martes, enero 30, 2007

Diplomacia manga


30/1/2007 CENTRO DE DIVULGACIÓN E INVESTIGACIÓN DE LA HISTORIETA EN KIOTO
• Japón trata de aprovechar el éxito mundial de su cómic para atraer a nuevos turistas
• El mercado del tebeo mueve en el país 3.300 millones de euros anuales
JORDI JUSTEKIOTO
Japón cuenta desde noviembre con el Museo Internacional del Manga, promovido y gestionado por el Ayuntamiento de Kioto y la Universidad Seika, como instrumento para elevar el cómic al rango cultural que se merece. A pesar de que el sector factura más de medio billón de yenes (3.300 millones de euros) al año y de que son legión los japoneses que esperan cada semana la salida a la venta de sus cómics favoritos, el género tenía hasta hace poco mala prensa entre muchas personas cultas, que lo consideraban una forma de subcultura, un pasatiempo que no podía compararse a la verdadera literatura.

Hoy en día el manga es reconocido ya como una forma de expresión digna de ser utilizada en libros de texto, campañas de información de la policía o promoción de políticas públicas. Incluso el ministro de Asuntos Exteriores, Taro Aso, un reputado lector de cómics, anunció que los va a usar para la promoción de Japón. "Vivimos en unos tiempos en los que las voces populares, que provienen de la gente normal, pueden hacer cambiar la política extranjera de un país. Quiero asegurarme de que nuestra cultura popular está de nuestra parte", dijo Aso en referencia al manga.

La palabra manga en japonés equivale a cómic, pero en los últimos años ha sido adoptada internacionalmente para referirse a los tebeos creados en Japón o en otros países siguiendo su estética. Muchos expertos le reconocen influencias artísticas autóctonas, como el ukiyoe, pero el nacimiento del manga no se entendería sin la influencia de los cómics extranjeros, sobre todo estadounidenses.

El nuevo museo quiere ofrecer al público una visión del manga como parte sustancial de la cultura japonesa. "Hay elementos expresivos del manga que ya se encuentran en las pinturas enrollables de la época Heian (794-1192). Me parece muy significativo que el Museo del Manga se establezca en Kioto, donde la cultura tradicional todavía triunfa", afirmó su director, Takeshi Yoro.

Instrumento cultural

Para Ron Stewart, estudioso australiano del manga, al museo le falta un discurso coherente, ya que "es demasiado ecléctico" pero no deja de ser un valioso instrumento cultural. "Es bueno porque Japón perdió una parte de su historia. Muchas colecciones se tiraban a la basura. (...) Ahora aquí también se estudia el manga de forma académica. Este lugar debería ser bueno para la investigación", señala Stewart.

La entrada solo cuesta 500 yenes (3 euros) para los adultos y 100 para los niños (75 céntimos) y permite y disfrutar de numerosos ejemplares de lectura. Además, se organizan talleres de manga y espectáculos de kamishibai (teatro de papel), una forma tradicional de contar cuentos en la que el narrador muestra cartulinas ilustradas.Entre las obras internacionales de lectura libre se encuentran ediciones en castellano y catalán de Bola de Dragón, ejemplares del Capitán Trueno, Makoki y Mortadelo y Filemón. Pero, por el momento, el museo parece más dedicado a atraer al público japonés que a constituirse en un centro de referencia del cómic mundial.

El año de “Dice K”


El año de “Dice K”
Los Red Sox ficharon a Matsuzaka por 103 millones de dólares
Daisuke fue MVP en el primer Clásico Mundial de Béisbol
Jordi Juste. Kioto
El año 2006 será recordado por los aficionados japoneses al béisbol como el de la confirmación del estatus del país como potencia mundial de este deporte. En marzo Japón se proclamó en San Diego (EEUU) campeón del primer campeonato del mundo de béisbol y el 14 de diciembre los Red Sox de Boston llegaron a un acuerdo para fichar al que fue elegido MVP del torneo, el lanzador Daisuke Matzuzaka, después de comprometerse a pagarle 52 millones de dólares en seis años. A esta cifra hay que añadir los 51 millones que el club estadounidense pagó a los Seibu Lions para poder negociar con su jugador estrella, con lo que el coste total de la operación se eleva a 103 millones de dólares (unos 75 millones de euros, o más de 12.000 millones de pesetas).
La excepcional temporada ha sido providencial para este deporte, que a pesar de que sigue siendo el número uno en los gustos de los jaaponeses, había visto como en los últimos años bajaban las cifras de asistencia a los estadios y de audiencias televisivas. La crisis se explica en parte por la mala racha de los Yomiuri Giants de Tokio, el equipo que mueve a más seguidores, y también por el auge del fútbol, que ha consolidado su posición como segundo deporte del país y consigue un seguimiento televisivo cada vez más importante, sobre todo en los partidos de la selección nacional. Hace una década hubiera sido impensable que futbolistas como Hidetoshi Nakata o Shunsuke Nakamura compitieran en popularidad con beisbolistas estrella como Daisuke Matsuzaka, Ichiro Suzuki o Hideki Matsui.
Una década de sueños americanos
El fichaje de Matsuzaka ha marcado un récord económico, pero Daisuke no es ningún pionero en la marcha de jugadores japoneses a las Grandes Ligas. Ichiro Suzuki lleva cinco temporadas como estrella de los Mariners de Seatle, Hideki “Godzilla” Matsui es uno de los jugadores destacados de los Yankees de Nueva York y So Taguchi forma parte de los Sant Louis Cardinals, los vencedores de las Series Mundiales de este año. Los tres forman parte de una larga lista de lanzadores y bateadores que han seguido la tumultuosa llegada de Nideo Nomo en 1995 a los Dodgers de Los Ángeles.
Nomo, conocido como “el Tornado”, llegó a Estados Unidos después de retirarse como jugador de los Buffaloes de Osaka para escapar el férreo sistema de contratación japonés, que ata a los jugadores por la mayor parte de su carrera con un club una vez este los ha elegido en el draft, la selección que sigue a los campeonatos escolares de béisbol que se celebran cada año en primavera y verano.
El enorme desembolso que van a realizar los Red Sox se justifica en parte por las excelentes cualidades de Matsuzaka, un lanzador con un amplio repertorio que incluye el conocido como “gyroball”, un lanzamiento que combina velocidad con efecto y es muy difícil de batear con fuerza y precisión. Pero además, los Sox saben que Daisuke es una estrella en Japón, lo que les reportará importantes ingresos en venta de camisetas y en derechos de televisión.
No es ningún secreto que los 51 millones con los que el club de Bostón ganaron los derechos de negociación con Matsuzaka eran una forma de ganarles la mano a sus grandes rivales, los Yankees de Nueva York. Estos han contrarestado en parte el efecto mediático de la pérdida de Daisuke fichando al lanzador de los Hanshin Tigers, Kei Igawa, de 27 años, por 22 millones de dólares, a los que hay que añadir los 26 que pagaron por los derechos de negociación, o sea, un total de casi 50 millones de dólares (38 millones de euros), una cifra astronómica que no lo parece comparada con los 103 millones del fichaje de Dice K.

jueves, enero 25, 2007

El Nihonbashi, historia bajo la autopista


25/1/2007 CRÒNICA DESDE TOKIO // JORDI JUSTE

¿Se imaginan que sobre el kilómetro cero de la Puerta del Sol pasara una autopista? Pues algo así sucede en Tokio, donde se encuentra el Nihonbashi (literalmente, el puente de Japón), construido a principios del siglo XVII y considerado el centro neurálgico del país durante la época de Edo (1600-1868). De ahí partían las rutas principales, entre ellas el Tokaido, que conectaba la principal metrópolis de Japón con la capital de la época, Kioto.

En 1907 se colocó una placa indicando el lugar exacto desde donde se debía calcular el kilometraje de las calzadas japonesas, y todavía hoy los mojones de autopistas y carreteras indican la distancia que los separa del puente. La estructura de madera original fue sustituida en 1911 por la construcción renacentista de granito actual, que sobrevivió al gran terremoto de 1923 y a los bombardeos de 1945.

Sin embargo, en 1964 Japón se preparaba para confirmar al mundo su renacimiento con la organización en Tokio de los Juegos Olímpicos. Eran los años del crecimiento económico acelerado en que había que construir infraestructuras, aunque fuera a costa de derribar o arrinconar pedazos de historia. Y una de las víctimas fue el Nihonbashi, que quedó debajo de la autopista en el centro de la ciudad, a escasos metros de las sedes del Banco de Japón, la bolsa de Tokio y los grandes almacenes Mitsukoshi. Además, desde hace un año, a cinco minutos del histórico puente se encuentra el Sant Pau, gemelo del restaurante de Sant Pol de Mar, de la cocinera catalana Carme Ruscalleda.

Desde finales de los 60, grupos de vecinos han reivindicado la necesidad de devolver la dignidad al Nihonbashi, pero fue en el 2006 cuando el asunto fue objeto de debate público por la demanda del exprimer ministro, Junichiro Koizumi: "Quiero ver el Nihonbashi convertido en el lugar más fascinante del mundo", afirmó.En septiembre se presentó una propuesta para soterrar dos kilómetros de autopista al paso por el puente y construir un parque y un paseo. El problema es que el coste se calcula en cerca de medio billón de yenes (más de 3.000 millones de euros), por las dificultades técnicas de salvar los diversos túneles del metro y galerías de servicios que cruzan el subsuelo de la zona.

Tokio ha sido declarada la candidata oficial de Japón para celebrar los Juegos Olímpicos del 2016, por lo que se ha señalado ya la oportunidad para deshacer un error urbanístico motivado por los Juegos celebrados medio siglo antes. Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con la idea: el profesor de ingeniería Taro Igarashi, de la Universidad de Tohoku, señala que el país debería estar más orgulloso de la autopista metropolitana, que representa la capacidad técnica del Japón del siglo XX, que del viejo puente, que no es más que una imitación de tantos otros que cruzan los ríos de Europa.Para Igarashi, la actual combinación debe ser preservada porque permite "sentir la composición dinámica de las ciudades japonesas desde el mismo acto violento de construir un puente sobre un puente".

jueves, enero 18, 2007

Japón se rinde al Eastwood de 'Cartas desde Iwo Jima'


• La crítica aplaude la ecuanimidad del director al abordar el episodio bélico
JORDI JUSTE. KIOTO
Cinco semanas como película más vista y 3.000 millones de yenes (casi 20 millones de euros) recaudados es el balance provisional de la proyección en Japón de Iwo Jima kara no tegami, o mejor, Cartas desde Iwo Jima, la película que Clint Eastwood concibió como la otra cara de Banderas de nuestros padres --ambas abordan con ópticas distintas una de las batallas más sangrientas de la segunda guerra mundial-- y con la que acaba de ganar el Globo de Oro a la mejor película en lengua no inglesa.

