Me informan de la existencia de una web que puede ser útil a quien quiera enseñar español en Japón: http://www.teacher-in-japan.com/es/
Aprovecho para recordar que en mi blog ELE Japón ( http://elejapon.blogspot.com/ ) también hay información que puede ser útil.
domingo, noviembre 22, 2009
miércoles, octubre 21, 2009
Kawabata Yasunari en catalán
Este post es para recomendar a los amantes de la buena literatura japonesa que lean en catalán las ediciones de estas dos excelentes novelas de Kawabata publicadas en El cercle de Viena (Viena Edicions).
http://www.vienaeditorial.com/mostrarllibre.asp?ididioma=1&idllibre=657
http://www.vienaeditorial.com/mostrarllibre.asp?ididioma=1&idllibre=657
lunes, octubre 19, 2009
¿Fin de régimen?
Jordi Juste
La casi segura derrota del Partido Liberal Democrático (PLD) en las elecciones a la Cámara Baja de la Dieta que se celebran hoy en Japón puede significar algo muy similar a un cambio de régimen. No cambiará el sistema de monarquía parlamentaria, ni es probable que se reforme a corto o medio plazo la constitución pacifista, pero dejará de gobernar la fuerza política que lo ha hecho, de forma casi ininterrumpida, desde 1955.
A pesar de su nombre, el PLD, conocido en Japón como jiminto, es un conglomerado de fuerzas conservadoras y nacionalistas que se constituyó para frenar el avance de la izquierda en plena guerra fría. Muchos de sus cuadros provenían del régimen que condujo al país a la aventura imperialista y a la derrota en la segunda guerra mundial, y su característica más definida ha sido siempre su capacidad de aglutinar a grupos diversos para mantenerse en el poder. Ha sido el elemento central que ha vinculado a los funcionarios de rango medio y alto de la administración central, a la gran industria y a muchas asociaciones gremiales y profesionales que correspondían con millones de votos fieles a la protección que les ofrecía desde el gobierno.
El sistema electoral vigente hasta 1994, consistente sólo en circunscripciones uninominales donde el candidato más votado era el elegido en primera vuelta, aun sin contar con mayoría absoluta, fue uno de los elementos que contribuyeron a mantener al jiminto tanto tiempo en el poder, en detrimento de la izquierda, que se presentaba siempre muy dividida. En la actualidad, de los 500 diputados 300 se eligen todavía por el viejo sistema y 200 por listas en 11 distritos.
Paradójicamente, la última victoria del PLD, por abrumadora mayoría, en 2005 bajo el mando de Junichiro Koizumi supuso el principio del final de su era de dominio. Koizumi rescató de un fracaso electoral casi seguro a su partido gracias a su carisma y a una campaña que lo vendía como el único capaz de reformar el sistema clientelista que llevaba medio siglo funcionando. Bajo su mandato atacó el funcionamiento del partido, basado en las facciones, y puso en marcha la privatización del sistema de correos y caja postal, base de una forma de gastar que favorecía descaradamente a sus bases electorales.
El paso de Koizumi por el poder dejó a un jiminto con menos cohesión interna y con mucha mayor dificultad de mantener a sus electores más fieles. Luego, Shinzo Abe intentó un giro de vuelta al conservadurismo, pero no aguantó más de un año; lo mismo que su sucesor, Yasuo Fukuda, que se conformó con pasar doce meses en el cargo sin que la situación del partido y del país empeorase demasiado. Cuando Taro Aso llegó al poder en septiembre de 2008 algunos quisieron ver en él a otro líder carismático parecido a Koizumi, pero menos de un año ha bastado para descubrir a un actor histriónico al que el papel le viene muy grande
Esta vez, ni la ayuda del Nuevo Komeito, partido vinculado a la secta budista Soka Gakkai, que durante la última década aportaba el puñado de votos para inclinar la balanza, le va a servir al viejo jiminto para mantenerse en el poder.
La casi segura derrota del Partido Liberal Democrático (PLD) en las elecciones a la Cámara Baja de la Dieta que se celebran hoy en Japón puede significar algo muy similar a un cambio de régimen. No cambiará el sistema de monarquía parlamentaria, ni es probable que se reforme a corto o medio plazo la constitución pacifista, pero dejará de gobernar la fuerza política que lo ha hecho, de forma casi ininterrumpida, desde 1955.
A pesar de su nombre, el PLD, conocido en Japón como jiminto, es un conglomerado de fuerzas conservadoras y nacionalistas que se constituyó para frenar el avance de la izquierda en plena guerra fría. Muchos de sus cuadros provenían del régimen que condujo al país a la aventura imperialista y a la derrota en la segunda guerra mundial, y su característica más definida ha sido siempre su capacidad de aglutinar a grupos diversos para mantenerse en el poder. Ha sido el elemento central que ha vinculado a los funcionarios de rango medio y alto de la administración central, a la gran industria y a muchas asociaciones gremiales y profesionales que correspondían con millones de votos fieles a la protección que les ofrecía desde el gobierno.
El sistema electoral vigente hasta 1994, consistente sólo en circunscripciones uninominales donde el candidato más votado era el elegido en primera vuelta, aun sin contar con mayoría absoluta, fue uno de los elementos que contribuyeron a mantener al jiminto tanto tiempo en el poder, en detrimento de la izquierda, que se presentaba siempre muy dividida. En la actualidad, de los 500 diputados 300 se eligen todavía por el viejo sistema y 200 por listas en 11 distritos.
Paradójicamente, la última victoria del PLD, por abrumadora mayoría, en 2005 bajo el mando de Junichiro Koizumi supuso el principio del final de su era de dominio. Koizumi rescató de un fracaso electoral casi seguro a su partido gracias a su carisma y a una campaña que lo vendía como el único capaz de reformar el sistema clientelista que llevaba medio siglo funcionando. Bajo su mandato atacó el funcionamiento del partido, basado en las facciones, y puso en marcha la privatización del sistema de correos y caja postal, base de una forma de gastar que favorecía descaradamente a sus bases electorales.
El paso de Koizumi por el poder dejó a un jiminto con menos cohesión interna y con mucha mayor dificultad de mantener a sus electores más fieles. Luego, Shinzo Abe intentó un giro de vuelta al conservadurismo, pero no aguantó más de un año; lo mismo que su sucesor, Yasuo Fukuda, que se conformó con pasar doce meses en el cargo sin que la situación del partido y del país empeorase demasiado. Cuando Taro Aso llegó al poder en septiembre de 2008 algunos quisieron ver en él a otro líder carismático parecido a Koizumi, pero menos de un año ha bastado para descubrir a un actor histriónico al que el papel le viene muy grande
Esta vez, ni la ayuda del Nuevo Komeito, partido vinculado a la secta budista Soka Gakkai, que durante la última década aportaba el puñado de votos para inclinar la balanza, le va a servir al viejo jiminto para mantenerse en el poder.
Una relación incestuosa entre política, administración y economía
Jordi Juste
Las relaciones entre el gobierno, la administración y la industria japonesa son tan estrechas que algunos analistas han querido ver en ellas uno de los principales motivos de la resurrección de Japón después de la segunda guerra mundial y de su posterior ascenso hasta convertirse en una de las principales potencias del planeta. Asimismo, a menudo se cita como uno de los motivos de las dificultades de las empresas extranjeras para establecerse en el país.
