lunes, diciembre 17, 2007

El Jumbo, la versión japonesa del gordo

14/12/2007 CRÓNICA DESDE OSAKA // JORDI JUSTE
Entre los premios fijos de lotería más grandes del mundo se encuentran el gordo de Navidad español y el Jumbo de Fin de Año, que se sortea en Japón el último día de diciembre. El gran sorteo español es muy difícil de superar, sobre todo en la cantidad global de premios que reparte (más de 2.000 millones de euros en total en el 2006, 300 para el gordo). Sin embargo, en cuanto a la proporción entre la apuesta y lo que se puede llegar a ganar, el Jumbo japonés lo supera con creces. Así, si en España se pueden lograr 15.000 euros por cada euro apostado, en Japón la misma inversión aspira a un beneficio de unos 650.000 euros, ya que el precio del boleto son 300 yenes (menos de dos euros) y el premio máximo es de 200 millones de yenes (1,2 millones de euros) para cada uno de los 74 boletos agraciados.
También en Japón, la lotería de Fin de Año se ha convertido ya en una tradición. El día que se pone a la venta, a finales de noviembre, las televisiones muestran imágenes de colas en los enormes quioscos de venta que se instalan en el centro de las grandes ciudades y adonde acuden los que creen que la suerte hay que irla a buscar. En el resto del país, la lotería se vende sin atropellos en los 15.000 pequeños quioscos permanentes donde, durante todo el año, se pueden comprar los boletos de los sorteos ordinarios de la lotería, de la lotería primitiva y del rasca-rasca.
La lotería resurgió en Japón en 1945, tras un siglo de prohibición, como forma de recaudar dinero para la guerra. Terminada la contienda, los sorteos tenían como objetivo recaudar fondos para la reconstrucción nacional. Su gestión está cedida a un banco (el Mizuho, actualmente), y la mayor parte de los ingresos va a parar a las arcas de los gobiernos provinciales y municipales.
En Japón, además de en la lotería, se puede apostar legalmente en los hipódromos, velódromos, carreras de lanchas y en la quiniela del fútbol. O se puede acudir a las ubicuas salas de pachinko, el híbrido de milloncete y tragaperras en el que se ganan premios en especies que luego se cambian por dinero en una garita que está a la vuelta de la esquina. A parte de estas formas legales de apostar, se juega también con dinero al majong, normalmente sumas modestas, comparables a las que circulan en una mesa de dominó de bar español, pero también en partidas clandestinas donde se barajan grandes cantidades.
Como en España, muchos japoneses que durante todo el año no apuestan, sucumben por estas fechas a la tentación y compran su derecho a soñar con el Jumbo. Por eso el sorteo de Fin de Año representa el 42% de las ventas de lotería entre enero y diciembre. En los casos en que se llega a localizar a los agraciados, entre los comentarios sobre el destino de los millones hay muchos "tapar agujeros" y "pagar deudas", aunque también abundan los que declaran que lo que les ha tocado lo van a ahorrar. Desgraciadamente para algunos despistados, cada año se queda sin cobrar una cantidad sorprendente de billetes premiados; el año pasado, por ejemplo, su importe total fue de casi 7.000 millones de yenes (42 millones de euros).

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