martes, enero 30, 2007

Diplomacia manga


30/1/2007 CENTRO DE DIVULGACIÓN E INVESTIGACIÓN DE LA HISTORIETA EN KIOTO
• Japón trata de aprovechar el éxito mundial de su cómic para atraer a nuevos turistas
• El mercado del tebeo mueve en el país 3.300 millones de euros anuales
JORDI JUSTEKIOTO
Japón cuenta desde noviembre con el Museo Internacional del Manga, promovido y gestionado por el Ayuntamiento de Kioto y la Universidad Seika, como instrumento para elevar el cómic al rango cultural que se merece. A pesar de que el sector factura más de medio billón de yenes (3.300 millones de euros) al año y de que son legión los japoneses que esperan cada semana la salida a la venta de sus cómics favoritos, el género tenía hasta hace poco mala prensa entre muchas personas cultas, que lo consideraban una forma de subcultura, un pasatiempo que no podía compararse a la verdadera literatura.

Hoy en día el manga es reconocido ya como una forma de expresión digna de ser utilizada en libros de texto, campañas de información de la policía o promoción de políticas públicas. Incluso el ministro de Asuntos Exteriores, Taro Aso, un reputado lector de cómics, anunció que los va a usar para la promoción de Japón. "Vivimos en unos tiempos en los que las voces populares, que provienen de la gente normal, pueden hacer cambiar la política extranjera de un país. Quiero asegurarme de que nuestra cultura popular está de nuestra parte", dijo Aso en referencia al manga.

La palabra manga en japonés equivale a cómic, pero en los últimos años ha sido adoptada internacionalmente para referirse a los tebeos creados en Japón o en otros países siguiendo su estética. Muchos expertos le reconocen influencias artísticas autóctonas, como el ukiyoe, pero el nacimiento del manga no se entendería sin la influencia de los cómics extranjeros, sobre todo estadounidenses.

El nuevo museo quiere ofrecer al público una visión del manga como parte sustancial de la cultura japonesa. "Hay elementos expresivos del manga que ya se encuentran en las pinturas enrollables de la época Heian (794-1192). Me parece muy significativo que el Museo del Manga se establezca en Kioto, donde la cultura tradicional todavía triunfa", afirmó su director, Takeshi Yoro.

Instrumento cultural

Para Ron Stewart, estudioso australiano del manga, al museo le falta un discurso coherente, ya que "es demasiado ecléctico" pero no deja de ser un valioso instrumento cultural. "Es bueno porque Japón perdió una parte de su historia. Muchas colecciones se tiraban a la basura. (...) Ahora aquí también se estudia el manga de forma académica. Este lugar debería ser bueno para la investigación", señala Stewart.

La entrada solo cuesta 500 yenes (3 euros) para los adultos y 100 para los niños (75 céntimos) y permite y disfrutar de numerosos ejemplares de lectura. Además, se organizan talleres de manga y espectáculos de kamishibai (teatro de papel), una forma tradicional de contar cuentos en la que el narrador muestra cartulinas ilustradas.Entre las obras internacionales de lectura libre se encuentran ediciones en castellano y catalán de Bola de Dragón, ejemplares del Capitán Trueno, Makoki y Mortadelo y Filemón. Pero, por el momento, el museo parece más dedicado a atraer al público japonés que a constituirse en un centro de referencia del cómic mundial.

El año de “Dice K”


