domingo, diciembre 31, 2006

Japón despide el año 18 de la era Heisei


CRÓNICA DESDE KIOTO// JORDI JUSTE
Jordi JUSTE
Es 25 de diciembre, Navidad, pero en Japón ya han recogido papanoeles, abetos y letreros de Merry Christmas y han reanudado los preparativos del cambio de año. Hasta 1873 el Año Nuevo llegaba a Japón, como en China, a principios de la primavera. La adopción del calendario gregoriano fue un paso en la homologación con Occidente, pero 133 años después los japoneses siguen manteniendo numerosas costumbres propias.

Durante todo diciembre, grupos de amigos, compañeros de estudio o trabajo y miembros de asociaciones se han reunido para celebrar el bonenkai (literalmente, reunión para olvidar el año), cenas regadas con abundante alcohol --que a menudo sirven para confesar que uno ha estado 12 meses aguantándose-- y terminan con varios comensales bordeando la pérdida de conciencia.

En casas, escuelas, templos y otros locales, diciembre es el mes del osoji, la limpieza en profundidad, en que se levantan tatamis, se retiran armarios y se da lustre a objetos para purificar los lugares y prepararlos para la llegada de Toshigami, el dios del Año Nuevo, que reparte felicidad. Hacia el día 25 se disponen en las entradas de las casas los kadomatsu, adornos vegetales que combinan cañas de bambú, ramas de pino y diversos arbustos. En puertas de casas y parachoques de muchos coches se cuelgan shimekazari, adornos que incluyen una cuerda sagrada y una mandarina. Y ya en el interior de las casas, en un lugar destacado, se coloca el kagamimochi, dos bollos de pasta de arroz con una mandarina encima que simbolizan el año que se va y el que llega y la dualidad de la naturaleza.

A finales de mes todos van a correos a echar los nengajo, las postales con las que se felicita el Año Nuevo y que el día 1 se encargarán de repartir cientos de miles de carteros. En los últimos años ha disminuido el número de nengajo, pero todavía rondan los 4.000 millones, o, lo que es lo mismo, más de 30 por habitante. Suelen incluir un número de lotería y una imagen del animal que corresponde según el horóscopo chino (el del 2007 es el jabalí). Además, desde hace unos años se ha generalizado la impresión, en un lugar preferente, de una fotografía familiar.Los últimos días del año los comercios están llenos de clientes que hacen acopio de los ingredientes para preparar las comidas típicas. Para despedir el año se comen fideos de trigo sarraceno toshikoshisoba (literalmente, fideos para atravesar el año) y para dar la bienvenida al nuevo se prepara lo que se conoce como osechi ryori, un conjunto de comidas artísticamente presentadas en unas preciosas cajas de madera lacada.

El fin de año es una celebración familiar. Generalmente se cena en casa, y de sobremesa se ven programas de entretenimiento por televisión. El año que termina, el 18 de la era Heisei (la del emperador Akihito), ha sido un año de cambio de liderazgo político, de inquietud por la prueba nuclear norcoreana, de consagración de Japón como campeón mundial de béisbol, de nacimiento de un heredero al trono del crisantemo, de escándalos financieros, de confirmación del declive demográfico y de un crecimiento económico esquivo para la mayoría.

sábado, diciembre 23, 2006

Cristianos consumistas durante un mes


CRÓNICA DESDE OSAKA // JORDI JUSTE
JORDI Juste
Este año muchos comercios japoneses instalaron las decoraciones de Navidad en pleno mes de noviembre, tal vez para paliar la caída de las ventas por el retraso en la llegada del frío. Lo normal es que a principios de diciembre, en la mayoría de las zonas comerciales del país, el paisaje se parezca al de muchas ciudades del mundo por la profusión de figuras de Santa Claus, árboles de Navidad y objetos deseando Merry Christmas a la clientela. Además, en galerías y grandes almacenes acompaña la música de villancicos, casi siempre en sus versiones inglesas.

Todo ello sucede a pesar de que menos del 1% de los 127 millones de japoneses se declaran cristianos. Desde la segunda guerra mundial, la Navidad se ha ido consolidando como una especie de celebración satélite de la fiesta verdaderamente importante aquí, el cambio del año.