La crítica y el público japoneses ha coincidido en dedicar elogios a Eastwood por el valor artístico de la película y por su sensibilidad al presentar la batalla desde una perspectiva japonesa, huyendo tanto de la caricatura del sádico imperialista japonés como de la idealización del sacrificio inútil de 20.000 soldados.

UNA REPARACIÓN

"Eastwood es conocido por sus ideas conservadoras, pero sus películas no son tendenciosas. Es tranquilizador que un director como él se ocupe de un tema como este; especialmente para las personas que odian las películas de propaganda como Pearl Harbour es casi una reparación", asegura el prestigioso crítico cinematográfico Yuichi Maeda.

Cartas desde Iwo Jima tiene como protagonistas al general Kuribayashi (Ken Watanabe) y al soldado Saigo (Kazunari Ninomiya), cuyas historias se cruzan diversas veces en el transcurso de la batalla. Kuribayashi, de ascendencia samurái como la mayoría de jefes del Ejército Imperial, recibió parte de su formación militar en Estados Unidos y desde el primer momento tenía claro que los americanos acabarían por conquistar la isla, pero tenía órdenes de defenderla y dispuso un plan para que fuera con un gran coste.

Saigo, que representa en la película a los millones de japoneses que fueron reclutados de modo forzoso, parte dejando a su mujer embarazada y su único objetivo es sobrevivir para poder ver a su hija. La selección de Ninomiya, de 23 años, integrante del popular grupo de música pop Arashi, es uno de los grandes aciertos, ya que ha conseguido atraer la atención de un público juvenil poco dado a las películas serias.

Entre los japoneses que ya han visto Cartas desde Iwo Jima se halla el primer ministro, Shinzo Abe, primer jefe de Gobierno nacido tras la guerra, que acudió con su madre y su esposa. "Es una película muy buena, que pone el acento en el amor a las familias", declaró al salir del cine el político, que ha puesto en práctica medidas como la introducción del patriotismo en la escuela y tiene como objetivo principal reformar la Constitución pacifista impuesta por Estados Unidos en 1947.

martes, enero 16, 2007

Colas para rezar y banzai para el Emperador


Crónica desde Osaka
Jordi Juste
Los primeros días del año muchos japoneses acuden al santuario sintoísta más cercano a su residencia para cumplir con la tradición que se conoce como hatsumode. Literalmente, se trata del primer rezo del año, pero para la inmensa mayoría es también el último, así que aguantan a veces horas de cola para orar unos segundos ante el honden, el edificio que aloja a la deidad principal del lugar.
El procedimiento habitual del rezo comienza con el enjuagado de la boca y la limpieza de las manos para purificarse con agua recogida en un cuenco de madera de la fuente que hay en la entrada del recinto. Una vez frente al honden (al que sólo acceden los sacerdotes), se balancea una gruesa cuerda para hacer sonar la campana que llama a los dioses; entonces se echa un donativo en un gran cepillo de madera y se inclina la cabeza dos veces, se baten las palmas también dos veces y se juntan las manos a la altura de la frente para rezar durante unos segundos.
En enero, además, los santuarios ofrecen sake (vino de arroz) y aprovechan para vender gran cantidad de omamori (amuletos); algunos tienen como “fecha de caducidad” el 31 de diciembre, por lo que lo normal es llevar estos días los viejos para echarlos a una gran hoguera que se enciende en el recinto y sirve además para calentarse mientras se leen los omikuji, unos textos con la previsión individual de fortuna para el año, que se obtienen pagando entre 100 y 200 yenes (entre 65 céntimos y un euro con 30 céntimos) y que luego se dejan anudados a la rama de un árbol. La afluencia de público para comprar amuletos y pagar por conocer su suerte es tan grande que, cada año, miembros de la yakuza (la mafia japonesa) o simples espavilados intentan colar billetes falsos de 10.000 yenes a las atareadas miko (monaguillas), a menudo chicas inexpertas contratadas para la ocasión.
Hoy en día, para la mayoría de japoneses el sintoísmo es, más que una religión con un credo claramente identificable, la columna vertebral del folclore patrio, un repertorio de ritos y lugares que sirven como aglutinante de la identidad nacional. Desde el fin de la segunda guerra mundial, Japón es un estado aconfesional, aunque el sintoísmo sigue considerando a los japoneses una gran familia a la cabeza de la cual se encuentra el Tenno, término que significa “soberano del cielo” pero se traduce habitualmente como “Emperador”.
El actual Tenno, Aki Hito, sale todos los años el uno de enero al balcón del palacio imperial, desde donde saluda, junto al resto de la familia, a los miles de seguidores reunidos, que hacen ondear la bandera del hinomaru (disco solar) y repiten las tres veces de rigor los gritos de banzai (diez mil años), con los que se desea larga vida al soberano. Es una buena ocasión para recordar que desde 1868 hasta 1945 el shinto (camino de los dioses) fue la religión del Estado y el Emperador era considerado un dios, descendiente de Amaterasu la diosa que creadora del país, según la leyenda.
Este año, coincidiendo con el hatsumode y el saludo del Tenno, muchos japoneses han podido emocionarse en cines abarrotados viendo Cartas desde Iwojima, la magistral película de Clint Eastwood sobre uno de los episodios más sangrientos de la guerra del Pacífico, donde el general Kuribayashi (Ken Watanabe) conmina a sus soldados a entregar la vida por Japón al grito de Tenno, banzai!, banzai!, banzai! dedicado al emperador Hiro Hito, el padre de Aki Hito, recordado póstumamente como Showa Tenno.

Japón piensa suspender su sueño de ir a la Luna


Jordi Juste. Kioto
La Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) recomendó ayer la terminación de su plan para enviar una nave a la Luna, un proyecto que tiene como objetivo principal realizar diversas pruebas científicas sobre la superficie del satélite natural de la Tierra. El programa ha sufrido diversos retrasos que han ido aumentando su coste económico y han puesto en duda su oportunidad en un momento en que las prioridades del país han cambiado.
"La nave fue construida hace 10 años y se ha venido deteriorando hasta el punto en que ya no se puede usar”, declaró el responsable del proyecto, Takashi Nakajima. Según un portavoz de JAXA, es posible que Japón intente ahora realizar los experimentos que tenía previstos dentro de alguno de los proyectos lunares que están previstos en estos momentos, los de la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia.
¿Cambio de rumbo?
La decisión de abandonar el plan podría estar relacionada con la voluntad de dedicar más recursos materiales y humanos a proyectos aeroespaciales comerciales y relacionados con la defensa. Precisamente, en 2003 Japón sufrió un duro revés en su intención de convertirse en uno de los principales lanzadores internacionales de satélites comerciales cuando tuvo que destruir en pleno vuelo un cohete que transportaba dos satélites espía destinados a vigilar los movimientos de Corea del Norte.
Hasta el momento, para informarse desde el espacio de lo que hace su temido vecino, Tokio está obligado a contar con la colaboración de Estados Unidos, país con el que mantiene una estrecha colaboración militar, que incluye la presencia permanente de unos 30.000 soldados americanos en el país, una gran parte en la isla de Okinawa.

viernes, enero 12, 2007

Crisis del sistema de ayuda a los “descastados” japoneses.


Los ex burakumin son descendientes de la casta más baja del Japón feudal.
Una serie de escándalos obliga a replantear la discriminación positiva

Jordi Juste. Kioto
Kunihiko Konishi, destacado miembro de la Buraku Liberation League (BLL), fue detenido en mayo por malversación de diez millones de yenes (unos 70.000 euros) recibidos del Ayuntamiento de Osaka para proyectos sociales. El arresto sirvió para hacer pública su relación con la mafia japonesa y reabrir el debate sobre la conveniencia de seguir subvencionando el movimiento de los burakumin, los descendientes de la casta más baja del Japón feudal. Los críticos se hicieron oir de nuevo en septiembre, cuando se supo que 10 empleados de recogida de basura de Kioto habían sido detenidos por diversos delitos y el Ayuntamiento reconoció que contrataba preferentemente a miembros de la BLL. El asunto mereció editoriales y programas de televisión cuando en octubre se dió a conocer el caso de un miembro de la BLL, empleado de recogida de basura de Nara, que había estado cobrando durante cinco años su salario íntegro a pesar de pasar casi todo ese tiempo de baja por enfermedades simuladas y dedicado a solicitar al Ayuntamiento subvenciones para la Liga.
La BLL es la principal organización de hisabetsu burakumin (o “habitantes de las aldeas discriminadas”), los descendientes de los japoneses que hasta 1871 eran obligados a vivir en comunidades segregadas del resto de la población por haber cometido crímenes o debido a su ocupación en actividades consideradas impuras, como el sacrificio de animales, la peletería o los servicios funerarios. Hasta la apertura de finales del siglo XIX, Japón era una sociedad estructurada en tres castas, los samuráis, los campesinos y los comerciantes. Fuera quedaban los descastados, que recibían nombres como eta (impuros) o hinin (infrahumanos) y se les contaba utilizando el sufijo habitual para los animales.
Sigue la discriminación
Con el fin legal de la discriminación los descatastados pasaron a ser denominados burakumin, o habitantes de las aldeas, y teóricamente pudieron fijar su residencia y casarse o trabajar con el resto de japoneses. Sin embargo, la discriminación social nunca desapareció y la mayoría de burakumin y sus descendientes siguieron viviendo en las mismas zonas y se enfrentaron al dilema de esconder su condición o confesarla abiertamente, como ilustra la novela El precepto roto, de Toson Shimazaki.

