Mientras miembros de su partido acuden a Yasukuni
Jordi Juste. Kioto
El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, aprovechó ayer su discurso en la cumbre Asia-África, que se celebra en Yakarta, para pedir perdón a sus vecinos asiáticos por las acciones de Japón antes y durante la Segunda Guerra mundial. "Japón afronta directamente estos hechos históricos con espíritu de humildad. Con sentimientos de profundo remordimiento y disculpa sincera simpre grabada en la mente, Japón ha mantenido de forma resuelta y consistente desde el fin de la Segunda Guerra mundial, la voluntad de no convertirse nunca en una potencia militar sino en una potencia económia, dijo Koizumi.
La alocución, inspirada en la que hizo en 1995 el entonces primer ministro, el socialista Tomiichi Murayama, se refirió de forma general a los asiáticos, sin citar ningún país en particular: “En el pasado, Japón, a través de su dominio colonial y su agresión, causó enormes daños y sufrimiento a la gente de muchos países, especialmente a la de las naciones de Asia”, afirmó el primer ministro nipón.
Esta no es la primera ocasión en que Koizumi se disculpa ante sus vecinos: en 2001 ya lo hizo en el transcurso de una visita a Pequín. Sin embargo, esta vez la declaración del primer ministro tiene una importancia política superior, ya que se produce en el peor momento de las relaciones entre China y Japón desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 1972, puesto de manifiesto la semana pasada por las manifestaciones anti-japonesas en las principales ciudades chinas.
En repetidas ocasiones Koizumi ha provocado las iras de chinos y coreanos por acudir a rezar al santuario de Yasukuni, dedicado a más de dos millones de combatientes japoneses muertos desde 1853, entre ellos el general Hideki Tojo y otros criminales de guerra. Precisamente, ayer, poco antes de la alocución de Koizumi en la capital de Indonesia, un grupo de 80 parlamentarios japoneses fue a Yasukuni con motivo de las festividad de primavera del santuario tokiota. El ministerio de Asuntos Exteriores chino reaccionó inmediatamente a la visita. “Expresamos nuestro gran descontento por las acciones de algunos políticos japoneses”, dijo un portavoz.
Sin embargo, en los últimos días los gobiernos de Tokio y Pequín han dado pasos para rebajar la tensión. Durante toda la semana las autoridades chinas han estado advirtiendo a la población sobre el daño que causan a la imagen del país las manifestaciones violentas contra personas e intereses extranjeros. Por su parte, ayer mismo el primer ministro Koizumi expresó a los periodistas su voluntad de reunirse hoy sábado con el presidente chino Hu Jintao. Sin embargo, la diplomacia japonesa da por hecho que el gobierno de Pequín necesita mostrar cierta resistencia a la reunión Hu-Koizumi para mantener una imagen de firmeza ante su población.
Las relaciones chino-japonesas han sufrido un grave deterioro en las últimas semanas. La razón declarada por el gobierno chino ha sido la no aceptación por parte de Japón de su responsabilidad por los daños causados en la primera mitad del siglo XX. Concretamente, China reaccionó duramente ante la aprobación para su uso en las escuelas japonesas de un manual de historia que suaviza la gravedad de las atrocidades cometidas por los japoneses.
Sin embargo, detrás de la polémica por la interpretación de la historia se encuentra el resurgimiento de la rivalidad entre los dos grandes gigantes de Asia, paradógicamente en el momento en que sus economías son más dependientes mútuamente. Japón y China compiten en Asia y en otras zonas del mundo por el control de los mercados de materias primas. En el sur del mar de China, ambos países se diputan un yacimiento de gas que consideran dentro de su zona económica exclusiva.
Además, Japón aspira a ocupar un puesto de miembro permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU al tiempo que solivianta a China al apoyar el mantenimiento del status quo en Taiwán (independencia de facto), recibir al Dalai Lama y oponerse al levantamiento del embargo europeo a la venta de armas a China.