Las familias que tienen niños pequeños han adoptado la tradición de que Santa Claus les traiga regalos la noche del 24. En muchos hogares hay árboles de navidad (artificiales casi siempre) e incluso se pueden ver bastantes casas con las fachadas iluminadas con lucecitas de colores. La televisión suele programar películas de Hollywood de tema más o menos navideño y en las noticias aparecen referencias a las celebraciones que tienen lugar en el mundo cristiano, pero para la mayoría de japoneses la Navidad no tiene ningún significado religioso o espiritual.

La estrella de la celebración es el christmas cake, un pastel de nata con fresas que cualquier familia que se tenga por normal debe comprar para comer en casa durante la Nochebuena. Lo más curioso es que la mayoría de japoneses tiene asumido que la Navidad es una tradición foránea y por eso muchos se muestran incrédulos cuando se les dice que lo del pastel es cosecha del ingenio comercial de los pasteleros del país. El pastel de Navidad es ya una parte tan sustancial de la cultura popular nipona que hasta hace unos años servía para hacer una metáfora de dudoso gusto sobre la boda de las mujeres japonesas, que se tenía que celebrar antes de los 24 años o ya era casi tan difícil como vender ese postre pasado el 24 de diciembre. Hoy en día, con las mujeres casándose alrededor de los 30 el chiste fácil ha perdido vigencia, pero no así el omnipresente pastel, que se vende en pastelerías, supermercados y tiendas de conveniencia.

Otro clásico son las cenas románticas en hoteles y restaurantes. Entre los jóvenes está tan extendida esa costumbre que muchas chicas confiesan que se emparejan durante el mes de diciembre para no pasar la vergüenza de no tener a nadie con quien vivir la experiencia. Pero lo más sorprendente de la Navidad japonesa sucede precisamente el día 25, jornada que, por supuesto, es laborable. Como por arte de magia, Santa Claus, árboles, villancicos y Merry Christmas desaparecen. El país, que se había disfrazado de cristiano consumista durante casi un mes, se quita la máscara y reaparece el viejo Japón sintoísta, con sus cañas de bambú, sus ramas de pino y sus cuerdas sagradas para preparar la llegada del Omisoka (Nochevieja) y el Shogatsu (Año Nuevo).

lunes, diciembre 18, 2006

Sayonara TV


LA TEMPORADA AZULGRANA
LA RETRANSMISIÓN DE LA TELE JAPONESA
• Los comentaristas del canal Yomiuri empezaron apoyando al Barça pero acabaron celebrando el triunfo del Internacional
JORDI JUSTE KIOTO
Nueve y media de la noche en Japón. La retransmisión de la cadena de televisión Yomiuri termina con unos protagonistas inesperados, los jugadores del Internacional de Porto Alegre celebrando el triunfo con el seleccionador brasileño, Dunga, y el brasileño, exinternacional japonés, Lopes.

Todo parecía preparado para que los espectadores japoneses se recrearan en el jogo bonito de Ronaldinho. El popular cómico Akashiya Sanma, conocido madridista pero amante del buen fútbol, había aparecido en el estudio luciendo una camiseta azulgrana. En los comentarios de otros invitados, como el ex del Valladolid, Shoji Jo, o el antiguo jugador del Palmeiras y del Génova, Kazuzoshi Miura, se notaba un claro favoritismo culé.

Nada más comenzar el partido, las cámaras de Yomiuri muestran una gran pancarta con el Més que un club en diversos idiomas. Posteriormente, el locutor glosará el significado de esas palabras y explicará a los espectadores japoneses la importancia de la cantera para el Barça. Asimismo, como en la semifinal contra el América, se refieren a la lengua catalana, en este caso para explicar que Frank Rijkaard la usa cada año para dirigirse a la afición.