Tras la segunda guerra mundial los descendientes de los descastados lucharon por su reconocimiento y a favor de políticas públicas de ayuda, lo que se tradujo en los años setenta y ochenta en programas para mejorar servicios como el alcantarillado o la educación. Según la BLL estas políticas han tenido efectos positivos pero todavía son necesarias, ya que siguen circulando listas ilegales para poder discriminar en el empleo y en el matrimonio, y los índices de paro y fracaso escolar son en las zonas habitadas por burakumin muy superiores a la media japonesa.
Contra esta defensa de las ayudas se alzan voces como la del Partido Comunista. El PCJ apoyó durante décadas a la Zenkairen, la organización de burakumin rival de la BLL, que se disolvió en 2004 por considerar que el problema había prácticamente dejado de existir, y lo que quedaba era una trama para aprovecharse de la mala conciencia pública. “Bajo la bandera de la protección de los derechos humanos, la BLL ha usado su poder político y sus conexiones con los bajos fondos para forzar a la ciudad a financiar los proyectos que la liga quería”, comentó el concejal comunista de Osaka Toshihito Shimoda sobre el caso Konishi.
Lo más significativo de estos últimos escándalos es que han permitido que se debata sobre un problema que hasta hace poco era tabú y generaba caras de extrañeza y disminución del volumen de voz cuando algún extranjero lo planteaba. Para la mayoría de japoneses es todavía un asunto difícil de abordar, ya que su sola mención puede considerarse como un acto de discriminación.

miércoles, enero 10, 2007

Japón ya tiene Ministerio de Defensa


Jordi Juste. Kioto
Japón cuenta desde ayer con su primer Ministerio de Defensa desde la segunda guerra mundial, después de que entrara en vigor la ley que eleva el rango de lo que hasta el lunes era una agencia que dependía directamente de la oficina del primer ministro. El cambio es sobre todo simbólico y se enmarca en la política dels primer ministro, Shinzo Abe, de lograr un Japón con un papel más decidido en las relaciones internacionales. La Agencia de Defensa ya era reconocida internacionalmente, a casi todos los efectos, como un ministerio, pero a partir de ahora tendrá una mayor autonomía en la planificación de políticas y en la elaboración del presupuesto.
“La elevación de rango nos permite mostrar al país y a la comunidad internacional la madurez de la democracia japonesa y nuestra confianza en el control civil”, declaró ayer Abe tras pasar revista a las tropas antes de partir para una visita a la sede de la OTAN en Bruselas.
La transformación de la Agencia en Ministerio fue aprobada en diciembre mediante una ley que contó con el apoyo de las dos formaciones del gobierno, el Partido Liberal Democrático y el Nuevo Komeito, y del principal grupo de la oposición, el Partido Democrático de Japón. Sólo se opusieron los dos partidos minoritarios de la izquierda, el Partido Comunista y el Partido Socialista Democrático, por su convencimiento de que se trata de un paso más hacia la reforma de la Constitución pacifista y la participación de Japón en misiones militares internacionales, dos objetivos del primer ministro Abe.
La Constitución japonesa fue redactada y aprobada en 1947 bajo la dirección y tutela de las autoridades americanas de ocupación. Según el artículo 9 Japón renuncia al uso de la fuerza para solucionar los conflictos internacionales y se compromete a no tener fuerzas militares de ningún tipo. Sin embargo, el inicio de la guerra fría llevó a los Estados Unidos a apoyar la creación en 1954 de las llamadas Fuerzas de Autodefensa, que en la actualidad cuentan con 240.000 miembros y tienen el cuarto presupuesto más grande del mundo. En 2004, durante el mandato de Junichiro Koizumi, la llamada Fuerza de Autodefensa de Tierrra (Ejército) participó en misiones de reconstrucción en el sur de Iraq, la primera vez desde la segunda guerra mundial que los militares japoneses se desplegaban en una zona en conflicto.

domingo, enero 07, 2007

Lucecitas por las víctimas del terremoto


Crónica desde Kobe
Jordi Juste
El 17 de enero de 1995, a las seis menos cuarto de la mañana, un terremoto de magnitud 7,3 en la escala de Richter sacudió la ciudad de Kobe durante aproximadamente veinte segundos, causando la muerte a casi 6.000 personas y provocando enormes daños materiales. Once meses después, en diciembre de 1995, con la infraestructura todavía en ruínas y miles de víctimas viviendo en refugios públicos, se inauguraba en el centro de la ciudad la primera edición de Luminarie, una espectacular iluminación callejera diseñada por el artista italiano Valerio Festi con el objeto de recordar a los muertos y dejar claro que Kobe quería volver a renacer.
Durante 15 días, unos dos millones y medio de personas visitaron Luminarie, comenzando lo que más de una década después parece ya una tradición consolidada que atrae aproximadamente a cinco millones de visitantes, principalmente de la región de Kansai. La multitud, dirigida por cientos de policías y guardias de seguridad, avanza cada tarde lentamente por un recorrido que toma aproximadamente una hora, en un intermitente tira y para festoneado por flases de cámaras digitales y teléfonos móviles, mientras por la megafonía suena música triste y recordatorios sobre la necesidad de seguir hacia adelante.
Kobe es una ciudad de un millón y medio de habitantes situada en el oeste de Japón, a treinta minutos en tren del centro de Osaka, la capital de la segunda metrópolis del país, que también incluye las vecinas Kioto y Nara. Sin embargo, Kobe no es un simple suburbio de Osaka. Es la capital de la extensa provincia de Hyogo y tiene una fuerte personalidad, definida en gran parte por su enclave geográfico en una franja alargada de tierra limitada entre la montaña y el mar. En este aspecto, además de en su espíritu cosmopolita y comercial, recuerda mucho a Barcelona, ciudad con la que está hermanda desde 1994.
Hasta el seísmo, conocido oficialmente como Gran Terremoto de Hanshin, Kobe tenía el puerto más importante de Japón y uno de los primeros de Asia. Una década después la capital de Hyogo todavía no ha podido recuperar esa posición, pero las heridas dejadas por el desastre son ya difíciles de percibir. Las grandes áreas debastadas por los incendios, que en las horas posteriores al temblor se cebaron en las casas más antiguas de madera, están ahora ocupadas por modernos edificios de pisos y oficinas; y la autopista Hanshin, que hace casi doce años ofreció al mundo la espectacular imagen de una gran obra de ingenieria convertida en un gurruño, vuelve a estar en pie y en pleno funcionamiento. Entre los pocos vestigios que se conservan de la catástrofe están los restos del muelle Meriken tal como quedó el 17 de enero del 95.
El día después del terremoto Kobe se puso a trabajar para convertirlo en historia, pero cada año, en diciembre, recuerda a sus víctimas mortales con miles de lucecitas de colores. Este año, el montaje de Valerio Festi se titula L’Incanto del Cielo y, como siempre, se asemeja en parte a las decoraciones navideñas de muchas calles de Barcelona o a la portada de la Feria de Abril de Sevilla.

jueves, enero 04, 2007

Un falso toples en Nochevieja causa escándalo en Japón


4/1/2007 EN LA TELEPOLÉMICA
• La tele NHK tuvo que disculparse y explicar que las bailarinas llevaban camisetas pintadas
JORDI JUSTE.KIOTO
La cadena pública japonesa NHK tuvo que pedir perdón por un amago de toples en su programa estrella de Nochevieja, Kohaku uta gasen (Concurso musical de blancos y azules). Durante la actuación del grupo de DJ Ozma, 20 bailarinas fueron despojándose de su ropa hasta quedar en lo que por televisión pareció como un desnudo parcial (con solo una especie de setas de distintos colores tapando la zona genital). El alud de llamadas a la NHK obligó a un presentador de la cadena a pedir disculpas y aclarar que las bailarinas llevaban un top con un estampado que representaba los pechos desnudos. "Supongo que parecía demasiado real", declaró tras el programa el propio DJ Ozma.

Kohaku... se emite desde hace más de 50 años y es el líder indiscutible en la franja de 19.30 horas hasta poco antes de la medianoche, cuando muchos japoneses acaban de comerse los tradicionales toshikoshisoba (fideos para cruzar el año), y pasan la sobremesa en familia ante el televisor. Aunque en Japón no están arraigadas tradiciones como la cuenta atrás o las 12 campanadas, el 31 de diciembre es uno de los pocos días del año en que los niños permanecen despiertos hasta tarde, por lo que muchos espectadores se sorprendieron especialmente al ver lo que parecía un espectáculo erótico.

La canción que interpretó DJ Ozma, Age, age, every knight (Arriba, arriba, todos los caballeros), es una composición al estilo de la música disco de los años 70 con un alto contenido erótico; eso sí, jugando con los dobles significados para superar el pudor de Japón, donde en el cine porno es obligatorio poner un mosaico difuminando en las zonas genitales.

DJ Ozma comenzó disfrazado de payaso y se transformó en un ángel hortera (con afro rubio y pantalones cortos brillantes con peto) sobrevolando el plató suspendido de un cable. Al finalizar, en su lugar apareció, visiblemente sorprendido, Kitajima Saburo, uno de los reyes de enka (género musical entre el fado y la canción española), quien guarda un gran parecido con El Fary.

domingo, diciembre 31, 2006

Japón despide el año 18 de la era Heisei


CRÓNICA DESDE KIOTO// JORDI JUSTE
Jordi JUSTE
Es 25 de diciembre, Navidad, pero en Japón ya han recogido papanoeles, abetos y letreros de Merry Christmas y han reanudado los preparativos del cambio de año. Hasta 1873 el Año Nuevo llegaba a Japón, como en China, a principios de la primavera. La adopción del calendario gregoriano fue un paso en la homologación con Occidente, pero 133 años después los japoneses siguen manteniendo numerosas costumbres propias.

Durante todo diciembre, grupos de amigos, compañeros de estudio o trabajo y miembros de asociaciones se han reunido para celebrar el bonenkai (literalmente, reunión para olvidar el año), cenas regadas con abundante alcohol --que a menudo sirven para confesar que uno ha estado 12 meses aguantándose-- y terminan con varios comensales bordeando la pérdida de conciencia.

