La educación japonesa baja la nota
El informe PISA refleja una pérdida de nivel de los escolares
A pesar del descenso, Japón sigue primero entre los grandes países
Jordi Juste
La capacidad académica de los estudiantes japoneses baja, aunque siguen estando en el grupo mundial de cabeza. Este podría ser un resumen de los resultados del recientemente publicado informe PISA para 2006, que analiza la capacidad académica de los estudiantes de bachillerato de 57 países, 30 de ellos miembros de la OCDE.
“El informe en sí no es preocupante, pero el nivel escolar básico está bajando. Hay que completar los conocimientos fundamentales. No digo que se meta a los niños en la cabeza una gran cantidad de conocimientos, sino que tienen que dominar la lectura, la escritura y el cálculo antes de poder aplicarlos”, afirma Yuzo Ueda, profesor de Ciencia en un instituto público de Ayabe, una zona rural de la provincia de Kioto.
Muy por encima de España
Sextos en conocimiento científico, décimos en matemáticas y decimoquintos en lectura son unas clasificaciones que ya quisiera para sí España, que se sitúa en los puestos 31, 32 y 35, respectivamente. Y sin embrago, en Japón han avivado el debate sobre la educación porque representan un retroceso respecto al informe de 2003. Ya entonces el documento mostraba una caída en el nivel académico y el gobierno decidió rectificar parcialmente su política de yutori kyoiku (educación holgada), que había recortado poco antes los contenidos mínimos de las enseñanzas obligatorias para aligerar la carga de unos estudiantes que se consideraban entre los más estresados del mundo.
“No se puede decir que la culpa sea del yutori kyoiku, El resultado no puede cambiar espectacularmente en 3 años. Si se cambia el sistema cada 3 años sí que empeorará. Cuando se opta por uno, se tiene que aplicar durante el tiempo suficiente para poder evaluar sus efectos”, afirma Megumi Unoki, profesora universitaria de francés y madre de un alumno de bachillerato.
Responsabilidad social
Por su parte, el profesor Ueda señala que la bajada del nivel académico no es responsabilidad exclusiva de la escuela: “En el apartado de conocimientos científicos la posición de los países del norte de Europa ha mejorado porque ahí les preocupa mucho el medio ambiente. El interés y la actitud por los temas cotidianos influyen sobre los niños. Primero, los mayores tienen que tener interés en estas cosas, si no los niños no cambiarán”.
Una opinión similar la expresa una maestra de lengua japonesa de un instituto privado: “El problema es grave y profundo. Hay que ocuparse de la educación de los niños en casa y en la sociedad. Hay que hacer que tengan consciencia de la necesidad y el placer de aprender. En cuanto a la clase de japonés, por ejemplo, no tienen suficiente capacidad para leer ni escribir y, además, no tienen interés en saber cosas nuevas.”
Cuando se habla de la educación en Japón, rápidamente aparecen miembros de las generaciones que se educaron con semanas escolares de seis días afirmando que ahora la escuela es demasiado fácil. Muchos padres complementan lo que consideran una formación insuficiente mandando a sus hijos, por la tarde y los fines de semana, a los juku, escuelas de repaso. Pero estos centros, más que formarlos, los preparan en la habilidad de superar los exámenes de ingreso a universidades famosas, basados en la memorización y la automatización más que en la capacidad de razonamiento.
Un problema básico que refleja el informe PISA es que en Japón hay una gran diferencia entre los estudiantes muy malos y la media. Esto es consecuencia de un rasgo característico de la sociedad japonesa, que valora la cohesión del grupo por encima de la excelencia individual. Por eso muchos alumnos malos van pasando curso sin tener el nivel necesario y pueden incluso llegar a licenciarse en alguna universidad prestigiosa si pasan por uno de sus institutos de bachillerato asociados, que prácticamente garantizan el acceso a la facultad, donde el nivel de exigencia mínimo suele ser muy bajo.
“Nosotros estamos aquí porque fuimos a la escuela afiiliada, pero somos tontos, los inteligentes son aquellos de ahí”, explicaba recientemente un alumno de español de una universidad privada en referencia a parte de sus compañeros, que accedieron después de superar un difícil examen de ingreso.