De Ronaldinho destacan que en Brasil hay una controversia sobre por qué juega mejor con el Barça que con la selección. Muchos defienden que la canarinha debería jugar con el mismo sistema de juego que los azulgrana. También recuerdan que para Alexandre Pato, la joven estrella del Internacional, Ronaldinho es un ídolo. Sin embargo, también dicen que, según los expertos, en un hipotético partido entre 11 decos y 11 ronaldinhos, ganaría el equipo del internacional portugués. La intensidad del partido deja poco espacio para comentar algo más que el juego. En una de las escasas interrupciones, Jo comenta que Barcelona es una ciudad con mar y montaña donde se vive muy bien y que el Camp Nou es un estadio al que acude gente de todas las edades donde raramente se producen altercados.

Minuto 36 de la segunda parte. Marca el Inter para sorpresa de los comentaristas, a los que se les nota a la legua la decepción. Minuto 40. Todavía hay esperanza. Ronaldinho toma carrerilla para tirar una falta y los comentaristas le piden "un regalo de Navidad". La pelota no entra, pero no es cuestión de terminar en tono fúnebre así que, a medida que se va haciendo evidente que el Barça no tiene tiempo para reaccionar, el barcelonismo de la televisión japonesa se transforma en interismo y la retransmisión termina con los vencedores celebrando el triunfo en el estudio, y con Akashiya Sanma cambiando su camiseta del Barça por una del Internacional.

domingo, diciembre 17, 2006

Más ricos, más pobres


AUMENTAN LAS DIFERENCIAS DE RENTA EN EL PAÍS ASIÁTICO

• Japón lleva 57 meses de crecimiento económico pero la mayoría de la población no percibe la bonanza
• Los indigentes, casi inexistentes en los 90, son más de 40.000

JORDI JUSTE.KIOTO
Japón superó en octubre los 57 meses de crecimiento económico ininterrumpido que desde 1970 se mantenían como récord de expansión continuada y, sin embargo, la mayoría de la población sigue sin sentir los beneficios de esta racha de bonanza. Aunque el crecimiento es mucho más moderado que en los 60, el número de parados ha disminuido hasta casi el 4%. Sin embargo, al mismo tiempo, en los últimos 10 años han aumentado las diferencias de ingresos y se ha disparado el número de personas que se sitúan bajo el umbral nacional de pobreza.

Atrás quedan los años en que las nuevas cotas de riqueza alcanzadas proporcionaban una sensación de bienestar económico que invitaba a gastar alegremente. Los empleos de por vida son cada vez más escasos y mal remunerados, y los salarios que se obtienen en muchos trabajos temporales casi no alcanzan para cubrir los gastos individuales de vivienda y alimentación.

Déficit público

Todo ello ha venido acompañado de la reducción del gasto social, para recortar el descomunal déficit público, llevada a cabo durante los cinco años de Gobierno de Junichiro Koizumi. "En lugar de presionar al Gobierno para que aumente el gasto en obras públicas, las grandes empresas deberían mejorar los salarios y condiciones de trabajo de todos sus empleados para poner los cimientos de un renovado crecimiento en el gasto en consumo", afirmaba el diario Asahi Shimbun en un editorial.

La otra cara la ofrece el aumento del número de japoneses ricos. Según la consultora Merrill Lynch, los japoneses que disponían de más de un millón de dólares (750.000 euros) eran 1,34 millones en el 2004, un 10% más que el 2001.Esta situación ha conducido a algunos comentaristas sociales a afirmar que Japón se ha convertido en una nación de ganadores y perdedores. Aunque la tendencia comenzó antes de su llegada al poder, se critica la insistencia de Koizumi a favor de una sociedad en que cada uno sea recompensado según su esfuerzo, en detrimento de las ayudas a los perdedores. "Tenemos que crear un clima y tener una actitud mental en que la gente que trabaja duro vea reconocidos sus esfuerzos", declaró antes de dejar el cargo.

Aunque es cierto que Japón sigue siendo una de las sociedades más igualitarias del mundo desarrollado, el número de japoneses que viven con menos de un millón de yenes (unos 6.700 euros) al año alcanzó en el 2005 los 3,6 millones, un 16% más que cuando Koizumi llegó al poder. Asimismo, el número de personas que viven en la calle supera las 40.000, según las oenegés (25.000 según el Gobierno), una cifra muy baja comparada con otros países considerados ricos pero muy alta si se tiene en cuenta que hasta los 90 este era un fenómeno prácticamente inexistente en el país.