El año de “Dice K”
Los Red Sox ficharon a Matsuzaka por 103 millones de dólares
Daisuke fue MVP en el primer Clásico Mundial de Béisbol
Jordi Juste. Kioto
El año 2006 será recordado por los aficionados japoneses al béisbol como el de la confirmación del estatus del país como potencia mundial de este deporte. En marzo Japón se proclamó en San Diego (EEUU) campeón del primer campeonato del mundo de béisbol y el 14 de diciembre los Red Sox de Boston llegaron a un acuerdo para fichar al que fue elegido MVP del torneo, el lanzador Daisuke Matzuzaka, después de comprometerse a pagarle 52 millones de dólares en seis años. A esta cifra hay que añadir los 51 millones que el club estadounidense pagó a los Seibu Lions para poder negociar con su jugador estrella, con lo que el coste total de la operación se eleva a 103 millones de dólares (unos 75 millones de euros, o más de 12.000 millones de pesetas).
La excepcional temporada ha sido providencial para este deporte, que a pesar de que sigue siendo el número uno en los gustos de los jaaponeses, había visto como en los últimos años bajaban las cifras de asistencia a los estadios y de audiencias televisivas. La crisis se explica en parte por la mala racha de los Yomiuri Giants de Tokio, el equipo que mueve a más seguidores, y también por el auge del fútbol, que ha consolidado su posición como segundo deporte del país y consigue un seguimiento televisivo cada vez más importante, sobre todo en los partidos de la selección nacional. Hace una década hubiera sido impensable que futbolistas como Hidetoshi Nakata o Shunsuke Nakamura compitieran en popularidad con beisbolistas estrella como Daisuke Matsuzaka, Ichiro Suzuki o Hideki Matsui.
Una década de sueños americanos
El fichaje de Matsuzaka ha marcado un récord económico, pero Daisuke no es ningún pionero en la marcha de jugadores japoneses a las Grandes Ligas. Ichiro Suzuki lleva cinco temporadas como estrella de los Mariners de Seatle, Hideki “Godzilla” Matsui es uno de los jugadores destacados de los Yankees de Nueva York y So Taguchi forma parte de los Sant Louis Cardinals, los vencedores de las Series Mundiales de este año. Los tres forman parte de una larga lista de lanzadores y bateadores que han seguido la tumultuosa llegada de Nideo Nomo en 1995 a los Dodgers de Los Ángeles.
Nomo, conocido como “el Tornado”, llegó a Estados Unidos después de retirarse como jugador de los Buffaloes de Osaka para escapar el férreo sistema de contratación japonés, que ata a los jugadores por la mayor parte de su carrera con un club una vez este los ha elegido en el draft, la selección que sigue a los campeonatos escolares de béisbol que se celebran cada año en primavera y verano.
El enorme desembolso que van a realizar los Red Sox se justifica en parte por las excelentes cualidades de Matsuzaka, un lanzador con un amplio repertorio que incluye el conocido como “gyroball”, un lanzamiento que combina velocidad con efecto y es muy difícil de batear con fuerza y precisión. Pero además, los Sox saben que Daisuke es una estrella en Japón, lo que les reportará importantes ingresos en venta de camisetas y en derechos de televisión.
No es ningún secreto que los 51 millones con los que el club de Bostón ganaron los derechos de negociación con Matsuzaka eran una forma de ganarles la mano a sus grandes rivales, los Yankees de Nueva York. Estos han contrarestado en parte el efecto mediático de la pérdida de Daisuke fichando al lanzador de los Hanshin Tigers, Kei Igawa, de 27 años, por 22 millones de dólares, a los que hay que añadir los 26 que pagaron por los derechos de negociación, o sea, un total de casi 50 millones de dólares (38 millones de euros), una cifra astronómica que no lo parece comparada con los 103 millones del fichaje de Dice K.

jueves, enero 25, 2007

El Nihonbashi, historia bajo la autopista


25/1/2007 CRÒNICA DESDE TOKIO // JORDI JUSTE

¿Se imaginan que sobre el kilómetro cero de la Puerta del Sol pasara una autopista? Pues algo así sucede en Tokio, donde se encuentra el Nihonbashi (literalmente, el puente de Japón), construido a principios del siglo XVII y considerado el centro neurálgico del país durante la época de Edo (1600-1868). De ahí partían las rutas principales, entre ellas el Tokaido, que conectaba la principal metrópolis de Japón con la capital de la época, Kioto.

En 1907 se colocó una placa indicando el lugar exacto desde donde se debía calcular el kilometraje de las calzadas japonesas, y todavía hoy los mojones de autopistas y carreteras indican la distancia que los separa del puente. La estructura de madera original fue sustituida en 1911 por la construcción renacentista de granito actual, que sobrevivió al gran terremoto de 1923 y a los bombardeos de 1945.

Sin embargo, en 1964 Japón se preparaba para confirmar al mundo su renacimiento con la organización en Tokio de los Juegos Olímpicos. Eran los años del crecimiento económico acelerado en que había que construir infraestructuras, aunque fuera a costa de derribar o arrinconar pedazos de historia. Y una de las víctimas fue el Nihonbashi, que quedó debajo de la autopista en el centro de la ciudad, a escasos metros de las sedes del Banco de Japón, la bolsa de Tokio y los grandes almacenes Mitsukoshi. Además, desde hace un año, a cinco minutos del histórico puente se encuentra el Sant Pau, gemelo del restaurante de Sant Pol de Mar, de la cocinera catalana Carme Ruscalleda.

