miércoles, junio 25, 2008

Japón debate la necesidad de que sus niños tengan móvil

25/6/2008 POLÉMICA POR EL USO ABUSIVO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN JAPÓN

Unas niñas de primaria usan el móvil en un tren. JJuste

Aumenta el número de crímenes relacionados con su uso
Los padres lo ven como un instrumento para la seguridad
“No puedo pensar en una buena razón para dejar que los niños tengan teléfono. Me gustaría que todo el mundo se plateara si los móviles son realmente necesarios”, afirmó recientemente el primer ministro, Yasuo Fukuda, en relación con el incremento de crímenes con víctimas infantiles relacionados con los móviles. A pesar de la seriedad del problema, las declaraciones sorprenden por venir del jefe de un gobierno que dice querer implantar una sociedad en que todo el mundo pueda estar conectado a la red telemática a cualquier hora y desde cualquier lugar. Además, parecen llegar un poco tarde ya queel 96% de alumnos japoneses de bachillerato, el 58% de secundaria y el 31% de primaria ya tienen móvil.
Según los datos oficiales, el número de delitos relacionados con el uso de los teléfonos móviles por parte de los niños japoneses supera ya los 1.000 por año e incluye casos de distribución de pornografía, prostitución y hasta 43 violaciones después de citas concertadas en sitios de internet accesibles desde el móvil. Además, tambien han aumentado las páginas conocidas como gakko ura saito (o sitio trasero de la escuela), en que los niños a veces dedican crueles comentarios anónimos dedicados tanto a sus profesores como a sus compañeros.
El gran índice de penetración del teléfono entre los niños se debe a que los padres lo ven sobre todo como un instrumento casi imprescdindible para la seguridad. “Mi hija tiene teléfono desde cuarto de primaria y eso me permite estar más tranquila cuando estoy trabajando, porque puedo saber dónde está. La mayoría de sus amigas también tienen, sobre todo las que sus padres trabajan. No creo que sea necesario implantar restricciones, es suficiente con explicar bien a los niños cuáles son los peligros de los móviles”, explica Eri, madre de una niña de quinto de primaria.
El trabajo de los padres fuera de casa también parece ser la razón principal por la que a Toki, de 12 años, le compraron un móvil hace dos meses: “Normalmente, cuando llego a casa no hay nadie y muchas veces tengo que llamar a mi madre para saber qué tengo que preparar para comer. Aunque también lo uso para quedar con los amigos y para escuchar música. Y si voy a jugar hasta tarde, a veces mi madre me llama para decirme que ya tengo que volver”.
La opinión del primer ministro ha venido seguida de la presentación de un programa para conscienciar a padres y escuelas de la necesidad de limitar el uso de los móviles. “En Japón los móviles se han convertido en un juguete caro. Los padres japoneses están dando teléfonos a sus hijos sin pensar suficientemente”, explicó el experto Masaharu Kuba, durante la presentación de las recomendaciones.
La mayoría de niños japoneses acuden a las escuelas públicas de su barrio, es decir a poca distancia de sus domicilios, pero los que van a escuelas privadas a menudo lo hacen en lugares alejados y acuden usando los transportes públicos. Por eso es muy normal ver a niños de menos de diez años viajando en el metro o en el tren sin estar acompañados por adultos. Además, entre los que siguen en la escuela pública también hay muchos que por la noche y los fines de semana tienen actividades extraescolares o van a los juku, las escuelas de repaso para prepararse mejor para pasar los exámenes de ingreso a escuelas de élite. Para todos ellos el móvil es una forma de estar en contacto con la familia.
Es el caso de Taisei, de 12 años a quién sus padres le compraron el móvil hace un año para que pudiera ir solo en metro al entreno de fútbol. Su madre defiende la necesidad del teléfono, pero es partidaria de las restricciones públicas y familiares: “Me parecería bien que el filtraje de algunas páginas, para que no puedan acceder los niños, fuera obligatorio. A mi hijo mayor, que ahora tiene 17 años, nosotros se lo pusimos hasta que entró en bachillerato. Y es cierto que algunos niños abusan. Por ejemplo, según Taisei, hay compañeros que por la noche están despiertos hasta muy tarde mandando mensajes. Nosotros pusimos la norma de que el teléfono en casa hay que dejarlo siempre en el recibidor. Además hemos puesto un límite de horario y de cantidad de uso”.

viernes, junio 20, 2008

Un fuerte terremoto causa seis muertos en Japón

15/6/2008 LA SACUDIDA ATEMORIZA EL NORTE DEL PAÍS
• El seísmo, de 7,2 grados de intensidad, provocó numerosos corrimientos de tierras
• El temblor provocó una pequeña fuga radiactiva sin riesgo para la población
Un terremoto de una intensidad de 7,2 en la escala de Richter sacudió ayer el norte de Honshu, la isla principal de Japón, causando por lo menos seis muertos, 11 desaparecidos y unos 200 heridos, además de cuantiosos daños materiales. Durante todo el día se produjeron múltiples réplicas y el Gobierno alertó de la posibilidad de que se sigan sucediendo durante toda la próxima semana.
El epicentro del seísmo se situó en Kurihara, en la provincia de Miyagi, a unos 400 kilómetros al norte de Tokio, y afectó sobre todo a aquella ciudad y a las vecinas Iwate y Akita. Las tres provincias son muy montañosas, por lo que el temblor causó numerosos corrimientos de tierras y la ruptura de varios puentes que dejaron miles de hogares incomunicados o privados de electricidad.A pesar de que el Ejército y los bomberos desplazaron inmediatamente helicópteros a la zona, ayer por la noche todavía quedaban unas 200 personas incomunicadas. "La prioridad número uno es salvar vidas", declaró el primer ministro japonés Yasuo Fukuda antes de ordenar al Ejército que enviara refuerzos a la zona.
"Estaba al volante de mi coche cuando ocurrió el seísmo", explicó Makoto Katsurashima, de 72 años. "Me quedé pálido cuando vi la carretera desaparecer bajo mis ojos, a varios metros delante de mí", añadió.
ATRAPADOS
Entre las víctimas se encuentran tres obreros de la construcción que quedaron atrapados por un corrimiento en Kurihara. Dos de ellos pudieron ser rescatados pero después se informó de que habían muerto. El tercero está aún desaparecido. Otro trabajador murió por un desprendimiento de rocas en el lugar donde se está construyendo una presa, en Oshu, en la prefectura de Iwate.Otro corrimiento sepultó un autobús escolar con 20 personas, también en Oshu, pero todos pudieron ser rescatados. Seis de los niños y un maestro resultaron heridos.
Las compañías eléctricas informaron de que las diversas centrales nucleares de la zona seguían operando con total normalidad, aunque.se produjo un incidente menor: en el centro de almacenamiento de una central hubo una pequeña fuga de agua radiactiva que no ocasionó ningún peligro para la población.
REACCIÓN RÁPIDA
Japón se encuentra en una zona de gran actividad sísmica, por lo que los terremotos son algo frecuente y las medidas de reacción son rápidas y casi auto-máticas. Los canales de televisión suspenden casi inmediatamente sus programaciones para dar información útil y los equipos de rescate repartidos por todo el territorio se movilizan muy rápidamente.
En esta ocasión el temblor se produce poco después del gran terremoto de Sichuan, en China, que se ha seguido en Japón con un interés inusual, tratándose de un acontecimiento ocurrido en el extranjero, por lo que la reacción ante el terremoto de ayer fue, si cabe, más sensible que de costumbre.