En casas, escuelas, templos y otros locales, diciembre es el mes del osoji, la limpieza en profundidad, en que se levantan tatamis, se retiran armarios y se da lustre a objetos para purificar los lugares y prepararlos para la llegada de Toshigami, el dios del Año Nuevo, que reparte felicidad. Hacia el día 25 se disponen en las entradas de las casas los kadomatsu, adornos vegetales que combinan cañas de bambú, ramas de pino y diversos arbustos. En puertas de casas y parachoques de muchos coches se cuelgan shimekazari, adornos que incluyen una cuerda sagrada y una mandarina. Y ya en el interior de las casas, en un lugar destacado, se coloca el kagamimochi, dos bollos de pasta de arroz con una mandarina encima que simbolizan el año que se va y el que llega y la dualidad de la naturaleza.

A finales de mes todos van a correos a echar los nengajo, las postales con las que se felicita el Año Nuevo y que el día 1 se encargarán de repartir cientos de miles de carteros. En los últimos años ha disminuido el número de nengajo, pero todavía rondan los 4.000 millones, o, lo que es lo mismo, más de 30 por habitante. Suelen incluir un número de lotería y una imagen del animal que corresponde según el horóscopo chino (el del 2007 es el jabalí). Además, desde hace unos años se ha generalizado la impresión, en un lugar preferente, de una fotografía familiar.Los últimos días del año los comercios están llenos de clientes que hacen acopio de los ingredientes para preparar las comidas típicas. Para despedir el año se comen fideos de trigo sarraceno toshikoshisoba (literalmente, fideos para atravesar el año) y para dar la bienvenida al nuevo se prepara lo que se conoce como osechi ryori, un conjunto de comidas artísticamente presentadas en unas preciosas cajas de madera lacada.

El fin de año es una celebración familiar. Generalmente se cena en casa, y de sobremesa se ven programas de entretenimiento por televisión. El año que termina, el 18 de la era Heisei (la del emperador Akihito), ha sido un año de cambio de liderazgo político, de inquietud por la prueba nuclear norcoreana, de consagración de Japón como campeón mundial de béisbol, de nacimiento de un heredero al trono del crisantemo, de escándalos financieros, de confirmación del declive demográfico y de un crecimiento económico esquivo para la mayoría.

sábado, diciembre 23, 2006

Cristianos consumistas durante un mes


CRÓNICA DESDE OSAKA // JORDI JUSTE
JORDI Juste
Este año muchos comercios japoneses instalaron las decoraciones de Navidad en pleno mes de noviembre, tal vez para paliar la caída de las ventas por el retraso en la llegada del frío. Lo normal es que a principios de diciembre, en la mayoría de las zonas comerciales del país, el paisaje se parezca al de muchas ciudades del mundo por la profusión de figuras de Santa Claus, árboles de Navidad y objetos deseando Merry Christmas a la clientela. Además, en galerías y grandes almacenes acompaña la música de villancicos, casi siempre en sus versiones inglesas.

Todo ello sucede a pesar de que menos del 1% de los 127 millones de japoneses se declaran cristianos. Desde la segunda guerra mundial, la Navidad se ha ido consolidando como una especie de celebración satélite de la fiesta verdaderamente importante aquí, el cambio del año.

Las familias que tienen niños pequeños han adoptado la tradición de que Santa Claus les traiga regalos la noche del 24. En muchos hogares hay árboles de navidad (artificiales casi siempre) e incluso se pueden ver bastantes casas con las fachadas iluminadas con lucecitas de colores. La televisión suele programar películas de Hollywood de tema más o menos navideño y en las noticias aparecen referencias a las celebraciones que tienen lugar en el mundo cristiano, pero para la mayoría de japoneses la Navidad no tiene ningún significado religioso o espiritual.

La estrella de la celebración es el christmas cake, un pastel de nata con fresas que cualquier familia que se tenga por normal debe comprar para comer en casa durante la Nochebuena. Lo más curioso es que la mayoría de japoneses tiene asumido que la Navidad es una tradición foránea y por eso muchos se muestran incrédulos cuando se les dice que lo del pastel es cosecha del ingenio comercial de los pasteleros del país. El pastel de Navidad es ya una parte tan sustancial de la cultura popular nipona que hasta hace unos años servía para hacer una metáfora de dudoso gusto sobre la boda de las mujeres japonesas, que se tenía que celebrar antes de los 24 años o ya era casi tan difícil como vender ese postre pasado el 24 de diciembre. Hoy en día, con las mujeres casándose alrededor de los 30 el chiste fácil ha perdido vigencia, pero no así el omnipresente pastel, que se vende en pastelerías, supermercados y tiendas de conveniencia.

Otro clásico son las cenas románticas en hoteles y restaurantes. Entre los jóvenes está tan extendida esa costumbre que muchas chicas confiesan que se emparejan durante el mes de diciembre para no pasar la vergüenza de no tener a nadie con quien vivir la experiencia. Pero lo más sorprendente de la Navidad japonesa sucede precisamente el día 25, jornada que, por supuesto, es laborable. Como por arte de magia, Santa Claus, árboles, villancicos y Merry Christmas desaparecen. El país, que se había disfrazado de cristiano consumista durante casi un mes, se quita la máscara y reaparece el viejo Japón sintoísta, con sus cañas de bambú, sus ramas de pino y sus cuerdas sagradas para preparar la llegada del Omisoka (Nochevieja) y el Shogatsu (Año Nuevo).

lunes, diciembre 18, 2006

Sayonara TV


LA TEMPORADA AZULGRANA
LA RETRANSMISIÓN DE LA TELE JAPONESA
• Los comentaristas del canal Yomiuri empezaron apoyando al Barça pero acabaron celebrando el triunfo del Internacional
JORDI JUSTE KIOTO
Nueve y media de la noche en Japón. La retransmisión de la cadena de televisión Yomiuri termina con unos protagonistas inesperados, los jugadores del Internacional de Porto Alegre celebrando el triunfo con el seleccionador brasileño, Dunga, y el brasileño, exinternacional japonés, Lopes.

Todo parecía preparado para que los espectadores japoneses se recrearan en el jogo bonito de Ronaldinho. El popular cómico Akashiya Sanma, conocido madridista pero amante del buen fútbol, había aparecido en el estudio luciendo una camiseta azulgrana. En los comentarios de otros invitados, como el ex del Valladolid, Shoji Jo, o el antiguo jugador del Palmeiras y del Génova, Kazuzoshi Miura, se notaba un claro favoritismo culé.

Nada más comenzar el partido, las cámaras de Yomiuri muestran una gran pancarta con el Més que un club en diversos idiomas. Posteriormente, el locutor glosará el significado de esas palabras y explicará a los espectadores japoneses la importancia de la cantera para el Barça. Asimismo, como en la semifinal contra el América, se refieren a la lengua catalana, en este caso para explicar que Frank Rijkaard la usa cada año para dirigirse a la afición.

De Ronaldinho destacan que en Brasil hay una controversia sobre por qué juega mejor con el Barça que con la selección. Muchos defienden que la canarinha debería jugar con el mismo sistema de juego que los azulgrana. También recuerdan que para Alexandre Pato, la joven estrella del Internacional, Ronaldinho es un ídolo. Sin embargo, también dicen que, según los expertos, en un hipotético partido entre 11 decos y 11 ronaldinhos, ganaría el equipo del internacional portugués. La intensidad del partido deja poco espacio para comentar algo más que el juego. En una de las escasas interrupciones, Jo comenta que Barcelona es una ciudad con mar y montaña donde se vive muy bien y que el Camp Nou es un estadio al que acude gente de todas las edades donde raramente se producen altercados.

Minuto 36 de la segunda parte. Marca el Inter para sorpresa de los comentaristas, a los que se les nota a la legua la decepción. Minuto 40. Todavía hay esperanza. Ronaldinho toma carrerilla para tirar una falta y los comentaristas le piden "un regalo de Navidad". La pelota no entra, pero no es cuestión de terminar en tono fúnebre así que, a medida que se va haciendo evidente que el Barça no tiene tiempo para reaccionar, el barcelonismo de la televisión japonesa se transforma en interismo y la retransmisión termina con los vencedores celebrando el triunfo en el estudio, y con Akashiya Sanma cambiando su camiseta del Barça por una del Internacional.

domingo, diciembre 17, 2006

Más ricos, más pobres


AUMENTAN LAS DIFERENCIAS DE RENTA EN EL PAÍS ASIÁTICO

• Japón lleva 57 meses de crecimiento económico pero la mayoría de la población no percibe la bonanza
• Los indigentes, casi inexistentes en los 90, son más de 40.000

JORDI JUSTE.KIOTO
Japón superó en octubre los 57 meses de crecimiento económico ininterrumpido que desde 1970 se mantenían como récord de expansión continuada y, sin embargo, la mayoría de la población sigue sin sentir los beneficios de esta racha de bonanza. Aunque el crecimiento es mucho más moderado que en los 60, el número de parados ha disminuido hasta casi el 4%. Sin embargo, al mismo tiempo, en los últimos 10 años han aumentado las diferencias de ingresos y se ha disparado el número de personas que se sitúan bajo el umbral nacional de pobreza.

Atrás quedan los años en que las nuevas cotas de riqueza alcanzadas proporcionaban una sensación de bienestar económico que invitaba a gastar alegremente. Los empleos de por vida son cada vez más escasos y mal remunerados, y los salarios que se obtienen en muchos trabajos temporales casi no alcanzan para cubrir los gastos individuales de vivienda y alimentación.

Déficit público

Todo ello ha venido acompañado de la reducción del gasto social, para recortar el descomunal déficit público, llevada a cabo durante los cinco años de Gobierno de Junichiro Koizumi. "En lugar de presionar al Gobierno para que aumente el gasto en obras públicas, las grandes empresas deberían mejorar los salarios y condiciones de trabajo de todos sus empleados para poner los cimientos de un renovado crecimiento en el gasto en consumo", afirmaba el diario Asahi Shimbun en un editorial.

