El emperador Akihito i el presidente Hu en la portada del Kyoto Shinbun
Es la primera visita de un máximo líder chino en 10 años
Tibet, las intoxicaciones alimentarias y el gas del mar del sur, principales obstáculos
El presidente chino Hu Jintao inició el miércoles 6 de mayo una visita de 5 días a Japón con la que quiere mejorar las relaciones diplomáticas entre las dos potencias del noreste de Asia. “Espero que durante esta visita podamos incrementar la confianza común, profundizar la cooperación, planear el futuro y abrir la vía para un nuevo estadio para el desarrollo global de una relación estratégica sino-japonesa mútuamente beneficiosa”, declaró Hu a su llegada al centro de la capital japonesa, donde se podía percibir una gran presencia de fuerzas especiales de la policía. Mientras comenzaba el programa de actos del mandatario chino, en diferentes zonas de la ciudad se manifestaban los habituales grupos de ultraderechistas anti-chinos, con sus camiones con altavoces, y unos mil simpatizantes de la causa independentista tibetana.
Las esperanzas generadas por el viaje de Hu a Japón se refieren más a aspectos simbólicos que a la resolución de problemas concretos. En estos momentos la historia no se interpone especialmente entre Pekín y Tokio como lo hizo en el pasado. Hace 10 años la visita del entonces líder Jiang Zemin terminó en fracaso por su dureza al recordar, en un encuentro protocolario con el emperador, las atrocidades del ejército imperial japonés en la primera mitad del siglo XX. Posteriormente, entre 2001 y 2006, los años en que el primer ministro japonés era Junichiro Koizumi, los sufrimientos chinos por el pasado imperialista japonés volvieron a ser el principal tema de intercambio, gracias sobre todo a las visitas del mandatario nipón al santuario sintoísta de Yasukuni, donde se rinde homenaje a más de dos millones de combatientes japoneses y a 14 criminales de guerra.
Hace dos años, con un liderazgo mucho más joven en China y con el relevo de Koizumi por Shinzo Abe en Japón, se inició un deshielo diplomático que culminó con la visita del primer ministro chino Wen Jiabao. El actual primer ministro, Yasuo Fukuda, es un conocido defensor de la mejora de relaciones con China.
Las esperanzas generadas por el viaje de Hu a Japón se refieren más a aspectos simbólicos que a la resolución de problemas concretos. En estos momentos la historia no se interpone especialmente entre Pekín y Tokio como lo hizo en el pasado. Hace 10 años la visita del entonces líder Jiang Zemin terminó en fracaso por su dureza al recordar, en un encuentro protocolario con el emperador, las atrocidades del ejército imperial japonés en la primera mitad del siglo XX. Posteriormente, entre 2001 y 2006, los años en que el primer ministro japonés era Junichiro Koizumi, los sufrimientos chinos por el pasado imperialista japonés volvieron a ser el principal tema de intercambio, gracias sobre todo a las visitas del mandatario nipón al santuario sintoísta de Yasukuni, donde se rinde homenaje a más de dos millones de combatientes japoneses y a 14 criminales de guerra.
Hace dos años, con un liderazgo mucho más joven en China y con el relevo de Koizumi por Shinzo Abe en Japón, se inició un deshielo diplomático que culminó con la visita del primer ministro chino Wen Jiabao. El actual primer ministro, Yasuo Fukuda, es un conocido defensor de la mejora de relaciones con China.
Mirar hacia el futuro
Ahora los dos gobiernos dicen que hay que mirar hacia el futuro, pero cuando intentan concretar su anhelado entendimiento se encuentran con asuntos sobre los que no se ponen de acuerdo, como la explotación conjunta de los campos de gas del sur del mar de China, en aguas que ambos países consideran parte de su territorio, o la resolución en falso del problema de las empanadillas intoxicadas importadas a Japón desde China, un asunto que ha creado un clima de desconfianza de los consumidores japoneses hacia los productos que llegan del país vecino.