Desde finales de los 60, grupos de vecinos han reivindicado la necesidad de devolver la dignidad al Nihonbashi, pero fue en el 2006 cuando el asunto fue objeto de debate público por la demanda del exprimer ministro, Junichiro Koizumi: "Quiero ver el Nihonbashi convertido en el lugar más fascinante del mundo", afirmó.En septiembre se presentó una propuesta para soterrar dos kilómetros de autopista al paso por el puente y construir un parque y un paseo. El problema es que el coste se calcula en cerca de medio billón de yenes (más de 3.000 millones de euros), por las dificultades técnicas de salvar los diversos túneles del metro y galerías de servicios que cruzan el subsuelo de la zona.

Tokio ha sido declarada la candidata oficial de Japón para celebrar los Juegos Olímpicos del 2016, por lo que se ha señalado ya la oportunidad para deshacer un error urbanístico motivado por los Juegos celebrados medio siglo antes. Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con la idea: el profesor de ingeniería Taro Igarashi, de la Universidad de Tohoku, señala que el país debería estar más orgulloso de la autopista metropolitana, que representa la capacidad técnica del Japón del siglo XX, que del viejo puente, que no es más que una imitación de tantos otros que cruzan los ríos de Europa.Para Igarashi, la actual combinación debe ser preservada porque permite "sentir la composición dinámica de las ciudades japonesas desde el mismo acto violento de construir un puente sobre un puente".

jueves, enero 18, 2007

Japón se rinde al Eastwood de 'Cartas desde Iwo Jima'


• La crítica aplaude la ecuanimidad del director al abordar el episodio bélico
JORDI JUSTE. KIOTO
Cinco semanas como película más vista y 3.000 millones de yenes (casi 20 millones de euros) recaudados es el balance provisional de la proyección en Japón de Iwo Jima kara no tegami, o mejor, Cartas desde Iwo Jima, la película que Clint Eastwood concibió como la otra cara de Banderas de nuestros padres --ambas abordan con ópticas distintas una de las batallas más sangrientas de la segunda guerra mundial-- y con la que acaba de ganar el Globo de Oro a la mejor película en lengua no inglesa.

La crítica y el público japoneses ha coincidido en dedicar elogios a Eastwood por el valor artístico de la película y por su sensibilidad al presentar la batalla desde una perspectiva japonesa, huyendo tanto de la caricatura del sádico imperialista japonés como de la idealización del sacrificio inútil de 20.000 soldados.

UNA REPARACIÓN

"Eastwood es conocido por sus ideas conservadoras, pero sus películas no son tendenciosas. Es tranquilizador que un director como él se ocupe de un tema como este; especialmente para las personas que odian las películas de propaganda como Pearl Harbour es casi una reparación", asegura el prestigioso crítico cinematográfico Yuichi Maeda.

Cartas desde Iwo Jima tiene como protagonistas al general Kuribayashi (Ken Watanabe) y al soldado Saigo (Kazunari Ninomiya), cuyas historias se cruzan diversas veces en el transcurso de la batalla. Kuribayashi, de ascendencia samurái como la mayoría de jefes del Ejército Imperial, recibió parte de su formación militar en Estados Unidos y desde el primer momento tenía claro que los americanos acabarían por conquistar la isla, pero tenía órdenes de defenderla y dispuso un plan para que fuera con un gran coste.

Saigo, que representa en la película a los millones de japoneses que fueron reclutados de modo forzoso, parte dejando a su mujer embarazada y su único objetivo es sobrevivir para poder ver a su hija. La selección de Ninomiya, de 23 años, integrante del popular grupo de música pop Arashi, es uno de los grandes aciertos, ya que ha conseguido atraer la atención de un público juvenil poco dado a las películas serias.

