Unas niñas de primaria usan el móvil en un tren. JJuste
Aumenta el número de crímenes relacionados con su uso
Los padres lo ven como un instrumento para la seguridad
“No puedo pensar en una buena razón para dejar que los niños tengan teléfono. Me gustaría que todo el mundo se plateara si los móviles son realmente necesarios”, afirmó recientemente el primer ministro, Yasuo Fukuda, en relación con el incremento de crímenes con víctimas infantiles relacionados con los móviles. A pesar de la seriedad del problema, las declaraciones sorprenden por venir del jefe de un gobierno que dice querer implantar una sociedad en que todo el mundo pueda estar conectado a la red telemática a cualquier hora y desde cualquier lugar. Además, parecen llegar un poco tarde ya queel 96% de alumnos japoneses de bachillerato, el 58% de secundaria y el 31% de primaria ya tienen móvil.
Según los datos oficiales, el número de delitos relacionados con el uso de los teléfonos móviles por parte de los niños japoneses supera ya los 1.000 por año e incluye casos de distribución de pornografía, prostitución y hasta 43 violaciones después de citas concertadas en sitios de internet accesibles desde el móvil. Además, tambien han aumentado las páginas conocidas como gakko ura saito (o sitio trasero de la escuela), en que los niños a veces dedican crueles comentarios anónimos dedicados tanto a sus profesores como a sus compañeros.
El gran índice de penetración del teléfono entre los niños se debe a que los padres lo ven sobre todo como un instrumento casi imprescdindible para la seguridad. “Mi hija tiene teléfono desde cuarto de primaria y eso me permite estar más tranquila cuando estoy trabajando, porque puedo saber dónde está. La mayoría de sus amigas también tienen, sobre todo las que sus padres trabajan. No creo que sea necesario implantar restricciones, es suficiente con explicar bien a los niños cuáles son los peligros de los móviles”, explica Eri, madre de una niña de quinto de primaria.
El trabajo de los padres fuera de casa también parece ser la razón principal por la que a Toki, de 12 años, le compraron un móvil hace dos meses: “Normalmente, cuando llego a casa no hay nadie y muchas veces tengo que llamar a mi madre para saber qué tengo que preparar para comer. Aunque también lo uso para quedar con los amigos y para escuchar música. Y si voy a jugar hasta tarde, a veces mi madre me llama para decirme que ya tengo que volver”.
La opinión del primer ministro ha venido seguida de la presentación de un programa para conscienciar a padres y escuelas de la necesidad de limitar el uso de los móviles. “En Japón los móviles se han convertido en un juguete caro. Los padres japoneses están dando teléfonos a sus hijos sin pensar suficientemente”, explicó el experto Masaharu Kuba, durante la presentación de las recomendaciones.
La mayoría de niños japoneses acuden a las escuelas públicas de su barrio, es decir a poca distancia de sus domicilios, pero los que van a escuelas privadas a menudo lo hacen en lugares alejados y acuden usando los transportes públicos. Por eso es muy normal ver a niños de menos de diez años viajando en el metro o en el tren sin estar acompañados por adultos. Además, entre los que siguen en la escuela pública también hay muchos que por la noche y los fines de semana tienen actividades extraescolares o van a los juku, las escuelas de repaso para prepararse mejor para pasar los exámenes de ingreso a escuelas de élite. Para todos ellos el móvil es una forma de estar en contacto con la familia.
Es el caso de Taisei, de 12 años a quién sus padres le compraron el móvil hace un año para que pudiera ir solo en metro al entreno de fútbol. Su madre defiende la necesidad del teléfono, pero es partidaria de las restricciones públicas y familiares: “Me parecería bien que el filtraje de algunas páginas, para que no puedan acceder los niños, fuera obligatorio. A mi hijo mayor, que ahora tiene 17 años, nosotros se lo pusimos hasta que entró en bachillerato. Y es cierto que algunos niños abusan. Por ejemplo, según Taisei, hay compañeros que por la noche están despiertos hasta muy tarde mandando mensajes. Nosotros pusimos la norma de que el teléfono en casa hay que dejarlo siempre en el recibidor. Además hemos puesto un límite de horario y de cantidad de uso”.
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