lunes, junio 07, 2010

La noria de los gobernantes

Entrada a la residencia oficial del Primer Ministro, en Tokyo. Jordi Juste
Información publicada en la página 12 de la sección de Mundo de la edición impresa de El Periódico del día 05 de junio de 2010

CAMBIO POLÍTICO EN la segunda economía del mundo Análisis
Sábado, 5 de junio del 2010
Jordi Juste Periodista
Naoto Kan es el sexto primer ministro que tiene Japón en los últimos cuatro años. Le han precedido en el cargo su correligionario Yukio Hatoyama, del Partido Demócrata y los liberales Taro Aso, Yasuo Fukuda, Shinzo Abe y Junichiro Koizumi. En la historia política contemporánea de Japón Hatoyama y Koizumi se sitúan en dos extremos por su duración en el cargo. Si es raro que Hatoyama haya abandonado tras solo ocho meses, también sorprendió Koizumi por gobernar cinco años y dejar el mando por propia voluntad con la popularidad prácticamente intacta.
Koizumi es una de las pocas excepciones a la norma de los jefes de Gobierno efímeros. Japón ha tenido ya 32 primeros ministros desde 1945. Esto, que en otro país sería síntoma de zozobra política, se vive allí como algo casi natural. La lógica es que los votantes no eligen al primer ministro sino a senadores y diputados que son los encargados de escoger al líder del Ejecutivo y de sustituirlo si renuncia al cargo o lo consideran incapaz de ejercerlo.
En los dos grandes partidos, el primer ministro es elegido después de ser nombrado presidente de su formación, a la que se supone que controla. Pero en la práctica no hay que olvidar que en Japón es más importante el grupo que el individuo y, por lo tanto, el líder ejerce una función más representativa que de mando. Si el grupo –el partido, en este caso– se da cuenta que el que da la cara por él es más un lastre que un activo para su popularidad, lo aparta y pone a otro en su lugar.

1 comentario:

  1. Lo que levanta sospechas en todo este sistema es la altísima corrupción con la que cuenta este país. Algunos de los más grandes directores de cine plasmaron perfectamente la problemática cuando de una u otra forma resumían las problemáticas políticas a problemas de faldas.

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