jueves, junio 19, 2008

Japón ejecuta a su Hannibal Lecter

Tsutomu Miyazaki asesinó a cuatro niñas hace 20 años
“El asesino otaku” se comió partes de sus víctimas
El asesino durante una reconstrucción de los hechos en una imagen tomada de la televisión Asahi.
Jordi Juste
Tsutomu Miyazaki, de 45 años, fue ejecutado ayer en la horca por el asesinato hace veinte años de cuatro niñas de entre 4 y 7 años en los alrededores de Tokio. Ayer también se ahorcó a dos presos más condenados por asesinato, con lo que Japón lleva ya ejecutadas a diez personas en lo que va de año y se calcula que unas 100 más esperan la misma suerte.
Japón tiene uno de los índices de criminalidad más bajos del mundo, pero periódicamente se producen casos de asesinatos espectaculares o especialmente crueles que reciben una gran atención informativa. Hace sólo una semana un joven mató a siete personas en el centro de Tokio, primero arrollando a varias con un camión en una zona peatonal y luego apuñalando indiscriminadamente a cuantas encontró en su camino.
Detalles macabros
Hace dos décadas, el caso de Miyazaki conmovió a los japoneses, especialmente cuando supieron que había abusado sexualmente de los cadáveres, los había mutilado y se había comido algunas partes. Antes de ser arrestado, el asesino había mandado diversos mensajes a las familias de las niñas relatando sus muertes y en un caso mandó las cenizas de una de ellas.
La noticia de que Miyazaki guardaba una colección de más de cinco mil vídeos pornográficos y de terror le valió el apelativo de “El asesino otaku” (en referencia a los jóvenes que viven obsesionados por los manga) y abrió un debate sobre si el porno y los cómics podían estar creando una generación de japoneses insensibles al dolor ajeno.
Miyazaki fue arrestado en julio de 1989 después de ser atacado por el padre de una niña de la que estaba abusando en un parque. Al parecer confesó rápidamente los asesinatos y en ningún momento perdió la calma, aunque posteriormente explicó que cuando las niñas a las que había secuestrado lloraban aparecía un “hombre rata” que era quien las mataba.
En los años que duraron su juicio y las apelaciones de su condena no mostró nunca ninguna muestra de arrepentimiento por sus acciones, pero en varias ocasiones declaró sentirse como en medio de un sueño. Diversos forenses certificaron durante el proceso que Miyazaki sufría esquizofrenia, a pesar de lo cual los jueces lo consideraron responsable de sus acciones. “Los atroces asesinatos de cuatro niñas para satisfacer sus deseos sexuales no dejan espacio para la indulgencia”, dijo en 2006 Tokiyasu Fujita, magistrado del Tribunal Supremo, en la confirmación de la condena.
Ejecuciones sin aviso
En Japón las ejecuciones se hacen públicas a posteriori y se producen siempre por ahorcamiento. El propio ajusticiado es informado de que va a morir la misma mañana de su último día de vida y a sus familiares y representantes legales sólo se les comunica cuando ya es un hecho.
Según la ley, las ejecuciones se deben llevar a cabo, tras la orden del Ministro de Justicia, en el transcurso de medio año desde que la condena a morir es confirmada por el Tribunal Supremo. Sin embargo, hasta hace poco la media de espera en el corredor de la muerte era de más de ocho años.
Con el nombramiento de Kunio Hatoyama como ministro se ha producido una aceleración de las ejecuciones y Hatoyama ya se ha convertido en el ministro que más ha ordenado, exactamente trece desde que asumiera el cargo hace diez meses.
“Estamos llevando a cabo las ejecuciones después de escoger personas a las que podemos ejecutar con un sentimiento de confianza y reponsabilidad”, declaró ayer Hatoyama.
Por su parte, el primer ministro, Yasuo Fukuda, se mostró partidario de seguir con la actual política. “En Japón, la opinión mayoritaria es hay que mantener la pena capital, así que no veo ninguna necesidad de cambiar lo que hemos venido haciendo hasta ahora”, declaró Fukuda.
A pesar de que es cierto que la mayoría de japoneses no se oponen a la pena de muerte, el debate sobre su utilidad y la forma de llevarla a cabo se va haciendo cada vez más presente en los medios de comunicación. Ayer mismo, Ichiro Furutachi, presentador del informativo de mayor audiencia de la televisión japonesa, se preguntaba si era casualidad que cada vez que se produce un crimen que conmociona a Japón al cabo de unos días se autoriza una serie de ejecuciones.

El G-8 alerta sobre la inflación

Jordi Juste
Los ministros de economía del Grupo de los Ocho (formado por Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, Italia y Rusia) cerraron ayer en Osaka dos días de reuniones con un comunicado conjunto en que expresan su preocupación por el precio de las materias primas, especialmente del petróleo y los alimentos.
“Los altos precios de las materias primas, especialmente del petróleo y de los alimentos, suponen un reto al crecimiento mundial estable, tienen graves implicaciones para los más débiles y pueden incrementar las presiones inflacionarias globales. Esta condiciones hacen nuestra elección de medidas políticas más complicada. Nos mantendremos vigilantes y tomaremos accciones apropiadas, individual y colectivamente, para asegurar la estabilidad y el crecimiento en nuestras economías y globalmente”, dice el anuncio.
A pesar de esta aparentente voluntad de reaccionar conjuntamente a la crisis, en las declaraciones posteriores a la presentación de los resultados de la cumbre se apreciaron sensibles diferencias entre los participantes en cuanto a la interpretacón de sus motivos.
El Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, destacó que estamos ante un problema de falta de acuerdo entre una gran demanda y una oferta insuficiente, y alertó de que “esto no es algo que se preste a soluciones a corto plazo”.
Por su parte, el Canciller británico, Alistair Darling, puso el acento en el hecho de que los ministros expresaran la necesidad de interpelar al Fondo Monetario Internacional y a la Agencia Internacional de la Energia sobre los factores financieros que se encuentran detrás de la crisis. “Hay visiones diferentes sobre los efectos que la especulación está teniendo sobre los precios”, aceptó Darling. A pesar de estas palabras, ningún país abogó durante la cumbre por medidas concretas contra la especualción.
La importancia del tipo de cambio
En los días anteriores a la reunión de Osaka, el ministro de economía de Japón, Fukushiro Nukaga, apuntó hacia el tipo de cambio de las principales divisas como uno de los motivos detrás de la actual crisis energética. Nukaga admitió haber hablado del tema con su homólogo estadounidense, aunque sin especificar los detalles de las dicusiones. Para muchos expertos, la debilidad del dólar ha contribuido a acelerar la escalada del precio del petróleo al empujar hacia las materias primas gran cantidad de capitales que antes se refugiaban en la divisa norteamericana.
Ayer, el ministro de economía japonés habló ante los medios de comunicación de la importancia de haber podido alcanzar una interpretación común de la crisis. “Hemos conseguido formular una comprensión común que será importante para alcanzar un crecimiento estable de la economía mundial”, explicó el anfitrión del encuentro, que sirvió para preparar la cumbre de jefes de estado y de gobierno que tendrá lugar del 7 al 9 de julio a orillas del lago Toya, en Hokkaido (norte de Japón).

Fondos de Inversión para el Clima
Una de las pocas acciones concretas visibles del G-8 en la cumbre de Osaka ha sido la presentación de unos fondos financieros diseñados para ayudar a los países en vías de desarrollo a luchar contra el cambio climático provocado por el calentamiento atmosférico.
“Nosotros, los ministros de finanzas del G8, damos la bienvenida y apoyamos el lanzamiento de los Fondos de Inversión sobre el Clima, incluido el Fondo de Tecnología Limpia y el Fondo Estratégico del Clima. Estamos comprometidos con la ayuda a los países en desarrollo para hacer frente a los retos del cambio climático de manera consistente con las necesidades de desarrollo de su población”, establece el comunicado de la cumbre.
“Estos fondos ofrecen una oportunidad para actuar sobre el cambio ahora. Son un paso concreto adelante para afrontar el reto del cambio climático global”, declaró el presidente del banco Mundial, Robert Zoellick, durante su presentación.
Por el momento Estados Unidos ha anunciado que aportará unos 1.500 millones de euros, el Reino Unido mil millones y Japón 800 a esta iniciativa, que se presenta como una medida provisional hasta que esté en acción la nueva política multilateral para afrontar el cambio climático, que debería sustituir en 2012 el Protocolo de Kioto.

Matanza en la meca de la electrónica

Un hombre mata a siete personas y hiere a diez más en el centro de Tokio
Jordi Juste
Siete muertos y 14 heridos es el resultado provisional del ataque perpetrado ayer por un hombre de 25 años en Akihabara, un barrio del distrito de Chiyoda, en Tokio, famoso por sus tiendas de electrónica y de productos relacionados con los cómics y los dibujos animados.
Poco después del mediodía, Tomohiro Kato irrumpió a gran velocidad y haciendo zigzag con un camión alquilado en la calle principal de Akihabara, convertida todos los fines de semana a esa hora en zona peatonal, y arrolló a por lo menos tres personas. Tras el atropello bajó del vehículo y, con un cuchillo de explorador con una hoja de trece centímetros, apuñaló a todos los que se interpusieron en su camino hasta que fue desarmado y detenido por la policía unos cinco minutos después.
“He venido a Akihabara porque quería matar a alguien. Estaba harto de vivir y quería matar, no importa a quien”, declaró el agresor a la policia. Sobre la vida y la personalidad de Kato, por el momento sólo se sabe que vivía en un apartamento de una sola habitación alquilado por una empresa de trabajo temporal en Susono, en la provincia de Shizuoka, al sur de Tokio. La mayoría de sus vecinos apenas lo habían visto entrar o salir, siempre solo, y lo consideraban una persona poco comunicativa. Según la policía, en el momento de la detención estaba lúcido y no parecía estar bajo los efectos ni del alcohol ni de ninguna otra droga.
Los testigos de la matanza explicaron que Kato atacó a sus víctimas indiscriminadamente mientras gritaba en tono amenazador con palabras incomprensibles. Uno de los heridos es un policía de tráfico que acudió para socorrer a uno de los atropellados y recibió una cuchillada en una pierna. La mayoría de los muertos y heridos son hombres jóvenes, aunque también hay dos mujeres y un hombre de 74 años que acudió a Akihabara junto a su hijo a comprar material informático.
Poco después de la irrupción de Kato con su camión la policía recibió la alerta en la comisaría cercana a la estación de tren de Akihabara. Varios agentes fueron en su persecución y uno de ellos trató de desarmarlo utilizando su porra como arma de esgrima, pero Kato sólo entregó el cuchillo tras ser encañonado con una pistola.
Mientras, el pánico se había apoderado del barrio. En Japón las zonas peatonales, abundantes los fines de semana en el centro de Tokio, son denominadas “paraísos de peatones”. El de Akihabara se había convertido en cinco minutos en un infierno poblado de grupos de personas dando primeros auxilios a las víctimas y esperando la llegada de las ambulancias.
Akihabara es considerada la meca de los aficionados a los ordenadores, los video-juegos, el manga (cómic japonés), el anime (dibujos animados) y el cosplay, o afición a disfrazarse, principalmente de algún personaje de estos dos géneros artísticos.
Los fines de semana sus calles están llenas de compradores y personas que acuden a presenciar alguno de los muchos eventos promocionales, a menudo protagonizados por las llamadas aidol, mujeres jóvenes convertidas en objeto de deseo de parte de los cientos de miles de hombres solteros que trabajan en la capital de Japón.
En Japón son muy raros los ataques perpetrados usando armas de fuego y casi siempre forman parte de las luchas entre bandas mafiosas. Sin embargo, en los últimos tiempos se han producido diversos apuñalamientos indiscriminados.
Ayer se cumplían siete años del más grave, la masacre de Ikeda, en que Mamoru Takuma mató a ocho niños e hirió a otros quince en una escuela primaria de Osaka. Takuma fue posteriormente condenado a muerte y ejecutado.
En enero de este año un chico de dieciséis años atacó con un cuchillo a cinco personas en unas galerías comerciales de Tokio, hiriendo a dos de ellas. Y en marzo, en la provincia de Ibaraki, un hombre buscado por asesinato atacó con arma blanca a diversos desconocidos, uno de los cuales murió posteriormente como consecuencia de las heridas sufridas.

