martes, marzo 13, 2012

¿Nadie quiere los escombros del tsunami?



Ha pasado un año del gran tsunami de Tohoku y solo un 6% de los escombros generados por la ola gigantesca ha podido ser retirado de la zona. ¿Por qué? Fundamentalmente, porque hasta ahora el resto de provincias de Japón se están mostrando muy reticentes a aceptarlos.

Hace pocos días, en Casa Asia (Barcelona), el profesor Yoshio Sugimoto usaba esta actitud para explicar la dualidad regional que vive el país. Tras las metrópolis modernas y ricas hay zonas rurales atrasadas con poblaciones menguantes y cada vez más envejecidas, dedicadas en gran parte a proveer las zonas urbanas. Por ejemplo, el noreste -ahora afectado por el desastre natural y por el estigma de Fukushima- producía una gran parte de la energía que consumían las provincias del área metropolitana de Tokio.

Ahora recibe muestras de solidaridad en forma de buenas palabras -e incluso de dinero- pero encuentra respuestas frías a las peticiones de colaboración en este aspecto. El gobierno central acaba de anunciar que quiere asumir la tarea de encontrar un destino a los restos.

Es capital. Porque sin sacar los escombros no se puede construir. Pero también por el devastador efecto psicológico que produce en los supervivientes seguir rodeados de su pasado ahora convertido en basura.

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