La otra cara la ofrece el aumento del número de japoneses ricos. Según la consultora Merrill Lynch, los japoneses que disponían de más de un millón de dólares (750.000 euros) eran 1,34 millones en el 2004, un 10% más que el 2001.Esta situación ha conducido a algunos comentaristas sociales a afirmar que Japón se ha convertido en una nación de ganadores y perdedores. Aunque la tendencia comenzó antes de su llegada al poder, se critica la insistencia de Koizumi a favor de una sociedad en que cada uno sea recompensado según su esfuerzo, en detrimento de las ayudas a los perdedores. "Tenemos que crear un clima y tener una actitud mental en que la gente que trabaja duro vea reconocidos sus esfuerzos", declaró antes de dejar el cargo.

Aunque es cierto que Japón sigue siendo una de las sociedades más igualitarias del mundo desarrollado, el número de japoneses que viven con menos de un millón de yenes (unos 6.700 euros) al año alcanzó en el 2005 los 3,6 millones, un 16% más que cuando Koizumi llegó al poder. Asimismo, el número de personas que viven en la calle supera las 40.000, según las oenegés (25.000 según el Gobierno), una cifra muy baja comparada con otros países considerados ricos pero muy alta si se tiene en cuenta que hasta los 90 este era un fenómeno prácticamente inexistente en el país.

Durante la crisis de final de siglo se creía que se trataba de un problema pasajero, pero cinco años de crecimiento no han servido para rescatar a los que cayeron en el pozo de la indigencia.

martes, diciembre 12, 2006

Mino Monta, el presentador récord


Para Teletodo (Grupo Z)
La televisión en el mundo.
Japón. Jordi Juste
Los japoneses ya sabían que Norio Minorikawa, conocido como Mino Monta, es un presentador de televisión casi ubicuo. No hay día de la semana en que no se emita alguno de sus programas. Ahora el libro Guiness lo ha reconocido como el presentador que más tiempo trabaja en directo a la semana, 21 horas y 42 minutos, proeza que logra en 11 shows de lunes a sábado.
Su primera aparición se produce en el magazine “Asa Zuba” (A las claras por la mañana,) cada día, de lunes a viernes, de 5:30 a 8:30 de la mañana. Tras una pausa de menos de cuatro horas, vuelve a la carga en “Omoikiri terebi” (Televisión a tope) de 12, a 2 de la tarde, donde ofrece consejos prácticos y de salud a la audiencia, mayoritariamente amas de casa y jubilados. Entre los diversos programas grabados que presenta por la tarde destacan la versión japonesa de “¿Quién quiere ser millonario” y “Dobutsu kiso tengai”, un espacio sobre animales sorprendentes.
Mino Monta, de 62 años, tiene un estilo muy personal -enfático, seductor y decidido sin llegar a ser autoritario-, que le reporta, además de una audiencia fiel y muchos imitadores, unos ingresos anuales de más de 500 millones de yenes (unos tres millones y medio de euros).

lunes, diciembre 11, 2006

Un templo para el club de la comedia japonés


CRÓNICA DESDE OSAKA // JORDI JUSTE

Por primera vez en 60 años, Osaka cuenta con un teatro dedicado exclusivamente al arte del rakugo. La inauguración del nuevo centro supone la confirmación de la vigencia de este género de humor tradicional. El término rakugo (literalmente, palabra caída) parece tener su origen a finales del siglo XIX, pero el arte del monólogo cómico japonés se remonta como mínimo al siglo XVII, cuando los profesionales que lo practicaban eran contratados por los señores de la guerra de entonces para distraerlos en los momentos de asueto de las campañas militares.

Antes de la segunda guerra mundial, Osaka y Tokio contaban con numerosos teatros de rakugo, que ofrecían entretenimiento a precios moderados al pueblo llano. Pero los bombardeos aéreos acabaron con la mayoría. Sin embargo, el género sobrevivió en otros teatros cómicos o en la radio y la televisión, medios a los que se adapta con gran facilidad. En la actualidad hay diversos programas televisivos de rakugo seguidos por un público de edades diversas, sobre todo los fines de semana.

La gente de Osaka tiene fama de ser la más salada de Japón. Además, la capital del oeste japonés es la sede de la agencia Yoshimoto, proveedora de gran parte de los cómicos que pueblan los numerosísimos programas de humor de la televisión nipona, así como muchos de los teatros de la ciudad y también de Tokio. Pero el rakugo no es una forma más del humor nipón, es una demostración de la compatibilidad del arte, la tradición y la risa.

La gracia del rakugo no está tanto en la historia como en la manera de contarla. El artista, vestido con un quimono sobrio y sentado sobre un almohadón cuadrado, cuenta con un abanico y un pañuelo por todo atrezo. Sus únicas armas son su lenguaje corporal y su voz, que usa para representar los diversos personajes y los sonidos de acompañamiento. El cuento tiene un final cómico, la llamada palabra caída o rakugo. La entrada y salida del artista se subrayan con el sonido del shamisen (instrumento de cuerda tradicional) y la flauta shakuhachi.

Hay un repertorio clásico de historias a las que los diferentes actores hacen aportaciones personales, pero el rakugo, especialmente en sus versiones mediáticas, también hace chanza de la actualidad. Por estas fechas, una fuente de inspiración son las cenas de empresa para despedir el año, en las que muchos japoneses se exceden con el alcohol y rompen el protocolo y el habitual respeto a los superiores jerárquicos, lo que genera numerosas situaciones embarazosas que los contadores de historias convierten en arte.

El nuevo teatro de rakugo se llama Tenjin Hanjo Tei, tiene capacidad para 250 personas y está situado junto al santuario sintoísta Temmangu, en el popular barrio de Temma, en el centro de Osaka. Para su construcción se hizo una campaña de donativos que recogió 200 millones de yenes (más de un millón de euros) entre los comerciantes locales y entre los miembros de la asociación de rakugokas. El edificio está construido con madera de ciprés, la preferida en muchas construcciones sintoístas, con la esperanza de que dure por lo menos cien años.

domingo, diciembre 10, 2006

Voracidad atunera


PREOCUPACIÓN DE LOS CONSUMIDORES NIPONES POR LA MERMA DE PESCADO
• Los organismos internacionales intentan frenar la disminución de la población mundial de atunes
• Las medidas pueden cambiar los hábitos alimentarios de los japoneses
JORDI JUSTE KIOTO
Es muy improbable que los japoneses renuncien voluntariamente a una de las delicias de su gastronomía, los filetes crudos de toro, el vientre graso de los atunes. Sin embargo, las noticias que llegan sobre los mercados pesqueros y sobre la población mundial de atunes rojos apuntan a que cada vez son menos los peces y más los humanos ávidos de comérselos. El problema ha llevado a diversos organismos internacionales a dar la voz de alarma, y ya se han tomado medidas que pueden afectar a corto y medio plazo los hábitos alimenticios de los japoneses.
Reducción de capturas
En octubre, la cuota de atunes que Japón puede pescar en el Pacífico sur fue reducida a la mitad, y el pasado 26 de noviembre la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) decidió en Dubrovnik (Croacia) reducir un 20% las capturas totales en la zona, que incluye el este del océano Atlántico y el Mediterráneo; una medida ridícula según los conservacionistas. "Es un plan de hundimiento, no de recuperación, y una burla al trabajo de los científicos. La UE ha traicionado su obligación de gestionar de manera sostenible las pesquerías a favor de los intereses a corto plazo de su propia industria atunera", declaró Sergi Tudela, representante de la asociación de defensa de la naturaleza WWF-Adena.
Aproximadamente la mitad del atún que se pesca en el área se exporta a Japón, que consume una cuarta parte de las capturas mundiales de este pez. A pesar de la voracidad atunera de los japoneses, sus autoridades adoptaron en Dubrovnik una actitud mucho más proteccionista que la de la UE. "Tenemos que llegar a un acuerdo sin falta. Los recursos mermarán si la situación se mantiene", reconoció el representante nipón, Katsumasa Hanafusa, frente a la oposición comunitaria a reducir cuotas.
Una porción sustancial del atún que se come en Japón (un 20% de las importaciones) proviene de las costas españolas, donde los peces capturados en el Mediterráneo oriental son engordados en jaulas hasta alcanzar el tamaño ideal. WWF-Adena ha denunciado que este método escapa a los límites de capturas. Sin embargo, tener a los atunes encerrados es ideal para que desarrollen desproporcionadamente sus grasientos vientres y hagan así las delicias de los sibaritas nipones.
La presión comercial sobre el mar no es nueva ni limitada a los atunes, pero estos son la imagen de unos recursos menguantes que hay que repartir entre un número creciente de consumidores. La crisis en el consumo de la carne, provocada entre otros motivos por la enfermedad de las vacas locas y la gripe aviaria, ha disparado el consumo mundial de pescado. A esto hay que añadir el crecimiento económico chino, que ha generado una población con poder adquisitivo para emular a sus vecinos.
Grandes consumidores
Los japoneses son grandes consumidores de pescado desde tiempos ancestrales. No solo son una nación isleña, sino que durante siglos vivieron siguiendo el precepto budista de evitar comer carne. Desde el siglo XIX su consumo no ha dejado de aumentar, pero el pescado sigue aportando más de un tercio de las proteínas de los japoneses. Uno de cada diez pescados capturados en el mundo se come en el archipiélago y la media de consumo por persona es de casi 70 kilos al año (menos de 40 en España).
Las recientes noticias sobre el atún han sorprendido a muchos japoneses, que ignoraban que uno de sus manjares favoritos pudiera estar en peligro de extinción a medio plazo. En cualquier ciudad de Japón se pueden encontrar numerosos restaurantes de sushi donde dos generosas porciones de atún crudo con arroz en vinagre cuestan menos de un euro. Los precios de los productos del mar en las pescaderías han subido moderadamente en los últimos años, pero, a pesar de la dramática situación en los océanos, la oferta sigue siendo abundante y no se percibe en los consumidores una urgencia por moderar su apetito.

