5/12/2007 CRÓNICA DESDE KIOTO // JORDI JUSTE
Además, el arroz sigue siendo un elemento omnipresente en la vida de los ciudadanos japoneses. Tiene un carácter totémico en la religión y es un elemento básico de la dieta contemporánea. A lo largo del siglo XX, las proteínas animales fueron robando terreno al arroz en los estómagos de los habitantes del archipiélago, pero sigue siendo el acompañamiento básico de la mayoría de comidas. Por esta razón, todas las familias disponen de una máquina que se programa por la noche para que deje el arroz cocido al punto para el desayuno. Por eso, el mochitsuki taikai es mucho más que una fiesta antigua mantenida por puro amor al folclore.
La elaboración del mochi es un trabajo que implica la coordinación de muchas manos. El proceso comienza la víspera, con la limpieza del mochigome --arroz pulido glutinoso-- que se deja en remojo durante toda la noche. Por la mañana, se cuece hasta que queda bien pegajoso y listo para disponerlo en el usu, un gran mortero, fabricado generalmente de piedra. Entonces comienza la parte más importante y espectacular del proceso, en la que se turnan dos personas: una golpeando sobre el arroz con el kine --una enorme maza de madera (foto)-- y otra que aprovecha los instantes en que aquella se levanta para darle la vuelta con las manos a la masa, cada vez más pegajosa. La operación requiere de fuerza física, rapidez y una gran atención, ya que un descuido puede fácilmente provocar heridas dolorosas o generar astillas que se mezclen con el arroz y lo dejen en estado incomestible.
Se trata de un trabajo duro e intenso, por lo que los participantes en la fiesta se van turnando, normalmente los hombres con la maza en las manos y las mujeres con la masa. A medida que adquiere la textura se va separando para darle una forma parecida a nuestros panecillos redondos. Luego estos se añaden al zenzai, una sopa de judías rojas dulces que se reparte muy caliente entre los asistentes. Hay que tener cuidado de masticar bien el mochi, ya que es muy fácil atragantarse y cada año, en enero, tras las comilonas de Año Nuevo en las que el mochi es un elemento insustituible, los medios de comunicación dan cuenta de varios muertos por esta causa, generalmente gente mayor. Toda una paradoja si se tiene en cuenta que las tortas de arroz simbolizan en este país la energía necesaria para afrontar el nuevo año que se avecina.
Se trata de un trabajo duro e intenso, por lo que los participantes en la fiesta se van turnando, normalmente los hombres con la maza en las manos y las mujeres con la masa. A medida que adquiere la textura se va separando para darle una forma parecida a nuestros panecillos redondos. Luego estos se añaden al zenzai, una sopa de judías rojas dulces que se reparte muy caliente entre los asistentes. Hay que tener cuidado de masticar bien el mochi, ya que es muy fácil atragantarse y cada año, en enero, tras las comilonas de Año Nuevo en las que el mochi es un elemento insustituible, los medios de comunicación dan cuenta de varios muertos por esta causa, generalmente gente mayor. Toda una paradoja si se tiene en cuenta que las tortas de arroz simbolizan en este país la energía necesaria para afrontar el nuevo año que se avecina.
Lo que no dices es que su sabor es bastante desagradable, jajaj, por lo menos para mí. Y sí que es verdad eso de que hay que tener cuidado con no atragantarse.
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