Cui-daoré Taro dice sayonara

CRÓNICA DESDE OSAKA
Decenas de personas ante el Cui-daoré. JJuste
Que un restaurante cierre no suele ser una noticia que trascienda los breves de la sección local de algún periódico. Sin embargo, el anuncio de que Osaka Meibutsu Cui-daoré (que podría traducirse como “El Famoso Cui-daoré de Osaka”) abandona el negocio el próximo 8 de julio ha aparecido no sólo en los periódicos nacionales sino también en los principales informativos de la televisión japonesa. No en vano, el local es todo un símbolo de Osaka, uno de los lugares que aparecen en sus guías turísticas y uno de los marcos preferidos por los japoneses para inmortalizar fotográficamente su paso por la antigua Naniwa. Su condición de emblema de la segunda metrópolis japonesa se debe a su nombre y al autómata de latón que hay frente a su puerta.
El nombre Cui-daoré, viene de la expresión kuidaore, que puede traducirse como “gastarse la fortuna en comer y beber” y se considera representativa de los habitantes de Osaka, en contraposación a los de la vecina Kioto, cuyo espíritu se refleja en la palabra kidaore, que significa gastarse la fortuna en kimonos. Ambas se reúnen en el dicho popular “Kioto no kidaore, Osaka no kuidaore”, que contrapone el espíritu de refinamiento estético con que se identifican los habitantes de la antigua capital imperial al epicureismo de sus vecinos comerciantes del sur. No es que en Kioto no gasten en comida sino que los platos de su gastronomía, ejemplificados en la lujosa cocina kaiseki, son más apreciados por su apariencia que por su sabor, lo contrario de lo que pasa en Osaka.
En 1949, cuando Japón, todavía bajo la ocupación americana, luchaba por resurgir después de la guerra, Rokuro Yamada tuvo el acierto de ponerle a su restaurante el nombre de Osaka Meibutsu Cui-daoré, convirtiéndolo así en símbolo de los deseos populares de recuperar los placeres perdidos durante la contienda. Además, en 1950, para atraer a la clientela infantil, puso frente a la puerta a Cui-daoré Taro, un autómata que representa un payaso con un vestido a rayas rojas y blancas tocando el tambor. Dicen que de inmediato se convirtió en un gran éxito y así empezó el desfile diario para sacarse fotos a su lado, que dura hasta la fecha.
Cui-daoré está en la calle Dotombori, un bulevar donde se suceden restaurantes, teatros, salas de juegos, karaokes y otros negocios de entretenimiento en Shinsaibashi, en el centro de Osaka. Cualquier día pasan por la zona cientos de miles de personas, que se pueden convertir en millones los fines de semana. Ahora la empresa ha decidido arrojar la toalla aduciendo la incapacidad de mantenerse como un negocio familiar y por el envejecimiento del edificio de ocho pisos que lo alberga. Sin embargo, es fácil suponer que tras la decisión se encuentre la voluntad de rentabilizar mejor la extraordinaria situación del inmueble.
El anuncio del cierre y la incertidumbre del futuro paradero del muñeco han hecho incrementar todavía más la peregrinación al Cui-daoré. Además, muchos de los que no van aposta para el retrato, si pasan por la zona, no dejan escapar la ocasión de sacar una foto con el móvil, así que los fines de semana se forman aglomeraciones de personas esperando turno para inmortalizarse en compañía de Taro.

miércoles, mayo 28, 2008

Lentejas con chorizo en el corazón de la ciudad

Vicente García en El Castellano. JJuste
En los últimos años, la cocina española en Japón ha sido noticia por las estrellas Michelin logradas por los restaurantes Sant Pau y Ogasawara en Tokio, o por los proyectos gastronómicos del cocinero catalán Josep Barahona. Sin embargo, paralelamente a los triunfos de la cocina de autor, se ha ido consolidando un mercado para la gastronomía española tradicional, los vinos españoles se han ganado un espacio y el jamón ibérico ocupa ya un lugar en el vocabulario culinario de muchos japoneses. Además, desde hace tres décadas, no han dejado de multiplicarse por todo el país los restaurantes con cocineros japoneses o españoles y con el sabor más o menos adaptado al paladar japonés; Jamón-Jamón, El Poniente, Sábado Sabadete o Casa7 son ya clásicos entre los aficionados locales.
Pero, entre todos los restaurantes de cocina tradicional española, destaca por su solera El Castellano, que hace 31 años se convirtió en el primero regentado por un español. Corría el año 1977, España acababa de salir de la dictadura y todavía faltaba mucho para que se produjera el boom de lo español, que llegaría a su máxima expansión en 1992. Vicente García, un joven profesional de la restauración salido de Santa Cruz de la Zarza (Toledo), decidió desafiar a los que no veían futuro a los pucheros castizos en Japón.
"Me dijeron que no iba a tener éxito porque los japoneses no comían garbanzos, ni lentejas, ni conejo..., y yo dije que perfecto, que así no tendría competencia. La verdad es que los japoneses no comían nada de eso porque no había. Se trataba de ir educando su gusto", explica Vicente, que se toma tan en serio su empeño pedagógico que se niega a servir whisky con agua o café durante la comida.En cuanto a los ingredientes, él nunca ha tenido problemas. Dice que todo es cuestión de relacionarse y saber negociar con los proveedores y si de algo no hay, se crea, como hizo con un socio japonés cuando decidieron producir jamón serrano, chistorra, morcilla o salchichón, aquí, en Japón.
"La clave del éxito es ser tú mismo y ofrecer lo que podría encontrar un japonés que fuera a comer a casa de un amigo en España", añade antes de declararse a años luz de la comida que ofrecen el Sant Pau, el Ogasawara o Barahona, de quien lamenta que siguiera la estela de Ferran Adrià en lugar de mantenerse fiel a la cocina tradicional catalana que ofrecía en sus primeros años en Japón.
El Castellano es un mesón decorado con muchos de los atributos de la iconografía típica española, donde no pueden faltar el flamenco, los toros, ni la tuna. Está en un segundo piso de un pequeño edificio de oficinas, en una de las zonas más apreciadas de Tokio, entre Shibuya, la meca de la moda juvenil asiática, y la calle Omotesando, donde se suceden las tiendas de las marcas más prestigiosas del mundo. Según Vicente, entre sus clientes hay extranjeros residentes en la capital, aunque la mayoría son japoneses (sobre todo mujeres) y famosos de paso, como el bailarín Antonio, el escritor Fernando Sánchez Dragó, el levantador de piedras Iñaki Perurena o el expresident Jordi Pujol.
Vicente García con un cocinero. JJuste

martes, mayo 20, 2008

Sushi bajo los cerezos en flor

Picnic en un parque de Kioto. JJuste
El símbolo indiscutible de la primavera japonesa es la sakura, o flor del cerezo. Los japoneses sienten verdadera devoción por ella. Por eso, todo el país está repleto de diferentes clases de cerezos, cuya finalidad principal es ofrecerles durante unos días la oportunidad de reunirse con los amigos y disfrutar de su belleza efímera mientras degustan alguna delicia alimentaria y, a menudo, beben alcohol en grandes cantidades.
Como Japón es un país con una gran variedad de latitudes, desde el norte de Hokaido hasta el sur de Okinawa, y una variada orografía, los cerezos van floreciendo sucesivamente en las distintas partes del país. Para saber cuándo se producirá la eclosión cerca de casa y poder programar el picnic, no es necesario ni ser ingeniero agrónomo ni comprarse un almanaque. Basta con leer el periódico o ver las noticias de la televisión que informan con detalle de los días exactos en que las flores se van abrir. Cuando se produce el fenómeno en una zona, esta se tiñe de blanco, y uno se da cuenta de la enorme cantidad de cerezos que llega a albergar el país.
En Kioto, por ejemplo, es impresionante pasear por la orilla del Kamo, donde kilómetros y kilómetros de cerezos de la misma especie florecen simultáneamente a primeros de abril. En Osaka, quizá el sitio más popular para ir a ver los cerezos sea el parque del castillo. Y en Tokio, destacan los jardines del santuario de Yasukuni, así como los del palacio imperial para los privilegiados que acuden a la recepción oficial que ofrece el emperador.
En todo el país hay miles de lugares reputados por sus cerezos. El problema es que en Japón también hay mucha gente y el tiempo para ir a ver las sakura es muy limitado. Si hoy están en su máxima eclosión, mañana sus pétalos empezarán a desprenderse y, especialmente si aparece la lluvia, en cuestión de horas, las copas pasarán del blanco al verde. Por eso, los lugares donde es fácil extender un lienzo bajo los árboles están disputadísimos. En muchos casos, varios miembros de un grupo se levantan de madrugada para ir a coger sitio, e incluso hay profesionales que se dedican a guardar el espacio a cambio de una propina. En los jardines de Yoyogi, en Tokio, o en el parque Maruyama, en Kioto, a primera hora de la mañana ya casi no queda espacio libre.
A menudo, la fiesta bajo el cerezo se celebra sobre un horroroso plástico azul. Es un ejemplo más de la necesidad de focalizar la vista para disfrutar de la sutil belleza japonesa, muchas veces rodeada de la más basta fealdad. Las cubiertas azules sobre las que muchos comensales se sientan, siempre descalzos, a comer y beber se venden en cualquier gran superficie y son las mismas que se usan para tapar provisionalmente los tejados estropeados o que los sin techo utilizan durante todo el año para proteger sus enseres en los parques donde habitan. Son baratos, prácticos y resistentes, pero no pegan con los cerezos en flor, así que, para dejar gozar al espíritu, no queda más remedio que anestesiarlo con mucho alcohol, o elevar la mirada hacia las copas emblanquecidas y el cielo, que a veces también es de color azul.