lunes, diciembre 04, 2006

Roppongi Hills, la colina de las vanidades japonesas


Crónica desde Tokio
Jordi Juste
Si en 1972 a la torre Eiffel le salió la competencia de la Tour Montparnasse como principal atalaya sobre París, en 2003 la finalización de la Mori Tower supuso el fin de la supremacía de la torre de Tokio como mirador de la capital de Japón. Sin embargo, a diferencia del rascacielos parasino, el tokiota no es el edificio más alto del país, a pesar de sus 238 metros. Ese honor le corresponde todavía a la Yokohama Landmark Tower, de 295 metros de altura.
En sus tres años de vida, la Mori Tower se ha convertido en un símbolo de la nueva economía. Las principales empresas de Internet y muchos de los inversores que se han enriquecido con la recuperación de la alegría en la bolsa de Tokio compitieron desde la inauguración para ocupar alguno de sus 54 pisos. El rascacielos es el centro del complejo inmobiliario Roppongi Hills, de 109.000 metros cuadrados, en el que también se encuentran los estudios centrales de la cadena de televisión TV Asahi, así como el hotel de lujo Grand Hyatt, un centro comercial y recreativo, un museo de arte y casi 800 apartamentos de súper lujo.
Según la empresa promotora, el año pasado 44 millones de personas visitaron Roppongi Hills, que se ha convertido en uno de los lugares que hay visitar en Tokio, especialmente el observatorio de la planta 52. Para muchos japoneses, hasta hace poco, el barrio de Roppongi no era más que un conocido centro de ocio nocturno que aparecía frecuentemente en las noticias por escándalos relacionados con el tráfico de drogas o el empleo de camareras extranjeras ilegales. Ahora es mucho más, es sobre todo el lugar donde hay que estar para mostrar que se ha llegado a la cúspide del mundo de los negocios, para entrar en el selecto grupo conocido como Hills zoku (la tribu de los Hills).
Pero Roppongi también es la colina desde donde se producen algunas de las caídas más sonadas, como la de Takafumi Horie, el propietario del portal de Internet Livedoor, que en 2005, con sólo 33 años, era uno de los hombres más ricos del país y llegó a presentarse a las elecciones al parlamento con el apoyo del primer ministro Koizumi. En enero de 2006 Horie, que se hizo especialmente famoso por su atuendo informal y su fracasado intento de hacerse con el control de la cadena de televisión Fuji TV, fue acusado de fraude y tuvo que cambiar Roppongi Hills por una celda en la carcel, de donde salió en abril tras depositar una fianza de 300 millones de yenes (unos dos millones de euros). Poco tiempo después, le siguió Yoshiaki Murakami, de 46 años, fundador de un agresivo fondo de inversiones que generó en pocos años tanta riqueza como odios en el conservador mundo de las grandes empresas japonesas. Murakami, acusado entre otras cosas de usar información privilegiada, facilitada precisamente por su vecino Horie, tuvo que depositar 500 millones de yenes (más de tres millones de euros) para poder regresar a su vivienda en los Hills.
A los gestores de Roppongi Hills no parecen preocuparles ni los escándalos ni la finalización, en 2007, a menos de un kiómetro de distancia, del proyecto Tokyo Midtown cuya torre principal tendrá 10 metros más que la Mori Tower y albergará en sus plantas superiores las habitaciones del hotel Ritz Carlton. Algunos inquilinos, como Yahoo Japan, ya han anunciado su futuro traslado a Tokyo Midtown, però en la Mori Tower dicen que cuentan con una larga lista de espera.

viernes, diciembre 01, 2006

Japón comienza a perder población


El censo confirma que en 2005 se inició el declive
Una de cada cinco personas tiene más de 65 años
Jordi Juste. Kioto
Los datos del censo recientemente publicados han confirmado que el año pasado la población de Japón se redujo por primera vez desde 1945. A primeros de octubre de 2005 el país tenía 127.767.994 habitantes, 22.000 menos que un año antes. La noticia no ha causado ninguna sopresa, ya que todos los expertos la venían anunciando hacía tiempo, debido a la baja natalidad y a la política restrictiva en materia de inmigración. El descenso de población ha coincidido con el anuncio de que entre enero y julio de este año han nacido 645.000 niños, 14.000 más que el año pasado.
Más ancianos y extranjeros, pero menos niños
La realidad es que Japón ya tiene un veinte por ciento de habitantes mayores de 65 años, mientras los menores de 15 no pasan del trece por ciento, una pirámide invertida que seguirá ensanchándose en la cúspide y estrechándose en la base con el envejecimiento de los nacidos durante el gran crecimiento demográfico. Descartada una gran catástrofe, la situación sólo cambiaría si entrara al país un gran número de inmigrantes o aumentara sustancialmente la natalidad, que fue de 1,25 niños por mujer en 2005 (1,3 niños por mujer en España), lejos del 2,1 por ciento necesario para mantener la población.
El inicio del declive se produjo a pesar de que el número de extranjeros aumentó respecto al censo del año 2000, en poco más de 200.000, casi la mitad de ellos chinos. Con las nuevas incoprporaciones, Japón tiene algo más de un millón y medio de residentes extranjeros, aunque más de la mitad son coreanos y chinos nacidos en Japón, por lo que la población realmente inmigrante no llega al uno por ciento del total ni añadiendo los casi 300.000 que residen ilegalmente. Es muy probable que el número de extranjeros siga aumentando, pero a un ritmo lento, dada la resistencia japonesa a renunciar a la homogeneidad social.
Aumentar la natalidad
La única solución realista parece ser aumentar la natalidad, una tarea difícil a juzgar por la situación de las mujeres. La edad media de las japonesas para casarse hoy en día es de 28 años, comparada con los 24 años de 1964, pero casi un 50 por ciento siguen solteras y sin descendencia a los 30 años, algo impensable en el Japón tradicional, donde era común recurrir al omiai (o cita concertada por la familia) para conocer al pretendiente.
El matrimonio por enamoramiento no es el único responsable de la baja natalidad. Otros factores son el difícil acceso y permanencia de la mujer en el mercado de trabajo y la conciliación entre vida laboral y familiar. Un 70 por ciento de las japonesas deja de trabajar al tener el primer hijo, y pocas se reincorporan posteriormente, casi siempre en peores condiciones. Su media salarial es del 67 por ciento del salario masculino y un 40 por ciento trabaja con contratos a tiempo parcial, cuatro veces más que los hombres.
Natalidad costosa
Los países del norte de Europa han demostrado que una mejor situación laboral de la mujer puede traducirse en una mayor natalidad, al aumentar la sensación de seguridad y las posibilidades económicas. En Japón el coste económico de la crianza es una de las principales razones citadas por las mujeres para justificar su poca proclividad a dar a luz. Otra es la falta de guarderías y de pediatras.
Las políticas públicas van muy por detrás de las necesidades, pero los políticos no dejan de hacer promesas. “Mi gobierno hará todos los esfuerzos para avanzar medidas de solución del descenso de la tasa de natalidad y construir una sociedad donde sea fácil criar hijos”, dijo el primer ministro Shinzo Abe en septiembre, en su toma de posesión.
Con todo, tampoco es indiscutible que a Japón le convenga mantener la población actual, tres veces la española con sólo el 75 por ciento del territorio de España. El problema es que el sistema de seguridad social, en que la población activa mantiene a la pasiva, es insostenible si ésta no deja de crecer y la primera de menguar, por lo que parece inevitable aumentar la edad de jubilación.

miércoles, noviembre 29, 2006

Shichi-go-san, la “primera comunión” sintoísta


Crónica desde Kioto
Jordi Juste
El 15 de noviembre es el día de Shichi-go-san (literalmente, siete-cinco-tres), la fecha en que las familias japonesas llevan a sus hijas de 3 o 7 años y a sus hijos de 5 al santuario sintoísta para celebrar un rito en que se ruega a los kami (dioses) por la salud de los niños. La costumbre es acudir al santuario más próximo al domicilio, pero en los últimos tiempos muchas familias escogen otros más famosos, como Meiji o Yasukuni, en Tokio, y Heian o Yasaka, en Kioto. Como no es día festivo, la celebración se prolonga durante todo el mes, especialmente durante los fines de semana.
La ceremonia dura menos de media hora, pero sirve para que los niños tengan su primer contacto importante con el shinto (camino de los dioses), la religión autóctona de Japón, a excepción del Omiyamairi, que se celebra cuando todavía son bebés. Hoy en día los familiares acuden normalmente al santuario elegantemente vestidos, al estilo occidental casi todos los hombres y la mayoría de mujeres. Los protagonistas, en cambio, suelen ir con quimono (haori y hakama en el caso de los niños), aunque es posible también ver a algunos vestidos como si fueran a hacer la primera comunión en una iglesia católica.
En realidad, el carácter religioso de Shichigosan es muy relativo. El papel de la religión en la vida de la mayoría de japoneses es escaso. Su rol primordial es el de facilitar los ritos de paso que marcan las etapas importantes de la existencia. Por eso los japoneses eligen la religión que ofrece el ceremonial más adecuado para cada caso, de modo que se dice a menudo que son sintoístas al nacer, cristianos al casarse y budistas al morir.
La celebración de Shichi-go-san es una tradición originada en la corte hace más de mil años, que posteriormente pasó a la clase samurái y de esta al pueblo llano. Los números 3, 5 y 7 son consistentes con la numerología japonesa, que considera de buena suerte los impares y evita a toda costa el 4 porque en japonés se pronuncia shi, que también significa “muerte”.
El rito se celebra en el honden, el edificio principal, donde un sacerdote procede a purificar a los asistentes y luego lee una pregaria en la que se incluye el nombre del niño para desearle salud. A la salida del honden el santuario obsequia a los niños con chitoseame (caramelos de los mil años), para asegurar su longevidad, y con diversos omamori (amuletos). La celebración posterior depende de cada familia, aunque es habitual comer con los más allegados.
Shichi-go-san es también una fiesta importante para los fotógrafos, que prestan sus servicios en estudios o en el recinto del santuario para inmortalizar uno de los momentos importantes en la vida de cualquier japonés. Las cámaras digitales han puesto las cosas fáciles a las familias para ahorrarse el gasto del fotógrafo, pero todavía son muchas las que contratan los servicios de profesionales.
La vida urbana moderna ha eliminado, también aquí, muchas de las celebraciones ligadas a los ciclos de la naturaleza y la vida humana, pero algunas como Shichi-go-san permanecen. En Japón cada vez hay menos niños y menos adultos creyentes, pero parece que los padres siguen sintiendo la inclinación de ir al santuario a rogar a los kami por la salud de sus hijos.