Durante la crisis de final de siglo se creía que se trataba de un problema pasajero, pero cinco años de crecimiento no han servido para rescatar a los que cayeron en el pozo de la indigencia.

martes, diciembre 12, 2006

Mino Monta, el presentador récord


Para Teletodo (Grupo Z)
La televisión en el mundo.
Japón. Jordi Juste
Los japoneses ya sabían que Norio Minorikawa, conocido como Mino Monta, es un presentador de televisión casi ubicuo. No hay día de la semana en que no se emita alguno de sus programas. Ahora el libro Guiness lo ha reconocido como el presentador que más tiempo trabaja en directo a la semana, 21 horas y 42 minutos, proeza que logra en 11 shows de lunes a sábado.
Su primera aparición se produce en el magazine “Asa Zuba” (A las claras por la mañana,) cada día, de lunes a viernes, de 5:30 a 8:30 de la mañana. Tras una pausa de menos de cuatro horas, vuelve a la carga en “Omoikiri terebi” (Televisión a tope) de 12, a 2 de la tarde, donde ofrece consejos prácticos y de salud a la audiencia, mayoritariamente amas de casa y jubilados. Entre los diversos programas grabados que presenta por la tarde destacan la versión japonesa de “¿Quién quiere ser millonario” y “Dobutsu kiso tengai”, un espacio sobre animales sorprendentes.
Mino Monta, de 62 años, tiene un estilo muy personal -enfático, seductor y decidido sin llegar a ser autoritario-, que le reporta, además de una audiencia fiel y muchos imitadores, unos ingresos anuales de más de 500 millones de yenes (unos tres millones y medio de euros).

lunes, diciembre 11, 2006

Un templo para el club de la comedia japonés


CRÓNICA DESDE OSAKA // JORDI JUSTE

Por primera vez en 60 años, Osaka cuenta con un teatro dedicado exclusivamente al arte del rakugo. La inauguración del nuevo centro supone la confirmación de la vigencia de este género de humor tradicional. El término rakugo (literalmente, palabra caída) parece tener su origen a finales del siglo XIX, pero el arte del monólogo cómico japonés se remonta como mínimo al siglo XVII, cuando los profesionales que lo practicaban eran contratados por los señores de la guerra de entonces para distraerlos en los momentos de asueto de las campañas militares.

Antes de la segunda guerra mundial, Osaka y Tokio contaban con numerosos teatros de rakugo, que ofrecían entretenimiento a precios moderados al pueblo llano. Pero los bombardeos aéreos acabaron con la mayoría. Sin embargo, el género sobrevivió en otros teatros cómicos o en la radio y la televisión, medios a los que se adapta con gran facilidad. En la actualidad hay diversos programas televisivos de rakugo seguidos por un público de edades diversas, sobre todo los fines de semana.

La gente de Osaka tiene fama de ser la más salada de Japón. Además, la capital del oeste japonés es la sede de la agencia Yoshimoto, proveedora de gran parte de los cómicos que pueblan los numerosísimos programas de humor de la televisión nipona, así como muchos de los teatros de la ciudad y también de Tokio. Pero el rakugo no es una forma más del humor nipón, es una demostración de la compatibilidad del arte, la tradición y la risa.

La gracia del rakugo no está tanto en la historia como en la manera de contarla. El artista, vestido con un quimono sobrio y sentado sobre un almohadón cuadrado, cuenta con un abanico y un pañuelo por todo atrezo. Sus únicas armas son su lenguaje corporal y su voz, que usa para representar los diversos personajes y los sonidos de acompañamiento. El cuento tiene un final cómico, la llamada palabra caída o rakugo. La entrada y salida del artista se subrayan con el sonido del shamisen (instrumento de cuerda tradicional) y la flauta shakuhachi.

Hay un repertorio clásico de historias a las que los diferentes actores hacen aportaciones personales, pero el rakugo, especialmente en sus versiones mediáticas, también hace chanza de la actualidad. Por estas fechas, una fuente de inspiración son las cenas de empresa para despedir el año, en las que muchos japoneses se exceden con el alcohol y rompen el protocolo y el habitual respeto a los superiores jerárquicos, lo que genera numerosas situaciones embarazosas que los contadores de historias convierten en arte.

