ministro, Shinzo Abe, que tras ser incapaz de solucionar el escándalo por la pérdida de archivos de las pensiones y dedicarse, en cambio, a tratar de imponer su agenda nacionalista, fue castigado por los electores en las elecciones al Senado de julio. Abe se negó a dimitir, pero sólo resisitió en el cargo hasta septiembre. Entonces puso como motivo para su partida las negativas del jefe de la oposición a pactar la prórroga de la misión de apoyo de la marina japonesa a la intervención militar en Afganistán. Sin embargo, a las pocas horas, fue ingresado en un hospital por dolencias intestinales agravadas por el estrés y no reapareció hasta semanas más tarde, cuando ya había sido relevado por Yasuo Fukuda.
La elección del carácter chino del año sirve, además de para resumir el año, para recordar la importancia de la caligrafía en la cultura japonesa. El japonés se escribe con una combinación de caracteres chinos y de los silabarios hiragana y katakana. Los caracteres chinos se conocen como kanji, o “letras de los Han”, en alusión a la dinastía que imperó en China durante 400 años. Representan conceptos y se usan para la raíces de las palabras, mientras que las terminaciones se escriben en hiragana, y el katakana se usa para transcribir palabras que no son de origen japonés ni chino.
Según las fuentes, existen entre 50.000 y 80.000 kanji, pero los que se usan habitualmente en Japón no pasan de los 3.000. Para aprender a leerlos y escribirlos, los niños dedican una enorme cantidad de horas, que además les sirven para convertirse en personas ordenadas y amantes de los detalles.
Jordi Juste. Kioto
Cada año, a mediados de diciembre, el abad del templo budista de Kyomizu, en Kioto, escribe en público, en tinta negra y con un grueso pincel sobre un lienzo blanco, el caracter chino elegido como representativo del año que termina. El acontecimiento se convierte, invariablemente, en tema de informativos televisivos y portada de periódicos. Este año, el caracter escogido se lee “nise”, que significa falso. En la elección han participado unas 100.000 personas. Casi un 20% optaron por “nise”, mientras que el segundo clasificado fue “shoku” (comida), con un 2%.
Y es que este año en Japón se han producido numerosos escándalos relacionados con engaños en la industria de la alimentación, como hacer pasar por carne de una denominación de origen de prestigio otra de menor calidad o cambiar la fecha de productos caducados para volverlos a poner en el mercado. De especial transcendencia, por su simbolismo, fue el caso de los dulces Akafuku, el souvenir más famoso de Ise, donde se encuentra el santuario que acoge a la diosa Amaterasu, cúspide del panteón del sintoísmo, la religión ancestral de Japón. La empresa Akafuku, que en 2007 ha cumplido 300 años produciendo dulces para los peregrinos y turistas que acuden a Ise, fue denunciada por colocar etiquetas nuevas a productos que habían quedado sin vender. El escándalo provocó la suspensión de las actividades de Akafuku y un aumento espectacular de ventas para su competidor, Ofukumochi-Honke, hasta que se descubrió que esta empresa compartía la práctica fraudulenta de su rival.
Pero el “nise” para el 2007 podría referirse también al mundo de la política, donde Japón ha vivido la vergonzosa salida de escena del primer ministro, Shinzo Abe, que tras ser incapaz de solucionar el escándalo por la pérdida de archivos de las pensiones y dedicarse, en cambio, a tratar de imponer su agenda nacionalista, fue castigado por los electores en las elecciones al Senado de julio. Abe se negó a dimitir, pero sólo resisitió en el cargo hasta septiembre. Entonces puso como motivo para su partida las negativas del jefe de la oposición a pactar la prórroga de la misión de apoyo de la marina japonesa a la intervención militar en Afganistán. Sin embargo, a las pocas horas, fue ingresado en un hospital por dolencias intestinales agravadas por el estrés y no reapareció hasta semanas más tarde, cuando ya había sido relevado por Yasuo Fukuda.
La elección del carácter chino del año sirve, además de para resumir el año, para recordar la importancia de la caligrafía en la cultura japonesa. El japonés se escribe con una combinación de caracteres chinos y de los silabarios hiragana y katakana. Los caracteres chinos se conocen como kanji, o “letras de los Han”, en alusión a la dinastía que imperó en China durante 400 años. Representan conceptos y se usan para la raíces de las palabras, mientras que las terminaciones se escriben en hiragana, y el katakana se usa para transcribir palabras que no son de origen japonés ni chino.
Según las fuentes, existen entre 50.000 y 80.000 kanji, pero los que se usan habitualmente en Japón no pasan de los 3.000. Para aprender a leerlos y escribirlos, los niños dedican una enorme cantidad de horas, que además les sirven para convertirse en personas ordenadas y amantes de los detalles.
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