Entre los japoneses que ya han visto Cartas desde Iwo Jima se halla el primer ministro, Shinzo Abe, primer jefe de Gobierno nacido tras la guerra, que acudió con su madre y su esposa. "Es una película muy buena, que pone el acento en el amor a las familias", declaró al salir del cine el político, que ha puesto en práctica medidas como la introducción del patriotismo en la escuela y tiene como objetivo principal reformar la Constitución pacifista impuesta por Estados Unidos en 1947.

martes, enero 16, 2007

Colas para rezar y banzai para el Emperador


Crónica desde Osaka
Jordi Juste
Los primeros días del año muchos japoneses acuden al santuario sintoísta más cercano a su residencia para cumplir con la tradición que se conoce como hatsumode. Literalmente, se trata del primer rezo del año, pero para la inmensa mayoría es también el último, así que aguantan a veces horas de cola para orar unos segundos ante el honden, el edificio que aloja a la deidad principal del lugar.
El procedimiento habitual del rezo comienza con el enjuagado de la boca y la limpieza de las manos para purificarse con agua recogida en un cuenco de madera de la fuente que hay en la entrada del recinto. Una vez frente al honden (al que sólo acceden los sacerdotes), se balancea una gruesa cuerda para hacer sonar la campana que llama a los dioses; entonces se echa un donativo en un gran cepillo de madera y se inclina la cabeza dos veces, se baten las palmas también dos veces y se juntan las manos a la altura de la frente para rezar durante unos segundos.
En enero, además, los santuarios ofrecen sake (vino de arroz) y aprovechan para vender gran cantidad de omamori (amuletos); algunos tienen como “fecha de caducidad” el 31 de diciembre, por lo que lo normal es llevar estos días los viejos para echarlos a una gran hoguera que se enciende en el recinto y sirve además para calentarse mientras se leen los omikuji, unos textos con la previsión individual de fortuna para el año, que se obtienen pagando entre 100 y 200 yenes (entre 65 céntimos y un euro con 30 céntimos) y que luego se dejan anudados a la rama de un árbol. La afluencia de público para comprar amuletos y pagar por conocer su suerte es tan grande que, cada año, miembros de la yakuza (la mafia japonesa) o simples espavilados intentan colar billetes falsos de 10.000 yenes a las atareadas miko (monaguillas), a menudo chicas inexpertas contratadas para la ocasión.
Hoy en día, para la mayoría de japoneses el sintoísmo es, más que una religión con un credo claramente identificable, la columna vertebral del folclore patrio, un repertorio de ritos y lugares que sirven como aglutinante de la identidad nacional. Desde el fin de la segunda guerra mundial, Japón es un estado aconfesional, aunque el sintoísmo sigue considerando a los japoneses una gran familia a la cabeza de la cual se encuentra el Tenno, término que significa “soberano del cielo” pero se traduce habitualmente como “Emperador”.
El actual Tenno, Aki Hito, sale todos los años el uno de enero al balcón del palacio imperial, desde donde saluda, junto al resto de la familia, a los miles de seguidores reunidos, que hacen ondear la bandera del hinomaru (disco solar) y repiten las tres veces de rigor los gritos de banzai (diez mil años), con los que se desea larga vida al soberano. Es una buena ocasión para recordar que desde 1868 hasta 1945 el shinto (camino de los dioses) fue la religión del Estado y el Emperador era considerado un dios, descendiente de Amaterasu la diosa que creadora del país, según la leyenda.
Este año, coincidiendo con el hatsumode y el saludo del Tenno, muchos japoneses han podido emocionarse en cines abarrotados viendo Cartas desde Iwojima, la magistral película de Clint Eastwood sobre uno de los episodios más sangrientos de la guerra del Pacífico, donde el general Kuribayashi (Ken Watanabe) conmina a sus soldados a entregar la vida por Japón al grito de Tenno, banzai!, banzai!, banzai! dedicado al emperador Hiro Hito, el padre de Aki Hito, recordado póstumamente como Showa Tenno.