El nuevo teatro de rakugo se llama Tenjin Hanjo Tei, tiene capacidad para 250 personas y está situado junto al santuario sintoísta Temmangu, en el popular barrio de Temma, en el centro de Osaka. Para su construcción se hizo una campaña de donativos que recogió 200 millones de yenes (más de un millón de euros) entre los comerciantes locales y entre los miembros de la asociación de rakugokas. El edificio está construido con madera de ciprés, la preferida en muchas construcciones sintoístas, con la esperanza de que dure por lo menos cien años.

domingo, diciembre 10, 2006

Voracidad atunera


PREOCUPACIÓN DE LOS CONSUMIDORES NIPONES POR LA MERMA DE PESCADO
• Los organismos internacionales intentan frenar la disminución de la población mundial de atunes
• Las medidas pueden cambiar los hábitos alimentarios de los japoneses
JORDI JUSTE KIOTO
Es muy improbable que los japoneses renuncien voluntariamente a una de las delicias de su gastronomía, los filetes crudos de toro, el vientre graso de los atunes. Sin embargo, las noticias que llegan sobre los mercados pesqueros y sobre la población mundial de atunes rojos apuntan a que cada vez son menos los peces y más los humanos ávidos de comérselos. El problema ha llevado a diversos organismos internacionales a dar la voz de alarma, y ya se han tomado medidas que pueden afectar a corto y medio plazo los hábitos alimenticios de los japoneses.
Reducción de capturas
En octubre, la cuota de atunes que Japón puede pescar en el Pacífico sur fue reducida a la mitad, y el pasado 26 de noviembre la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) decidió en Dubrovnik (Croacia) reducir un 20% las capturas totales en la zona, que incluye el este del océano Atlántico y el Mediterráneo; una medida ridícula según los conservacionistas. "Es un plan de hundimiento, no de recuperación, y una burla al trabajo de los científicos. La UE ha traicionado su obligación de gestionar de manera sostenible las pesquerías a favor de los intereses a corto plazo de su propia industria atunera", declaró Sergi Tudela, representante de la asociación de defensa de la naturaleza WWF-Adena.
Aproximadamente la mitad del atún que se pesca en el área se exporta a Japón, que consume una cuarta parte de las capturas mundiales de este pez. A pesar de la voracidad atunera de los japoneses, sus autoridades adoptaron en Dubrovnik una actitud mucho más proteccionista que la de la UE. "Tenemos que llegar a un acuerdo sin falta. Los recursos mermarán si la situación se mantiene", reconoció el representante nipón, Katsumasa Hanafusa, frente a la oposición comunitaria a reducir cuotas.
Una porción sustancial del atún que se come en Japón (un 20% de las importaciones) proviene de las costas españolas, donde los peces capturados en el Mediterráneo oriental son engordados en jaulas hasta alcanzar el tamaño ideal. WWF-Adena ha denunciado que este método escapa a los límites de capturas. Sin embargo, tener a los atunes encerrados es ideal para que desarrollen desproporcionadamente sus grasientos vientres y hagan así las delicias de los sibaritas nipones.
La presión comercial sobre el mar no es nueva ni limitada a los atunes, pero estos son la imagen de unos recursos menguantes que hay que repartir entre un número creciente de consumidores. La crisis en el consumo de la carne, provocada entre otros motivos por la enfermedad de las vacas locas y la gripe aviaria, ha disparado el consumo mundial de pescado. A esto hay que añadir el crecimiento económico chino, que ha generado una población con poder adquisitivo para emular a sus vecinos.
Grandes consumidores
Los japoneses son grandes consumidores de pescado desde tiempos ancestrales. No solo son una nación isleña, sino que durante siglos vivieron siguiendo el precepto budista de evitar comer carne. Desde el siglo XIX su consumo no ha dejado de aumentar, pero el pescado sigue aportando más de un tercio de las proteínas de los japoneses. Uno de cada diez pescados capturados en el mundo se come en el archipiélago y la media de consumo por persona es de casi 70 kilos al año (menos de 40 en España).
Las recientes noticias sobre el atún han sorprendido a muchos japoneses, que ignoraban que uno de sus manjares favoritos pudiera estar en peligro de extinción a medio plazo. En cualquier ciudad de Japón se pueden encontrar numerosos restaurantes de sushi donde dos generosas porciones de atún crudo con arroz en vinagre cuestan menos de un euro. Los precios de los productos del mar en las pescaderías han subido moderadamente en los últimos años, pero, a pesar de la dramática situación en los océanos, la oferta sigue siendo abundante y no se percibe en los consumidores una urgencia por moderar su apetito.