El informe PISA refleja una pérdida de nivel de los escolares
A pesar del descenso, Japón sigue primero entre los grandes países
Jordi Juste
La capacidad académica de los estudiantes japoneses baja, aunque siguen estando en el grupo mundial de cabeza. Este podría ser un resumen de los resultados del recientemente publicado informe PISA para 2006, que analiza la capacidad académica de los estudiantes de bachillerato de 57 países, 30 de ellos miembros de la OCDE.
“El informe en sí no es preocupante, pero el nivel escolar básico está bajando. Hay que completar los conocimientos fundamentales. No digo que se meta a los niños en la cabeza una gran cantidad de conocimientos, sino que tienen que dominar la lectura, la escritura y el cálculo antes de poder aplicarlos”, afirma Yuzo Ueda, profesor de Ciencia en un instituto público de Ayabe, una zona rural de la provincia de Kioto.
Muy por encima de España
Sextos en conocimiento científico, décimos en matemáticas y decimoquintos en lectura son unas clasificaciones que ya quisiera para sí España, que se sitúa en los puestos 31, 32 y 35, respectivamente. Y sin embrago, en Japón han avivado el debate sobre la educación porque representan un retroceso respecto al informe de 2003. Ya entonces el documento mostraba una caída en el nivel académico y el gobierno decidió rectificar parcialmente su política de yutori kyoiku (educación holgada), que había recortado poco antes los contenidos mínimos de las enseñanzas obligatorias para aligerar la carga de unos estudiantes que se consideraban entre los más estresados del mundo.
“No se puede decir que la culpa sea del yutori kyoiku, El resultado no puede cambiar espectacularmente en 3 años. Si se cambia el sistema cada 3 años sí que empeorará. Cuando se opta por uno, se tiene que aplicar durante el tiempo suficiente para poder evaluar sus efectos”, afirma Megumi Unoki, profesora universitaria de francés y madre de un alumno de bachillerato.
Responsabilidad social
Por su parte, el profesor Ueda señala que la bajada del nivel académico no es responsabilidad exclusiva de la escuela: “En el apartado de conocimientos científicos la posición de los países del norte de Europa ha mejorado porque ahí les preocupa mucho el medio ambiente. El interés y la actitud por los temas cotidianos influyen sobre los niños. Primero, los mayores tienen que tener interés en estas cosas, si no los niños no cambiarán”.
Una opinión similar la expresa una maestra de lengua japonesa de un instituto privado: “El problema es grave y profundo. Hay que ocuparse de la educación de los niños en casa y en la sociedad. Hay que hacer que tengan consciencia de la necesidad y el placer de aprender. En cuanto a la clase de japonés, por ejemplo, no tienen suficiente capacidad para leer ni escribir y, además, no tienen interés en saber cosas nuevas.”
Cuando se habla de la educación en Japón, rápidamente aparecen miembros de las generaciones que se educaron con semanas escolares de seis días afirmando que ahora la escuela es demasiado fácil. Muchos padres complementan lo que consideran una formación insuficiente mandando a sus hijos, por la tarde y los fines de semana, a los juku, escuelas de repaso. Pero estos centros, más que formarlos, los preparan en la habilidad de superar los exámenes de ingreso a universidades famosas, basados en la memorización y la automatización más que en la capacidad de razonamiento.
Un problema básico que refleja el informe PISA es que en Japón hay una gran diferencia entre los estudiantes muy malos y la media. Esto es consecuencia de un rasgo característico de la sociedad japonesa, que valora la cohesión del grupo por encima de la excelencia individual. Por eso muchos alumnos malos van pasando curso sin tener el nivel necesario y pueden incluso llegar a licenciarse en alguna universidad prestigiosa si pasan por uno de sus institutos de bachillerato asociados, que prácticamente garantizan el acceso a la facultad, donde el nivel de exigencia mínimo suele ser muy bajo.
“Nosotros estamos aquí porque fuimos a la escuela afiiliada, pero somos tontos, los inteligentes son aquellos de ahí”, explicaba recientemente un alumno de español de una universidad privada en referencia a parte de sus compañeros, que accedieron después de superar un difícil examen de ingreso.