Nagakute. Jordi Juste
Los príncipes de Asturias pusieron ayer punto final a su visita de cuatro días a Japón con una cena en el palacio de Akasaka, en Tokio, ofrecida por el heredero del trono japonés, el príncipe Naruhito, y su esposa, Masako, que no estuvo presente en el momento de recibir a Felipe y Letizia. La futura emperatriz de Japón lleva más de un año apartada de la vida pública debido al estrés causado por la estricta agenda a la que la somete el Kunaicho, la agencia de la casa imperial nipona.
Por la mañana Felipe y Letizia se habían desplazado desde Nagoya a Nagakute, sede de la Exposición Universal de Aichi, donde visitaron los pabellones de España y Japón en compañía de la princesa Takamado, viuda de un primo carnal del emperador.
En el edificio de España, los príncipes recorrieron, cogidos de la mano durante buena parte del tiempo, la sala principal y las cinco llamadas “capillas”, dedicadas al proyecto español de mandar un robot a Marte, a los productos agroalimentarios, al deporte, al Quijote y a las fiestas tradicionales. Posteriormente visitaron la sala dedicada a promocionar la Exposición Internacional Zaragoza 2008, donde el príncipe explicó a la princesa Takamado la ubicación de la capital aragonesa, equidistante entre Madrid y Barcelona, y le comentó los principales aspectos del evento.
El desplazamiento a pie hasta el pabellón de Japón se realizó con algunas dificultades, en medio de la curiosidad de los visitantes y del tumulto de reporteros gráficos japoneses y extranjeros, que ralentizaban el paso de la comitiva al extremo de que en un punto el príncipe tuvo que dinamizarlo con un “hay que seguir avanzando” dirigido al personal de la Casa Real.
En el edificio del país anfitrión los príncipes asistieron a una espectacular proyección en pantalla de 360 grados de un video con imágenes de la naturaleza. El efecto dinámico de las vistas y la música envolvente permitieron a Letizia cerrar los ojos diversas ocasiones durante unos segundos, ante la atenta mirada del médico que acompañó durante todo el viaje a la pareja. Además del doctor, durante toda la visita, un miembro del séquito se encargó de transportar una bolsa con provisiones de agua, yogures y zumos de fruta por si fuera necesario un rehabituallamiento urgente.
De regreso al pabellón de España, que han visitado unas 900.000 personas en dos meses, los príncipes departieron con invitados de otros países participantes en la Expo en el transcurso de un aperitivo ofrecido por el bar que gestiona el chef catalán Josep Barahona, donde se sirven tapas creadas para el evento por cocineros de renombre como Santi Santamaria, Ferran Adrià, Carme Ruscalleda, Juan María Arzak o Pedro Subijana. Hacia las dos de la tarde, Felipe y Letizia abandonaron la Expo en dirección a la estación de Nagoya, donde tomaron el tren bala para regresar a Tokio a reunirse con los príncipes de Japón y emprender el regreso a España.
Los príncipes de Asturias pusieron ayer punto final a su visita de cuatro días a Japón con una cena en el palacio de Akasaka, en Tokio, ofrecida por el heredero del trono japonés, el príncipe Naruhito, y su esposa, Masako, que no estuvo presente en el momento de recibir a Felipe y Letizia. La futura emperatriz de Japón lleva más de un año apartada de la vida pública debido al estrés causado por la estricta agenda a la que la somete el Kunaicho, la agencia de la casa imperial nipona.
Por la mañana Felipe y Letizia se habían desplazado desde Nagoya a Nagakute, sede de la Exposición Universal de Aichi, donde visitaron los pabellones de España y Japón en compañía de la princesa Takamado, viuda de un primo carnal del emperador.
En el edificio de España, los príncipes recorrieron, cogidos de la mano durante buena parte del tiempo, la sala principal y las cinco llamadas “capillas”, dedicadas al proyecto español de mandar un robot a Marte, a los productos agroalimentarios, al deporte, al Quijote y a las fiestas tradicionales. Posteriormente visitaron la sala dedicada a promocionar la Exposición Internacional Zaragoza 2008, donde el príncipe explicó a la princesa Takamado la ubicación de la capital aragonesa, equidistante entre Madrid y Barcelona, y le comentó los principales aspectos del evento.
El desplazamiento a pie hasta el pabellón de Japón se realizó con algunas dificultades, en medio de la curiosidad de los visitantes y del tumulto de reporteros gráficos japoneses y extranjeros, que ralentizaban el paso de la comitiva al extremo de que en un punto el príncipe tuvo que dinamizarlo con un “hay que seguir avanzando” dirigido al personal de la Casa Real.
En el edificio del país anfitrión los príncipes asistieron a una espectacular proyección en pantalla de 360 grados de un video con imágenes de la naturaleza. El efecto dinámico de las vistas y la música envolvente permitieron a Letizia cerrar los ojos diversas ocasiones durante unos segundos, ante la atenta mirada del médico que acompañó durante todo el viaje a la pareja. Además del doctor, durante toda la visita, un miembro del séquito se encargó de transportar una bolsa con provisiones de agua, yogures y zumos de fruta por si fuera necesario un rehabituallamiento urgente.
De regreso al pabellón de España, que han visitado unas 900.000 personas en dos meses, los príncipes departieron con invitados de otros países participantes en la Expo en el transcurso de un aperitivo ofrecido por el bar que gestiona el chef catalán Josep Barahona, donde se sirven tapas creadas para el evento por cocineros de renombre como Santi Santamaria, Ferran Adrià, Carme Ruscalleda, Juan María Arzak o Pedro Subijana. Hacia las dos de la tarde, Felipe y Letizia abandonaron la Expo en dirección a la estación de Nagoya, donde tomaron el tren bala para regresar a Tokio a reunirse con los príncipes de Japón y emprender el regreso a España.
Artículo desaparecido de El Periódico por el nacimiento de Irene Urdangarín.
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