Los lazos se establecen de formas diversas, pero una de las más eficientes es la práctica conocida como amakudari, según la cual los altos funcionarios de la administración aterrizan después de su jubilación en grandes empresas que habían estado bajo su tutela. Esto garantiza un vínculo muy fuerte que hace que las empresas tengan vías de comunicación privilegiada con el gobierno. El círculo se cierra con el apoyo económico que han ofrecido siempre las organizaciones empresariales a las campañas del PLD.
Las relaciones entre el gobierno, la administración y la industria japonesa son tan estrechas que algunos analistas han querido ver en ellas uno de los principales motivos de la resurrección de Japón después de la segunda guerra mundial y de su posterior ascenso hasta convertirse en una de las principales potencias del planeta. Asimismo, a menudo se cita como uno de los motivos de las dificultades de las empresas extranjeras para establecerse en el país.
Los lazos se establecen de formas diversas, pero una de las más eficientes es la práctica conocida como amakudari, según la cual los altos funcionarios de la administración aterrizan después de su jubilación en grandes empresas que habían estado bajo su tutela. Esto garantiza un vínculo muy fuerte que hace que las empresas tengan vías de comunicación privilegiada con el gobierno. El círculo se cierra con el apoyo económico que han ofrecido siempre las organizaciones empresariales a las campañas del PLD.
Un partido resistente a los escándalos
Taro Aso Foto Shizuo Kambayashi; AP
Jordi Juste
Después de sobrevivir a infinidad de escándalos de corrupción y ejemplos de ineptitud clamorosa durante más de medio siglo de existencia, los electores japoneses han apeado del poder al Partido Liberal Democrático (PLD). La desunión de la oposición, un sistema electoral que primaba el voto rural, una poderosa maquinaria de favores a cambio de votos y una población mayoritariamente deseosa de estabilidad política y crecimiento económico han sido algunos de los factores importantes para permitir al partido mantenerse al mando del país, de forma casi ininterrumpida, desde 1955 hasta 2009.
Japón ha tenido 30 primeros ministros desde 1945, de los cuales sólo 2 fueron miembros del partido socialista; los 28 restantes pertenecían o habían sido miembros del PLD o de alguno de los partidos que lo constituyeron en 1955. Curiosamente, el primer jefe de gobierno que tuvo la formación que ahora Yukio Hatoyama aparta del poder fue su abuelo, Ichiro, elegido en 1954 como líder del antiguo Partido Democrático (PD) y sustituido en 1956 ya como jefe del PLD, formado para frenar al Partido Socialista mediante la unión del PD y el Partido Liberal de Shigeru Yoshida, formaciones conservadoras que ya se venían alternado el gobierno desde el fin de la segunda guerra mundial.
En estos 54 años, lo que ha primado en la política japonesa ha sido la capacidad del PLD de satisfacer los intereses de campesinos, grandes industriales, profesionales liberales y otros grupos en que se cimentaba su fuerza. El nombre del primer ministro importaba poco o nada. Los líderes eran devorados periódicamente por escándalos o meteduras de pata; pero dimitían, pedían perdón por sus errores y eran sustituidos por un colega de partido que seguía aplicando más o menos la misma política. Y en las siguientes elecciones el PLD volvía a ganar, fuera quien fuera su cabeza de cartel.
Entre los escándalos más sonados que han afectado al PLD se cuentan los sobornos recibidos de la compañía aeronáutica estadounidense Lockheed por parte de la oficina del primer ministro Kakuei Tanaka y los regalos de acciones de la empresa de trabajo temporal Recruit a los primeros ministros Yasuhiro Nakasone y Noboru Takeshita.
Una buena muestra de cómo el desfile de primeros ministros ha sido una de las características de la era del PLD en el gobierno la da la comparación con España. Si desde la aprobación de la Constitución en 1978 hasta ahora España ha tenido sólo cinco presidentes de gobierno, con la elección de Yukio Hatoyama Japón contará 18 primeros ministros en el mismo período. De ellos sólo tres fueron elegidos para el cargo como líderes de formaciones distintas al Partido Liberal Democrático (PLD). Morihiro Hosokawa en 1993 y Tsutomu Hata en 1994, llegaron a la jefatura de gobierno al frente de partidos escindidos del mismo PLD y sólo duraron ocho y dos meses, respectivamente, en el cargo; por su parte, Tomiichi Maruyama, líder del Partido Socialista, fue elegido en 1994 después de un pacto por el que se repartía la legislatura con el líder de los liberal-demócratas, Ryutaro Hashimoto, un abrazo del oso que hundió electoralmente a los socialistas y sirvió al PLD para recuperar el poder en 1996 y mantenerlo hasta ahora.
Jordi Juste
Después de sobrevivir a infinidad de escándalos de corrupción y ejemplos de ineptitud clamorosa durante más de medio siglo de existencia, los electores japoneses han apeado del poder al Partido Liberal Democrático (PLD). La desunión de la oposición, un sistema electoral que primaba el voto rural, una poderosa maquinaria de favores a cambio de votos y una población mayoritariamente deseosa de estabilidad política y crecimiento económico han sido algunos de los factores importantes para permitir al partido mantenerse al mando del país, de forma casi ininterrumpida, desde 1955 hasta 2009.
Japón ha tenido 30 primeros ministros desde 1945, de los cuales sólo 2 fueron miembros del partido socialista; los 28 restantes pertenecían o habían sido miembros del PLD o de alguno de los partidos que lo constituyeron en 1955. Curiosamente, el primer jefe de gobierno que tuvo la formación que ahora Yukio Hatoyama aparta del poder fue su abuelo, Ichiro, elegido en 1954 como líder del antiguo Partido Democrático (PD) y sustituido en 1956 ya como jefe del PLD, formado para frenar al Partido Socialista mediante la unión del PD y el Partido Liberal de Shigeru Yoshida, formaciones conservadoras que ya se venían alternado el gobierno desde el fin de la segunda guerra mundial.
En estos 54 años, lo que ha primado en la política japonesa ha sido la capacidad del PLD de satisfacer los intereses de campesinos, grandes industriales, profesionales liberales y otros grupos en que se cimentaba su fuerza. El nombre del primer ministro importaba poco o nada. Los líderes eran devorados periódicamente por escándalos o meteduras de pata; pero dimitían, pedían perdón por sus errores y eran sustituidos por un colega de partido que seguía aplicando más o menos la misma política. Y en las siguientes elecciones el PLD volvía a ganar, fuera quien fuera su cabeza de cartel.
Entre los escándalos más sonados que han afectado al PLD se cuentan los sobornos recibidos de la compañía aeronáutica estadounidense Lockheed por parte de la oficina del primer ministro Kakuei Tanaka y los regalos de acciones de la empresa de trabajo temporal Recruit a los primeros ministros Yasuhiro Nakasone y Noboru Takeshita.