Japón piensa suspender su sueño de ir a la Luna


Jordi Juste. Kioto
La Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) recomendó ayer la terminación de su plan para enviar una nave a la Luna, un proyecto que tiene como objetivo principal realizar diversas pruebas científicas sobre la superficie del satélite natural de la Tierra. El programa ha sufrido diversos retrasos que han ido aumentando su coste económico y han puesto en duda su oportunidad en un momento en que las prioridades del país han cambiado.
"La nave fue construida hace 10 años y se ha venido deteriorando hasta el punto en que ya no se puede usar”, declaró el responsable del proyecto, Takashi Nakajima. Según un portavoz de JAXA, es posible que Japón intente ahora realizar los experimentos que tenía previstos dentro de alguno de los proyectos lunares que están previstos en estos momentos, los de la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia.
¿Cambio de rumbo?
La decisión de abandonar el plan podría estar relacionada con la voluntad de dedicar más recursos materiales y humanos a proyectos aeroespaciales comerciales y relacionados con la defensa. Precisamente, en 2003 Japón sufrió un duro revés en su intención de convertirse en uno de los principales lanzadores internacionales de satélites comerciales cuando tuvo que destruir en pleno vuelo un cohete que transportaba dos satélites espía destinados a vigilar los movimientos de Corea del Norte.
Hasta el momento, para informarse desde el espacio de lo que hace su temido vecino, Tokio está obligado a contar con la colaboración de Estados Unidos, país con el que mantiene una estrecha colaboración militar, que incluye la presencia permanente de unos 30.000 soldados americanos en el país, una gran parte en la isla de Okinawa.

viernes, enero 12, 2007

Crisis del sistema de ayuda a los “descastados” japoneses.


Los ex burakumin son descendientes de la casta más baja del Japón feudal.
Una serie de escándalos obliga a replantear la discriminación positiva

Jordi Juste. Kioto
Kunihiko Konishi, destacado miembro de la Buraku Liberation League (BLL), fue detenido en mayo por malversación de diez millones de yenes (unos 70.000 euros) recibidos del Ayuntamiento de Osaka para proyectos sociales. El arresto sirvió para hacer pública su relación con la mafia japonesa y reabrir el debate sobre la conveniencia de seguir subvencionando el movimiento de los burakumin, los descendientes de la casta más baja del Japón feudal. Los críticos se hicieron oir de nuevo en septiembre, cuando se supo que 10 empleados de recogida de basura de Kioto habían sido detenidos por diversos delitos y el Ayuntamiento reconoció que contrataba preferentemente a miembros de la BLL. El asunto mereció editoriales y programas de televisión cuando en octubre se dió a conocer el caso de un miembro de la BLL, empleado de recogida de basura de Nara, que había estado cobrando durante cinco años su salario íntegro a pesar de pasar casi todo ese tiempo de baja por enfermedades simuladas y dedicado a solicitar al Ayuntamiento subvenciones para la Liga.
La BLL es la principal organización de hisabetsu burakumin (o “habitantes de las aldeas discriminadas”), los descendientes de los japoneses que hasta 1871 eran obligados a vivir en comunidades segregadas del resto de la población por haber cometido crímenes o debido a su ocupación en actividades consideradas impuras, como el sacrificio de animales, la peletería o los servicios funerarios. Hasta la apertura de finales del siglo XIX, Japón era una sociedad estructurada en tres castas, los samuráis, los campesinos y los comerciantes. Fuera quedaban los descastados, que recibían nombres como eta (impuros) o hinin (infrahumanos) y se les contaba utilizando el sufijo habitual para los animales.
Sigue la discriminación
Con el fin legal de la discriminación los descatastados pasaron a ser denominados burakumin, o habitantes de las aldeas, y teóricamente pudieron fijar su residencia y casarse o trabajar con el resto de japoneses. Sin embargo, la discriminación social nunca desapareció y la mayoría de burakumin y sus descendientes siguieron viviendo en las mismas zonas y se enfrentaron al dilema de esconder su condición o confesarla abiertamente, como ilustra la novela El precepto roto, de Toson Shimazaki.

Tras la segunda guerra mundial los descendientes de los descastados lucharon por su reconocimiento y a favor de políticas públicas de ayuda, lo que se tradujo en los años setenta y ochenta en programas para mejorar servicios como el alcantarillado o la educación. Según la BLL estas políticas han tenido efectos positivos pero todavía son necesarias, ya que siguen circulando listas ilegales para poder discriminar en el empleo y en el matrimonio, y los índices de paro y fracaso escolar son en las zonas habitadas por burakumin muy superiores a la media japonesa.
Contra esta defensa de las ayudas se alzan voces como la del Partido Comunista. El PCJ apoyó durante décadas a la Zenkairen, la organización de burakumin rival de la BLL, que se disolvió en 2004 por considerar que el problema había prácticamente dejado de existir, y lo que quedaba era una trama para aprovecharse de la mala conciencia pública. “Bajo la bandera de la protección de los derechos humanos, la BLL ha usado su poder político y sus conexiones con los bajos fondos para forzar a la ciudad a financiar los proyectos que la liga quería”, comentó el concejal comunista de Osaka Toshihito Shimoda sobre el caso Konishi.
Lo más significativo de estos últimos escándalos es que han permitido que se debata sobre un problema que hasta hace poco era tabú y generaba caras de extrañeza y disminución del volumen de voz cuando algún extranjero lo planteaba. Para la mayoría de japoneses es todavía un asunto difícil de abordar, ya que su sola mención puede considerarse como un acto de discriminación.