viernes, noviembre 17, 2006

Japón legisla el patriotismo en la escuela


Kioto. Jordi Juste
El pleno de la Cámara Baja del Parlamento nipón aprobó ayer la reforma de la Ley Básica de Educación, que insta a los profesores a enseñar a sus alumnos a “respetar la tradición y la cultura y amar la nación y la patria”. La aprobación se hizo con los votos de los gubernamentales Partido Liberal Democrático (PLD) y Nuevo Komeito, y con los escaños de los partidos de la oposición vacíos en señal de protesta. Ahora el proyecto pasará al Senado, donde PLD y Komeito también cuentan con la mayoría absoluta.
El proyecto ha generado numerosas críticas y dudas entre los profesores sobre la posibilidad de enseñar el amor a la patria, lo que ha llevado al gobierno a intentar rebajar el tono en sus explicaciones sobre los objetivos de la nueva ley. “No se evaluará si los niños tienen o no sentimiento patriótico, pero sí si han estudiado e investigado suficientemente sobre las tradiciones y la cultura del país” declaró el primer ministro, Shinzo Abe.
Con su ausencia durante la votación, el Partido Democrático de Japón (PDJ) y los partidos Comunista y Socialista protestan por lo que consideran una actitud prepotente de la mayoría al no querer alargar las deliberaciones para discutir los diversos problemas que aquejan las escuelas japonesas, como la plaga de suicidios por acoso escolar.
La oposición también denuncia el irregular proceso de información del proyecto. En los últimos días se ha sabido que las reuniones públicas de miembros del gobierno con ciudadanos, supuestamente para conocer sus inquietudes sobre la educación, habían sido minuciosamente ensayadas, con individuos pagados preparados para hacer justamente las preguntas y comentarios que interesaban a las autoridades.
El asunto más polémico de la nueva ley, que supone la reforma de la aprobada en 1947, todavía bajo la ocupación aliada que siguió a la segunda guerra mundial, es el uso de la escuela para la promoción del patriotismo. Los críticos ven en ello un nuevo paso en el camino de retorno al nacionalismo de Estado que tanto sufrimiento causó en Asia en la primera mitad del siglo XX. En la misma línea de promoción del amor a la patria estarían las leyes aprobadas durante el gobierno de Junichiro Koizumi para legalizar el hinomaru y kimigayo como bandera e himno nacionales y el proyecto del nuevo primer ministro, Shinzo Abe, de una nueva consitución que elimine la declaración pacifista y convierta las Fuerzas de Autodefensa en un ejército normal.
Comunistas y socialistas se oponen tanto al patriotismo en la escuela como a la reforma constitucional y al uso de símbolos que recuerdan el nefasto pasado imperialista del país. Sin embargo, el PDJ proponía un proyecto de ley alternativo que, en lo tocante al patriotismo, distaba poco del aprobado ayer por la mayoría, lo que ha llevado a algunos críticos a relacionar la actitud del principal partido de la oposición con la elección este fin de semana del gobernador de Okinawa, donde su candidato tiene posibilidades de vencer sobre el del PLD.

lunes, noviembre 13, 2006

Gueisas en la calle, el escenario y la red


CRÓNICA DESDE KIOTO // JORDI JUSTE

JORDI Juste
Del 3 al 12 de noviembre, cualquier persona puede ver bailar a las gueisas de Kioto (o geiko) por el módico precio de 3.500 yenes (25 euros). La oportunidad la brindan las representaciones de las Gion Odori (danzas de Gion), una de las cinco ocasiones al año en las que salen al escenario. Las otras cuatro son en primavera, así que si alguien desea ver en otoño a estas reliquias vivientes en acción, y no es una persona con buenas conexiones y billetero abultado, tiene que ir al teatro Gion Kaikan o cenar en uno de los hoteles que ofrecen breves actuaciones.

Ahora bien, si de lo que se trata es de ver de cerca y fotografiar a una maiko (aprendiz de geiko), le bastará con pasearse por el barrio de Gion poco antes del atardecer, eso sí, con la atención de un cazador que espera a que salte la liebre. Y es que, aunque saben que son un reclamo turístico, las maikos no se ofrecen a posar, que para eso ya están las sesiones organizadas, en que los interesados pagan por el derecho a retratarlas junto a los arces enrojecidos o bajo los cerezos en flor. Cuando uno menos lo espera, ellas aparecen en la calle, enfundadas en sus costosos quimonos y con las caras cubiertas de maquillaje blanco, saliendo o entrando de su okiya (casa para la que trabajan y donde viven) o en apresurados desplazamientos entre los locales donde han sido contratadas. Así que si uno quiere inmortalizarlas debe tener la cámara bien preparada.

Sus apariciones fugaces contribuyen a mantener el misterio que envuelve todavía la vida de estas mujeres. Se sabe quiénes son, dónde están y hasta qué hacen y qué no hacen, pero siempre queda esa duda, ese morbo que solo pueden satisfacer unos pocos privilegiados. A los demás les queda el mito que han contribuido a fomentar el cine y la literatura, unas veces con más acierto que otras. Según la fundación que agrupa los cinco hanamachi (distritos de geiko) de Kioto, el filme Memorias de una Geisha (basado en la novela de Arthur Golden), ha sido la última contribución al equivoco de que las gueisas son prostitutas víctimas del tráfico de mujeres. Ellas insisten en que son expertas en el arte de entretener a base de su sofisticada apariencia física, su conversación y sus dotes como músicas y bailarinas.

Hacerse gueisa supone iniciar una vida basada en la abnegación y en códigos de conducta todavía más estrictos que los que rigen para el resto de los japoneses. Por eso, la modernización de Japón ha supuesto un constante declive del número de geiko, que si en 1965 eran 500 en Kioto, ahora no pasan de 200.

Ahora, para promover su negocio y deshacer malentendidos, las okiya se han decidido a usar internet y son ya varias las que tienen página en la red para explicar su sistema de contratación. Pero la gran sensación la ha causado la bitácora de Ichimame, una maiko de 18 años que explica sus experiencias y que dice haber atraído una media diaria de 1.000 visitantes desde que empezó a escribirlo, en diciembre. Varias veces por semana, Ichimame relata, en el elegante dialecto de Kioto, su trabajo, y revela aspectos de su vida privada que la acercan a cualquier chica japonesa de su edad, como que dedica los días libres a ir al cine.

jueves, noviembre 09, 2006

Emergencia en Japón: faltan médicos


La medicina japonesa está al borde del colapso
Jordi Juste. Kioto
El 8 de agosto Mika Takahashi, de 32 años, murió después de ser rechazada en 18 hospitales. La mujer entró en coma tras sufrir convulsiones mientras se preparaba para dar a luz en el hospital de Oyodo, en la provincia de Nara. Los doctores que la atendían, tras darse cuenta de que la situación superaba su capacidad, contactaron con el hospital provincial, pero su personal declinó hacerse cargo de la paciente alegando falta de camas libres. Tras esta negativa, se pusieron en contacto con 17 hospitales más, pero todos se negaron, también por problemas de capacidad. Finalmente, seis horas después de perder la consciencia, un hospital de la provincia de Osaka aceptó a Mika, que fue intervenida de urgencia por una hemorragia cerebral y para practicarle una cesárea. Los médicos lograron extraer sano y salvo al hijo de Mika, pero ella murió ocho días después sin haber recobrado el conocimiento.

Un sistema indigno de un país rico
Este trágico caso ha puesto más de manifiesto las deficiencias de un sistema de salud a todas luces impropio de la segunda potencia económica mundial. Japón cuenta con médicos y enfermeras excelentes y buenos hospitales dotados con lo último en tecnología médica, pero el sistema de salud se sustenta en pequeños hospitales y clínicas, la mayor parte privados, gestionados a veces a base de escatimar al máximo los recursos humanos. La calidad de la atención varía enormemente según se trate de un centro asociado a una de las facultades de medicina públicas (las mejores) o a una de las privadas, donde muchas veces el dinero y el apellido abren las puertas que cierra la falta de vocación y de estudio.
Lo paradójico del caso es que la situación de emergencia se ha visto exacerbada por la introducción en 2004 del sistema de residencia obligatoria en centros de libre elección para mejorar la formación de los facultativos. El resultado ha sido que las facultades de medicina no han podido competir y se han quedado sin licenciados, es decir, sin el personal que mandaban a los hospitales que se encontraban en situación de apuro por falta de personal.
La situación es muy grave en las zonas rurales y en especialidades como la obstetricia o la pediatría. En muchos lugares del país, las mujeres embarazadas tienen que recorrer grandes distancias para ser recononcidas o para dar a luz. Igualmente, los servicios urgentes de pediatría son cada vez más escasos, incluso en las grandes ciudades, y como consecuencia los pocos que van quedando están cada vez más colapsados.
Aunque existan causas circunstanciales para explicar la actual escasez y mala distribución de los médicos, es incuestionable que el número de médicos por habitante es desde hace tiempo muy bajo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Japón cuenta con menos de dos médicos por cada mil habitantes, mientras que la proporción en España es de más de 3 por mil. Para agravar la situación, Japón es un país con una esperanza de vida muy alta, por lo que las necesidades de atención sanitaria crecen sin parar.

Número de médicos limitado por ley
Por su parte, el gobierno ha venido limitando desde los años 80 el número de alumnos admitidos en las facultades universitarias de medicina, aduciendo la necesidad de reducir el gasto sanitario. Este año, como medida de urgencia ha autorizado a diez provincias a aumentar en 10 estudiantes cada una el número de aspirantes a médico en los próximos diez años, una cifra que parece claramente insuficiente pero que satisface los intereses corporativos. “En cuanto a la Asociación Médica Japonesa, representa a médicos en ejercicio que no quieren que la competencia se intensifique”, explica Yoshihiro Kumasaka, alcalde de una ciudad de 60.000 habitantes en el norte de Japón y médico de profesión.
Para paliar el défict se han propuesto varias soluciones, como aumentar los salarios en las zonas más abandonadas, obligar a los médicos a ocupar un puesto en una zona rural antes de poder establecerse libremente o crear consorcios hopitalarios. Pero el alcalde de Miyako insiste en algo más obvio y esencial: “El gobierno tiene que dejar de lado su idea de que existe una saturación de médicos”.

lunes, noviembre 06, 2006

La torre del milagro cumple 50 años


Crónica desde Osaka
Jordi Juste
En el sur de Osaka, en el centro del barrio llamado Shinsekai (nuevo mundo), se alza desde hace cincuenta años Tsutenkaku (la torre que llega al cielo), una estructura metálica de 103 metros de altura en la que destacan los neones publicitarios de una famosa marca de productos electrónicos. No es especialmente bonita ni alta, pero para la gente de Osaka tiene un gran valor simbólico. Tsutenkaku representa el afán de superación japonés y el espíritu comercial de la región de Kansai. Las bodas de plata han servido para sacarle lustre a la torre y para recordar el llamado “milagro” que convirtió un país vencido y debastado en la segunda potencia económica mundial.