Una buena muestra de cómo el desfile de primeros ministros ha sido una de las características de la era del PLD en el gobierno la da la comparación con España. Si desde la aprobación de la Constitución en 1978 hasta ahora España ha tenido sólo cinco presidentes de gobierno, con la elección de Yukio Hatoyama Japón contará 18 primeros ministros en el mismo período. De ellos sólo tres fueron elegidos para el cargo como líderes de formaciones distintas al Partido Liberal Democrático (PLD). Morihiro Hosokawa en 1993 y Tsutomu Hata en 1994, llegaron a la jefatura de gobierno al frente de partidos escindidos del mismo PLD y sólo duraron ocho y dos meses, respectivamente, en el cargo; por su parte, Tomiichi Maruyama, líder del Partido Socialista, fue elegido en 1994 después de un pacto por el que se repartía la legislatura con el líder de los liberal-demócratas, Ryutaro Hashimoto, un abrazo del oso que hundió electoralmente a los socialistas y sirvió al PLD para recuperar el poder en 1996 y mantenerlo hasta ahora.
miércoles, marzo 18, 2009
La torre de los excesos tiene goteras
Sede del gobierno provincial. JORDI Juste
Hoy es conocido como Tocho, abreviatura de la sede del gobierno metropolitano, pero en su día fue bautizado popularmente como torre de los impuestos, por la carga que supuso para la arcas provinciales, o torre de la burbuja, en referencia a la época de crecimiento económico desbordado, que explotó cuando el edificio estaba siendo terminado.
Desde su concepción, la gran obra de Tange, causó polémica, no solo por su coste y sus dimensiones, sino también por su extravagante diseño. Su autor, premio Pritzker en 1987, se consideraba un discípulo de Le Corbusier y abanderó el estructuralismo en Japón. Entre sus obras más emblemáticas, se encuentran el gimnasio de los Juegos Olímpicos de 1964 y la catedral católica, que en el 2005 albergó su propio funeral.
Durante todos estos años, en que Japón ha estado intentando recuperar la senda del crecimiento económico, sus 48 pisos han sido un recordatorio de los excesos de la década de los 80, cuando la burbuja inmobiliaria y financiera hizo posibles sueños faraónicos que todavía hoy lastran las cuentas de muchos ayuntamientos y provincias del país. Entre los detalles que mejor representan el derroche de aquellos días está el granito de los muros que recubren el perímetro del complejo. Además, reparaciones a parte, el funcionamiento del edificio es muy caro y su coste para el medio ambiente se cuantifica en 28.000 toneladas de emisiones de CO2 al año.
La entidad que alberga el edificio administra 2.000 kilómetros cuadrados de territorio y da servicios a más de 12 millones de habitantes; es decir, un tercio de los que tiene el conjunto de la metrópolis, que abarca también las provincias de Chiba, Kanagawa y Saitama. Desde hace 10 años está al frente del gobierno provincial uno de los políticos más famosos y controvertidos del país, el nacionalista Shintaro Ishihara, un exnovelista que en su juventud se codeaba con el autor Yukio Mishima y que es padre de dos diputados nacionales, Nobuteru y Hirotaka, y del actor Yoshizumi, y hermano del que fuera uno de los actores y cantantes más populares del Japón de la posguerra, Yujiro Ishihara.
Una de las claves del protagonismo político del gobierno provincial es que la ciudad no tiene un solo municipio, sino 23 distritos independientes. Entre sus principales proyectos está la candidatura para los Juegos Olímpicos del 2016, que incluye la reutilización de muchas de las estructuras construidas para los de 1964, entre ellas el gimnasio de Tange.
lunes, marzo 09, 2009
A la búsqueda del aire del palacio imperial
Foso del palacio imperial.JORDI Juste En el centro de la mayor metrópolis del mundo, habitada por alrededor de 30 millones de personas, hay una superficie verde de unos 3,5 kilómetros cuadrados rodeada de un foso con agua. Es el palacio imperial y sus jardines, sede de la residencia oficial de los monarcas japoneses desde que en 1868 la corte se trasladara desde Kioto a la antigua Edo y ocupara el castillo, hasta entonces utilizado por los shogun de la familia Tokugawa, auténticos caudillos del país durante casi tres siglos. El edificio principal de la antigua fortaleza fue pasto de las llamas en 1873 y los actuales monarcas habitan uno mucho más funcional, terminado en 1968. Las edificaciones que se ven desde el exterior y que muchos turistas usan como fondo de sus fotografías no son más que algunas estructuras de vigilancia situadas cerca de las murallas.
La mayor parte de los jardines solo es accesible para los privilegiados invitados que acuden a actos, como la fiesta de los cerezos en flor en primavera o para los ciudadanos que desean recibir el saludo de la familia imperial desde el balcón del palacio por Año Nuevo. Pero frente a la puerta principal y el pintoresco puente de dos arcos, hay una gran explanada abierta al público por donde muchos tokiotas pasean en sus días festivos, una delicia de parque urbano con cientos de pinos que son recortados periódicamente con la paciencia de un cuidador de bonsáis que tienen los jardineros japoneses.
También se puede disfrutar de este inmenso pulmón haciendo deporte en los cinco kilómetros de recorrido de la ancha acera que rodea el foso. Cualquier día, a casi todas las horas, es fácil ver a gente corriendo por Sakuradamon, la única puerta franqueable en la zona abierta al público. Una de las ventajas de correr por este circuito es que el tráfico es escaso y, además, toda el área está muy bien vigilada, ya que en las inmediaciones del palacio también se hallan la estación central de Tokio, el edificio de la Dieta, la residencia del primer ministro, la Agencia Nacional de Policía y muchos ministerios.
En los últimos años, el Ministerio de Medio Ambiente viene trabajando en un plan para que el viento que sopla desde el jardín beneficie al distrito de negocios que rodea la estación de Tokio y al área comercial de Ginza. El proyecto prevé crear, mediante la limitación de la altura en las construcciones, la plantación de árboles y el uso de asfaltos especiales, pasillos que hagan que el aire del palacio imperial, que en pleno verano es casi dos grados más frío que en la zona de los grandes edificios, mitigue el efecto de isla de calor que estos crean.
Sin embargo, recientemente, los técnicos del ministerio han descubierto que el foso que rodea el palacio actúa como un cinturón de calor que merma en buena medida el poder refrescante de la zona verde. El problema es que desde los años 60 el agua del foso está desconectada de cualquier fuente externa, por lo que se ha ido convirtiendo en un turbio estanque que absorbe el calor de día y lo mantiene durante la noche, por lo que ahora se está estudiando la mejor manera de hacer que el agua del foso imperial circule.
La mayor parte de los jardines solo es accesible para los privilegiados invitados que acuden a actos, como la fiesta de los cerezos en flor en primavera o para los ciudadanos que desean recibir el saludo de la familia imperial desde el balcón del palacio por Año Nuevo. Pero frente a la puerta principal y el pintoresco puente de dos arcos, hay una gran explanada abierta al público por donde muchos tokiotas pasean en sus días festivos, una delicia de parque urbano con cientos de pinos que son recortados periódicamente con la paciencia de un cuidador de bonsáis que tienen los jardineros japoneses.
