Según el gobierno 19.000 personas viven en la calle
La revista The Big Issue ofrece una salida a más de un centenar de personas
Osaka. Jordi Juste
Desde hace cuatro años no hace falta ir a los parques o barrios degradados de Japón para ver a los sin techo. Algo más de un centenar de ellos están apostados en las esquinas más transitadas de las grandes metropolis del país blandiendo un ejemplar The Big Issue, la replica de la revista fundada en 1991 en Londres para dar una oportunidad profesional a las personas que no tienen un lugar digno donde vivir. Se trata de un negocio social, que se gestiona profesionalmente y aspira a no perder dinero aunque su ojetivo no sea ganarlo.
“Yo nunca me habría imaginado que terminaría dedicándome a ayudar a los sin hogar, pero una tercera parte de los que hay en Japón están en Osaka. Como persona nacida y criada aquí, como miembro de la sociedad que los veía cada día, me di cuenta de que había que hacer algo para ayudar a resolver el problema. Entonces supe lo que se hacía en Inglaterra y decidí poner en marcha el proyecto”, explica su máximo responable, Shoji Sano.
Según el gobierno, en la actualidad hay 19.000 personas sin hogar en Japón, unas 6.000 menos que hace cinco años. Es posible que la mejora en las cifras refleje en parte la reducción del paro durante el quinquenio, pero para Sano la cuestión se explica por el criterio que usan las autoridades para definir al colectivo: “Si lo que se cuenta es realmente los que viven en la calle o en parques, es posible que su número haya disminuido. Ahora bien, si se tiene en cuenta a las personas que pasan la noche en lugares como los cibercafés o en hoteles baratos y que no tienen un lugar fijo para vivir, entonces ha aumentado”.
Después de la burbuja económica de los años 80, los trabajos en la construcción y en la industria descendieron drásticamente y con ello aumentó el número de personas sin hogar. El empleo ha crecido en los últimos años hasta situar el paro en el 4%, aunque a costa de aumentar el número de los que pasan apuros para llegar a fin de mes a pesar de trabajar los siete días de la semana. La mayoría de los sin hogar proceden de sectores cada vez más mecanizados, como la construcción, o de negocios que van quedando desfasados en la nueva economía, como pequeños comercios y hostales tradicionales, donde algunos además de trabajar vivían.
Kenzo Nitta, de 57 años, vende The Big Issue frente a la estación central de Osaka desde hace cuatro años. Antes trabajaba como mecánico en una bolera, pero ésta cerró y ya no puedo encontrar un nuevo trabajo, en parte por la edad. “Es duro, pero sin trabajo no se puede vivir. Al principio me daba vergüenza, pero cuando llevas mucho tiempo vas acostumbrándote. Pienso seguir hasta que encuentre otro trabajo.”, explica Nitta, que recientemente ha empezado a vivir en un piso junto a dos vendedores más.
Otro veterano de The Big Issue es Imamura, un ex librero de viejo de 50 años que defiende con vehemencia la dignidad de su trabajo: “Me daría vergüenza tener que pedir limosna, no lo aceptaría, pero con esto me gano mi comida y un lugar para dormir. Me gustaría ahorrar y poder encontrar otro trabajo pero, sin tener una dirección registrada, en Japón eso es muy difícil”, explica Imamura, que regala una fotocopia con sudokus preparados por él mismo a cada cliente.
The Big Issue es bimensual y se vende a 300 yenes (unos dos euros), de los cuales 160 van directamente al bolsillo del vendedor. La revista tiene una circulación de unos 30.000 ejemplares y en todos los números ofrece artículos sobre ocio y asuntos sociales y una entrevista o reportaje sobre algún personaje famoso de la escena internacional, gracias a su sindicación con una red mundial de revistas similares
Para vender The Big Issue se necesita ser una persona atrevida, comprometerse con un código de buena conducta y no tener un lugar estable de residencia, aunque esta última condición se aplica con flexibilidad y se permite seguir como vendedores a los que ya han encontrado un lugar donde vivir pero no un empleo mejor. Algunos, como Imamura y Nitta, llevan vendiendo la revista desde su inicio, pero muchos otros lo dejan después de un año y medio, a veces sin dejar rastro. Según la empresa, de los 600 vendedores que ha tenido en cuatro años, un 10% ha encontrado otro trabajo.