lunes, mayo 12, 2008

La gasolina vuelve por las nubes

Una gasolinera de Kioto la noche del 30 de abril. JJuste
Los japoneses afrontan con preocupación y medidas alternativas la reciente subida del precio del combustible
• El impuesto pone contra las cuerdas al Gobierno de Fukuda
"Apago el letrero, porque dentro de poco se nos va a terminar la gasolina", le decía, a las siete de la tarde del 30 de abril, un empleado a otro en una estación de servicio. Cuando se apagaba la luz, la gasolina normal estaba a 127 yenes (80 céntimos) el litro y cuando volvía a encenderse, en la madrugada del 1 de mayo, ya estaba a 157 yenes (98 céntimos) como consecuencia de la reinstauración del impuesto especial sobre la gasolina. El gravamen se impuso hace 30 años, supuestamente con carácter temporal, y la ley estipula que debe dedicarse solo a la construcción y mantenimiento de carreteras.
Durante todo el día 30, la actividad en las estaciones de servicio del país fue frenética, y en algunos puntos se llegaron a superar volúmenes de venta ocho veces superiores a los habituales. Muchos japoneses apuraron las últimas horas de gasolina barata llenando sus depósitos para afrontar el largo puente de primavera de primeros de mayo. En cambio, el día 1 las gasolineras estaban casi vacías, e hicieron solo el 10% del negocio.

El fantasma de la inflación

El regreso de la gasolina cara, unido al aumento del precio de la mayoría de materias primas y al efecto que han tenido los escándalos relacionados con los alimentos importados de China, hacen prever un inminente aumento de la inflación y un enfriamiento del consumo. Muchos ciudadanos han empezado los recortes precisamente por la gasolina. "Yo voy a usar la bicicleta tanto como pueda; hasta ahora iba en coche o en tren al trabajo pero, a partir de ahora, voy a pedalear. Cuando uso el coche, hago una conducción ecológica, sin dar acelerones", explica una agente de seguros.

Con la gasolina por las nubes, no solo sufren las cuentas domésticas sino también las de muchos negocios familiares que no se atreven a repercutir el alza en los precios que cobran a sus clientes. Uno de los sectores más afectados ha sido el de los baños públicos, establecimientos que se mantienen abiertos todavía por la afición de muchos japoneses al baño como práctica de limpieza y ritual de socialización. El coste del combustible para calentar el agua se ha añadido a una clientela que mengua por el envejecimiento de la población. Así las cosas, muchos han tenido que cerrar, cambiar a fuentes de energía más baratas o inventarse sistemas para tapar las bañeras y mantener el calor durante su cierre.
Algunas compañías de transporte ya han adoptado en invierno diversas medidas para reducir la factura por combustible, como obligar a los conductores a apagar los motores de los camiones en las operaciones de carga y usar mantas eléctricas para mantener el calor.
Mientras muchos japoneses de a pie pasaban las últimas horas de abril sufriendo por sus bolsillos y sus estómagos, en Tokio, unos 100 diputados de la oposición montaron un piquete delante del despacho del presidente de la Cámara de Diputados, Yohei Kono. Llevaban pancartas que decían Abuso de poder; escuchad la voz del pueblo, y querían evitar que Kono llegara al pleno y se aprobase la ley impositiva sobre la gasolina. La norma caducó en marzo gracias al bloqueo en el Senado, donde la oposición tiene mayoría absoluta.
Horas de tensión
Tras horas de tensión, Kono logró burlar el cerco y llegar al hemiciclo, donde la ley se aprobó sin problemas, pese a su gran impopularidad. "En lugar de gastar tanto dinero en proyectos inútiles, podrían dedicar más a la educación. En nuestro colegio podríamos financiar más viajes de estudios al extranjero", se queja el responsable de un centro educativo.
El primer ministro, Yasuo Fukuda, intentó convencer a los japoneses. "En un momento en que cada ciudadano hace grandes esfuerzos para llegar a fin de mes, es una decisión muy dura. Sin embargo, he considerado que debemos parar esta situación irresponsable, en que nos encontramos con unos ingresos insuficientes", explica Fukuda.
El primer ministro se encuentra en sus horas más bajas, con un índice de popularidad inferior al 20%. Ahora dice que impulsará una ley para que el impuesto sobre la gasolina no se convierta solo en asfalto y sirva también para financiar necesidades más urgentes, como la mejora de la enseñanza y la asistencia sanitaria. Sin embargo, parece casi imposible que un político tan impopular pueda enfrentarse a poderosos grupos de interés que resisten el cambio.

jueves, mayo 08, 2008

Hu visita Japón en un clima de desconfianza


El emperador Akihito i el presidente Hu en la portada del Kyoto Shinbun
Es la primera visita de un máximo líder chino en 10 años
Tibet, las intoxicaciones alimentarias y el gas del mar del sur, principales obstáculos
El presidente chino Hu Jintao inició el miércoles 6 de mayo una visita de 5 días a Japón con la que quiere mejorar las relaciones diplomáticas entre las dos potencias del noreste de Asia. “Espero que durante esta visita podamos incrementar la confianza común, profundizar la cooperación, planear el futuro y abrir la vía para un nuevo estadio para el desarrollo global de una relación estratégica sino-japonesa mútuamente beneficiosa”, declaró Hu a su llegada al centro de la capital japonesa, donde se podía percibir una gran presencia de fuerzas especiales de la policía. Mientras comenzaba el programa de actos del mandatario chino, en diferentes zonas de la ciudad se manifestaban los habituales grupos de ultraderechistas anti-chinos, con sus camiones con altavoces, y unos mil simpatizantes de la causa independentista tibetana.
Las esperanzas generadas por el viaje de Hu a Japón se refieren más a aspectos simbólicos que a la resolución de problemas concretos. En estos momentos la historia no se interpone especialmente entre Pekín y Tokio como lo hizo en el pasado. Hace 10 años la visita del entonces líder Jiang Zemin terminó en fracaso por su dureza al recordar, en un encuentro protocolario con el emperador, las atrocidades del ejército imperial japonés en la primera mitad del siglo XX. Posteriormente, entre 2001 y 2006, los años en que el primer ministro japonés era Junichiro Koizumi, los sufrimientos chinos por el pasado imperialista japonés volvieron a ser el principal tema de intercambio, gracias sobre todo a las visitas del mandatario nipón al santuario sintoísta de Yasukuni, donde se rinde homenaje a más de dos millones de combatientes japoneses y a 14 criminales de guerra.
Hace dos años, con un liderazgo mucho más joven en China y con el relevo de Koizumi por Shinzo Abe en Japón, se inició un deshielo diplomático que culminó con la visita del primer ministro chino Wen Jiabao. El actual primer ministro, Yasuo Fukuda, es un conocido defensor de la mejora de relaciones con China.
Mirar hacia el futuro
Ahora los dos gobiernos dicen que hay que mirar hacia el futuro, pero cuando intentan concretar su anhelado entendimiento se encuentran con asuntos sobre los que no se ponen de acuerdo, como la explotación conjunta de los campos de gas del sur del mar de China, en aguas que ambos países consideran parte de su territorio, o la resolución en falso del problema de las empanadillas intoxicadas importadas a Japón desde China, un asunto que ha creado un clima de desconfianza de los consumidores japoneses hacia los productos que llegan del país vecino.
Además, el último levantamiento en Tíbet y la represión ordenada desde Pekín han servido para aumentar la presión sobre el primer ministro nipón por parte de los sectores que desean una actitud más firme ante una China que perciben como un peligro creciente debido a su poderío económico y militar. “En lugar de cálidas expectativas de un salto hacia delate en los lazos bilaterales, una desilusión enfriante está surgiendo ahora entre los dos países”, decía el editorial del diario Asahi Shimbun ante la visita de Hu.
La estancia del presidente chino en Japón incluye diversos encuentros con el emperador Akihito y el primer ministro Fukuda, así como una conferencia en la universidad Waseda y una visita cultural a Nara. Se espera que culmine con la presentación de una declaración conjunta que podría incluir algún acuerdo sobre medidas para evitar el calentamiento atmosférico global.
Unas relaciones muy importantes
Japón estableció relaciones diplomáticas con China en 1972 siguiendo el camino marcado desde Washington por Richard Nixon. En 1978, bajo el mandato del primer ministro Takeo Fukuda (padre del actual jefe de gobierno), se firmó un tratado de paz y reconciliación entre los dos países. Veinte años más tarde, en 1998, Jiang Zemin se convirtió en el primer presidente de la República Popular China en visitar Japón. Las relaciones contemporáneas entre Pekín y Tokio se han visto marcadas a menudo por las luchas internas por el poder en ambas capitales.
A pesar de diversos altibajos en los intercambios políticos, desde los años 70 no ha dejado de aumentar la dependencia económica mútua. Japón ha aportado ingentes cantidades de dinero al desarrollo chino en forma de ayuda oficial y en inversiones privadas de empresas que deseaban tener una base de producción barata y abrir a sus productos un mercado muy prometedor. En estos momentos, la estabilidad de la economía japonesa depende en buena medida de la salud económica china.