También se puede disfrutar de este inmenso pulmón haciendo deporte en los cinco kilómetros de recorrido de la ancha acera que rodea el foso. Cualquier día, a casi todas las horas, es fácil ver a gente corriendo por Sakuradamon, la única puerta franqueable en la zona abierta al público. Una de las ventajas de correr por este circuito es que el tráfico es escaso y, además, toda el área está muy bien vigilada, ya que en las inmediaciones del palacio también se hallan la estación central de Tokio, el edificio de la Dieta, la residencia del primer ministro, la Agencia Nacional de Policía y muchos ministerios.
En los últimos años, el Ministerio de Medio Ambiente viene trabajando en un plan para que el viento que sopla desde el jardín beneficie al distrito de negocios que rodea la estación de Tokio y al área comercial de Ginza. El proyecto prevé crear, mediante la limitación de la altura en las construcciones, la plantación de árboles y el uso de asfaltos especiales, pasillos que hagan que el aire del palacio imperial, que en pleno verano es casi dos grados más frío que en la zona de los grandes edificios, mitigue el efecto de isla de calor que estos crean.
Sin embargo, recientemente, los técnicos del ministerio han descubierto que el foso que rodea el palacio actúa como un cinturón de calor que merma en buena medida el poder refrescante de la zona verde. El problema es que desde los años 60 el agua del foso está desconectada de cualquier fuente externa, por lo que se ha ido convirtiendo en un turbio estanque que absorbe el calor de día y lo mantiene durante la noche, por lo que ahora se está estudiando la mejor manera de hacer que el agua del foso imperial circule.
miércoles, marzo 04, 2009
El Oscar a Okuribito (Departures) rompe el tabú
Un pequeño cementerio rodeado de viviendas en Kioto. JJuste
La concesión a Okuribito del Oscar a la mejor película de habla no inglesa ha servido para atraer la atención internacional sobre la industria funeraria japonesa, un sector que factura unos 8.000 millones de euros al año y que tiene ante sí un futuro muy próspero gracias al envejecimiento de la población, que ha elevado ya a más de un millón las muertes anuales.
No es la primera vez que el cine nipón se inspira con éxito en los ritos mortuorios. En 1984, Itami Juzo dirigió Ososhiki (El funeral), que mostraba los preparativos y ritos budistas que siguen a la muerte. Ahora Okuribito, dirigida por Yojiro Takita, se centra en la figura de Daigo Kobayashi, un violoncelista que se ve empujado a trabajar en una funeraria preparando para los ritos los cuerpos de los difuntos. Al principio, el nuevo trabajo le supone el rechazo de sus más allegados por el tabú que considera la muerte algo impuro.
Reconocimiento mundial
Daisuke Yoneyama, de la funeraria Hart Full Ceremony de Tokio, afirma: "Me siento feliz y orgulloso de que una película que trata la muerte, un tema que tiende a ser tabú, y toma como motivo los funerales tradicionales japoneses sea acogida en el extranjero. Además, el título de Okuribito fuera de Japón, Departures, expresa que el reconocimiento de que la muerte no es el final sino un punto de partida está en la conciencia no solo de los japoneses, sino de todo el mundo".
El tabú de la muerte es una fuente de conflictos entre las instituciones locales, las funerarias y los residentes de las zonas donde están o quieren estar ubicadas. Una gran mayoría de los 128 millones de habitantes de Japón residen en las escasas zonas llanas del país, por lo que el espacio está muy disputado, tanto para los vivos como para los muertos. Más del 99% de los cadáveres se incineran, pero en muchos casos las cenizas acaban depositadas en tumbas que ocupan mucho espacio, a menudo en pequeños cementerios rodeados de viviendas.
En los últimos años se ha extendido algo la práctica de esparcir las cenizas, todavía muy minoritaria, en parte porque la ley especifica que los restos deben depositarse en cementerios. Mutsuhiko Yamada, presidente de la Asociación para la Promoción de la Libertad de Esparcir Cenizas, expresa sus recelos: "¿Por qué ignora el Gobierno los diversos valores y sentimientos religiosos de los ciudadanos? No puedo evitar preguntarme si no está protegiendo los intereses de ciertas organizaciones religiosas y negocios a cambio de trabajos lucrativos para burócratas jubilados en las compañías que gestionan cementerios".
La obligación de usar terrenos designados ha llevado a una funeraria de Tokio a comprar Kazurashima, una isla deshabitada de un kilómetro cuadrado, para que cada año 100 de sus clientes puedan esparcir cenizas. El límite se ha establecido con el fin de no dañar el medio ambiente, ya que la isla forma parte del parque nacional Daisen-Oki.
La preocupación por la contaminación ha motivado otras iniciativas, como la comercialización de ataúdes de cartón o el cálculo del CO2 emitido en todo el proceso funerario para que el usuario pueda compensar el daño mediante donativos. "Nosotros, los humanos, podemos vivir gracias al medio ambiente. Lo que proponemos es mostrar nuestra gratitud en el momento de marcharnos", explica Nyokai Matsushima, responsable de una organización que promueve funerales ecológicos.
Lo que de momento parece tener difícil solución es la escasez de incineradoras. Muchas de las más de 1.500 en funcionamiento en todo el país están al límite de su capacidad, pero su ampliación se enfrenta a la oposición de los vecinos. Por ello, en Tokio existe un proyecto para realizar las incineraciones en alta mar en un ferri que transportaría 10 hornos crematorios.
Coches fúnebres depresivos
En tierra firme, uno de los problemas es que, según el calendario tradicional, en Japón hay días considerados tomobiki, es decir que tiran de los amigos, y los japoneses los evitan para los funerales, lo que aumenta la saturación de los hornos en algunas fechas. Otro obstáculo son las condiciones que imponen los vecinos para permitir su funcionamiento. En algunos lugares del país, por ejemplo, asociaciones de vecinos han conseguido que se prohíba el uso de los miyagata, coches fúnebres tradicionales con extravagantes tejados que asemejan una pagoda. Argumentan que la visión de estos vehículos tiene un efecto depresivo. De todos modos, incluso en los municipios donde se permite su uso, cada vez circulan menos, posiblemente por la tendencia a tratar la muerte como un trámite que hay que cumplir sin hacer ostentación.
Pasaron los tiempos en que los trabajos funerarios se reservaban a los burakumin, la casta que hasta el siglo XIX vivía segregada, pero el trato con los muertos acarrea aún un estigma. "Estar presente en el lugar de la separación de los difuntos, y ayudar en su partida; este trabajo está lleno de cariño", dice Kobayashi, el protagonista de
Okuribito, que ya han visto más de tres millones de japoneses.
La concesión a Okuribito del Oscar a la mejor película de habla no inglesa ha servido para atraer la atención internacional sobre la industria funeraria japonesa, un sector que factura unos 8.000 millones de euros al año y que tiene ante sí un futuro muy próspero gracias al envejecimiento de la población, que ha elevado ya a más de un millón las muertes anuales.
No es la primera vez que el cine nipón se inspira con éxito en los ritos mortuorios. En 1984, Itami Juzo dirigió Ososhiki (El funeral), que mostraba los preparativos y ritos budistas que siguen a la muerte. Ahora Okuribito, dirigida por Yojiro Takita, se centra en la figura de Daigo Kobayashi, un violoncelista que se ve empujado a trabajar en una funeraria preparando para los ritos los cuerpos de los difuntos. Al principio, el nuevo trabajo le supone el rechazo de sus más allegados por el tabú que considera la muerte algo impuro.
