miércoles, agosto 29, 2007

La fiesta de las estrellas enamoradas


CRÓNICA DESDE KIOTO
Jordi Juste. Kioto
Una de las fiestas más señaladas del calendario japonés es Tanabata, o lo que es lo mismo, la celebración del encuentro de las estrellas Vega y Altair, separadas por la Vía Láctea durante el resto del año. Como tantas otras cosas en este país, es una tradición de origen chino que proviene de la leyenda amorosa de la princesa hilandera Vega (Orihime, en japonés), hija del rey del cielo, y el pastor Altair (Hikoboshi), condenados a guardar su amor para los escasos momentos de la noche del séptimo día del séptimo mes del calendario lunar, cuando se les permite cruzar la vía láctea (Amanogawa, o río del cielo) para reunirse. Durante la era de Edo (1600-1868) el gobierno feudal decretó la celebración de Tanabata como una de las cinco festividades principales de Japón y así se popularizó una fiesta que ya celebraba la corte imperial en Kioto.
El problema es que desde hace más de un siglo Japón utiliza el calendario gregoriano (occidental), por lo que muchas de las fiestas tradicionales, basadas en el calendario lunar han dejado de caer en el día que marcaba la tradición. Es el caso de Tanabata, que en la actualidad se celebra en algunas partes del país el 7 de agosto, en otras el día en que cae el séptimo día del séptimo mes lunar, y en la mayoría de lugares el 7 de julio. Si cualquier español sabe que ese día es San Fermín y en Pamplona se corre el primer encierro, cualquier japonés asocia la fecha con la fiesta de las estrellas enamoradas.
José A. Sorolla informaba hace semanas desde París sobre la fiebre que se vivía en Francia ante la inminente llegada del día 7 del 7 del 2007. Algo parecido sucedió en Japón hace 12 años, cuando se acercaba el día 7 del mes 7 (en japonés los meses no tiene nombre) del año 7 de la era Heisei, la actual. El sistema nacional de contar los años según el reinado del emperador convive con el calendario cristiano, así que este año también se ha intentado sacar partido comercial a la coincidencia de sietes en la fecha, pero nada que ver con lo visto entonces, cuando, además, Japón necesitaba apelar a la buena suerte, porque se encontraba en plena crisis económica y estaba en estado de shock por el terremoto de Kobe y el ataque con gas sarín en el metro de Tokio.
En Japón, al igual que en China, se le da gran importancia a los números. Por ejemplo, antes de escoger fecha para una boda, una inauguración o un entierro se tiene en cuenta que el número del día sea propicio. De igual modo, a la ahora de decidir la grafía del nombre de un recién nacido se vigila que el número de trazos sea de buen augurio. Además, se evita el número 4 porque su lectura en japonés (shi) también significa “muerte”.
En la actualidad, incluso en los años en que cae en un día laborable, Tanabata sigue siendo una fiesta muy visible para gran parte de la población. En muchos lugares públicos, como estaciones de tren y centros comerciales, o ante la entrada de las pequeñas comisarías de policía se colocan ramas de bambú de las que se cuelgan amuletos o tiras de papeles de color con mensajes en que se formulan peticiones de todo tipo. Abundan las amorosas, las referidas a la salud o a la familia y las dedicadas a los estudios, ya que a finales de julio termina el primer semestre escolar. No importa que ni Vega ni Altair sean dioses. En este país se reza a menudo sin importar demasiado a quién o a qué.

No hay comentarios:

Publicar un comentario