Jordi Juste. Kioto
El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, aprovechó ayer su discurso en la cumbre Asia-África, que se celebra en Yakarta, para pedir perdón a sus vecinos asiáticos por las acciones de Japón antes y durante la Segunda Guerra mundial. "Japón afronta directamente estos hechos históricos con espíritu de humildad. Con sentimientos de profundo remordimiento y disculpa sincera simpre grabada en la mente, Japón ha mantenido de forma resuelta y consistente desde el fin de la Segunda Guerra mundial, la voluntad de no convertirse nunca en una potencia militar sino en una potencia económia, dijo Koizumi.
La alocución, inspirada en la que hizo en 1995 el entonces primer ministro, el socialista Tomiichi Murayama, se refirió de forma general a los asiáticos, sin citar ningún país en particular: “En el pasado, Japón, a través de su dominio colonial y su agresión, causó enormes daños y sufrimiento a la gente de muchos países, especialmente a la de las naciones de Asia”, afirmó el primer ministro nipón.
Esta no es la primera ocasión en que Koizumi se disculpa ante sus vecinos: en 2001 ya lo hizo en el transcurso de una visita a Pequín. Sin embargo, esta vez la declaración del primer ministro tiene una importancia política superior, ya que se produce en el peor momento de las relaciones entre China y Japón desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 1972, puesto de manifiesto la semana pasada por las manifestaciones anti-japonesas en las principales ciudades chinas.
En repetidas ocasiones Koizumi ha provocado las iras de chinos y coreanos por acudir a rezar al santuario de Yasukuni, dedicado a más de dos millones de combatientes japoneses muertos desde 1853, entre ellos el general Hideki Tojo y otros criminales de guerra. Precisamente, ayer, poco antes de la alocución de Koizumi en la capital de Indonesia, un grupo de 80 parlamentarios japoneses fue a Yasukuni con motivo de las festividad de primavera del santuario tokiota. El ministerio de Asuntos Exteriores chino reaccionó inmediatamente a la visita. “Expresamos nuestro gran descontento por las acciones de algunos políticos japoneses”, dijo un portavoz.
Sin embargo, en los últimos días los gobiernos de Tokio y Pequín han dado pasos para rebajar la tensión. Durante toda la semana las autoridades chinas han estado advirtiendo a la población sobre el daño que causan a la imagen del país las manifestaciones violentas contra personas e intereses extranjeros. Por su parte, ayer mismo el primer ministro Koizumi expresó a los periodistas su voluntad de reunirse hoy sábado con el presidente chino Hu Jintao. Sin embargo, la diplomacia japonesa da por hecho que el gobierno de Pequín necesita mostrar cierta resistencia a la reunión Hu-Koizumi para mantener una imagen de firmeza ante su población.
Las relaciones chino-japonesas han sufrido un grave deterioro en las últimas semanas. La razón declarada por el gobierno chino ha sido la no aceptación por parte de Japón de su responsabilidad por los daños causados en la primera mitad del siglo XX. Concretamente, China reaccionó duramente ante la aprobación para su uso en las escuelas japonesas de un manual de historia que suaviza la gravedad de las atrocidades cometidas por los japoneses.
Sin embargo, detrás de la polémica por la interpretación de la historia se encuentra el resurgimiento de la rivalidad entre los dos grandes gigantes de Asia, paradógicamente en el momento en que sus economías son más dependientes mútuamente. Japón y China compiten en Asia y en otras zonas del mundo por el control de los mercados de materias primas. En el sur del mar de China, ambos países se diputan un yacimiento de gas que consideran dentro de su zona económica exclusiva.
Además, Japón aspira a ocupar un puesto de miembro permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU al tiempo que solivianta a China al apoyar el mantenimiento del status quo en Taiwán (independencia de facto), recibir al Dalai Lama y oponerse al levantamiento del embargo europeo a la venta de armas a China.
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