jueves, febrero 08, 2007

Japón sigue ahorcando reos discretamente


El día de Navidad 4 hombres fueron ejecutados
La oposición a la pena de muerte es muy escasa
Jordi Juste. Kioto
El día de Navidad cuatro hombres fueron ahorcados en Japón. No hubo vigilias de protesta ni campañas de recogida de firmas ni pronunciamientos internacionales en contra. Todo se hizo, como siempre que hay ejecuciones, discretamente, sin anuncios ni siquiera a sus familias. La noticia de que se había ejecutado a cuatro internos se dió una vez estaban firmados los certificados de defunción y no provocó ninguna reacción destacable en la opinión pública, más allá de las críticas habituales de algunos políticos de la oposición y de miembros de grupos contrarios a la pena capital. “Es Navidad, un día especial incluso para los que no son cristianos. No puedo entender por qué escogieron llevar a cabo las ejecuciones”, declaró Nobuto Hosaka, del Partido Social Democrático.
Los cuatro ejecutados eran Hiroaki Hidaka, de 44 años, convicto por la muerte de cuato mujeres en 1996; Michio Fukuoka, de 64 años, condenado por el asesinato en 1981 de tres personas; Yoshiaki Akiyama, de 77 años, sentenciado a morir por la muerte en 1975 de una empresaria a la que robó 10 millones de yenes (65.000 euros.); y Yoshio Fujinami, de 75 años, condenado por el asesinato en 1981 de dos parientes de su ex mujer.
Ejecuciones todos los años
Las cuatro ejecuciones se producen tras un paréntesis de 15 meses debido a la resistencia del anterior ministro de Justicia, el budista Seiken Sugiura, a firmar las órdenes de ejecución. Se mantiene así el rtimo de efectuar como mínimo una ejecución cada año retomado cuando en 1993 terminó la moratoria impuesta por el ministro Masaharu Gotoda. El actual titular de Justicia, Jinen Nagase, declaró al tomar posesión en septiembre que entendía “que hay voces contra la pena de muerte”, pero se mostró inclinado a prestar mayor atención a los sentimientos de las víctimas y a “mantener el orden en la sociedad”. Tras las ejecuciones de Navidad, Nagase se limitó a declarar que había tomado su decisión “de forma adecuada y cuidadosa, de acuerdo con la ley”.
Las cárceles japonesas cuentan ahora con 94 internos condenados a morir que esperan la firma del ministro, la única persona autorizada por la ley para dar la orden. Entre los habitantes del corredor de la muerte se cuentan criminales tan famosos como Chizuo Matsumoto, conocido como Shoko Asahara, el líder de la secta Aum, responsable del envenenamiento con gas sarín en el metro de Tokio, que en 1995 causó la muerte de 12 personas y miles de heridos.
Tras las ejecuciones, resposables del Ministerio de Justicia dieron a conocer su preocupación por la sobrepoblación del corredor de la muerte, debido al aumento del número de condenas y al mayor celo de los ministros al escoger casos que no generen polémica. Precisamente, el día 27 se supo que el tribunal superior de Nagoya ha denegado la posibilidad de repetir el juicio de Masaru Okunishi, un hombre de 80 años condenado en 1961 por la muerte por envenenamiento de cinco mujeres, un crimen que en principio confesó pero que luego afirmó haber admitido bajo presión de la policía.
Secretismo
Los condenados a muerte en Japón son informados de sus ejecuciones la mañana del día en que van a ser llevadas a cabo y las familias reciben la notificación cuando ya son un hecho. Según el Ministerio se hace así para evitar el sufrimiento de los reos. Sin embargo, Aministía Internacional ha criticado repetidamente la práctica como una forma de evitar que se abra un debate sobre la pena de muerte. Por el momento, las encuestas muestran que cerca del 80 por ciento de japoneses acepta esta forma de castigo. En la cultura nipona está muy arraigada la idea de pagar por los errores con la propia vida y se repiten periódicamente casos de asesinos que piden ser ejecutados.

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