El Periódico de Catalunya. 24 de marzo de 2005
Un gran parque temático
Aichi 2005 refleja la crisis de identidad de las Expo
Jordi Juste. Nagakute
La impresión que se tiene paseando por el recinto de la exposición es la de encontrarse en un gran parque temático dedicado a la industria y a la Naturaleza, aderezado con costosos escáparates turísticos de 120 países. Han pasado 154 años desde la primera exposición de Londres y la evolución del transporte y la comunicación han hecho cada vez menos necesaria la celebración de grandes encuentros donde mostrar las innovaciones científicas e industriales.
Por eso, la exposición de Aichi ha tenido que buscar un tema que justifique su celebración. Sin embargo, el evento queda muy lejos de ser un espacio de reflexión crítica y parece poco probable que actúe como creador de sinergías entre la ciencia y la industria para dar un salto significativo hacia una economia menos depredadora. Y todo ello en el país donde se firmó el protocolo de Kioto, y en un momento en que los estratosféricos precios del petróleo hacen más evidente la necesidad ecológica y económica de apostar por las energías renovables.
Ingredientes para el éxito
Con todo, la exposición tiene los ingredientes necesarios para convertirse en un exitoso reclamo turístico. En primer lugar, Aichi tiene más de 7 millones de habitantes y está a medio camino (a menos de dos horas en tren bala) de Tokio y de Osaka, es decir que cuenta con una población de unos 50 millones de personas que pueden ir a pasar el día y volver a dormir a su casa.
En cuanto a los contenidos, hay un equilibrio entre lo didáctico y lo divertido: se puede ver la combustión del llamado “hielo inflamable”, el metano hidrato, en el pabellón del gas, visitar junglas o sabanas en una aventura virtual en el edificio de Hitachi, reflexionar sobre una tierra sin luna en el montaje del grupo Mitsubishi, montar en la noria de los fabricantes de automóbiles, admirar los restos de un animal prehistórico en el Global House, interactuar con robots por doquier, usar el último grito en transporte colectivo... “Nos centramos en cosas que sólo se pueden experimentar viniendo al recinto”, declaró recientemente el secretario general de la Expo, Toshio Nakamura.
Promoción turística
Además, la Expo es una especie de feria internacional de turismo, supuestamente centrado en la naturaleza. Se pueden degustar comidas de muchos países, ver decorados que representan -con más o menos fortuna- sus realidades e incluso es posible hacer compras de productos típicos.
Sin embargo, se echa de menos una mayor coherencia de las propuestas de algunos participantes con el tema general. Aunque hay pabellones que sí destacan por la potencia de su mensaje de apuesta por la naturaleza y la tecnología, con el acento más puesto en la primera, como en los casos de México o Centroamérica, o en la segunda, como en las muestras suiza o británica. Sorprende la ausencia de Brasil, el inquilino del pulmón amazónico, y destaca la presencia de China promocionando Expo Shanghai 2010.
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