lunes, diciembre 04, 2006

Roppongi Hills, la colina de las vanidades japonesas


Crónica desde Tokio
Jordi Juste
Si en 1972 a la torre Eiffel le salió la competencia de la Tour Montparnasse como principal atalaya sobre París, en 2003 la finalización de la Mori Tower supuso el fin de la supremacía de la torre de Tokio como mirador de la capital de Japón. Sin embargo, a diferencia del rascacielos parasino, el tokiota no es el edificio más alto del país, a pesar de sus 238 metros. Ese honor le corresponde todavía a la Yokohama Landmark Tower, de 295 metros de altura.
En sus tres años de vida, la Mori Tower se ha convertido en un símbolo de la nueva economía. Las principales empresas de Internet y muchos de los inversores que se han enriquecido con la recuperación de la alegría en la bolsa de Tokio compitieron desde la inauguración para ocupar alguno de sus 54 pisos. El rascacielos es el centro del complejo inmobiliario Roppongi Hills, de 109.000 metros cuadrados, en el que también se encuentran los estudios centrales de la cadena de televisión TV Asahi, así como el hotel de lujo Grand Hyatt, un centro comercial y recreativo, un museo de arte y casi 800 apartamentos de súper lujo.
Según la empresa promotora, el año pasado 44 millones de personas visitaron Roppongi Hills, que se ha convertido en uno de los lugares que hay visitar en Tokio, especialmente el observatorio de la planta 52. Para muchos japoneses, hasta hace poco, el barrio de Roppongi no era más que un conocido centro de ocio nocturno que aparecía frecuentemente en las noticias por escándalos relacionados con el tráfico de drogas o el empleo de camareras extranjeras ilegales. Ahora es mucho más, es sobre todo el lugar donde hay que estar para mostrar que se ha llegado a la cúspide del mundo de los negocios, para entrar en el selecto grupo conocido como Hills zoku (la tribu de los Hills).
Pero Roppongi también es la colina desde donde se producen algunas de las caídas más sonadas, como la de Takafumi Horie, el propietario del portal de Internet Livedoor, que en 2005, con sólo 33 años, era uno de los hombres más ricos del país y llegó a presentarse a las elecciones al parlamento con el apoyo del primer ministro Koizumi. En enero de 2006 Horie, que se hizo especialmente famoso por su atuendo informal y su fracasado intento de hacerse con el control de la cadena de televisión Fuji TV, fue acusado de fraude y tuvo que cambiar Roppongi Hills por una celda en la carcel, de donde salió en abril tras depositar una fianza de 300 millones de yenes (unos dos millones de euros). Poco tiempo después, le siguió Yoshiaki Murakami, de 46 años, fundador de un agresivo fondo de inversiones que generó en pocos años tanta riqueza como odios en el conservador mundo de las grandes empresas japonesas. Murakami, acusado entre otras cosas de usar información privilegiada, facilitada precisamente por su vecino Horie, tuvo que depositar 500 millones de yenes (más de tres millones de euros) para poder regresar a su vivienda en los Hills.
A los gestores de Roppongi Hills no parecen preocuparles ni los escándalos ni la finalización, en 2007, a menos de un kiómetro de distancia, del proyecto Tokyo Midtown cuya torre principal tendrá 10 metros más que la Mori Tower y albergará en sus plantas superiores las habitaciones del hotel Ritz Carlton. Algunos inquilinos, como Yahoo Japan, ya han anunciado su futuro traslado a Tokyo Midtown, però en la Mori Tower dicen que cuentan con una larga lista de espera.

