martes, julio 10, 2007

'Lluvia de ciruelas' en el país del sol naciente


9/7/2007 CRÓNICA DESDE KIOTO
JORDI Juste
A principios de verano, cuando las masas de aire frío procedente del continente y de aire caliente y húmedo del Pacífico se encuentran, comienza en el noreste de Asia el tsuyu, un periodo de un mes en que llueve casi cada día. El frente se desplaza de sur a norte, y afecta tanto a Japón como a China y a Corea. Como consecuencia, el mes más lluvioso del año es, según la latitud, junio o julio. En Kioto, por ejemplo, la media de lluvia en junio es de 232 milímetros por metro cuadrado, seis veces la de Barcelona y más del doble de la que cae en la capital de Catalunya en octubre, el mes más lluvioso. En años especialmente lluviosos, el tsuyu puede causar graves inundaciones y desprendimientos de tierra en zonas montañosas.
Sin embargo, este año, las lluvias de junio llegaron al centro de Japón tan tarde y tan escasas que durante días las conversaciones de ascensor se centraron en discutir si realmente el tsuyu había llegado y qué repercusiones tendrá este verano. La agencia meteorológica, que había anunciado la llegada del frente a Tokio de junio, tuvo que aclarar que la fecha no era oficial.
Aunque finales de junio o primeros de julio sean los meses más húmedos en el archipiélago, ello no significa que durante el resto del año Japón sea un país seco. En Kioto, en 12 meses, caen más de 1.500 milímetros de agua por metro cuadrado (en Barcelona, casi 600). Pero los japoneses están acostumbrados y preparados para la lluvia. Se vende una enorme variedad de chubasqueros, paraguas y botas de agua; en casi todos los edificios hay paragüeros y son numerosos los comercios que ofrecen fundas de plástico para entrar con el paraguas sin dejar el suelo perdido.
Además, la lluvia es uno de los motivos por los que en muchas ciudades existen amplísimas redes de galerías comerciales subterráneas. En Osaka, por ejemplo, se puede hablar de una ciudad paralela bajo tierra que, según algunas fuentes, es la más extensa del mundo. Además, kilómetros y kilómetros de calles están cubiertas con techos translúcidos que permiten que la actividad comercial no se vea afectada. En Kioto, las aceras de las principales calles del centro están cubiertas por unas marquesinas que afean el paisaje, aunque resultan muy prácticas. Con todo, el hecho de que llueva cada día durante semanas no deja de ser un inconveniente, sobre todo para el transporte público, que se ve saturado de gente que en días despejados se desplaza en bici o en moto.
Tsuyu significa literalmente lluvia de ciruelas, la fruta que madura coincidiendo con la llegada del frente húmedo. Para muchos ciudadanos es un engorro, pero para la agricultura es vital, ya que aporta el agua necesaria a los campos de arroz. A pesar de que cada vez hay menos agricultores, el cultivo de este cereal no es remoto para la mayoría de japoneses. A poco que se salga de las ciudades, se encuentran pequeños campos, a veces encajonados entre edificios, que durante la estación invernal están vacíos y ahora se están inundando para hacer crecer las plantas que se cosecharán a finales de verano, a ser posible antes de que lleguen los tifones.

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