viernes, octubre 06, 2006

Las amenazas de Corea del Norte ponen a prueba a Shinzo Abe

Japón podría imponer sanciones económicas
Abe quiere reformar la Constitución pacifista

Jordi Juste. Kyoto
El anuncio, el pasado martes, por Corea del Norte de que realizará pruebas nucleares ha servido para que el nuevo primer ministro japonés, Shinzo Abe, muestre su anunciada política de firmeza respecto al regimen comunista. Abe incia el próximo domingo un viaje a Pekín y Seúl para reunirse con los presidentes de China, Hu Jintao, y de Corea del Sur, Roh Moo-hyun, con los que intentará concertar una respuesta a Pyongyang. Ayer el mandatario nipón afirmó en el Parlamento su intención de imponer sanciones económicas en solitario si es necesario, aunque por el momento parece que Tokio prefiere jugar la carta de la diplomacia.

“Tiene que haber una discusión en Naciones Unidas que permita decirle a Corea del Norte que si sigue así su situación se agravará”, respondió Abe ayer a la pregunta de un parlamentario. Mientras, en Nueva York, Japón y Estados Unidos presionaron para que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas emitiera un mensaje firme, a lo que Rusia y China se mostraron reticentes.

La presente crisis es un nuevo capítulo en el enfrentamiento entre Corea del Norte y la comunidad internacional por los planes del regimen comunista de desarrollar su arsenal nuclear. Se cree que en la actualidad Pyongyang posee ya varias bombas y misiles para alcanzar como mínimo todo el territorio de Japón, país en el que Estados Unidos cuenta, además de con numerosos intereses económicos, con más de 30.000 soldados permanentemente estacionados.

El primer ministro japonés defendió repetidamente antes de llegar al cargo la necesidad de adoptar una postura firme respecto a Corea del Norte, tanto por los japoneses secuestrados en los años 80, como por los planes nucleares. Tras los ensayos balísticos fallidos de julio pasado, Abe, que era el portavoz del gobierno de Junichiro Koizumi, llegó a declarar que Japón debería pensar en dotarse de la capacidad militar para realizar ataques preventivos.

Se trata de uno de los motivos por los que el nuevo líder defiende la necesidad de reformar la Constitución pacifista impuesta en 1947 por Estados Unidos, para dar cabida a las Fuerzas de Autodefensa y darles un rol equiparable al del ejercito de cualquier otro país, algo que se ve con especial preocupación en Corea y en China, país con el que Japón mantiene litigios fronterizos y disputas tanto por el apoyo de Tokio a Taiwán como por el liderazgo político y económico en la región.

Abe, el primer mandatario japonés nacido tras la segunda guerra mundial, se estrena en el cargo con el sambenito de “halcón” debido a sus planes de dotar a Japón de una mayor capacidad de intervención en asuntos militares, así como por su actitud respecto al pasado, ya que se ha mostrado repetidamente partidario de que la historia que se enseña a los niños japoneses ponga más énfasis en los aspectos positivos, algo que se interpreta como un intento de esconder las atrocidades cometidas por Japón en el resto de Asia en la primera mitad del siglo XX.


La Carta Magna
El artículo 9 de la Constitución japonesa dice: “Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y al uso de la fuerza como medio de resolver disputas internacionales.
Para cumplir el objetivo del párrafo precedente, las fuerzas de tierra, mar y aire, así como cualquier otro potencial bélico, no será mantenido jamás. El derecho a la beligerancia del Estado no será reconocido”.
A pesar de la claridad de la prohibición constitucional, la guerra fría, y en particular la guerra de Corea, convirtieron a Japón en una pieza básica de la estrategia de seguridad de los Estados Unidos, que no sólo permitió sino que impulsó la creación de las llamadas Fuerzas de Autodefensa, que son en realidad unas de las fuerzas armadas más bien dotadas de la zona, aunque no poseen el armamento nuclear con que sí cuentan China, Rusia, Estados Unidos y, probablemente, Corea del Norte.

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