Además, el último levantamiento en Tíbet y la represión ordenada desde Pekín han servido para aumentar la presión sobre el primer ministro nipón por parte de los sectores que desean una actitud más firme ante una China que perciben como un peligro creciente debido a su poderío económico y militar. “En lugar de cálidas expectativas de un salto hacia delate en los lazos bilaterales, una desilusión enfriante está surgiendo ahora entre los dos países”, decía el editorial del diario Asahi Shimbun ante la visita de Hu.
La estancia del presidente chino en Japón incluye diversos encuentros con el emperador Akihito y el primer ministro Fukuda, así como una conferencia en la universidad Waseda y una visita cultural a Nara. Se espera que culmine con la presentación de una declaración conjunta que podría incluir algún acuerdo sobre medidas para evitar el calentamiento atmosférico global.
Ahora los dos gobiernos dicen que hay que mirar hacia el futuro, pero cuando intentan concretar su anhelado entendimiento se encuentran con asuntos sobre los que no se ponen de acuerdo, como la explotación conjunta de los campos de gas del sur del mar de China, en aguas que ambos países consideran parte de su territorio, o la resolución en falso del problema de las empanadillas intoxicadas importadas a Japón desde China, un asunto que ha creado un clima de desconfianza de los consumidores japoneses hacia los productos que llegan del país vecino.
Además, el último levantamiento en Tíbet y la represión ordenada desde Pekín han servido para aumentar la presión sobre el primer ministro nipón por parte de los sectores que desean una actitud más firme ante una China que perciben como un peligro creciente debido a su poderío económico y militar. “En lugar de cálidas expectativas de un salto hacia delate en los lazos bilaterales, una desilusión enfriante está surgiendo ahora entre los dos países”, decía el editorial del diario Asahi Shimbun ante la visita de Hu.
La estancia del presidente chino en Japón incluye diversos encuentros con el emperador Akihito y el primer ministro Fukuda, así como una conferencia en la universidad Waseda y una visita cultural a Nara. Se espera que culmine con la presentación de una declaración conjunta que podría incluir algún acuerdo sobre medidas para evitar el calentamiento atmosférico global.
Unas relaciones muy importantes
Japón estableció relaciones diplomáticas con China en 1972 siguiendo el camino marcado desde Washington por Richard Nixon. En 1978, bajo el mandato del primer ministro Takeo Fukuda (padre del actual jefe de gobierno), se firmó un tratado de paz y reconciliación entre los dos países. Veinte años más tarde, en 1998, Jiang Zemin se convirtió en el primer presidente de la República Popular China en visitar Japón. Las relaciones contemporáneas entre Pekín y Tokio se han visto marcadas a menudo por las luchas internas por el poder en ambas capitales.
A pesar de diversos altibajos en los intercambios políticos, desde los años 70 no ha dejado de aumentar la dependencia económica mútua. Japón ha aportado ingentes cantidades de dinero al desarrollo chino en forma de ayuda oficial y en inversiones privadas de empresas que deseaban tener una base de producción barata y abrir a sus productos un mercado muy prometedor. En estos momentos, la estabilidad de la economía japonesa depende en buena medida de la salud económica china.
Japón estableció relaciones diplomáticas con China en 1972 siguiendo el camino marcado desde Washington por Richard Nixon. En 1978, bajo el mandato del primer ministro Takeo Fukuda (padre del actual jefe de gobierno), se firmó un tratado de paz y reconciliación entre los dos países. Veinte años más tarde, en 1998, Jiang Zemin se convirtió en el primer presidente de la República Popular China en visitar Japón. Las relaciones contemporáneas entre Pekín y Tokio se han visto marcadas a menudo por las luchas internas por el poder en ambas capitales.
A pesar de diversos altibajos en los intercambios políticos, desde los años 70 no ha dejado de aumentar la dependencia económica mútua. Japón ha aportado ingentes cantidades de dinero al desarrollo chino en forma de ayuda oficial y en inversiones privadas de empresas que deseaban tener una base de producción barata y abrir a sus productos un mercado muy prometedor. En estos momentos, la estabilidad de la economía japonesa depende en buena medida de la salud económica china.
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