lunes, abril 28, 2008

Un signo de la globalización

Un momento del discurso. Foto: Jin Juste
CRÓNICA DESDE KIOTO
Este año me ha tocado asistir a la ceremonia de ingreso de la escuela primaria de mi barrio en calidad de padre de uno de los nuevos alumnos y como presidente de la AMPA. Dicen que es la primera vez que un extranjero preside una institución de este tipo en Kioto y posiblemente una de las primeras en todo el país. Un signo de la globalización que, por el momento, no ha encontrado ningún reparo y sí muchas reacciones de alivio por parte de los que saben que, si este año yo presido, no tienen que hacerlo ellos.
El cargo es más bien protocolario y las que trabajan de verdad son las madres que integran la junta, todas japonesas. Ellas están dispuestas a dar el callo por la escuela, pero no la cara, así que mi primer trabajo importante ha sido subirme al estrado del gimnasio y leer, ante niños, padres y autoridades locales, un discurso lleno de expresiones honoríficas y frases hechas. Con poco margen para la creatividad y un gran miedo a salirme ni siquiera un milímetro del guión. Solo quien haya pasado por semejante trago será capaz de imaginarse cómo pueden bailar los caracteres japoneses sobre el papel.
Además de en una lectura correcta, el éxito de la actuación en la ceremonia radica en tener muy claro cuándo y hacia dónde hay que saludar, con la inclinación adecuada del tronco. Según mis cuentas, en mi caso son ocho reverencias desde que me levanto tembloroso de mi silla en la zona de autoridades hasta que regreso aliviado a ella.
Si uno no tiene un papel protagonista, estas celebraciones son un espectáculo interesante, que puede llegar a ser divertido. El decorado presenta mínimas variaciones: siempre lo presiden la bandera nacional y la local, hay un gran jarrón con flores y muchas veces un biombo dorado. Uno de los momentos más emotivos es el canto del himno nacional, esa canción que en muchos sitios de Asia recuerdan como símbolo de atrocidades. Para la mayoría de los japoneses el Kimigayo es hoy en día solo una muestra de su sentimiento de pertenencia, aunque queda una minoría que se resiste a mostrarle un respeto que cree que no merece. Normalmente, todos los congregados se ponen en pie y la mayoría lo entonan con una maestría que prueba, tanto como su patriotismo, la buena formación musical.
Otro de los puntos importantes es el discurso del director. El nuestro es un hombre entrañable, amante de Europa y devoto de su trabajo. Tiene cierto aire cómico, vestido con frac y dirigiéndose a niños de 6 años, gesticulando y vocalizando. Les habla de las tres semillas que a partir de hoy tendrán que hacer crecer: valentía, ganas de hacer y buena salud.
Los verdaderos protagonistas, los aproximadamente 60 nuevos alumnos de la escuela, lo escuchan intentando ver esas semillas en la palma del profesor. Van vestidos todos muy elegantemente y representan su papel a la perfección. Entran, se sientan, se levantan, hacen reverencias, se sientan de nuevo, se vuelven a levantar... Todo en un orden que ya han tenido oportunidad de ensayar en la gran cantidad de ceremonias que han vivido en el parvulario y que perfeccionarán en las que les aguardan en su vida en Japón.

jueves, abril 10, 2008

Gigantes en apuros

Momentos previos al combate. Foto JJuste
El sumo, la lucha tradicional japonesa, va de escándalo en escándalo
El año pasado un joven luchador murió después de una paliza en su gimnasio
Osaka. Jordi Juste
En los últimos tiempos la lucha tradicional japonesa se ha visto envuelta en una serie de controversias que incluye acusaciones de combates amañados, vetos machistas, comportamientos impropios dentro y fuera del ring, lesiones sospechosas y una muerte que ha descubierto que detrás de la fortaleza de los luchadores se esconde un rudo submundo que a menudo consiste en puro maltrato.
Momentos finales del combate entre el yokozuna Hakuho y Miyabiyama. Foto JJuste
Muerte en el gimnasio
En febrero la policía arrestó en Aichi a tres luchadores y al jefe del gimnasio donde en junio murió Takashi Saito, un luchador novicio de 17 años. La policia estableció que la causa había sido un paro cardíaco, pero una autopsia mostró que Saito había sido golpeado repetidamente con objetos contundentes poco antes de perecer. La policía se vió obligada a abrir una investigación y el caso se convirtió rápidamente en noticia nacional. El jefe del gimnasio admitió haberle dado un “golpecito” a su pupilo, pero se ha podido establecer que lo golpeó repetidamente en la cabeza con una botella de cerveza. Después indicó a otros luchadores que se lo llevaran al ring para terminar de darle una lección por haber intentado abandonar el gimnasio y su carrera en el sumo.
La muerte causó una gran conmoción pública y sirvió para descubrir que el uso de la violencia para domesticar a los novicios es una práctica extendida. Para la mayoría de japoneses las intimidades del mundo del sumo son casi un mito. Se sabe que los luchadores viven en establos o gimnasios donde se entrenan y viven en comunidad bajo las órdenes de un jefe, el oyakata, un antiguo luchador. La vida en estos recintos es siempre austera y a menudo dura, con un régimen alimenticio orientado a ganar peso rápidamente y detalladas normas de vida que se basan en un estricto respeto a la jerarquía. También se sabe que los ex luchadores tienen una esperanza de vida diez años menor a la media nacional y que muchos sufren diabetes o enfermedades cardíacas.
El yokozuna Asashoryu acaba de ganar su combate. Foto JJuste
Sorpresa e indignación
A la sorpresa por la muerte de Saito se añadió rápidamente la indignación por la negligencia policial y la lentitud en la reacción de la Asociación Japonesa de Sumo. Hasta el primer ministro, Yasuo Fukuda, se vió obligado a pronunciarse sobre el asunto: “Que esto haya sucedido en el sumo, el deporte nacional y símbolo de Japón, es un asunto grave”. La presión del gobierno obligó a la entidad que rige el sumo a pedir disculpas y a expulsar al jefe del gimnasio, una acción que para muchos es insuficiente y llegó tarde. “La asociación de sumo debería aceptar miembros externos y recomenzar. De otro modo, los jóvenes que aspiran a convertirse en luchadores profesionales se mostrarán reacios y los aficionados abandonarán el deporte”, concluía recientemente el diario Asahi Shinbun su editorial.
Prejuicios machistas
Algunos historiadores remontan el nacimiento del sumo a los orígenes del país, aunque adoptó su forma actual en la época de Edo (siglos XVII a XIX). Sus rituales están emparentados con los del sintoísmo, la religión ancestral de Japón, con la que comparte creencias como la impureza de la mujer. Esto provocó el inicio de una larga controversia en 2000, cuando Fusae Ohta se convirtió en la primera mujer gobernadora de Osaka, provincia donde se celebra uno de los cinco grandes torneos anuales. La Asociación de Sumo no permitió a Ohta durante sus ocho años en el cargo subir al dohyo (ring) para entregar la copa al vencedor.
Escándalos periódicos
La muerte del joven Saito es la crisis más grave que ha vivido el sumo últimamente, pero no la única. Las sospechas de combates amañados reaparecen periódicamente. En la última ocasión apuntaban al yokozuna (gran campeón) Asashoryu, un mongol de 28 años que ya ha alcanzado el quinto puesto en el ranking de luchadores de todos los tiempos. Además, Asashoryu ha protagonizado enfrentamientos con periodistas y provocado la indignación de los tradicionalistas por protestar decisiones de los árbitros o no mostrar respeto a los contrincantes. El año pasado fue noticia tras ser sorprendido jugando al fútbol en Mongolia, adonde había acudido para recuperarse de una misteriosa lesión. El sumo profesional ha vivido en las últimas décadas un influjo constante de luchadores extranjeros, provenientes de lugares con luchas similares, como Hawai, Polinesia, Bulgaria, Rusia o Mongolia y en estos momentos hay unos 20 no japoneses en las dos máximas categorias. En 2002 se limitó a uno por gimnasio el número máximo de foráneos, pero cada vez resulta más difícil convencer a niños y padres japoneses para que entren en un mundo que exige sacrificios extremos.
Yumitori, ritual con el que se cierra cada día de torneo. Foto JJuste

