Ahora que se ha apaciguado la polémica por las apuestas ilegales (y en general las relaciones del sumo con la yakuza, la mafia japonesa), se vuelve a hablar de uno de los fenómenos que afectan a esta lucha tradicional las últimas décadas: el elevado número de luchadores extranjeros. Esta mañana he estado escuchando en la emisora TBS un interesante comentario sobre el tema del periodista Yuichiro Yamagata.
El último gran torneo lo ha ganado el luchador que compite con el nombre de Kyokutenho. Su nombre legal es Masaru Ota, pero que nadie se preste a confusión, lo adoptó cuando adquirió la nacionalidad japonesa. Hasta entonces, este mongol de nacimiento se llamaba Nyamjavyn Tsevegnyam.
Además, recientemente, el egipcio Abdelrahman Sharan se ha convertido en el primer luchador de origen africano en ganar una categoría, concretamente la más baja, jonokuchi. Sharan, que lucha como Osunaarashi Kintaro, se ha mostrado convencido de que llegará al máximo rango, yokozuna. Ya hace tiempo que pasó la época en que los hawaianos y samoanos eran la sensación en Japón. Ahora la mayoría son mongoles o ciudadanos de antiguas repúblicas soviéticas. Un africano todavía es una nota exótica.
En estos momentos, en los cuatro máximos
rangos-yokozuna, ozeki, sekiwake y komusubi- hay once luchadores, cinco de
ellos son extranjeros. En el
conjunto de la máxima categoría del sumo -makuuchi-
de los cuarenta y dos luchadores quince no son nacidos en Japón.
Pocos extranjeros en las categorías bajas
En los seis grandes torneos de sumo que se
celebran cada año las luchas comienzan desde la mañana con las categorías más
bajas. En las tres inferiores -sandanme, jonidan y jonokuchi- solo
un 1,5% de los 457 luchadores son extranjeros. Pero como sólo se televisan los
combates de la tarde, los de las categorías más altas, la sensación de los
televidentes es que el número de luchadores de fuera es desproporcionado. Algunos dicen: "¡Está lleno de
extranjeros! ¿Qué pasa, no hay
japoneses que hagan sumo o qué? ". En
realidad, lo que sucede es que los luchadores de otros países son chicos
elegidos por sus grandes aptitudes y enseguida suben desde la categoría jonokuchi a la makuuchi.
Hace unos años no había ninguna restricción
a la presencia de luchadores extranjeros. Ahora
el límite es de uno por establo (son el equivalente a los clubes, el lugar
donde entrenan y viven). Está por
ver cuál es el efecto de esta limitación a medio y largo plazo. Yamagata se pregunta si veremos un
futuro en el que no habrá luchadores extranjeros. Su presencia ha servido para mantener
viva la llama de un deporte antiguo. Mucha
gente, sin embargo, lo que quiere es ver luchadores japoneses combatir entre
ellos y con extranjeros, no extranjeros que compiten con otros extranjeros.