jueves, agosto 28, 2008

Cerveza y béisbol en la azotea

Hanshin Beer garden, Umeda, Osaka. JJuste
Entre junio y septiembre, en los grandes edificios de la región de Kansai (Osaka, Kioto, Kobe, Nara) proliferan los llamados beer garden, terrazas instaladas en las azoteas donde, por un precio fijo, se puede pasar un atardecer bebiendo y comiendo a placer. En el centro de Osaka el paisaje que se ve desde la mayoría de jardines cerveceros consiste en edificios y más edificios hasta donde alcanza la vista. En Kioto, en cambio, se puede ver el río Kamo, las montañas del este de la ciudad o, desde alguno de los hoteles que están justo delante, la muralla iluminada de Nijo-jo, el palacio del Shogun.
Pero la mayoría de los japoneses no van a los beer garden a ver el paisaje sino a comer, beber y ver béisbol en compañía de sus amigos. Como el verano coincide con el punto álgido de la temporada del deporte más popular de Japón, la tarde se remata muchos días en estos lugares viendo en una gran pantalla a los lanzadores y bateadores del equipo favorito de la región, los Hanshin Tigers. A diferencia del fútbol, en que se juega una o dos veces por semana, el béisbol se juega casi cada día, los partidos pueden durar más de tres horas y hay numerosas pausas, ideales para levantarse e ir a la barra a rellenar la jarra y el plato.
Los lectores que no hayan estado en el extremo oriente en verano tal vez se están imaginando la escena mecida por una suave brisa refrescante. La realidad es que, salvo algunos días de tregua, en casi todo el este de Asia el verano es sofocante tanto a ras de suelo como en los áticos. En Honshu, la isla principal de Japón, a las precipitaciones acumuladas durante el tsuyu, el mes de las lluvias que da paso al verano, se añaden repetidos frentes de aire cálido que llegan del océano y que hacen que la humedad atmosférica sea muchos días y muchas noches de más de un 90%.
Estas condiciones meteorológicas hacen que a menudo los beer garden de Kansai parezcan saunas al aire libre, especialmente los que sirven carne que el cliente asa en las planchas instaladas en cada mesa. En el resto hay aparadores surtidos con comida muy variada, como frutas, verduras, pollo frito, empanadillas chinas, bolas de pasta con pulpo (takoyaki), yakisoba y otros platos que en Japón se consideran buen acompañamiento para la cerveza. El precio suele estar alrededor de los 3.500 yenes (unos 20 euros) y están abiertos entre las seis y las diez.
Aunque en los beer garden también se sirven cócteles y bebidas no alcohólicas, la cerveza es la reina de las azoteas. No en vano, la mayoría de estas terrazas están gestionadas directamente por las principales cerveras niponas, Asahi, Kirin y Sapporo, que se disputan aquí parte del liderzago nacional de ventas. Los japoneses, a pesar de ser los más bebedores de Asia, no destacan en la liga cervera mundial, donde se sitúan en una posición intermedia con sus aproximadamente 50 litros anuales por habitante, lejos de los más de 80 de España o de los 150 del líder, la República Checa. Con todo, la cerveza es la bebida alcoholica más consumida en Japón, mucho más que el tradicional sake, que no ha dejado de languidecer en los últimos 60 años y ya está por debajo de los 10 litros per capita.

miércoles, agosto 27, 2008

El ensordecedor canto de la cigarra

Una cigarra posada sobre el tronco de un cerezo en Kioto. JJuste
Dicen las estadísticas que Japón es el país más ruidoso del mundo. La lista de ruidos es larga y depende de la sensibilidad de cada persona. Trenes y automóviles que pasan rozando las casas, camiones que avisan cuando van a girar, caravanas de ultraderechistas con altavoces, políticos en campaña anunciando promesas desde sus coches, bicicletas chirriantes, avisos para que la gente no se olvide cosas en los transportes públicos, bandas de motoristas nocturnos, alertas frente a las escaleras automáticas, ascensores, hornos o máquinas de cocer arroz que hablan y gravaciones para enmascarar los sonidos corporales en los servicios para mujeres son algunos ejemplos de ruidos causados por los japoneses. Pero ninguno de estos sonidos es comparable, ni en volumen ni en ubicuidad, al canto de las cigarras en verano.
El clima tórrido y la abundancia de árboles hacen de Japón un ecosistema ideal para estos insectos. Los omnipresentes cerezos, desnudos en invierno y efímeramente floridos en primavera, se pueblan en verano de cigarras que, a medida que avanza el calor, van dejando sus hojas verdes llenas de agujeros. Desde que termina la primavera empieza a aumentar su número hasta alcanzar su apogeo en plena canícula y luego disminuir lentamente para cesar con la llegada del otoño. Dicen que su existencia es muy beneficiosa para los vegetales porque los libera de algunas plagas. Pero para los oidos humanos su canto es ensordecedor.
Un problema añadido es que las cigarras cantan especialmente (aunque no exclusivamente) durante el día y en Japón el sol sale muy temprano. A primeros de agosto, en Tokio lo hace a las cinco menos diez minutos de la mañana y en Kioto quince minutos más tarde. Y poco después de que empiece a clarear comienza ya el concierto de las cigarras macho para atraer a las hembras. Yo vivo en un sexto piso y a partir de las seis se hace ya muy difícil mantener el sueño. Pero es que en una planta más baja, o a ras de suelo, a veces hay que hablar a gritos para hacerse entender entre el estridente chirri-chirri-chirri.
Para los japoneses las cigarras parecen ser un reto a su proverbial capacidad de soportar las adversidades. Además, desde antiguo se las ha considerado un ejemplo de la mutabilidad de las cosas y están muy presentes en diversas formas de arte, sobre todo en la poesía. “Negawakuba nembutsu wo nake natsu no semi” (si estás rezando reza al Buda Amida cigarra de verano), es sólo un ejemplo de las decenas de haikus que dedicó a este insecto el poeta Issa Kobayashi hace más de dos siglos.
Curiosamente, la fábula de Esopo sobre la cigarra y la hormiga es conocida en Japón en su versión centroeuropea, es decir con la festiva cigarra convertida en grillo. A los japoneses les encanta esta historia porque son conscientes de haber creado con su laboriosidad una civilización próspera en un medio ambiente a menudo hostil. Grillos o cigarras, los impertinentes insectos les recuerdan cada verano a gritos la sabiduría de la hormiga.