miércoles, enero 10, 2007

Japón ya tiene Ministerio de Defensa


Jordi Juste. Kioto
Japón cuenta desde ayer con su primer Ministerio de Defensa desde la segunda guerra mundial, después de que entrara en vigor la ley que eleva el rango de lo que hasta el lunes era una agencia que dependía directamente de la oficina del primer ministro. El cambio es sobre todo simbólico y se enmarca en la política dels primer ministro, Shinzo Abe, de lograr un Japón con un papel más decidido en las relaciones internacionales. La Agencia de Defensa ya era reconocida internacionalmente, a casi todos los efectos, como un ministerio, pero a partir de ahora tendrá una mayor autonomía en la planificación de políticas y en la elaboración del presupuesto.
“La elevación de rango nos permite mostrar al país y a la comunidad internacional la madurez de la democracia japonesa y nuestra confianza en el control civil”, declaró ayer Abe tras pasar revista a las tropas antes de partir para una visita a la sede de la OTAN en Bruselas.
La transformación de la Agencia en Ministerio fue aprobada en diciembre mediante una ley que contó con el apoyo de las dos formaciones del gobierno, el Partido Liberal Democrático y el Nuevo Komeito, y del principal grupo de la oposición, el Partido Democrático de Japón. Sólo se opusieron los dos partidos minoritarios de la izquierda, el Partido Comunista y el Partido Socialista Democrático, por su convencimiento de que se trata de un paso más hacia la reforma de la Constitución pacifista y la participación de Japón en misiones militares internacionales, dos objetivos del primer ministro Abe.
La Constitución japonesa fue redactada y aprobada en 1947 bajo la dirección y tutela de las autoridades americanas de ocupación. Según el artículo 9 Japón renuncia al uso de la fuerza para solucionar los conflictos internacionales y se compromete a no tener fuerzas militares de ningún tipo. Sin embargo, el inicio de la guerra fría llevó a los Estados Unidos a apoyar la creación en 1954 de las llamadas Fuerzas de Autodefensa, que en la actualidad cuentan con 240.000 miembros y tienen el cuarto presupuesto más grande del mundo. En 2004, durante el mandato de Junichiro Koizumi, la llamada Fuerza de Autodefensa de Tierrra (Ejército) participó en misiones de reconstrucción en el sur de Iraq, la primera vez desde la segunda guerra mundial que los militares japoneses se desplegaban en una zona en conflicto.