Reconocimiento mundial
Daisuke Yoneyama, de la funeraria Hart Full Ceremony de Tokio, afirma: "Me siento feliz y orgulloso de que una película que trata la muerte, un tema que tiende a ser tabú, y toma como motivo los funerales tradicionales japoneses sea acogida en el extranjero. Además, el título de Okuribito fuera de Japón, Departures, expresa que el reconocimiento de que la muerte no es el final sino un punto de partida está en la conciencia no solo de los japoneses, sino de todo el mundo".
El tabú de la muerte es una fuente de conflictos entre las instituciones locales, las funerarias y los residentes de las zonas donde están o quieren estar ubicadas. Una gran mayoría de los 128 millones de habitantes de Japón residen en las escasas zonas llanas del país, por lo que el espacio está muy disputado, tanto para los vivos como para los muertos. Más del 99% de los cadáveres se incineran, pero en muchos casos las cenizas acaban depositadas en tumbas que ocupan mucho espacio, a menudo en pequeños cementerios rodeados de viviendas.
En los últimos años se ha extendido algo la práctica de esparcir las cenizas, todavía muy minoritaria, en parte porque la ley especifica que los restos deben depositarse en cementerios. Mutsuhiko Yamada, presidente de la Asociación para la Promoción de la Libertad de Esparcir Cenizas, expresa sus recelos: "¿Por qué ignora el Gobierno los diversos valores y sentimientos religiosos de los ciudadanos? No puedo evitar preguntarme si no está protegiendo los intereses de ciertas organizaciones religiosas y negocios a cambio de trabajos lucrativos para burócratas jubilados en las compañías que gestionan cementerios".
La obligación de usar terrenos designados ha llevado a una funeraria de Tokio a comprar Kazurashima, una isla deshabitada de un kilómetro cuadrado, para que cada año 100 de sus clientes puedan esparcir cenizas. El límite se ha establecido con el fin de no dañar el medio ambiente, ya que la isla forma parte del parque nacional Daisen-Oki.
La preocupación por la contaminación ha motivado otras iniciativas, como la comercialización de ataúdes de cartón o el cálculo del CO2 emitido en todo el proceso funerario para que el usuario pueda compensar el daño mediante donativos. "Nosotros, los humanos, podemos vivir gracias al medio ambiente. Lo que proponemos es mostrar nuestra gratitud en el momento de marcharnos", explica Nyokai Matsushima, responsable de una organización que promueve funerales ecológicos.
Lo que de momento parece tener difícil solución es la escasez de incineradoras. Muchas de las más de 1.500 en funcionamiento en todo el país están al límite de su capacidad, pero su ampliación se enfrenta a la oposición de los vecinos. Por ello, en Tokio existe un proyecto para realizar las incineraciones en alta mar en un ferri que transportaría 10 hornos crematorios.
Coches fúnebres depresivos
En tierra firme, uno de los problemas es que, según el calendario tradicional, en Japón hay días considerados tomobiki, es decir que tiran de los amigos, y los japoneses los evitan para los funerales, lo que aumenta la saturación de los hornos en algunas fechas. Otro obstáculo son las condiciones que imponen los vecinos para permitir su funcionamiento. En algunos lugares del país, por ejemplo, asociaciones de vecinos han conseguido que se prohíba el uso de los miyagata, coches fúnebres tradicionales con extravagantes tejados que asemejan una pagoda. Argumentan que la visión de estos vehículos tiene un efecto depresivo. De todos modos, incluso en los municipios donde se permite su uso, cada vez circulan menos, posiblemente por la tendencia a tratar la muerte como un trámite que hay que cumplir sin hacer ostentación.
Pasaron los tiempos en que los trabajos funerarios se reservaban a los burakumin, la casta que hasta el siglo XIX vivía segregada, pero el trato con los muertos acarrea aún un estigma. "Estar presente en el lugar de la separación de los difuntos, y ayudar en su partida; este trabajo está lleno de cariño", dice Kobayashi, el protagonista de
Okuribito, que ya han visto más de tres millones de japoneses.
jueves, febrero 26, 2009
La duradera moda del fotomatón recreativo
En 1995 la empresa japonesa de máquinas recreativas Sega comercializó unas cabinas que, en vez de los tradicionales retratos para documentos de identidad, hacen fotos recreativas adhesivas de tamaño muy pequeño. En principio, el invento tenía que llamarse purinto kurabu (adaptación al japonés del inglés print club), pero pronto se rebautizó como purikura. En Japón se puso de moda casi inmediatamente e incluso llegó a saltar sus fronteras, aunque con éxito desigual y más bien efímero.
Su facturación anual se mantiene alrededor de los 30.000 millones de yenes (250 millones de euros), la mitad de la que llegó a alcanzar en el 2002, pero todavía enorme. Y más teniendo en cuenta que muchos preveían su muerte súbita por la generalización de los teléfonos móviles con cámara.
Los principales usuarios de las purikura son las adolescentes, pero también las estudiantes universitarias. Es raro que un grupo de amigas japonesas salga a divertirse sin pasar por una de ellas a inmortalizar el encuentro. La mayoría de las niñas y chicas tienen los estuches escolares repletos de pequeñas fotos, o dedican páginas de sus agendas a coleccionarlas. "Las purikura siempre estarán de moda. Y son cada vez mejores. ¿Te sorprende que aún las hagamos, a pesar de tener 20 años? Ya es una costumbre, una forma de tener un recuerdo. Son mejores que las fotos del móvil, porque las puedes retocar y puedes dibujar o escribir en ellas. Además son adhesivas y las podemos repartir", explica Yukiko, una universitaria de Kioto.
Algunos centros recreativos ofrecen la posibilidad de combinar la purikura con el cosplay, es decir, sacarse las fotos disfrazado, a menudo de algún personaje de dibujos animados. Por menos de tres euros, las máquinas ofrecen cada vez más calidad fotográfica y variedad de efectos de fondos, que crean la ilusión de que las fotografías han sido sacadas en diversos lugares. También permiten escribir o dibujar en una variedad cada vez mayor de formatos. "Sacamos purikura desde la escuela primaria. Podemos sacar fotos con el móvil, pero lo más divertido de la purikura son los 10 minutos que pasamos haciendo las fotos y luego escribiendo o dibujando sobre ellas", explica Mako, una chica de 19 años.
Los chicos son menos asiduos, y muchos solo se meten en la cabina acompañando a su pareja. Recientemente, algunas de las salas de juegos donde están instaladas han vetado el acceso a hombres solos para evitar los robos y alejar a los pervertidos. "Queremos que las mujeres jóvenes, los principales usuarios, disfruten creando sus adhesivos favoritos sin tener que preocuparse de que haya hombres al acecho", declaró un responsable de Sega.
"Mi prima es muy guapa y ya le ha pasado varias veces, se le han acercado hombres y le han pedido que se saque una purikura con ellos. He oído que algunos incluso pagan. De todos modos, no creo que sea necesario que les prohíban la entrada. Yo nunca he visto a ninguno haciendo nada malo", explica Mako, que tiene la agenda llena de fotos de recuerdo de sus salidas con amigas y guarda aparte las que se saca con su novio, "para no tener que cortarlas" si luego rompe con él.