martes, abril 08, 2008

La torre Eiffel japonesa cumple medio siglo

La Tokyo Tower. JORDI Juste
En 1958 Japón confirmaba al mundo su renacimiento tras la segunda guerra mundial con la terminación en Tokio de una gran antena metálica blanca y naranja de 333 metros de altura, diseñada a semejanza de la torre Eiffel de París, a la que supera en 13 metros. Se pensaron diversos nombres para la estructura, que oficialmente se denomina Nihon Denpa To (torre japonesa de ondas eléctricas), pero el pueblo rápidamente la bautizó como Tokyo Tower y la adoptó como el símbolo de la capital y uno de sus principales destinos recreativos.
En este medio siglo a la torre han acudido no solo millones de turistas, extranjeros y nacionales, sino también muchísimos toquiotas que la han elegido como marco de sus citas amorosas o de sus salidas familiares. Además, ha sido escenario de numerosas obras de ficción e incluso ha sido destruida muchas veces por la imaginación de autores de cómics, dibujos animados y películas apocalípticas de monstruos de serie B.
En el 2005, el ilustrador Lily Franky publicó la novela Tokyo Tawa: Okan to boku, to tokidoki, Oton (Tokyo Tower: mamá, yo, y a veces, papá), donde la torre es más que nunca el símbolo de la gran ciudad, el faro que atrae a los japoneses humildes de provincias en busca del éxito. El libro vendió más de un millón de ejemplares en su primer año y dio lugar a una película y una serie de televisión que contribuyeron a poner de nuevo de moda la estructura entre la gente joven.
La Tokyo Tower está en el distrito de Minato, relativamente cerca del corazón de la ciudad. Por eso, cualquiera de sus dos observatorios sirve para tener una visión de 360 grados de esta megaurbe, que se extiende mucho más allá de los límites administrativos de la prefectura de Tokio y cuya población se sitúa ya en más de 30 millones de habitantes. Desde el observatorio superior, a 250 metros de altitud, se puede comprobar que la ciudad y sus alrededores no son solo grises; también tienen el azul del mar, el verde de los jardines del palacio imperial y del santuario de Meiji y hasta, a veces, el blanco de la nieve, ya que en días claros se llega a divisar la cima del monte Fuji. Pero, sobre todo, la torre es una atalaya perfecta para percibir el abigarramiento de la metrópolis nipona, el aparente caos de callejuelas, ríos, autopistas urbanas, vías de tren elevadas... Nada que ver con los Campos de Marte, que desde lo alto de la Torre Eiffel parecen un tapiz.
Desde hace cinco años es posible ver la torre como un juguete metálico de colorines enmedio del hormigón, subiéndose a lo alto de la torre Mori, en Roppongi Hills. El edificio solo alcanza los 238 metros de altura pero, al estar situado en un cerro, ha sustituido a la Tokyo Tower como el observatorio más alto de la ciudad. Sin embargo, esta mantiene un encanto que difícilmente puede superar un rascacielos, ya que lo que buscan los turistas y los enamorados que quieren pasear su romance no es tanto ver la ciudad como estar dentro de su símbolo. Posiblemente esa condición emblemática no la perderá ni siquiera en el 2011, cuando esté terminada en el distrito de Sumita la New Tokyo Tower, que tendrá 613 metros de altura.
La Tokyo Tower. JORDI Juste

jueves, abril 03, 2008

Los homeless japoneses se hacen más visibles

Según el gobierno 19.000 personas viven en la calle
La revista The Big Issue ofrece una salida a más de un centenar de personas
Osaka. Jordi Juste
Desde hace cuatro años no hace falta ir a los parques o barrios degradados de Japón para ver a los sin techo. Algo más de un centenar de ellos están apostados en las esquinas más transitadas de las grandes metropolis del país blandiendo un ejemplar The Big Issue, la replica de la revista fundada en 1991 en Londres para dar una oportunidad profesional a las personas que no tienen un lugar digno donde vivir. Se trata de un negocio social, que se gestiona profesionalmente y aspira a no perder dinero aunque su ojetivo no sea ganarlo.
“Yo nunca me habría imaginado que terminaría dedicándome a ayudar a los sin hogar, pero una tercera parte de los que hay en Japón están en Osaka. Como persona nacida y criada aquí, como miembro de la sociedad que los veía cada día, me di cuenta de que había que hacer algo para ayudar a resolver el problema. Entonces supe lo que se hacía en Inglaterra y decidí poner en marcha el proyecto”, explica su máximo responable, Shoji Sano.
Según el gobierno, en la actualidad hay 19.000 personas sin hogar en Japón, unas 6.000 menos que hace cinco años. Es posible que la mejora en las cifras refleje en parte la reducción del paro durante el quinquenio, pero para Sano la cuestión se explica por el criterio que usan las autoridades para definir al colectivo: “Si lo que se cuenta es realmente los que viven en la calle o en parques, es posible que su número haya disminuido. Ahora bien, si se tiene en cuenta a las personas que pasan la noche en lugares como los cibercafés o en hoteles baratos y que no tienen un lugar fijo para vivir, entonces ha aumentado”.
Después de la burbuja económica de los años 80, los trabajos en la construcción y en la industria descendieron drásticamente y con ello aumentó el número de personas sin hogar. El empleo ha crecido en los últimos años hasta situar el paro en el 4%, aunque a costa de aumentar el número de los que pasan apuros para llegar a fin de mes a pesar de trabajar los siete días de la semana. La mayoría de los sin hogar proceden de sectores cada vez más mecanizados, como la construcción, o de negocios que van quedando desfasados en la nueva economía, como pequeños comercios y hostales tradicionales, donde algunos además de trabajar vivían.
Kenzo Nitta, de 57 años, vende The Big Issue frente a la estación central de Osaka desde hace cuatro años. Antes trabajaba como mecánico en una bolera, pero ésta cerró y ya no puedo encontrar un nuevo trabajo, en parte por la edad. “Es duro, pero sin trabajo no se puede vivir. Al principio me daba vergüenza, pero cuando llevas mucho tiempo vas acostumbrándote. Pienso seguir hasta que encuentre otro trabajo.”, explica Nitta, que recientemente ha empezado a vivir en un piso junto a dos vendedores más.
Otro veterano de The Big Issue es Imamura, un ex librero de viejo de 50 años que defiende con vehemencia la dignidad de su trabajo: “Me daría vergüenza tener que pedir limosna, no lo aceptaría, pero con esto me gano mi comida y un lugar para dormir. Me gustaría ahorrar y poder encontrar otro trabajo pero, sin tener una dirección registrada, en Japón eso es muy difícil”, explica Imamura, que regala una fotocopia con sudokus preparados por él mismo a cada cliente.
The Big Issue es bimensual y se vende a 300 yenes (unos dos euros), de los cuales 160 van directamente al bolsillo del vendedor. La revista tiene una circulación de unos 30.000 ejemplares y en todos los números ofrece artículos sobre ocio y asuntos sociales y una entrevista o reportaje sobre algún personaje famoso de la escena internacional, gracias a su sindicación con una red mundial de revistas similares
Para vender The Big Issue se necesita ser una persona atrevida, comprometerse con un código de buena conducta y no tener un lugar estable de residencia, aunque esta última condición se aplica con flexibilidad y se permite seguir como vendedores a los que ya han encontrado un lugar donde vivir pero no un empleo mejor. Algunos, como Imamura y Nitta, llevan vendiendo la revista desde su inicio, pero muchos otros lo dejan después de un año y medio, a veces sin dejar rastro. Según la empresa, de los 600 vendedores que ha tenido en cuatro años, un 10% ha encontrado otro trabajo.

domingo, marzo 23, 2008

Comida lenta y natural fuera de casa

22/3/2008 CRÓNICA DESDE KIOTO // JORDI JUSTE Bufet del Matsutomiyakotobuki Ichie.
El Matsutomiyakotobuki Ichie de la calle Yanaginobamba, tocando a la calle Sanjo, es uno de tantos restaurantes que se han instalado en los últimos años en una machiya, las viejas casas del centro de Kioto condenadas a transformarse o sucumbir entre la modernidad. La fachada y el interior se han conservado en gran medida y el local da sensación de autenticidad, a pesar de que estos edificios no fueron pensados como restaurantes sino para servir en su parte delantera como talleres y en la trasera como residencias. Para acceder al comedor hay que descalzarse, pero se puede optar entre comer en mesas tradicionales bajas y sentarse en el tatami o hacerlo en mesas altas occidentales.
El Ichie forma parte de un número creciente de restaurantes que ofrecen una solución a la gente que no quiere renunciar a la salud cuando come fuera de casa. Se anuncia como restaurante de "comida lenta y natural" y sus platos se elaboran con productos nacionales y sin aditivos. "No podemos ofrecer comida hecha con productos 100% orgánicos porque la oferta de estos todavía es escasa, pero la dirección siempre busca los que le merecen más confianza", explica el encargado.

De hecho, según un estudio reciente, solo el 0,19% de los productos agrícolas japoneses son orgánicos, es decir, han sido cultivados y procesados sin utilizar fertilizantes, pesticidas ni aditivos artificiales. De las casi dos millones de explotaciones agrícolas que hay en Japón, solo 5.000 producen lo que la oficina certificadora del Gobierno considera "productos agrícolas orgánicos".

La conciencia de la importancia de la comida saludable no ha parado de aumentar en los últimos años en Japón, al tiempo que los cambios económicos y sociales han ido imponiendo una forma de comer cada vez más nociva para la salud. Se han multiplicado los fraudes e intoxicaciones atribuibles a la industrialización alimentaria y el aumento del número de familias en que todos los adultos trabajan fuera de casa y de personas que viven solas ha hecho que los hábitos empeoraran.

El tiempo que se dedica a cocinar en casa ha disminuido y la sana costumbre de preparar la comida pensando siempre en que incluya 30 ingredientes ha cedido al consumo masivo de precocinados que se preparan para comer en escasos minutos. Además, el uso de materias frescas de la región va quedando arrinconado por productos congelados que contienen gran cantidad de aditivos y proceden de lugares muy alejados del consumidor. Sin embargo, según un estudio del Ministerio de Agricultura, un 42% de los japoneses se muestran ya dispuestos a comprar productos agrícolas orgánicos y un 52% más afirma que lo haría si los precios bajaran.

