domingo, julio 01, 2007

A tiro limpio en Japón


1/7/2007 ALARMA EN UN PAÍS TRADICIONALMENTE SEGURO
• El Gobierno japonés aumenta el control de las armas tras el asesinato del alcalde de Nagasaki
• El armamento ha proliferado en los últimos años entre los mafiosos
JORDI JUSTE.KIOTO
Japón es un país con fama de seguro. En comparación con otras democracias, aquí se cometen pocos robos o crímenes violentos. Sin embargo, en los últimos tiempos se han producido varios tiroteos que han creado alarma social y han obligado a reaccionar al Gobierno.
Sin ir más lejos, el pasado 25 de junio una comisión especial impulsada por el primer ministro, Shinzo Abe, anunció una serie de medidas para mejorar el control de las armas de fuego. El Ejecutivo aumentará las penas para los que violen la ley que regulará las armas y creará una oficina especial en el servicio de aduanas para combatir las importaciones ilegales. Abe ha subrayado: "Japón ya tiene uno de los controles más estrictos del mundo, pero creo que debe ser todavía más exhaustivo".
Crimen sonado
La alarma saltó el pasado 17 de abril, cuando el alcalde de Nagasaki, Itcho Ito, fue asesinado por un pistolero que le tiroteó a quemarropa por la espalda a la salida de su oficina electoral. Y aumentó la preocupación días más tarde, cuando otro mafioso se hizo fuerte en un edificio de apartamentos de las afueras de Tokio después de disparar mortalmente contra un compañero de banda. Un mes después, un exmiembro de otro grupo del crimen organizado mató a un policía e hirió a otro cerca de Nagoya.
Estos incidentes siguen a muchos otros protagonizados por miembros de la Yamaguchi-gumi, la principal organización de la yakuza, la mafia nipona, y sus rivales de la Sumiyoshi-kai. Según los expertos, la lucha está provocada por las pretensiones de la primera, con base en Kobe, de expandirse en la zona de la capital para compensar la pérdida de negocios por la presión policial. La policía tiene censados a más de 80.000 yakuzas. Casi la mitad de ellos pertenecen a la Yamaguchi-gumi o a alguno de los grupos afiliados con que cuenta por todo el país.
En general, la existencia de estos ejércitos de delincuentes no causa graves problemas a la mayoría de la población. Se dedican fundamentalmente a controlar sectores ilegales como la prostitución, la venta de drogas y la protección de locales de ocio nocturno, o a extorsionar a empresas amenazándolas con revelar noticias comprometedoras, pero procuran evitar crearse la animadversión abierta de la sociedad japonesa.
Lo cierto es que el año pasado hubo en Japón solo 53 tiroteos, que se saldaron con dos muertos y 17 heridos. Además, en febrero, el suicidio del jefe de la principal banda asociada en Tokio a la Yamaguchi- gumi se interpretó como una forma de sellar la paz con la Sumiyoshi-kai, por lo que se esperaba que seguiría una época de relativa calma.
Sin embargo, los incidentes han servido para conocer datos que han hecho aumentar la inquietud sobre las armas de fuego. Así, se cree que hay unas 50.000 armas ilegales en el país, la mayoría de ellas en manos de yakuzas, que las compran directamente en el extranjero o usando servicios privados de mensajería internacional.
Pistolas españolas
La policía japonesa trata de controlar este comercio ilegal, pero cada vez consigue interceptar menos importaciones. De las 1.880 armas confiscadas en 1995 se pasó a solo 458 el año pasado. De estas, 68 estaban fabricadas en Japón y el resto en varios países, principalmente EEUU, China y España.
Según los propios yakuzas, la facilidad con la que operan es en parte debida a la falta de pericia de las fuerzas de seguridad. "La caída de las aprehensiones de armas señala únicamente la incompetencia de la policía", declaraba recientemente un pistolero al diario Asahi Shimbun.
Según el mismo periódico, una pistola Smith & Wesson como la que sirvió para asesinar al alcalde de Nagasaki cuesta normalmente unos 700.000 yenes (4.360 euros) en el mercado negro. Sin embargo, su precio puede casi doblarse en situaciones de guerra abierta entre bandas.

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