Su facturación anual se mantiene alrededor de los 30.000 millones de yenes (250 millones de euros), la mitad de la que llegó a alcanzar en el 2002, pero todavía enorme. Y más teniendo en cuenta que muchos preveían su muerte súbita por la generalización de los teléfonos móviles con cámara.
Los principales usuarios de las purikura son las adolescentes, pero también las estudiantes universitarias. Es raro que un grupo de amigas japonesas salga a divertirse sin pasar por una de ellas a inmortalizar el encuentro. La mayoría de las niñas y chicas tienen los estuches escolares repletos de pequeñas fotos, o dedican páginas de sus agendas a coleccionarlas. "Las purikura siempre estarán de moda. Y son cada vez mejores. ¿Te sorprende que aún las hagamos, a pesar de tener 20 años? Ya es una costumbre, una forma de tener un recuerdo. Son mejores que las fotos del móvil, porque las puedes retocar y puedes dibujar o escribir en ellas. Además son adhesivas y las podemos repartir", explica Yukiko, una universitaria de Kioto.
Algunos centros recreativos ofrecen la posibilidad de combinar la purikura con el cosplay, es decir, sacarse las fotos disfrazado, a menudo de algún personaje de dibujos animados. Por menos de tres euros, las máquinas ofrecen cada vez más calidad fotográfica y variedad de efectos de fondos, que crean la ilusión de que las fotografías han sido sacadas en diversos lugares. También permiten escribir o dibujar en una variedad cada vez mayor de formatos. "Sacamos purikura desde la escuela primaria. Podemos sacar fotos con el móvil, pero lo más divertido de la purikura son los 10 minutos que pasamos haciendo las fotos y luego escribiendo o dibujando sobre ellas", explica Mako, una chica de 19 años.
Los chicos son menos asiduos, y muchos solo se meten en la cabina acompañando a su pareja. Recientemente, algunas de las salas de juegos donde están instaladas han vetado el acceso a hombres solos para evitar los robos y alejar a los pervertidos. "Queremos que las mujeres jóvenes, los principales usuarios, disfruten creando sus adhesivos favoritos sin tener que preocuparse de que haya hombres al acecho", declaró un responsable de Sega.
"Mi prima es muy guapa y ya le ha pasado varias veces, se le han acercado hombres y le han pedido que se saque una purikura con ellos. He oído que algunos incluso pagan. De todos modos, no creo que sea necesario que les prohíban la entrada. Yo nunca he visto a ninguno haciendo nada malo", explica Mako, que tiene la agenda llena de fotos de recuerdo de sus salidas con amigas y guarda aparte las que se saca con su novio, "para no tener que cortarlas" si luego rompe con él.
jueves, febrero 12, 2009
Pasión por los cangrejos
El restaurante Kani Doraku. Jordi Juste
El gran cangrejo que cuelga de la fachada del restaurante Kani Doraku, de Dotombori, en el centro de Osaka, es posiblemente uno de los objetos más fotografiados de Japón. Este bicho, que mueve las patas y los ojos y mide nada más y nada menos que seis metros y medio, habita el lugar desde 1960. Es un benizuwaigani, una especie que en la realidad suele medir unos 15 centímetros y pesar un kilogramo por ejemplar y que recibe el nombre científico chionocetes japonicus, que significa cangrejo de las nieves japonés.
Tiene hermanos clónicos repartidos por todo Japón, pero es aquí donde está el establecimiento principal de esta cadena especializada en servir la delicia del mar. Por eso se ha convertido en uno de los símbolos de Osaka, del amor de su gente por la gastronomía y de la pasión de los japoneses por los cangrejos.
Estos animales están muy presentes en el folclore nipón, por ejemplo en alguna de sus fábulas más conocidas, como Saru-kani-gassen, el cuento de un cangrejo engañado por un mono, que acaba con la venganza del crustáceo sobre el simio.
En cuanto a la gastronomía, se comen de diversas formas, aunque las más comunes son el sashimi (crudo) y el nabe (hervido), aderezados en ambos casos con salsa de soja, normalmente rebajada con zumo de algún cítrico, y acompañados de abundantes verduras. La bebida que mejor combina con el cangrejo es el sake, que muchos sibaritas usan para rebañar las entrañas del marisco sorbiendo el vino de arroz, mezclado con la carne, directamente desde el caparazón.
El invierno es la temporada alta para la pesca y el consumo de cangrejos. Es ahora cuando en las pescaderías de las grandes ciudades el benizuwaigani y otras especies más pequeñas son las estrellas. Y también es en esta época cuando se ofrecen más viajes especiales de fin de semana a los principales puertos de captura, la mayoría en el norte del país o en las costas del mar de Japón, donde uno puede comer el crustáceo hasta hartarse por un precio fijo y disfrutar de las aguas termales, otra de las grandes aficiones ancestrales de los japoneses.
Como pasa con otras especies marinas, la voracidad japonesa ha causado que en algunos caladeros tradicionales los cangrejos estén en peligro de extinción. Asimismo, su captura es el motivo de no pocos incidentes con los países vecinos, especialmente Rusia. La inmensa mayoría de los cangrejos capturados en costas rusas del Pacífico está destinada a terminar en los estómagos de los japoneses, lo que, además de ser una importante fuente de ingresos legales para los rusos, ha generado la aparición de mafias especializadas en capturarlos saltándose las cuotas, establecidas para garantizar su supervivencia, y comercializarlos ignorando los trámites aduaneros y, a menudo, etiquetando fraudulentamente su origen.
Asimismo, se producen apresamientos de cangrejeros japoneses (el último hace dos semanas) faenando sin permiso en aguas territoriales rusas, a veces frente a las islas Kuriles, ocupadas por la URSS tras la segunda guerra mundial y cuya devolución Japón sigue reclamando.
Tiene hermanos clónicos repartidos por todo Japón, pero es aquí donde está el establecimiento principal de esta cadena especializada en servir la delicia del mar. Por eso se ha convertido en uno de los símbolos de Osaka, del amor de su gente por la gastronomía y de la pasión de los japoneses por los cangrejos.
Estos animales están muy presentes en el folclore nipón, por ejemplo en alguna de sus fábulas más conocidas, como Saru-kani-gassen, el cuento de un cangrejo engañado por un mono, que acaba con la venganza del crustáceo sobre el simio.
En cuanto a la gastronomía, se comen de diversas formas, aunque las más comunes son el sashimi (crudo) y el nabe (hervido), aderezados en ambos casos con salsa de soja, normalmente rebajada con zumo de algún cítrico, y acompañados de abundantes verduras. La bebida que mejor combina con el cangrejo es el sake, que muchos sibaritas usan para rebañar las entrañas del marisco sorbiendo el vino de arroz, mezclado con la carne, directamente desde el caparazón.