Estos datos muestran que existe un alto potencial para recuperar la comida saludable que solo está esperando la oferta adecuada. De momento, el Matsutomiyakotobuki Ichie ofrece un producto con una relación calidad-precio excepcional, el Obanzai Viking, un bufet libre por solo 1.050 yenes (seis euros y medio) que incluye unos 20 platos de comida japonesa tradicional que varían según la estación.

miércoles, marzo 12, 2008

Nostalgia en el callejón de los borrachos

12/3/2008 CRÓNICA DESDE TOKIO // JORDI JUSTE
Nonbei-yokocho, el callejón de los borrachos de Shibuya. JJuste

Shibuya es la meca de la moda juvenil asiática. Son famosas las grandes pantallas de televisión que se ven nada más salir a la plaza principal desde la estación. A su derecha hay un tramo elevado de vía férrea, uno de tantos que sobrevuelan Tokio. Pasadas las vías, justo a mano izquierda, está Nonbei-yokocho (el callejón de los borrachos), dos hileras de menos de 50 metros de edificios de madera de dos plantas.
Paso el arco que anuncia el callejón y accedo a otro mundo, sin pantallas, niñas bronceadas ni encuestadores a la caza de nuevos gustos. Aquí todo es rancio, pequeño, oloroso, entrañable. Bares diminutos se suceden bajo la tenue luz de unas lámparas rojas que presentan todo un reto fotográfico. Busco el ángulo adecuado, la apertura correcta del diafragma, cuando, desde un local, un hombre de unos 70 años, con gafas y vestido con traje, me pide con gestos que me acerque.

Abro la puerta corredera, doy las buenas noches y me asomo a una habitación de unos 6 metros cuadrados. Dos señoras de unos 70 años, con los labios muy pintados, el moño muy bien puesto y el delantal muy blanco, están de pie tras una estrecha barra frente a la que hay seis taburetes, cuatro de ellos ocupados por clientes que beben aguardiente de trigo en grandes vasos de cristal. Al fondo, detrás del hombre que me ha invitado a entrar, hay una mujer menuda de unos 50 años, con ropa un poco hippy y gafas de sol a lo John Lennon. Entrando a la izquierda, en el pie de la L que forma el mostrador, hay dos septuagenarios más, uno gordo, con aspecto de capataz jubilado, y otro muy flaco, vestido como un contable.

El hombre que me ha invitado a entrar me conmina a sentarme a su lado, en el centro de la barra. Me dice que se llama Hiroshi, me llena un vaso con aguardiente de su propia botella, me pide una ración de pescado crudo y empieza a hacerme preguntas. De dónde soy, cómo me llamo, qué hacía ahí fuera... Los otros tres clientes, que al verme entrar parecían un poco contrariados, van relajando sus expresiones y metiendo baza en la conversación, a medida que se dan cuenta de que entiendo y hablo el japonés.

--¿Cómo se llamaba aquel lugar dónde había tantos vampiros?
--Transilvania.
--Pero eso está lejos de Barcelona.
--Ah, sí, vale, y ese otro sitio, cómo era, va..., va....
--Vasco, País Vasco.
--Eso. Está más cerca, ¿no?
--Como de Tokio a Osaka, ¿verdad?
--¿Qué tal la seguridad ciudadana?
-- Bueno...
-- Pero no hay ningún lugar tan seguro como Japón. ¿No?

El capataz es quien hace más honor al nombre del callejón: su lengua se pega cada vez más a la base de la boca y se hace difícil entenderle.

Hay unos 30 clientes asiduos del local que se dejan caer en algún momento todas las semanas. "Somos como el club de los corazones solitarios. Esta es nuestra familia", dice Hiroshi. La hippy madura, que se expresa en un argot muy de esa época que añora, asiente y me ruega que si escribo sobre el callejón, no haga público el nombre del local porque no quiere verlo lleno de turistas.

viernes, marzo 07, 2008

El Cervantes triunfa en Tokio

JORDI JUSTE.TOKIO
Alumnos japoneses a la salida de una clase nocturna en el Instituto Cervantes. Foto JORDI JUSTE
El Instituto Cervantes tiene en Japón la sede más grande del mundo.
El éxito ha superado las previsiones.
Desde abril impartirá también clases de catalán
En los cinco meses que lleva en Tokio, el Instituto Cervantes ha superado con creces las expectativas que tenía. Antes de abrir, esperaba captar de entrada a unos 300 alumnos, atrajo a 800 para su primera prematrícula y ahora ya va por el millar. A pesar de tener en pleno funcionamiento sus actividades principales, la sede del Cervantes en Tokio no ha sido aún inaugurada oficialmente. La ceremonia está prevista para noviembre, como parte de la visita de Estado que realizarán los Reyes a Japón.
La sede japonesa es la más grande del Cervantes en el mundo y está situada en una zona céntrica de la capital, donde además de dar clases de castellano se ofrecen otras actividades de difusión de la cultura española e hispanoamericana, como conferencias, cine y exposiciones. En estos momentos se puede ver la exposición Extraños en el paraíso. Fotografía contemporánea en el País Vasco. Desde abril se ofrecerán también clases de catalán y, si hay demanda, de gallego y vasco.
Ir a lo fácil
"De momento, hemos ido a lo fácil, a lo que ya hay, a la gente que ya tiene interés en lo español. Ahora intentaremos incorporar a gente que no ha tenido contacto. Ese es el objetivo. Queremos contextualizar el español y que los japoneses puedan enriquecer su vida cultural", explica el director del centro, Víctor Ugarte.

La llegada del Instituto Cervantes a Tokio se produjo en septiembre del 2007, tras una década de repetidos rumores que anunciaban su inminente apertura y que finalmente quedaban siempre en nada.Espacio adecuadoUna de las principales dificultades fue encontrar un espacio adecuado a un precio asequible en el centro de Tokio, ciudad que cuenta con los alquileres más caros del mundo. Incluso se llegó a pensar en ubicar la sede del Instituto Cervantes en la Embajada de España, pero se tuvo que desechar la idea por la imposibilidad de llevar a cabo actividades remuneradas, como los cursos de idiomas, en sedes diplomáticas.

Japón es un país donde una gran parte de la población dispone de una importante cantidad de dinero para gastar en actividades culturales. Además, la mayoría de los japoneses prefieren tener organizadas sus horas de ocio y no cuentan con segundas residencias donde pasar los fines de semana o los períodos de vacaciones largos.

A todo eso se añade una gran curiosidad por lo extranjero, que alcanza también a lo español. Sin embargo, contra lo que alguna gente cree, el castellano no está de moda en Japón, aunque sí es cierto que su estatus ha aumentado con respecto al de otras lenguas europeas, como el alemán o el francés, hasta hace poco las preferidas de buena parte de los intelectuales nipones.
Al mayor interés por lo español contribuyeron decisivamente los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Liga del fútbol profesional, pero también el descubrimiento del modernismo, el flamenco, el cine y la cocina. El castellano se estudia en unas 40 universidades, aunque en la mayoría de los casos como una segunda lengua extranjera que los alumnos tienen que cursar obligatoriamente. Además, numerosas academias privadas y la radio y televisión públicas ofrecen semanalmente cursos de español.
Una clase en la sede del IC en Tokio. JJuste
Sobre todo, mujeres
El Instituto Cervantes ha logrado atraer a estudiantes de diversas edades y condiciones, pero el 70% son mujeres de entre 20 y 45 años. La mayoría de ellas estudian castellano porque les interesa algún aspecto de la cultura española o hispanoamericana, aunque también hay una minoría que espera usarlo en el trabajo."Mi marido es empresario y a veces trabaja con clientes de España. Yo le ayudo y por eso a veces tengo que hablar en español", explica Keiko, una mujer de unos 40 años que lleva cinco meses estudiando, dos días por semana, en el Cervantes. En cambio, su compañera Junko explica que estudia en ese centro, junto a su esposo, por pura afición: "Me interesa la música de España desde que conocí a Vicente Amigo. Y también la comida y la gente".
El Instituto Cervantes cuenta en Tokio con 28 profesores nativos a tiempo parcial provenientes de diversos países hispanohablantes, que en su mayoría ejercen también en alguna de las universidades de la capital. Todos aplican la metodología comunicativa contemplada en el plan curricular para todo el mundo, pero a veces se topan con la idiosincrasia local y tienen que convencer a alumnos poco acostumbrados a hablar con sus compañeros en una lengua extranjera.

miércoles, marzo 05, 2008

Pintar para mantener viva la ciudad

5/3/2008 CRÓNICA DESDE KIOTO // JORDI JUSTE
Entrada de la exposición. JJuste
JORDI Juste
El novelista Yasunari Kawabata le pidió al pintor Kaii Higashiyama en los años 60: "Si no pintas Kioto ahora, desaparecerá. Mientras estés en Kioto, pinta, por favor". La petición fue el principio de una fructífera amistad. Higashiyama le hizo caso y creó la serie de cuadros Keiraku shiki (Las cuatro estaciones de Kioto), que recogían la esencia del paisaje que Kawabata se resistía a ver desaparecer. En una de las exposiciones más interesantes de los últimos años, el Museo de Kioto acaba de mostrar la relación epistolar que se estableció entre los dos hombres, centrada en su amor por la antigua capital, y algunas de las obras que dió como fruto.

Quizás a bastantes lectores les suena el nombre de Kawabata, premio Nobel de literatura en 1968 gracias a novelas como País de Nieve o La Antigua Capital, pero seguramente muy pocos han oído hablar de Kaii Higashiyama. Y, sin embargo, en Japón ambos son igualmente famosos.Kawabata recibió una gran influencia de la literatura europea pero su obra dejó un conjunto de retratos eminentemente japoneses, de un Japón a la vez bello y triste, que languidecía aplastado por el vulgar mundo moderno; una serie de anécdotas que, a modo de haikus, pretendían atrapar la esencia de las cosas a través de una impresión sensorial. Algunos de esos retazos de vida que Kawabata atrapó con palabras estaban en el Kioto que no lograba salvarse del desarrollismo.