Desde hace cuatro años no hace falta ir a los parques o barrios degradados de Japón para ver a los sin techo. Algo más de un centenar de ellos están apostados en las esquinas más transitadas de las grandes metropolis del país blandiendo un ejemplar The Big Issue, la replica de la revista fundada en 1991 en Londres para dar una oportunidad profesional a las personas que no tienen un lugar digno donde vivir. Se trata de un negocio social, que se gestiona profesionalmente y aspira a no perder dinero aunque su ojetivo no sea ganarlo.
“Yo nunca me habría imaginado que terminaría dedicándome a ayudar a los sin hogar, pero una tercera parte de los que hay en Japón están en Osaka. Como persona nacida y criada aquí, como miembro de la sociedad que los veía cada día, me di cuenta de que había que hacer algo para ayudar a resolver el problema. Entonces supe lo que se hacía en Inglaterra y decidí poner en marcha el proyecto”, explica su máximo responable, Shoji Sano.
Según el gobierno, en la actualidad hay 19.000 personas sin hogar en Japón, unas 6.000 menos que hace cinco años. Es posible que la mejora en las cifras refleje en parte la reducción del paro durante el quinquenio, pero para Sano la cuestión se explica por el criterio que usan las autoridades para definir al colectivo: “Si lo que se cuenta es realmente los que viven en la calle o en parques, es posible que su número haya disminuido. Ahora bien, si se tiene en cuenta a las personas que pasan la noche en lugares como los cibercafés o en hoteles baratos y que no tienen un lugar fijo para vivir, entonces ha aumentado”.
Después de la burbuja económica de los años 80, los trabajos en la construcción y en la industria descendieron drásticamente y con ello aumentó el número de personas sin hogar. El empleo ha crecido en los últimos años hasta situar el paro en el 4%, aunque a costa de aumentar el número de los que pasan apuros para llegar a fin de mes a pesar de trabajar los siete días de la semana. La mayoría de los sin hogar proceden de sectores cada vez más mecanizados, como la construcción, o de negocios que van quedando desfasados en la nueva economía, como pequeños comercios y hostales tradicionales, donde algunos además de trabajar vivían.
Kenzo Nitta, de 57 años, vende The Big Issue frente a la estación central de Osaka desde hace cuatro años. Antes trabajaba como mecánico en una bolera, pero ésta cerró y ya no puedo encontrar un nuevo trabajo, en parte por la edad. “Es duro, pero sin trabajo no se puede vivir. Al principio me daba vergüenza, pero cuando llevas mucho tiempo vas acostumbrándote. Pienso seguir hasta que encuentre otro trabajo.”, explica Nitta, que recientemente ha empezado a vivir en un piso junto a dos vendedores más.
Otro veterano de The Big Issue es Imamura, un ex librero de viejo de 50 años que defiende con vehemencia la dignidad de su trabajo: “Me daría vergüenza tener que pedir limosna, no lo aceptaría, pero con esto me gano mi comida y un lugar para dormir. Me gustaría ahorrar y poder encontrar otro trabajo pero, sin tener una dirección registrada, en Japón eso es muy difícil”, explica Imamura, que regala una fotocopia con sudokus preparados por él mismo a cada cliente.
The Big Issue es bimensual y se vende a 300 yenes (unos dos euros), de los cuales 160 van directamente al bolsillo del vendedor. La revista tiene una circulación de unos 30.000 ejemplares y en todos los números ofrece artículos sobre ocio y asuntos sociales y una entrevista o reportaje sobre algún personaje famoso de la escena internacional, gracias a su sindicación con una red mundial de revistas similares
Para vender The Big Issue se necesita ser una persona atrevida, comprometerse con un código de buena conducta y no tener un lugar estable de residencia, aunque esta última condición se aplica con flexibilidad y se permite seguir como vendedores a los que ya han encontrado un lugar donde vivir pero no un empleo mejor. Algunos, como Imamura y Nitta, llevan vendiendo la revista desde su inicio, pero muchos otros lo dejan después de un año y medio, a veces sin dejar rastro. Según la empresa, de los 600 vendedores que ha tenido en cuatro años, un 10% ha encontrado otro trabajo.
Que bonito es ayudar a los demas, esperemos que otras empresas busquen la forma de ayudar a estas personas que realmente necesitan.
ResponderEliminarSaludos!