miércoles, agosto 06, 2008

La plaga de los cuervos

En las últimas décadas se han multiplicado gracias a la abundancia de basura
Las compañías de servicios entre las víctimas de los pájaros negros
Un cuervo posado sobre un arce en un parque de Kioto. JJuste
Nadie sabe exactamente el número de cuervos que hay en Japón, pero ornitólogos y responsables municipales coinciden en asegurar que en las últimas décadas se han multiplicado y no han dejado de causar problemas. Estos pájaros han sido siempre una amenaza para los agricultores nipones y sus cultivos, pero últimamente han proliferado también en las ciudades, donde su tétrico graznido se ha convertido ya en uno más de los sonidos típicos.
“La gran cantidad de parques, hileras de árboles en las calles, grandes árboles en las residencias y edificios altos, y como propina la facilidad de obtener basura orgánica” son las razones que aporta la profesora Michiyo Matsuda en su libro Karasu, naze Tokyo ga suki nanoka (Por qué a los cuervos les gusta Tokio) para explicar la gran presencia de estos pájaros en la capital de Japón.
A las causas apuntadas por Matsuda se añade que en las ciudades los cuervos se encuentran a salvo de sus depredadores naturales. Por eso ahora muchos ayuntamientos tienen planes para deshacerse de ellos. La medida más habitual es la captura y exterminación, así como la eliminación de sus nidos. Sin embargo, los cuervos urbanos están muy bien alimentados, lo que hace que su índice de reproducción sea muy alto y los esfuerzos para acabar con ellos consigan a penas mantener a raya su proliferación.
“Sólo queremos volver a la edad dorada de coexistencia”, explicaba recientemente un responsable del Departamento de Medio Ambiente del gobierno provincial de Tokio para justificar su campaña de eliminación de cuervos. Desde 2001 sólo en la capital se han exterminado con gas casi 100.000 de estos pájaros. Se dice que la campaña contra los cuervos en Tokio tomó nuevos bríos gracias a la ira de su gobernador, Shintaro Ishihara, conocido por su nacionalismo y por sus excesos verbales, que fue atacado en la cabeza por uno de ellos mientras jugaba al golf.
Sea o no cierta la anécdota, es verdad que es fácil oir historias de japoneses que han sufrido o visto directamente agresiones de cuervos. “Yo he visto como atacaban a una persona de edad e intentaban atacar a unos niños que movían un cuervo muerto. Son muy listos y es muy difícil deshacerse de sus nidos, primero hay que ahuyentarlos con humo”, explica el director de una escuela de Kioto.
La basura en la calle
“Ahora, con la unificación de bolsas y el uso de redes, hay menos basura, pero tenemos a una mujer que les deja comida a los gatos salvajes y los cuervos lo saben y van a cogerla”, cuenta un líder vecinal. Un caso parecido es el de la gente que acaba alimentando a los cuervos aunque su intención sea dar de comer a las palomas o a los patos en algunos parques, a pesar de los letreros que advierten contra esta práctica.
En Japón todavía hay muchas zonas urbanas en que no se usan contenedores y la basura se recoge dos o tres días por semana. Los vecinos dejan las bolsas por la noche en un montón en la calle para que los basureros las recojan por la mañana, pero a veces cuando estos llegan ya han pasado los cuervos y han esparcido desperdicios por toda la calle. Hasta hace unos años las bolsas eran opacas, pero se introdujeron las translúcidas para inducir a la gente a hacer correctamente la selección de desechos y con ello se les facilitó el trabajo a los cuervos.
Además de atacar a los humanos y diseminar despojos, los cuervos causan problemas a las compañías de servicios. En los últimos dos años, en Tokio se produjeron unos 1.500 casos de cortes de cables de fibra óptica por parte de los cuervos, que al parecer usan este material en la elaboración de sus nidos. El incidente más espectacular causó la breve interrupción del servicio de tren de alta velocidad.
La presencia urbana de los cuervos también causa problemas a otros pájaros, por la competencia que suponen o porque destruyen sus nidos y se comen sus huevos. En Tokio, para proteger de los cuervos a una pequeña ave migratoria se ha iniciado un experimento en el que se están usando más de 10.000 abejas cerca del aeropuerto de Haneda. Los insectos, que tienden a atacar todo lo que sea negro, mantienen alejados a los cuervos.
Mito y mala imagen
A pesar de la mala imagen de este pájaro, un cuervo negro de tres patas sosteniendo una pelota ocupa el centro del escudo de la Federación Japonesa de Fútbol, y es que en la mitología japonesa el cuervo conocido como yatagarasu tiene el papel de mensajero de la diosa Amaterasu, la principal deidad del panteón sintoísta. Pero entre los japoneses de hoy en día casi todo el mundo parece odiarlos. “Tienen una voz detestable. Y sólo de verlos me parece que alguien se va a morir”, explica una mujer de mediana edad.