Hace medio siglo Japón salía de las ruinas en las que lo habían dejado convertido los bombardeos aéreos al final de la segunda guerra mundial. En 1945 los ataques de los B-29 se habían cebado especialmente en las zonas industriales del país, entre ellas Osaka. Japón fue derrotado y la mayoría de sus ciudades arrasadas, pero en pocos años sus factorías volvían a echar humo y sus industriales se preparaban para el asalto a los mercados internacionales. Al mismo tiempo, en el sur de Osaka, los comerciantes de Shinsekai se unían para levantar de nuevo Tsutenkaku en el lugar donde había estado desde 1912 hasta 1943, cuando el gobierno decidió desmantelarla para negarle a la aviación americana un valiosos punto de referencia.


Regreso al pasado
Como tantas cosas en Japón, el nombre del barrio que rodea Tsutenkaku se presta a engaño. Más que un nuevo mundo, Shinsekai parece una máquina del tiempo que nos acerca a ese 28 de octubre de 1956 en que se inauguró la nueva torre. En sus callejuelas encontramos vetustos locales para jugar al shogi, al go o al mahjong , bares para beber y comer de pie donde suenan viejas canciones, barberías como las de antes, tiendas de ropa anticuada, bicicletas oxidadas y muchos hombres solitarios. “La mayoría de la gente que va a divertirse a Shinsekai quiere disfrutar de la soledad”, explica el novelista Toshizo Namba. Otro rasgo que define el barrio son los olores: a sudor, a sake, a cerveza, a kushikatsu (pinchos de carne asada), a sopa de fideos, a polvo, a ropa vieja y a óxido.


Además de la torre, Shinsekai tiene dos símbolos, el enorme fugu (pez globo) que cuelga de la fachada del restaurante Tsuboraya y Biliken, un muñeco con aspecto de duende que tiene su origen en los Estados Unidos de principios de siglo XX y que es venerado aquí como dios de la felicidad y de “las cosas como deben ser”.


El fugu y Biliken son como los dos guardianes deformes que vigilan la entrada a un mundo masculino, hortera, kitsch y ramplón, pero con sabor, que sigue conviviendo con el Japón de las sutilezas artísticas, de los grandes rascacielos y del tren bala. En un mundo dominado por la experiencia virtual y donde las ciudades parecen cada vez más parques temáticos para turistas, Tsutenkaku es como un faro para los aventureros que buscan sensaciones auténticas.

domingo, octubre 29, 2006

Los prestamistas japoneses cobran hasta de los muertos

Jordi Juste
A primeros de octubre se supo que las empresas de crédito no bancario de Japón cobraron el año pasado 30.000 millones de yenes (200 millones de euros) de casi 52.000 seguros de vida que tenían suscritos para sus clientes. Aunque sólo se conoce la causa de la muerte para la mitad de las polizas afectadas, se sabe con certeza que casi 5.000 fueron suicidios.

Las polizas se suscriben a veces sin el consentimiento de los asegurados y se han usado en diversos casos para presionar a los clientes diciéndoles que si no podían pagar sería mejor que se suicidaran para saldar sus deudas. La japonesa es una cultura donde el sentido del deber y la responsabilidad colectiva tienen todavía una gran importancia, por lo que es común el suicidio para lavar la honra o para liberar a la familia de una carga.

Prestamistas a la defensiva
A pesar de los ingresos obtenidos por este sistema, en las últimas semanas las compañías más importantes han anunciado que dejarán de asegurar a sus clientes, debido a la publicidad negativa que ha generado el caso que se une a los escándalos por las presiones para recuperar los impagados. En mayo, la Agencia de Servicios Financieros sancionó a Aiful, la tercera compañía más grande del sector, con una suspensión de sus actividades durante 25 días.

En muchos casos los préstamos al consumo, originariamente concedidos por bancos, van a parar a las carteras de las compañías de crédito, que figuran como avaladoras, por lo que los asumen cuando los clientes dejan de pagar sus cuotas y se encargan de cobrarlos con unos recargos de usura y con técnicas de presión claramente ilegales. En la actualidad el límite máximo de los tipos de interés llega casi al 30 por ciento, a pesar de que el tipo oficial del Banco de Japón no llega al uno por ciento. El gubernamental Partido Liberal Democrático (PLD) aprobó este més rebajar el tope al 20 por ciento. En un principio, el proyecto contemplaba un período de transición de cinco años durante los cuales los prestamistas podrían seguir cobrando el 25 por ciento de interés, pero la presión de la opinión pública ha obligado a eliminar la provisión, vista como una concesión a la industria.

Un importante grupo de presión
Por su parte, dentro de su campaña de lavado de imagen, siete de las empresas de crédito más importantes anunciaron en marzo su idea de dedicar 25.000 millones de yenes (166 millones de euros) a “ayudar” a sus clientes más endeudados, pero el primero de octubre anunciaron que suspendían el proyecto por los planes del gobierno para controlar el sector.
Los prestamistas son un grupo de presión muy importante, que contribuye a campañas de partidos políticos y gasta al año unos 70.000 millones de yenes (466 millones de euros) en publicidad agresiva para incitar al consumo fácil. Dentro de sus prácticas comerciales está la concesión de créditos de hasta medio millón de yenes (más de 3.000 euros) en sus miles de cajeros automáticos, sin ningún tipo de garantía y con solo identificarse mediante el carnet de conducir o la tarjeta de la seguridad social. Algunas compañías destacan en su publicidad que el tipo de interés es cero si el dinero se devuelve antes de una semana. "Muchos que toman prestado de las compañías de crédito al consumo no piensan sobre lo altos que son los tipos de interés, y los prestamistas no dan explicaciones suficientes”, declaró recientemente el abogado Kenji Utsunomiya, especializado en el tema.

Estas prácticas captan a muchos clientes de nivel de ingresos bajos que luego se ven atrapados en una bola de créditos nuevos para poder pagar deudas anteriores. Las empresas se defienden diciendo que si introducen sistemas de escrutinio más estrictos antes de conceder los créditos, muchas solicitudes serán rechazadas, empujando a los consumidores a los “verdaderos tiburones” del mercado ilegal de préstamos.

jueves, octubre 26, 2006

Jidai Matsuri: 1200 años de historia en procesión


Crónica des de Kioto.
Jordi Juste
Una de las imágenes más curiosas de la fiesta es la del alcalde y el gobernador de la provincia actuales montados en un carruaje de principios de siglo XX, vistiendo coloridos kimonos y llevando tocados de cortesano medieval, algo así como si el presidente de la Generalitat y el alcalde de Barcelona fueran un día al año del Saló del Tinell a la basílica de la Mercè disfrazados de miembros del Consell de Cent.


El 22 de octubre es Jidai Matsuri (el festival de las épocas) una de las tres grandes fiestas de Kioto, junto con Aoi Matsuri, en mayo, y Gion Matsuri, en julio. Este día se celebra la fundación de Heian Kyo (la actual Kioto) hace más de 1.200 años, concretamente el 22 de octubre del año 794, día en que el emperador Kammu escogió el lugar conocido como Yamashiro para establecer su corte. La efeméride se conmemora desde 1895, es decir casi treinta años después de perder la capitalidad a favor de la antigua Edo, rebautizada como Tokio.


El acto central de la celebración es una procesión entre el palacio imperial y el gran santuario sintoísta de Heian, que se abre con los dos omikoshi (santuarios portátiles) del primer y el último emperadores que tuvieron su corte en Kioto. Tras ellos desfilan unas dos mil personas ataviadas con trajes de las distintas épocas que marcan la historia de Kioto como capital. Esta vez Jidai Matsuri ha caído en domingo, por lo que el caos circulatorio ha sido menor que otros años. De todos modos, las más de 300.000 personas apostadas en los dos kilómetros de recorrido han colapsado durante unas seis horas buena parte de la ciudad.


Kioto es una ciudad moderna que tiene una población de aproximadamente un millón y medio de habitantes y forma parte de la gran área metropolitana de Kansai, centrada en Osaka y con más de diez millones de personas. Sin embargo, el alma de la ciudad es su historia y por eso sus ciudadanos e instituciones se vuelcan en celebrarla constantemente, y con especial ahinco en sus tres grandes festivales.


Los habitantes de Kioto saben que la capital política, económica y cultural está en Tokio y Osaka tiene una potencia industrial y comercial con la que Kioto no puede competir. Pero ellos tiene el orgullo de la historia, de saber que muchos de los momentos claves del pasado se produjeron aquí, y de que su ciudad acumula más monumentos arquitectónicos que ningún otro lugar del país. Es algo que reconocen también los cientos de miles de japoneses que acuden a visitarla en masa cada año en otoño y en primavera.


Ahora Kioto es conocida en muchos lugares del mundo gracias al protocolo para frenar la emisión de gases de efecto invernadero, que se firmó aquí en 1997, otra efeméride que tal vez en el futuro se añadirá a la lista de conmemoraciones del pasado de la ciudad. De momento, este año, la temperatura máxima el día de Jidai Matsuri ha sido de más de 20 grados, un dato que invita a la preocupación sobre el cambio climático.


Los japoneses miran atentamente estos días la información meteorológica, que dedica siempre en otoño una parte importante al avance del koyo zensen, el frente que se desplaza de norte a sur pintando el país de amarillo, ocre y rojo. En el sector turísitico de Kioto se comenta que el calor ha retrasado en varias semanas la llegada del frente y puede provocar cancelaciones de reservas hoteleras.