El invierno es la temporada alta para la pesca y el consumo de cangrejos. Es ahora cuando en las pescaderías de las grandes ciudades el benizuwaigani y otras especies más pequeñas son las estrellas. Y también es en esta época cuando se ofrecen más viajes especiales de fin de semana a los principales puertos de captura, la mayoría en el norte del país o en las costas del mar de Japón, donde uno puede comer el crustáceo hasta hartarse por un precio fijo y disfrutar de las aguas termales, otra de las grandes aficiones ancestrales de los japoneses.
Como pasa con otras especies marinas, la voracidad japonesa ha causado que en algunos caladeros tradicionales los cangrejos estén en peligro de extinción. Asimismo, su captura es el motivo de no pocos incidentes con los países vecinos, especialmente Rusia. La inmensa mayoría de los cangrejos capturados en costas rusas del Pacífico está destinada a terminar en los estómagos de los japoneses, lo que, además de ser una importante fuente de ingresos legales para los rusos, ha generado la aparición de mafias especializadas en capturarlos saltándose las cuotas, establecidas para garantizar su supervivencia, y comercializarlos ignorando los trámites aduaneros y, a menudo, etiquetando fraudulentamente su origen.
Asimismo, se producen apresamientos de cangrejeros japoneses (el último hace dos semanas) faenando sin permiso en aguas territoriales rusas, a veces frente a las islas Kuriles, ocupadas por la URSS tras la segunda guerra mundial y cuya devolución Japón sigue reclamando.
viernes, enero 23, 2009
Los primeros adultos de la era de Heisei
Un instante de la ceremonia. JORDI Juste Un grupo de chicas tra la ceremonia. La segunda por la derecha lleva el vestido tradicional coreano. Jordi Juste
El año 2009 es en Japón el año 21 de la era de Heisei; es decir, del reinado del emperador Ahi Hito. Esto significa que en el 2008 cumplió los 20 años y alcanzó la mayoría de edad, la primera generación de japoneses nacidos en la era actual. En concreto fueron 1.330.000 nuevos adultos, la cifra más baja de las dos décadas, un dato que recuerda la tendencia al envejecimiento de la sociedad japonesa, debido a la combinación de una altísima esperanza de vida con un bajísimo índice de natalidad.
La entrada en la edad adulta se celebra en todo el país con ceremonias organizadas por los ayuntamientos el segundo lunes de enero, seijin no hi (día de los nuevos adultos), que es festivo nacional. Los jóvenes acuden a los actos, presididos por las autoridades locales, vestidos formalmente. Una gran mayoría de chicas van con quimono y los chicos, normalmente, con traje occidental. Se trata de eventos muy serios, con discursos de los alcaldes y de los representantes de los jóvenes, que muchos soportan estoicamente esperando que terminen rápido para poder reunirse con sus antiguos compañeros de escuela, sacarse infinidad de fotos e irse a beber. Sin embargo, ya casi forma parte de la tradición que, en muchas de las ceremonias, los más alborotadores de cada generación lleguen borrachos y saboteen los discursos de las autoridades.
En Kioto, ciudad de más de un millón de habitantes, la ceremonia reunió este año a 10.000 nuevos adultos en dos sesiones marcadas, como siempre, por el afán local de resaltar su condición de antigua capital y custodia de las tradiciones. El alcalde, vestido con hakama (quimono de dos piezas) lo recordó en su discurso, y los actos se abrieron con la actuación de un grupo de wadaiko (tambores japoneses). Las medidas de seguridad hicieron que los jóvenes con ganas de armar jaleo se tuvieran que conformar con exhibirse frente al pabellón donde se celebraban los actos.
A los actos, organizados por el Ayuntamiento, solo se puede asistir con invitación, pero mucha gente acude a la puerta para ver a los jóvenes. Como en casi todas las celebraciones japonesas, no falta una considerable cantidad de fotógrafos, aficionados locales con equipos que son la envidia de muchos profesionales extranjeros, a la caza de las chicas con aspecto más espectacular. Un gran número luce peinados sofisticados y la mayoría lleva un quimono conocido como furisode, cuyas mangas son tan anchas que casi tocan al suelo y que solo pueden vestir las solteras, por lo que muchas mujeres no se lo ponen más que ese día y para su graduación universitaria. También se pueden ver a jóvenes pertenecientes a la minoría coreana con su vestido tradicional, el chima jeogori.
Tampoco pierden la ocasión los partidos políticos, que acuden con camiones con la parte superior convertida en estrado a ganarse a los nuevos votantes. De vez en cuando resurge en Japón el debate sobre si hay que rebajar la edad mínima para votar a los 18 años pero, a juzgar por el poco interés que muestran los nuevos adultos, no parece que se trate de una demanda urgente de los supuestos interesados.
La entrada en la edad adulta se celebra en todo el país con ceremonias organizadas por los ayuntamientos el segundo lunes de enero, seijin no hi (día de los nuevos adultos), que es festivo nacional. Los jóvenes acuden a los actos, presididos por las autoridades locales, vestidos formalmente. Una gran mayoría de chicas van con quimono y los chicos, normalmente, con traje occidental. Se trata de eventos muy serios, con discursos de los alcaldes y de los representantes de los jóvenes, que muchos soportan estoicamente esperando que terminen rápido para poder reunirse con sus antiguos compañeros de escuela, sacarse infinidad de fotos e irse a beber. Sin embargo, ya casi forma parte de la tradición que, en muchas de las ceremonias, los más alborotadores de cada generación lleguen borrachos y saboteen los discursos de las autoridades.
En Kioto, ciudad de más de un millón de habitantes, la ceremonia reunió este año a 10.000 nuevos adultos en dos sesiones marcadas, como siempre, por el afán local de resaltar su condición de antigua capital y custodia de las tradiciones. El alcalde, vestido con hakama (quimono de dos piezas) lo recordó en su discurso, y los actos se abrieron con la actuación de un grupo de wadaiko (tambores japoneses). Las medidas de seguridad hicieron que los jóvenes con ganas de armar jaleo se tuvieran que conformar con exhibirse frente al pabellón donde se celebraban los actos.
A los actos, organizados por el Ayuntamiento, solo se puede asistir con invitación, pero mucha gente acude a la puerta para ver a los jóvenes. Como en casi todas las celebraciones japonesas, no falta una considerable cantidad de fotógrafos, aficionados locales con equipos que son la envidia de muchos profesionales extranjeros, a la caza de las chicas con aspecto más espectacular. Un gran número luce peinados sofisticados y la mayoría lleva un quimono conocido como furisode, cuyas mangas son tan anchas que casi tocan al suelo y que solo pueden vestir las solteras, por lo que muchas mujeres no se lo ponen más que ese día y para su graduación universitaria. También se pueden ver a jóvenes pertenecientes a la minoría coreana con su vestido tradicional, el chima jeogori.
Tampoco pierden la ocasión los partidos políticos, que acuden con camiones con la parte superior convertida en estrado a ganarse a los nuevos votantes. De vez en cuando resurge en Japón el debate sobre si hay que rebajar la edad mínima para votar a los 18 años pero, a juzgar por el poco interés que muestran los nuevos adultos, no parece que se trate de una demanda urgente de los supuestos interesados.
domingo, enero 18, 2009
jueves, enero 15, 2009
¿El carácter está escrito en la sangre?