Guerra a las barrigas en Japón

El objetivo es combatir el síndrome metabólico
Todos los mayores de 40 años deberán medirse el abdomen
Un grupo de hombres come gyudon (arroz con carne) en un restaurante de Kioto. JJuste
“Estos últimos años, debido al cambio de los hábitos de los japoneses y al envejecimiento de la población, han aumentado enfermedades como la diabetes y otras relacionadas con el estilo de vida; se calcula que son las causantes de un tercio de las muertes. Cada persona puede prevenirlas mediante una dieta equilibrada y un ejercicio adecuado.”
Así es como el Ministerio de Salud, Trabajo y Seguridad Social de Japón presenta su campaña para concienciar a la población de la necesidad de prevenir el llamado Síndrome Metabólico, caracterizado por la conjunción de diversos factores de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y diabetes. El síntoma más llamativo del síndrome metabólico es la concentración de grasa en el abdomen, por lo que los japoneses, siempre rápidos en acuñar nuevos términos, ya han adoptado la voz metabo como sinónimo de persona con exceso de peso.
El ministerio se ha marcado el objetivo de reducir la parte de la población con sobrepeso en un 25% en los próximos siete años y calcula que hasta el año 2025 puede ahorrar 2 billones de yenes (12.000 millones de euros) en gasto sanitario. Más que la necesidad de controlar los gastos sanitarios de una población cada vez más envejecida, hay quien ve en esta nueva política una forma de hacer crecer el negocio sanitario calificando a una parte sustancial de la población como “medio enferma”. Según un reciente editorial del diario Asahi Shinbun, el programa “está diseñado más para satisfacer los intereses del ministerio que para mejorar la salud de la gente”.
Un país de gente delgada
De hecho, cualquier persona que haya visitado Japón puede sorprenderse de leer que su gobierno ha emprendido una campaña para combatir el exceso de peso. En este país hay gordos, por supuesto, pero la mayoría de la población presenta unas figuras que a los ojos de los occidentales parecen extremamente delgadas. Sin embargo, la falta de ejercicio, el aumento de las comidas fuera de casa y la ingesta generalizada de platos ricos en grasas han hecho crecer el número de personas que llevan una vida considerada poco sana.
“Los japoneses parecemos delgados, pero a veces la grasa no se ve, se acumula en las entrañas”, comenta en un restaurante una mujer de 35 años que, por su flacura, posiblemente no podría desfilar en pasarelas de moda como Cibeles. Su compañera de mesa, algo mayor pero igualmente delgada, celebra la campaña del gobierno: “Está bien que animen a la gente a hacer más ejercicio”, asevera mientras da cuenta de un voluminoso plato de fideos chinos.
La campaña del gobierno no sólo anima a la gente a moverse más sino que contiene medidas obligatorias. De momento los más de 50 millones de personas de entre 40 y 74 años deben someterse a la medición de su circunferencia abdominal. Si ésta supera los 85 centímetros en los hombres o los 90 en las mujeres, el siguiente paso será hacerse un análisis de sangre para detectar si existen niveles demasiado altos de azucares o grasas. En caso de que los haya, será necesario ponerse en manos de un especialista. El gobierno prevé incentivos económicos para las empresas que logren reducciones significativas de sus trabajadores afectados y penalizaciones para las que no las consigan.

Dudas médicas sobre el plan

Para Takashi Doi, médico de familia en Kioto, no está clara la efectividad del procedimiento escogido para detectar a las personas que sufren el síndrome. “Se quieren hacer reconocimientos generalizados a la población, pero con los criterios actuales una gran parte de la ciudadanía será diagnosticada con el síndrome”, afirma el doctor Doi, que adopta una actiud escéptica sobre la política del Ministerio: “Está bien que la gente tome conciencia del problema pero, en muchos casos, uno de los principales causantes del exceso de masa corporal es que la gente hace demasiadas horas extras y cena tarde, aunque tampoco se puede pedir a todo el mundo que no haga horas extras. Son dos problemas que están bajo la tutela del mismo ministerio, así que tal vez también deberían hacer algo para resolver esta contradicción”.