Jordi Juste. Kioto
Como estaba previsto, el nacionalista conservador Shinzo Abe, de 52 años, fue elegido ayer nuevo primer ministro por el parlamento japonés, con 339 votos de los 475 posibles. Abe ya fue designado el pasado miércoles presidente del Partido Liberal Democrático (PLD) cargo que ha tenido aparejada la jefatura del gobierno de forma casi ininterrumpida desde 1955, gracias a la mayoría parlamentaria de esta formación, que agrupa el espectro político desde el centro a la extrema derecha y que en la actualidad gobierna en coalición con el partido budista Nuevo Komeito.
“Quiero ser el primer ministro de la gente normal que cree en el futuro de Japón”, declaró ayer Abe en su primera conferencia de prensa en el cargo. Para este trabajo Shinzo Abe ha escogido un gabinete eminentemente conservador, en el que destacan la economista Hiroko Ota, que se estrena en el ministerio de Economía, y Taro Aso, que repite en Asuntos Exteriores.
Precisamente, una de las áreas sobre las que el nuevo gobierno ha generado más expectación es la diplomacia, especialmente las relaciones con China, país con el que Japón mantiene unas relaciones cada vez más importantes desde el punto de vista económico al tiempo que conflictivas, tanto por la disputa del lidearzgo político en la región como por el apoyo de Tokio a Taiwán y por lo que Pekín considera intentos de olvidar las atrocidades cometidas por el Ejército imperial nipón en el resto de Asia durante la primera mitad del siglo XX.
Ayer, tanto Abe como su ministro de Exteriores se mostraron dispuestos a reanudar la cumbres entre líderes de China y Japón, suspendidas por el presidente chino Hu Jintao como reacción a las visitas del primer ministro Koizumi al santuario de Yasukuni, donde se rinde homenaje a catorce criminales de guerra junto a millones de japoneses muertos en contiendas desde el siglo XIX.
Abe ha declarado repetidas veces su deseo de reformar la constitución pacifista impuesta en 1947 por Estados Unidos para legalizar las fuerzas de autodefensa y convertirlas en un ejército normal, algo que se ve con especial recelo en los países que en el pasado sufrieron el imperialismo japonés. Asimismo, es conocida su opinión de que la enseñanza de la historia japonesa a los niños debe poner mayor acento en sus aspectos positivos. Abe también es partidario de seguir dando prioridad a la relación con Estados Unidos y de mantener una posición de firmeza frente a Corea del Norte.
En la estela de Koizumi
El nuevo líder sustituye a Junichiro Koizumi, uno de los políticos más populares de la historia reciente de Japón, a la rueda del cual su carrera ha experimentado un ascenso fulgurante. Abe era un desconocido para la mayoría de los japoneses hasta que en 2002 recibió el encargo de ocuparse del contencioso de los ciudadanos nipones secuestrados y trasladados a Corea del Norte en los años 80. Su intervención en el asunto, que se saldó con la repatriación de cinco compatriotas, lo puso en primer plano político y en octubre de 2005 Koizumi lo nombró portavoz y jefe de gabinete, movimiento que se interpretó como una promoción para su futura candidatura al liderazgo.
A pesar de su escasa experiencia en puestos de gobierno, Abe no es exactamente un recién llegado a la política ya que es diputado desde 1993, cuando ganó el escaño por la provincia de Yamaguchi que había venido ocupando su padre, el ministro de Exteriores Shintaro Abe, hasta el momento de fallecer. Hasta entonces Shinzo Abe había trabajado como secretario político de su progenitor. Pero sus lazos familiares con la política van más allá, ya que es nieto y sobrino nieto, respectivamente, de los también primeros ministros Nobusuke Kishi y Eisaku Sato.
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