viernes, diciembre 01, 2006

Japón comienza a perder población


El censo confirma que en 2005 se inició el declive
Una de cada cinco personas tiene más de 65 años
Jordi Juste. Kioto
Los datos del censo recientemente publicados han confirmado que el año pasado la población de Japón se redujo por primera vez desde 1945. A primeros de octubre de 2005 el país tenía 127.767.994 habitantes, 22.000 menos que un año antes. La noticia no ha causado ninguna sopresa, ya que todos los expertos la venían anunciando hacía tiempo, debido a la baja natalidad y a la política restrictiva en materia de inmigración. El descenso de población ha coincidido con el anuncio de que entre enero y julio de este año han nacido 645.000 niños, 14.000 más que el año pasado.
Más ancianos y extranjeros, pero menos niños
La realidad es que Japón ya tiene un veinte por ciento de habitantes mayores de 65 años, mientras los menores de 15 no pasan del trece por ciento, una pirámide invertida que seguirá ensanchándose en la cúspide y estrechándose en la base con el envejecimiento de los nacidos durante el gran crecimiento demográfico. Descartada una gran catástrofe, la situación sólo cambiaría si entrara al país un gran número de inmigrantes o aumentara sustancialmente la natalidad, que fue de 1,25 niños por mujer en 2005 (1,3 niños por mujer en España), lejos del 2,1 por ciento necesario para mantener la población.
El inicio del declive se produjo a pesar de que el número de extranjeros aumentó respecto al censo del año 2000, en poco más de 200.000, casi la mitad de ellos chinos. Con las nuevas incoprporaciones, Japón tiene algo más de un millón y medio de residentes extranjeros, aunque más de la mitad son coreanos y chinos nacidos en Japón, por lo que la población realmente inmigrante no llega al uno por ciento del total ni añadiendo los casi 300.000 que residen ilegalmente. Es muy probable que el número de extranjeros siga aumentando, pero a un ritmo lento, dada la resistencia japonesa a renunciar a la homogeneidad social.
Aumentar la natalidad
La única solución realista parece ser aumentar la natalidad, una tarea difícil a juzgar por la situación de las mujeres. La edad media de las japonesas para casarse hoy en día es de 28 años, comparada con los 24 años de 1964, pero casi un 50 por ciento siguen solteras y sin descendencia a los 30 años, algo impensable en el Japón tradicional, donde era común recurrir al omiai (o cita concertada por la familia) para conocer al pretendiente.
El matrimonio por enamoramiento no es el único responsable de la baja natalidad. Otros factores son el difícil acceso y permanencia de la mujer en el mercado de trabajo y la conciliación entre vida laboral y familiar. Un 70 por ciento de las japonesas deja de trabajar al tener el primer hijo, y pocas se reincorporan posteriormente, casi siempre en peores condiciones. Su media salarial es del 67 por ciento del salario masculino y un 40 por ciento trabaja con contratos a tiempo parcial, cuatro veces más que los hombres.
Natalidad costosa
Los países del norte de Europa han demostrado que una mejor situación laboral de la mujer puede traducirse en una mayor natalidad, al aumentar la sensación de seguridad y las posibilidades económicas. En Japón el coste económico de la crianza es una de las principales razones citadas por las mujeres para justificar su poca proclividad a dar a luz. Otra es la falta de guarderías y de pediatras.
Las políticas públicas van muy por detrás de las necesidades, pero los políticos no dejan de hacer promesas. “Mi gobierno hará todos los esfuerzos para avanzar medidas de solución del descenso de la tasa de natalidad y construir una sociedad donde sea fácil criar hijos”, dijo el primer ministro Shinzo Abe en septiembre, en su toma de posesión.
Con todo, tampoco es indiscutible que a Japón le convenga mantener la población actual, tres veces la española con sólo el 75 por ciento del territorio de España. El problema es que el sistema de seguridad social, en que la población activa mantiene a la pasiva, es insostenible si ésta no deja de crecer y la primera de menguar, por lo que parece inevitable aumentar la edad de jubilación.