"Yo andaba por Kioto e iba murmurando "no se ven las montañas, no se ven las montañas", y me iba entristeciendo. Se iban construyendo edificios feos y desde la ciudad se iban dejando de ver las montañas. Para mí una ciudad desde la que no se veían las montañas no podía ser Kioto, y me lamentaba. Ahora ya me he acostumbrado a esta ciudad, Kioto, desde donde no se ven las montañas. Pero quiero que el perfil de la antigua ciudad se quede así por largo tiempo. Es lo que ruego hoy", le escribía el novelista al pintor para agradecerle que hubiera llegado a tiempo de salvar el antiguo paisaje.
Por su parte, Higashiyama comenzó su carrera en el ámbito del nihonga, la pintura tradicional japonesa, y fue incorporando influencias del arte europeo del siglo XIX hasta encontrar un estilo personal deudor en gran medida del romanticismo alemán. Sus peores pinturas rozan peligrosamente el cromo cursi, pero en sus obras maestras logró captar como pocos la esencia de la naturaleza japonesa en general, y en especial la de Kioto.

"Nada como la vida cotidiana de los habitantes de Kioto ejemplifica una unión tan íntima con las cuatro estaciones. Desde la antigüedad esa es la base, el apoyo y la señal del sentimiento de belleza de los japoneses. Ahora está a punto de desaparecer buena parte de eso", se lamentaba Higashiyama en una carta.
Ambos tenían razón, a juzgar por la gran cantidad de edificios feos que se pueden ver hoy en Kioto. Sin embargo, lo bello todavía abunda en la ciudad, las montañas se ven desde muchas calles y pervive algo de esa comunión entre la vida cotidiana y la naturaleza que tanto admiraban Kawabata y Higashiyama.

lunes, marzo 03, 2008

Alarma en Japón por el hallazgo de pesticidas prohibidos en comida china

1/3/2008 CUIDADO CON EL ROLLITO TÓXICOALERTA ALIMENTARIA EN ASIA
Restaurante chino de la cadena Ohshoh, en la ciudad japonesa de Kioto. Foto: JORDI JUSTE
JORDI JUSTE.KIOTO
La semana pasada se supo que restos del insecticida phorate, prohibido en Japón, habían sido encontrados en rollitos de espárragos congelados producidos en China. El anuncio sigue al hallazgo del pesticida methamidophos en un paquete de nikuman, panecillos chinos rellenos de carne, congelados e importados también de China. Estos dos casos son los últimos de una serie que ha desatado la alerta entre los japoneses. Los medios de comunicación publican cada día noticias relacionadas con la falta de fiabilidad de los alimentos chinos y la mayoría de las escuelas del país han eliminado de sus menús los platos que contienen ingredientes importados del país vecino.
Días atrás llegó a Tokio un equipo de la policía china para intercambiar información con sus colegas japoneses sobre el caso más grave, en el que 10 personas sufrieron síntomas de intoxicación tras consumir gyoza (empanadillas chinas) producidas en la provincia china de Hebei, en cuyos paquetes se hallaron también restos de methamidophos. Las autoridades japonesas creen muy improbable que la contaminación se produjera en Japón, por lo que las sospechas apuntan a la planta productora. Los investigadores chinos sostienen justo lo contrario: que las posibilidades de contaminación durante el proceso de producción son muy escasas, que no se puede determinar que los pesticidas sean los que se usan en China y que es posible que se hayan introducido desde fuera de las bolsas.
En todo caso, la colaboración policial no tiene precedentes y da cuenta de la gravedad del asunto y de la buena pero frágil sintonía entre Pekín y Tokio. "La desconfianza de los consumidores japoneses en los productos chinos se extenderá más, mientras los ciudadanos chinos aumentarán su enfado con Japón porque creerán que Japón está acusando falsamente a China de negligencia. Esta situación, si se maneja incorrectamente, podría dañar gravemente las relaciones bilaterales", alertaba el diario japonés Asahi Shimbun en un editorial.
En los últimos años no han parado de aumentar en Japón las importaciones de productos alimentarios chinos, hasta el extremo de que a veces es difícil encontrar en los supermercados congelados o algunos tipos de verduras que no vengan de China. En algunos casos se trata de alimentos cuyo origen es mucho más lejano, pero que pasan por el país vecino para ser procesados y envasados por sus bajos costes de producción. Un ejemplo es la caballa pescada y congelada en Dinamarca, sazonada en Shandong y comercializada en Japón, en la que también la semana pasada se encontraron restos del pesticida dichlorvos.
Letra pequeñaLa cocina china forma parte de la dieta habitual de muchos japoneses. Las empanadillas, los panecillos rellenos de carne y los fideos chinos son platos comunes en las mesas japonesas, y los restaurantes de comida china, en su mayoría regentados por japoneses, están prácticamente en cada esquina. Los productos alimentarios que llegan de China no se limitan a elementos de su gastronomía, sino que incluyen incluso productos típicos japoneses en cuyos paquetes hay que leer el origen escrito en letra muy pequeña. Aunque no hay datos económicos concretos sobre cómo está afectando el actual pánico, en los supermercados se puede apreciar un marcado descenso de la venta de congelados.
"Cuando se supo lo de las empanadillas me asusté y fui a devolver al súper unas que tenía en el congelador. Ahora no quiero comprar productos chinos, pero tampoco congelados, aunque sean japoneses, porque no me fío. Tiré todos los congelados que tenía y de momento lo hago todo yo con ingredientes frescos", explica Sayoko, un ama de casa de Kioto.
Cerdo por vaca
La actual histeria por la comida importada de China se produce justo después de una sucesión de escándalos relacionados con productos alimentarios japoneses. En uno de los más sonados se descubrió que una empresa comercializaba una mezcla de carne picada de cerdo y vaca como si fuera solo de este último animal. Otros afectaron al etiquetado de productos: se sustituía el origen real para indicar otro de más prestigio, o se corregía la fecha para poder revenderlos estando caducados.Estos casos y la ineptitud de las autoridades para hacerles frente han sembrado la desconfianza entre los consumidores japoneses, que ahora concentran sus temores en las importaciones chinas.
Gyoza, empanadillas chinas. Foto: JORDI JUSTE

miércoles, febrero 27, 2008

El misionero de la cocina española

27/2/2008 CRÓNICA DESDE TOKIO // JORDI JUSTE
El chef Nishimura y el director Ohgari en el Ogasawara. Foto JJuste
JORDI Juste
En noviembre, la primera edición de la guía gastronómica Michelín otorgó tres estrellas a la cocina española en la capital de Japón. Las dos primeras fueron para el Sant Pau, el restaurante de Carme Ruscalleda en Tokio, clónico de su establecimiento de Sant Pol de Mar. La tercera fue para el Ogasawara Hakushaku Tei (Casa del Conde de Ogasawara), un restaurante de cocina española contemporánea situado en una mansión de 1927 en el centro de la ciudad. Desde hace un año su cocina está a cargo del japonés Junichi Nishimura, que ha trabajado en restaurantes españoles, entre ellos el Coure y Comerç 24, de Barcelona.
Sin embargo, la estrella del Ogasawara no se entiende sin hablar de Josep Barahona, un cocinero de Lleida afincado desde hace 16 años en Japón, donde se ha ganado el prestigio de los aficionados a la gastronomía con locales como El Pati de Barahona y L' Estudi o con su labor al frente del restaurante del pabellón de España en la Exposición Universal de Aichi. Barahona, que ha evolucionado desde planteamientos más tradicionales a la cocina contemporánea de autor, levantó el Ogasawara y lo dejó para enfrentarse a nuevos retos profesionales.
La salida del cocinero catalán hace dos años provocó una crisis que parece haber sido superada con Nishimura. El menú sigue teniendo toques españoles, combinados con bastante libertad. "No hago cocina española. El fondo, la base es la cocina española, lo que aprendí en España, pero yo veo lo que tengo enfrente, la materia prima, y hago lo que puedo, mezclo técnicas italianas, francesas, chinas... Hago lo que están haciendo los cocineros en España. Antes que ser cocinero español yo soy japonés y tengo mi cultura. Soy de Kioto y uso verduras de mi tierra", explica Nishimura.
Esta declaración puede generar dudas acerca de la españolidad del restaurante, pero su cocinero afirma sentirse como un "misionero de la cocina española en Japón", vocación que le confiere una gran responsabilidad. "Siempre intento que no se me olvide la base de la cocina española, que tiene una cultura detrás. La originalidad es importante, pero la base cultural es fundamental", añade el chef.
Nishimura tiene que competir por la excelencia con el edificio. La casa del conde de Ogasawara, descendiente de uno de los señores feudales de la isla de Kyushu, es un palacio de estilo español, con jardín, patio interior, terraza y una espectacular sala de fumar con decoración mozárabe. La guerra, los terremotos y la costumbre de construir con madera han dejado a Tokio con muy pocas construcciones antiguas, por lo que la visita al Ogasawara ya merece la pena por su interés arquitectónico. La dirección ha sabido explotar esta característica y ofrece a los clientes, en su mayoría mujeres, un recorrido guiado por la mansión. Además, la empresa organiza cada año la Spanish Night, una gran fiesta con tapas, tuna y flamenco. Según el director, Wataru Ohgari, que presume de ser campeón del concurso de cortadores de jamón ibérico de Japón, "a los japoneses es más fácil presentarles la imagen de España relacionada con el sur".
Fachada de la casa del conde de Ogasawara. Foto JJuste