domingo, enero 07, 2007

Lucecitas por las víctimas del terremoto


Crónica desde Kobe
Jordi Juste
El 17 de enero de 1995, a las seis menos cuarto de la mañana, un terremoto de magnitud 7,3 en la escala de Richter sacudió la ciudad de Kobe durante aproximadamente veinte segundos, causando la muerte a casi 6.000 personas y provocando enormes daños materiales. Once meses después, en diciembre de 1995, con la infraestructura todavía en ruínas y miles de víctimas viviendo en refugios públicos, se inauguraba en el centro de la ciudad la primera edición de Luminarie, una espectacular iluminación callejera diseñada por el artista italiano Valerio Festi con el objeto de recordar a los muertos y dejar claro que Kobe quería volver a renacer.
Durante 15 días, unos dos millones y medio de personas visitaron Luminarie, comenzando lo que más de una década después parece ya una tradición consolidada que atrae aproximadamente a cinco millones de visitantes, principalmente de la región de Kansai. La multitud, dirigida por cientos de policías y guardias de seguridad, avanza cada tarde lentamente por un recorrido que toma aproximadamente una hora, en un intermitente tira y para festoneado por flases de cámaras digitales y teléfonos móviles, mientras por la megafonía suena música triste y recordatorios sobre la necesidad de seguir hacia adelante.
Kobe es una ciudad de un millón y medio de habitantes situada en el oeste de Japón, a treinta minutos en tren del centro de Osaka, la capital de la segunda metrópolis del país, que también incluye las vecinas Kioto y Nara. Sin embargo, Kobe no es un simple suburbio de Osaka. Es la capital de la extensa provincia de Hyogo y tiene una fuerte personalidad, definida en gran parte por su enclave geográfico en una franja alargada de tierra limitada entre la montaña y el mar. En este aspecto, además de en su espíritu cosmopolita y comercial, recuerda mucho a Barcelona, ciudad con la que está hermanda desde 1994.
Hasta el seísmo, conocido oficialmente como Gran Terremoto de Hanshin, Kobe tenía el puerto más importante de Japón y uno de los primeros de Asia. Una década después la capital de Hyogo todavía no ha podido recuperar esa posición, pero las heridas dejadas por el desastre son ya difíciles de percibir. Las grandes áreas debastadas por los incendios, que en las horas posteriores al temblor se cebaron en las casas más antiguas de madera, están ahora ocupadas por modernos edificios de pisos y oficinas; y la autopista Hanshin, que hace casi doce años ofreció al mundo la espectacular imagen de una gran obra de ingenieria convertida en un gurruño, vuelve a estar en pie y en pleno funcionamiento. Entre los pocos vestigios que se conservan de la catástrofe están los restos del muelle Meriken tal como quedó el 17 de enero del 95.
El día después del terremoto Kobe se puso a trabajar para convertirlo en historia, pero cada año, en diciembre, recuerda a sus víctimas mortales con miles de lucecitas de colores. Este año, el montaje de Valerio Festi se titula L’Incanto del Cielo y, como siempre, se asemeja en parte a las decoraciones navideñas de muchas calles de Barcelona o a la portada de la Feria de Abril de Sevilla.

jueves, enero 04, 2007

Un falso toples en Nochevieja causa escándalo en Japón


4/1/2007 EN LA TELEPOLÉMICA
• La tele NHK tuvo que disculparse y explicar que las bailarinas llevaban camisetas pintadas
JORDI JUSTE.KIOTO
La cadena pública japonesa NHK tuvo que pedir perdón por un amago de toples en su programa estrella de Nochevieja, Kohaku uta gasen (Concurso musical de blancos y azules). Durante la actuación del grupo de DJ Ozma, 20 bailarinas fueron despojándose de su ropa hasta quedar en lo que por televisión pareció como un desnudo parcial (con solo una especie de setas de distintos colores tapando la zona genital). El alud de llamadas a la NHK obligó a un presentador de la cadena a pedir disculpas y aclarar que las bailarinas llevaban un top con un estampado que representaba los pechos desnudos. "Supongo que parecía demasiado real", declaró tras el programa el propio DJ Ozma.

Kohaku... se emite desde hace más de 50 años y es el líder indiscutible en la franja de 19.30 horas hasta poco antes de la medianoche, cuando muchos japoneses acaban de comerse los tradicionales toshikoshisoba (fideos para cruzar el año), y pasan la sobremesa en familia ante el televisor. Aunque en Japón no están arraigadas tradiciones como la cuenta atrás o las 12 campanadas, el 31 de diciembre es uno de los pocos días del año en que los niños permanecen despiertos hasta tarde, por lo que muchos espectadores se sorprendieron especialmente al ver lo que parecía un espectáculo erótico.

La canción que interpretó DJ Ozma, Age, age, every knight (Arriba, arriba, todos los caballeros), es una composición al estilo de la música disco de los años 70 con un alto contenido erótico; eso sí, jugando con los dobles significados para superar el pudor de Japón, donde en el cine porno es obligatorio poner un mosaico difuminando en las zonas genitales.

DJ Ozma comenzó disfrazado de payaso y se transformó en un ángel hortera (con afro rubio y pantalones cortos brillantes con peto) sobrevolando el plató suspendido de un cable. Al finalizar, en su lugar apareció, visiblemente sorprendido, Kitajima Saburo, uno de los reyes de enka (género musical entre el fado y la canción española), quien guarda un gran parecido con El Fary.