El manual del tipo O. JORDI Juste
En Japón existen muchos sistemas acientíficos de predecir el futuro de alguien y de conocer su personalidad. Algunos están ligados a sus tradiciones, como los omikuji, unos papelitos que se obtienen tras sacar un palito de una caja en los santuarios sintoístas, o el número de trazos que suman los caracteres chinos con los que se escriben el nombre y el apellido. Otros son de introducción más reciente, como el horóscopo occidental o el tipo de sangre.
15/1/2009 CRÓNICA DESDE KIOTO
En Japón existen muchos sistemas acientíficos de predecir el futuro de alguien y de conocer su personalidad. Algunos están ligados a sus tradiciones, como los omikuji, unos papelitos que se obtienen tras sacar un palito de una caja en los santuarios sintoístas, o el número de trazos que suman los caracteres chinos con los que se escriben el nombre y el apellido. Otros son de introducción más reciente, como el horóscopo occidental o el tipo de sangre.
Este último método está tan arraigado que muchos japoneses ignoran que su origen se encuentra en los años 20 del siglo pasado, ligado a las teorías racistas que asociaban el carácter de los pueblos al predominio de un determinado grupo sanguíneo. Entonces adquirió gran popularidad y los militares nipones intentaron usarlo para seleccionar a los soldados mejor dotados. Sin embargo, vista su escasa eficacia, en los años 30 pasó de moda y no volvió a estar en boga hasta los 70, cuando lo revitalizó el abogado y personaje televisivo Masahiko Nomi.
Desde entonces, muchos japoneses se han dejado seducir por esta forma de clasificar a las personas, según la cual los que tienen la sangre de tipo A son gente ordenada y sensible pero fastidiosa, los del grupo B son activos y sociables pero egoístas, los AB son fríos y racionales pero indecisos y los O son agradables y optimistas pero vanidosos.
Este asunto se ha convertido en una fuente de ingresos para la industria editorial. Uno de los éxitos de ventas de este año en las librerías japonesas ha sido la colección Jibun no setsumeisho (Tu propio manual de instrucciones), que han situado los volúmenes de los tipos A y O, los más abundantes, en los primeros puestos de las listas de ventas y se ha convertido en tema de conversación, especialmente entre los jóvenes.
"Me compré el libro de mi tipo y lo acierta todo sobre mí", explica Haruno, una joven universitaria. Ayae, su compañera de clase, también se muestra convencida de la fiabilidad del método: "Muchas veces, cuando he conocido a una persona he imaginado, por su forma de actuar, cual era su grupo sanguíneo, y siempre he acertado". En cambio, Yuuta, un chico de 19 años, confiesa que su afición por el método es más bien recreativa: "No sé si acierta o no, pero la vida es más divertida si crees en estas cosas", confiesa.
Recientemente, el actor de kabuki (teatro tradicional japonés) Ichikawa Danjuro explicó que su tipo sanguíneo ha cambiado de A a O debido a un trasplante de células madre procedentes de su hermana, como parte de un tratamiento para curar la leucemia. Conocedor de la popularidad del sistema de definir la personalidad a partir del tipo de sangre, Ichikawa planteó un reto al público que asista a su reaparición en la escena: "Quiero que venga y vea si la forma de actuar es distinta entre las personas de tipo A y las de tipo O". Es de esperar que haya bastantes espectadores que vean en los gestos y en la entonación de Ichikawa la prueba de la transformación de su carácter, ya que, según una encuesta, el 63% de las mujeres y el 47% de los hombres japoneses afirman que creen en la relación entre tipo de sangre y personalidad.
domingo, enero 04, 2009
Navidades a la americana
4/1/2009 CRÓNICA DESDE OSAKA
Bajo el tiburón de la película. J. Juste
La Navidad es una de las celebraciones que ponen más de manifiesto el eclecticismo y el sincretismo de los japoneses. A pesar de que solo un 1% de los 128 millones de habitantes del archipiélago son cristianos, durante el mes de diciembre las ciudades japonesas se engalanan con motivos navideños, adoptados sobre todo de su versión estadounidense. Decoraciones luminosas, árboles de Navidad y, sobre todo, muchos papanoeles pueblan los centros comerciales de Japón, donde además suenan villancicos clásicos en versión inglesa.
La Navidad es una de las celebraciones que ponen más de manifiesto el eclecticismo y el sincretismo de los japoneses. A pesar de que solo un 1% de los 128 millones de habitantes del archipiélago son cristianos, durante el mes de diciembre las ciudades japonesas se engalanan con motivos navideños, adoptados sobre todo de su versión estadounidense. Decoraciones luminosas, árboles de Navidad y, sobre todo, muchos papanoeles pueblan los centros comerciales de Japón, donde además suenan villancicos clásicos en versión inglesa.
La Navidad es --también aquí-- sobre todo una fiesta comercial. En las casas, además, se come el kurismasu keiki, un pastel normalmente cubierto de nata y decorado con fresas. Las parejas jóvenes se reúnen en Nochebuena en cenas románticas que a menudo terminan en alguno de los abundantes rabu hoteru, hoteles en que las habitaciones se pagan por horas. La madrugada del 25 hay cola para entrar a rematar la fiesta.Para muchas chicas resulta un trauma llegar a la fecha sin novio. "Lo dejamos en octubre. Soy tonta, ¿verdad? Justo dos meses antes de la Navidad. Qué momento más inoportuno", comentaba recientemente Ai, una joven de 19 años. Por su parte Nanako, de 20, explicaba que ella y su novio habían decidido posponer la celebración hasta el fin de semana, ya que el día de Navidad en Japón es laborable y este año caía en jueves.
Posiblemente por eso muchas de las decoraciones de Navidad se han mantenido este año unos días más de lo habitual. Casualmente, el día 23 de diciembre es festivo porque se celebra el cumpleaños del emperador, pero, a diferencia de lo que pasaría en otros países, aquí casi nadie hace puente y la mayoría de los trabajadores solo disfrutan de cuatro o cinco días festivos alrededor del Año Nuevo.
Donde más se aprovecha la Navidad en Japón, en su vertiente decorativa, es en los dos principales parques de atracciones del país: el complejo formado por Disney World y Disney Sea, en los alrededores de Tokio, y Universal Studios Japan, en Osaka. Ambos están estos días llenos de jóvenes japoneses que aprovechan las dos semanas de vacaciones escolares de invierno.
La Navidad, que en Japón es al fin y al cabo algo importado gracias al cine de Walt Disney y Hollywood, sirve para conectar la realidad del calendario occidental con el Occidente de fantasía que recrean los parques de atracciones americanos.La Navidad en Disney World Tokyo o en Universal Studios Japan es propicia para observar la relación cultural que mantiene el país con su principal aliado. Japón ha adoptado desde la segunda guerra mundial una gran cantidad de manifestaciones de la cultura popular estadounidense, pero siempre de manera superflua y sin que estas hayan llegado a suprimir las autóctonas.
Una vez guardado Santa Claus en el armario aparecen en Japón las decoraciones sintoístas para recibir el nuevo año; muchos japoneses cumplen como siempre con los ritos de su religión ancestral, pero encuentran también tiempo para acudir a alguna count down party con sabor americano.